02. La letra con sangre entra
━━━⊱La letra con ⊰━━━
sangre entra
«All the plans you're making
getting way too big»
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Supo que se trataba de su hermano en cuanto vio esa extensa bruma verde frente a ella.
Alabaster tenía su propia marca, su magia desprendía una sensación de poder extraordinaria, pero también te hacía sentir un escalofrío, una pizca de terror te inundaba por completo. Era como si se tratase de una advertencia, diciéndote que él tenía el poder suficiente como para hacerte cenizas en un parpadeo.
Alyssa suspiró con fuerza y sacudió sus manos tratando de quitarse esa sensación.
Miró una vez más la Niebla, era como si un campo de energía rodeara ese lugar. A los ojos de los demás, se trataba simple un bosque. Sin embargo, ella sabía que tras esa bruma verde había algo oculto. Algo que estaba a punto de descubrir y deseaba que no fuera tan malo como sus sentidos le advertían.
— Espero no hayas hecho algo estúpido, hermano —dijo y, sin esperar un segundo más, camino adentrándose a la bruma.
Hubo un segundo de oscuridad y luego se sorprendió al ver las copas de los árboles frente a ella. Instintivamente dio un paso hacia atrás al ver tan de cerca las hojas, sin embargo, su pie no encontró una estructura firme de la cual pudiera apoyarse.
Soltó un grito en cuanto se fue de espaldas. Su cuerpo impactó contra la primera rama que se encontró, luego con la segunda y así sucesivamente hasta que cayó al suelo. Gracias los reflejos y a su arduo entrenamiento Alyssa pudo disminuir la fuerza de los golpes que recibió. Cuando toco tierra lo hizo de manera que no se lastimara o se rompiera el pie. No obstante, el haber reaccionado de manera rápida no la excluyó de soltar un gemido de dolor.
Sus ojos inspeccionaron con rapidez el lugar. Estaba afuera de un extenso bosque, porque detrás de ella había un campo plano, verde y libre de árboles enormes.
No le dio tiempo de pensar cómo es que había aparecido arriba de un árbol tan enorme, pues la tierra tembló ligeramente bajo sus pies y en seguida escuchó fuertes pisadas. Era como si alguien gigante estuviera caminando cerca de ella.
— No puede ser. Estoy segura de que nos deshicimos de todos ellos —susurró Alyssa para sí misma, creyendo que los gigantes, con los que anteriormente había tenido que luchar en su segunda guerra, se encontraban en este lugar.
En seguida ordenó a sus dagas a aparecer sobre sus manos. Los anillos dorados que se encontraban sobre sus dedos anulares se convirtieron en dos filosas armas de combate. Alyssa las tomo con fuerza, pero el miedo la inundó por completo, haciéndola temblar. Y es que los gigantes no podían morir a manos de un semidiós, a menos que un dios peleara a su lado. Y como le había dicho su madre anteriormente, aquí no había dioses.
Estoy muerta y eso que ni siquiera ha pasado ni un minuto, pensó con cólera y frustración. Estaba a punto de esconderse cuando un rostro se asomó detrás de un árbol. Alyssa se tragó el grito de sorpresa y terror de los labios.
No sabía cómo explicarlo, pero... había una persona enorme tras ese árbol, quizás media unos 12 metros. Alyssa pensó que tal vez el término persona no era el más calificado, pero es que se parecían tanto y a la vez no. El gigante estaba completamente desnudo y carecía de órganos reproductores. Además, tenía una expresión en el rostro que le decía que estaba a punto de comérsela.
Aquella cosa siguió caminando hasta la semidiosa, haciendo temblar el suelo con cada paso que daba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca estiró su mano derecha dispuesto a tomar a la chica. Los reflejos de Alyssa se encendieron en un segundo, quedándose en su lugar blandió sus dagas con proeza en el momento exacto, lo que le permitió cortar los dedos de aquella criatura, impidiendo que le hiciera algo. El gigante, como lo denominó la semidiosa puesto que tenía el tamaño de uno, regresó su brazo a su cuerpo mientras una especie de vapor se desprendía de sus heridas.
Antes de que Alyssa volviera atacar un segundo sonido llamó su atención. Metros más adelante pudo distinguir a varias personas montadas a caballo. Venían hacía su dirección a todo galope, los jinetes agarraban con firmeza las riendas de sus respectivos corceles. Alyssa no pudo estar más confundida.
¿Pero que mierda pasa en este lugar?, pensó. Se suponía que aquí no había personas.
Su distracción de costo caro. El gigante volvió a atacarla, solo que esta vez al no tener dedos, la palma de su mano se estampo contra el cuerpo de la chica. Alyssa salió volando hasta encontrarse con el tronco del árbol más cercano.
Quiso levantarse en seguida, pero sus músculos no le respondieron. Su vista comenzó a nublarse, impidiendo así que pudiera ver lo que estaba pasando a sus alrededores. Un segundo más tarde, había perdido por completo el conocimiento.
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Erwin Smith veía con recelo y asombro las armas que tenía enfrente. Dos dagas doradas sobre la mesa brillaban tenuemente por la luz de las velas. Comenzaba a anochecer, sin embargo, el encuentro de esta tarde con la chica del bosque le había hecho formularse miles de preguntas en su cabeza. ¿Sería una infiltrada que también venía en busca de Eren? No podía descartar esa posibilidad, pero entre más lo pensaba más se le hacía absurda esa conclusión.
— No puedo siquiera intentar adivinar de qué material está hecho. Oro, ¿quizás? Sin embargo, muestra varias diferencias. Llámenme loca, pero estas dagas casi parecen mágicas.
— No hay necesidad de decírtelo, eso hasta tú lo sabes, cuatro ojos —le respondió el capitán Levi, cruzándose de brazos. No iba a admitirlo en voz alta, pero esta vez le daba la razón a su compañera. Esas armas desprendían un aura que ni él mismo podía explicar. Se sorprendió al sentir curiosidad por saber más sobre la historia detrás de esas cuchillas.
Hange tenía un brillo en los ojos, como siempre que descubría algo maravilloso e inusual. Las palabras de su colega no la molestaron en absoluto y siguió observando con detenimiento las dagas que tenía en frente. Con cuidado tomó una de ellas, sobre la hoja tenía algo grabado que parecían símbolos, no obstante, le fue imposible traducirlos.
— ¿Dices que la encontraste fuera del bosque? ¡Auch! —Hange soltó un quejido en cuanto pasó ligeramente sus dedos sobre la hoja. Debido al filo de éstas, se había hecho un pequeño corte—. Vaya que está afiliada.
— ¿Crees que también estaba ahí para llevarse a Eren? —cuestionó el capitán, con su habitual tono de voz. No era alguien que demostrara demasiado sus emociones, así que siempre se le veía con la misma expresión de seriedad en el rostro.
Erwin pasó una mano por su cabello, estaba cansado e irritado. Le frustraba de sobremