07. Lágrimas frías
━━━⊱ Lágrimas frías ⊰━━━
«Para ganar algo,
tienes que perder algo»
☭
Hace 15 años atrás...
Estiró la mano a la par que una sonrisa enorme aparecía en su rostro. Su respiración estaba tan agitada que comenzaba a inhalar por la boca, sin embargo, Alyssa obligó a sus piernas a correr un poco más rápido. Cuando tocó la espalda de su hermana mayor soltó un grito de victoria.
— ¡Te tengo! —enseguida dio media vuelta y corrió en dirección contraria, alejándose.
— ¡Te atrapare en dos segundos, ya lo verás!
— ¡Alyssa! ¡Elena! ¡Entren es hora de cenar! —la voz de su madre las hizo detenerse y soltar un quejido al darse cuenta de que su hora de juegos había terminado—. Basta de quejas, entren y ayúdenme a poner la mesa.
— ¡Lenta!
Elena salió disparada hacia la casa mientras reía, burlándose de su hermana por haberse quedado atrás.
— ¡Tramposa! —rió Alyssa, siguiéndola de cerca.
La casa de los Belmont no era muy grande, pero era bastante acogedora. Ambas niñas se adentraron a la vivienda, dirigiéndose directamente hacia la cocina donde enseguida pusieron la mesa, no sin antes tomar un gran trago de agua. Una vez terminaron se sentaron en la mesa mientras esperaban ansiosas su plato de comida.
— Veo que están hambrientas —señaló su padre con una sonrisa en el rostro mientras servía la comida de todos.
— Ojalá tuvieran esa energía cuando las pido que me ayuden a hacer la limpieza —bromeó su madre, sentándose en la mesa.
Cuando la cena terminó, las dos hermanas subieron a su habitación para seguir jugando un poco más antes de irse a dormir. Alyssa compartía cuarto con Elena, les gustaba dormir en el mismo lugar porque eso les daba más oportunidad de desvelarse y seguir divirtiéndose durante un poco más de tiempo.
— He encontrado este libro en la escuela —dijo Elena a su hermana y apagando la luz se escabulló dentro de las cobijas.
Alyssa la siguió de cerca con una lámpara en mano, la cual encendió apenas la oscuridad se hizo presente.
— Es sobre un monstruo.
— ¡Los monstruos no existen, Elena! —chilló Alyssa destapándose inmediatamente.
Elena echó a reír, era cinco años mayor que Alyssa así que los cuentos de terror ya no eran un problema para ella, además le encantaba molestar a su hermana menor. Sin embargo, cuando vio a Alyssa seguir temblando de miedo, se peinó con los dedos su largo cabello rubio y suspiró, había olvidado por completo que su hermana aún no superaba esa etapa. Aun cuando Elena siempre le recordaba que esas cosas no existían y Alyssa juraba que esta vez ya lo había superado, la verdad era que aún seguía siendo muy miedosa en ese aspecto.
Además, no ayudaba para nada que Alyssa tuviera a casi diario pesadillas donde aparecían monstruos gigantescos de un solo ojo o mujeres que parecían serpientes con grandes garras y colmillos.
— Estoy bromeando, Lyssa —le dijo, acercándola a ella y abrazándola—. Además, recuerda que nosotras somos valientes. Los monstruos solo existen en los cuentos y en las pesadillas.
— ¿Qué es todo este alboroto? —su madre entró a la habitación prendiendo la luz para ver a sus hijas—. Creí haberles dicho que era hora de dormir.
Alyssa se separó de su hermana y corrió hacia su madre, abrazándola con fuerza.
— Dile a Elena que deje que asustarme.
Su madre sobó su cabeza.
— No dejes que tu hermana te asuste, te he dicho que nada de eso es verdad. Ahora a la cama, ya es tarde y tienen que descansar —dijo acuclillándose y besando su frente.
Si bien Alyssa no era hija de la señora Belmont, siempre fue bien recibida por esta y su hija. Cuando su padre se juntó con la madre de Elena ambas niñas se llevaron bien enseguida. Elena era una niña muy hiperactiva y se la pasaba jugando cada que podía, por lo que su coleta rubia bien peinada pronto terminaba toda alborotada. De igual manera, Alyssa compartía la misma energía, por lo que no era raro que su madre terminara exhausta al final del día.
Y todo iba a bastante bien hasta esa noche que Alyssa se despertó al escuchar ruidos provenientes de la sala. Su corazón latió con fuerza al sentir como el miedo la inundaba.
— Los monstruos no existen —se susurró en un intento en vano por tranquilizarse.
Cuando volvió a escuchar el ruido por segunda ocasión fue cuando saltó a la cama de su hermana para despertarla.
— Alyssa, sabes que mentí. Aquí no hay nada que quiera asustarnos —dijo Elena adormilada.
— Te juro que escuché algo, Lena —insistió su hermana entre susurros.
— Dios, Iss. Recuérdame no volverte a asustar nunca —pidió Elena, quitándose las sábanas del cuerpo y saliendo de la cama. Con algo de pereza tomó la mano de su hermana—. Ven, te llevare con mamá y papá así podrás dormir tranquila al igual que yo. Pero antes quiero un poco de leche.
Alyssa no muy segura de querer salir se colgó del brazo de su hermana mayor y aun con los nervios a flor de piel se obligó a seguir caminando. A pasos lentos fueron hacia la cocina, Elena se sirvió un poco de leche y se giró para ir a la habitación de sus padres. No fue hasta que se adentró a la sala cuando un grito de terror salió de sus labios, el vaso de cristal cayó en el suelo de madera y sus fragmentos se esparcieron en el piso.
Alyssa dio dos pasos hacia atrás, apenas comprendiendo que era lo que estaba ocurriendo. A medida que pasaban los segundos el miedo aumentaba cada vez más y más, presionando su pecho y dejándola sin aire en los pulmones.
Sin duda era una pesadilla.
Alyssa cerró con fuerza los ojos, tratando de despertar. Sin embargo, cuando volvió a abrirlos siguió viendo a aquella monstruosidad. Frente a ellas, en medio de la sala por el pasillo que daba a la habitación de sus padres, una mujer con garras, ojos de serpiente y cabello revoltoso se deslizaba lentamente hacia ellas.
Alyssa finalmente gritó cuando de entre las sombras por fin pudo distinguir lo que llevaba la mujer en la mano derecha. Era su padre. El monstruo lo tenía fuertemente agarrado de la camisa y debido a la sangre que lo cubría por completo Alyssa supo que estaba sumamente herido. No obstante, sabía que seguía vivo, sus gemidos de dolor apenas audibles le llegaban hasta los oídos. Busco a su madre por todos lados, pero no encontró ninguna señal de ella.
— Alyssa... Alyssa ayúdanos —rogó su papá con voz áspera y apenas consciente—. Tú madre... ella me dijo lo que eras. No me hagas arrepentirme por dejar que te quedaras.
La mujer serpiente se burló con fuerza, apretando más el agarre de la camisa.
— Sí, Alyssa, salva a tu padre —le lanzó la espada que traía en la otra mano—. Él iba por esto. De verdad que los mortales son tan patéticos.
Alyssa tomó la espada con las manos temblorosas apenas entendiendo que era lo que estaba pasando. Y es que era algo sumamente extraño, incluso hablando en el mundo mítico. Ya que los monstruos casi nunca atacaban a los semidioses antes de que estos cumplieran los once años, pues la sangre de un semidiós tiene un aroma especial para los monstruos después de esa edad y es por eso son atacados constantemente por estos, pero para la mala suerte de Alyssa quien estaba frente a ella era su hermana Lamia.
Una mujer que aborrecía a los semidioses y un monstruo sumamente hábil en el uso de la magia, no podías esconderte de ella, aunque quisieras. Después de todo, fue ella la responsable de realizar aquel conjuro que le permitió a todos los monstruos en el mundo poder detectar el aroma de los mestizos, de modo que desde ese entonces los semidioses siempre pudieron ser encontrados. Lamia lo había hecho por puro despecho, para que Hera —quién había asesinado a sus hijos— finalmente entendiera su dolor después de tantos semidioses muertos.
Elena gritó con fiereza y se abalanzó contra la serpiente, en un intento en vano por ayudar a su padre. Lamia levantó las manos en un movimiento fugaz, rodeándole el cuello, levantándola del piso y acercándola a su rostro. Sus afiladas garras rasgaron su carne y su sangre, que cayó al piso, se mezcló junto con la de su padre.
— ¡Elena! —chilló su padre adolorido, luego volvió a ver a su hija menor en busca de una escapatoria. El señor Belmont sabía lo que su hija era en realidad y por lo mismo entendía que solo ella podía salvarlos. O al menos eso creía porque ¿qué podía hacer una niña de diez años que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo? Alyssa no sabía que era una semidiosa.
—Tu madre me dijo que eras especial, pero ¿de qué te sirve tener sangre divina corriendo por tus venas? —protestó—. ¡¿De qué te sirve tener tanto poder si no puedes proteger a los que quieres?!
Algo dentro de Alyssa se rompió, como el vaso de cristal que había caído al piso. Le dolía el pecho, el corazón y todo el cuerpo en general. No sabía lo que estaba pasando. Lo que sí sabía era que debía ayudar a su familia así que alzó su espalda en un movimiento involuntario, dispuesta a luchar hasta el final con tal de sobrevivir. Era como si su cuerpo ya supiera lo que tenía que hacer.
Alyssa gritó con furia y embistió con fuerza contra el monstruo. Su arma se envolvió en un aura verde y aun cuando Lamia quiso detenerla los reflejos innatos de Alyssa se encendieron, ayudándola a esquivar los golpes y permitiéndole atravesar la defensa de su oponente. La hoja afilada le atravesó el abdomen de manera horizontal al monstruo dividiendo su cuerpo en dos. Ambas partes del cuerpo cayeron con estruendo al piso, así como su padre y su hermana.
Alyssa corrió hacia Elena cuando vio que su padre no volvió a moverse. La tomó por los hombros y la arrastró hacia la puerta con todas sus fuerzas, dejando un camino de sangre por donde pasaba. No sabía en qué momento había comenzado a derramar lágrimas, pero el agua en sus ojos le nublaba la vista. Sin embargo, se limpió el rostro y con decisión trato de sacar a Elena de ese lugar.
Por el momento, la mente de Alyssa no asimilaba todo lo que había ocurrido, solo estaba concentrada en ayudar a Elena.
— Alyssa, mírame...
Alyssa se negó a detenerse, estaba cansada y el peso de su hermana era mucho mayor a lo que ella podía soportar. Elena al ver que Alyssa no iba a hacerle caso subió sus manos a las de su hermana.
— Basta, Alyssa. Detente ahora mismo.
— Te voy a sacar de aquí, Lena. Necesitas un doctor, pero te pondrás bien. Ya lo verás.
Elena apretó la mandíbula, le dolía el cuello y el pecho. Se sentía exhausta, quizás por la cantidad de sangre que había perdido. Una ola de tristeza la sacudió al darse cuenta de que estaba a punto de morir, no obstante, también le aterraba que la criatura, que su hermana había partido en dos, comenzaba a regenerarse lentamente. El monstruo las veía desde lejos, atenta a sus movimientos, seguramente para que, apenas tuviera su otra mitad del cuerpo, se lanzara al ataque.
Por lo que entendió que tenía que hacer algo horrible. Su madre, su padre e incluso ella ya no tenían esperanza, pero Alyssa aún podía vivir. Todavía podía salvarse. Sin embargo, la conocía lo suficientemente bien como para saber lo dependiente que Alyssa se había vuelto de ella, lo mucho que la quería y lo poco probable que era que la dejara a su suerte.
Elena amaba a su hermana y por ello tuvo que romperle el corazón.
— ¡Por Dios, Alyssa! —gritó antes de ser arrastrada fuera de la casa—. Mira a tu alrededor. Trajiste la muerte a nuestra casa ¿y aun así quieres que te siga?
Alyssa se detuvo, sus manos comenzaron a temblar y lentamente miro hacia los irises verdes de su hermana.
— Elena, yo...
— ¡Aléjate! —bramó Elena, zafándose de su agarre con brusquedad. Se trago el gemido de dolor que aquello le provocó—. Aléjate y por una vez en tu vida has algo bueno y déjanos en paz.
— Lena, alguien tiene que curarte y yo... puedo arreglarlo... esto no es mi culpa...
— ¡Largo! —exigió su hermana—. ¡Vete!
Alyssa enmudeció, los labios resecos se le habían pegado, incapaces de dejar salir una palabra. Y al tercer grito de Elena, Alyssa le hizo caso a su hermana. Hecha un mar de lágrimas dio media vuelta y salió corriendo de ahí sin mirar atrás. Nunca regresó a su hogar. Porque al fin y al cabo ya no había un hogar al cual regresar, ni mucho menos una familia a la cual pudiera volver, porque ninguno de ellos sobrevivió a la noche.
Ni siquiera Alyssa, pues una parte de ella murió ese día junto con su familia.
•
•
•
Despertó.
Últimamente había estado soñando con el pasado, algo que Alyssa detestaba con ganas porque solo recordaba los sucesos trágicos de su vida. Al sobarse los ojos se dio cuenta de que había estado llorando entre sueños. Se limpió el rostro y salió de la cama, tras su ventana el cielo nocturno se encontraba despejado, aún faltaban varias horas para que el sol saliera, pero Alyssa sabía que le sería imposible dormir luego de aquel sueño, le temblaban los dedos y por más que trataba de tranquilizarse le era imposible.
De su bolsa sacó un pequeño frasco, dentro contenía una especie de mezcla de plantas que ella constantemente hacía. A Alyssa le encantaba la herbolaria y sabía mucho acerca de ese tema. Así que un té, que le ayudara a dormir, sonaba como una opción viable en este momento. Sin hacer demasiado ruido salió de su habitación y se dirigió a la cocina, solo necesitaba un poco de agua caliente.
No era la primera vez que tomaba algo para poder dormir tranquila. Como semidioses era algo normal que diariamente soñarás con sucesos que podrían pasar en el futuro, o incluso que estuvieran pasando en el presente. Era algo sumamente desesperante y aterrador porque aquellos sucesos regularmente no se trataban de buenas noticias en su mundo, más cuando estaban en época de guerra.
Además, Alyssa también soñaba constantemente con el Tártaro, lugar en el que estuvo por poco tiempo y en el que por poco y se volvía loca. El Tártaro era un sitio aterrador, sin vida y totalmente hecho para los monstruo. Después de todo, ahí era el lugar donde los dioses encerraban a sus enemigos. Debido a todo esto, Alyssa usualmente recurría a sus tés y a su magia, por supuesto. Nada como agregar algún hechizo que aumentara el efecto para que ella cayera dormida sin ningún sueño de por medio.
Tomó con cuidado su taza caliente y se la llevó a los labios. Acercándose a la ventana pudo distinguir a Reen y a Jean seguir con su turno de guardia. Se regaño internamente, no le había ganado a Reen para que ahora no disfrutara sus preciadas horas de sueño, tenía que volver a la cama y dormir lo que quedaba de la noche.
— Deberías estar dormida.
Alyssa casi tira la taza al piso, había estado tan metida en sus pensamientos que no había notado de la presencia del capitán Levi. Inmediatamente trato de hacer el saludo militar, pero su taza caliente le impidió realizar movimientos bruscos.
— Buenas noches, capitán —saludó—. No podía dormir así que vine a preparar un poco de té.
Levi alzó la ceja, levemente confundido al ver a alguien de su escuadrón despierto. Además, todavía seguía desconfiando un poco de Alyssa, aun cuando Erwin y Hange le habían contado todo lo que ella había hecho por la legión y por ellos. Pero más que desconfiar a Levi le intrigaba aquella mujer, la manera en que la Hange le había relatado como ella había logrado cortar con sus dagas la piel del titán acorazado era algo que a Levi le sorprendía bastante.
El capitán se acercó al pocillo para calentar un poco de agua, él al igual que Alyssa venía por algo de tomar. No había podido dormir nada desde que cayó la noche, algo que no era una novedad en su vida, pero quería un poco de té para seguir con los miles de informes que aún tenía pendientes. Cuando vio que aún quedaba un poco del té que Alyssa había preparado optó por servirse ese restante.
— No lo recomiendo, me quedo horrible —exclamó Alyssa preocupada. Aquella bebida contenía magia que ella misma le había lanzado para hacer más potente la necesidad de dormir, le preocupaba el efecto que podría causarle al capitán de su escuadrón si se lo tomaba.
— ¿Cómo puede quedarte horrible un té? —pregunto incrédulo Levi.
Alyssa se mordió la lengua cuando no tuvo manera de refutarle.
— ¿Tampoco puede dormir? —cuestionó Alyssa luego de unos segundos. Ya que el capitán Levi estaba ahí, ella podría aprovechar para hacerle unas cuantas preguntas. Quizás, con suerte, pudiera obtener información importante.
No obstante, Alyssa intuía que sacarle información a ese hombre sería algo difícil. No lo conocía en absoluto, pero por la forma en la que la miraba en esos momentos se notaba que no era alguien que confiaba en una persona con facilidad, cosa que con Eren había sido distinto.
— Aun tengo mucho trabajo por hacer —le respondió con simpleza, agarrando la taza por la parte de arriba para luego llevarla a sus labios. La semidiosa se tragó las ganas de preguntarle porque no la agarraba por el mango.
— ¿A estás horas? ¿No duerme o qué?
— Lo mismo te pregunto. Estoy seguro de que tu no tienes informes que completar.
— Ya se lo dije, no podía dormir —contraatacó Alyssa, terminando su té.
El capitán Levi la observó en todo momento cuando ella se acercó para lavar su taza. Algo dentro de él lo alertaba cada que Alyssa se acercaba. Y no entendía lo que era, ni mucho menos el por qué. Alyssa no se veía como una mujer que tuviera la fuerza para lastimar a alguien, es más, parecía débil y frágil. Y también estaba el hecho de que él aún no la había visto luchar. A sus ojos, Alyssa era alguien... tierna.
Levi sacudió su cabeza, que fuera así no la excluía de ser una traidora y en todo caso, eso la hacía más peligrosa porque su apariencia podía engañarlos y hacerles bajar la guardia. La observó con atención, buscando algún indicio que le dijera más acerca de ella. Sin embargo, tuvo que voltear a otro lado cuando ella se giró a observarlo.
— Erwin me dijo que lo salvaste de ser devorado —dijo Levi, caminando hacia el lado opuesto de donde ella se encontraba.
— Se lo debía —dijo Alyssa con una sonrisa—. El me salvó primero aquella vez en el bosque, lo mínimo que podía hacer era devolverle el favor. Aunque lo habría hecho de igual forma si no estuviera en deuda con él.
— Dime una cosa —pidió Levi, no resistiendo el deseo de hacerle una pregunta—. ¿Cómo es que pudiste cortar la piel del titán acorazado? Hange me conto todo y si no fuera porque te cayó un titán colosal del cielo, ella está segura de que habrías podido contra Reiner.
Alyssa se encogió en su sitio, comenzaba a cuestionarse en verdad el haber utilizado sus preciadas dagas de oro imperial, pues eso le estaba causando varios problemas. Bueno, tampoco es como si hubiera sabido que la piel de ese titán era imposible de cortar, al menos para las armas de los mortales.
— No lo sé. Desconozco muchas cosas, capitán y esa es una de ellas —le contestó.
Levi frunció el ceño, nada conforme con la respuesta. Antes de que pudiera responderle, un bostezo salió de sus labios. De pronto se sentía muy cansado y adormilado.
— ¿Qué mierda me diste? —exclamó apenas con un hilo de voz saliéndole de los labios. A pasos torpes trato de acercarse a Alyssa.
Alyssa, en cambio, abrió los ojos sumamente alarmada. Se le había olvidado por completo que el capitán Levi había tomado de su té. Se acercó con rapidez y paso una mano por debajo de su brazo derecho para ayudarlo a seguir de pie y estabilizarse.
— ¿Se encuentra usted bien? —con preocupación levanto la mirada para inspeccionarlo y revisar que estuviera bien. Con suerte, solo era el efecto de su hechizo de somnolencia que le había caído de golpe.
Levi alejó su rostro del de ella al sentir demasiada cercanía. No obstante, le fue imposible perderse un poco en sus ojos verde jade. Eran... difíciles de describir, jamás en su vida habia visto unos parecidos. ¿Estaría alucinando a causa del aquella cosa que Alyssa le había dado? Y es que dentro de aquellos irises hermosos y profundos parecía haber cierta bruma, revoloteando con delicadeza y sutileza. Eran los ojos más preciosos y extraños que jamás hubiera visto.
— El té tenía hierbas que causan somnolencia —le explicó Alyssa—. Es por eso por lo que se siente tan cansado. Disculpe si olvide decírselo.
Aun cuando Levi quiso reprocharle y alejarse le fue imposible moverse, parecía estar atrapado en la propia pesadez de su cuerpo. Era como si todas esas horas y noches de sueño que había pasado en vela lo golpearan de pronto, haciéndolo sentir fatigado y débil.
Alyssa al darse cuenta de que Levi pronto caería dormido, lo ayudó a irse a su habitación. El cuarto seguía igual de limpio a como ella lo había dejado. Solo una pequeña vela se encontraba encendida y la capa verde del capitán reposaba en la silla que estaba tras la mesa de madera.
Lo condujo hacia la cama donde lo acostó y lo cubrió con una pequeña cobija que encontró. Para ese entonces, Levi ya se había quedado profundamente dormido, su pecho subía y bajaba con tranquilidad. Alyssa lo miró con detenimiento, el capitán Levi le parecía un hombre fuerte y muy estricto, pero por las ojeras bajo sus ojos también figuraba ser alguien sumamente cansado.
Se regaño internamente, era obvio que se sentía fatigado con todo este asunto de los titanes. Levi no solo era un soldado, sino también era capitán, tenía en sus manos las vidas de varios soldados de la legión. Eran su responsabilidad y eso, si te importaba, era una carga sumamente pesada de llevar.
— Espero pronto dejarlo descansar, capitán —se disculpó Alyssa en voz baja, deseando poder encontrar pronto a su hermano para así darles paz y tranquilidad a todas las personas que residían dentro de la Niebla.
Antes de irse apago la luz de la vela y salió de ahí para irse a su habitación.
•
•
•
A la mañana siguiente Alyssa despertó con tranquilidad y comodidad. Luego de aquella horrible pesadilla y el encuentro con el capitán Levi había podido dormir sin ningún problema de por medio. Se puso el pantalón, las botas cafés de la legión y se abotonó la camisa blanca para comenzar el día. En unos momentos le tocaba suplir a Jean en la guardia, necesitaba comer algo antes de eso.
Sin embargo, antes de que terminara la puerta de su habitación se abrió de golpe. El capitán Levi entró con furia y se acercó a ella para tomarla del cuello de la camisa y estamparla contra la pared.
— ¡¿Qué mierda me diste anoche?! —exigió saber.
Sus ojos demostraban lo enojado que se encontraba.
— Era solamente té. Lo juro por los dioses —contestó Alyssa levantando las manos a modo de rendición.
— Me quede dormido toda la noche —le reclamó Levi.
Alyssa frunció el ceño, claramente confundida por aquel comentario.
— ¿Eso es un problema? —cuestionó, no entendiendo la situación—. No sabía que dormir era malo.
La respuesta de la semidiosa dejó pasmado a Levi, haciéndole entender ahora lo ridículo que sonaba su acusación, pero nadie podía culparlo. Y es que Levi no recordaba lo que era dormir tan bien como lo había hecho esa misma noche. Sin ningún sueño de por medio. Sin ninguna pesadilla que lo atormentara al despertar. Incluso no sabía si siquiera si había experimentado eso antes. Había descansado perfectamente que se sentía como si tuviera energía pura recorriéndole el cuerpo.
— Alyssa, es hora del cambio... —Jean se quedó quieto en el marco de la puerta al encontrar al capitán Levi en la habitación de la azabache—. ¿Sucede algo malo?
— El capitán Levi tomó el té que preparé. Y creyó que lo había envenenado o algo porque cayó dormido al instante —explicó Alyssa.
— Oh, es eso. Alyssa también nos ofreció un poco hace una noche y también tuvimos ese efecto, pero la recompensa vino después. Se siente con mucha energía, ¿no es cierto, capitán Levi?
Levi chasqueó la lengua y asintió de mala manera.
— Ahora, si me disculpa tengo una guardia que cubrir —le dijo Alyssa a su superior. Tomando las manos de Levi las quitó con cuidado de su camisa, pues aun la tenía fuertemente agarrada del cuello de su blusa.
Levi se apartó de ella de un salto cuando se dio cuenta lo idiota que se había comportado.
— Gracias —le dijo Alyssa una vez tuvo nuevamente su espacio personal. Luego se encaminó hacia la salida, no obstante, volteo de nuevo a verlo—. Oh, y capitán, si no es mucha molestia a la otra por favor toque la puerta. Justo iba terminando de cambiarme.
Alyssa se terminó de abotonar sus dos últimos botones de su camisa y tomando su capa salió de ahí. Levi en cambio desvió la mirada, tratando con todas sus fuerzas disminuir el leve sonrojo que había aparecido en sus mejillas.
Uffff 🔥 me encantó hacer este capítulo. No saben las ganas que tengo que este par ya salga más seguido y juntitos.
El pasado de Alyssa así como también el de Alabaster son sucesos importantísimos en esta historia porque eso desencadena todo.
Espero que les haya gustado💕
No olviden votar y comentar.
¡Nos leemos luego!
—B.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top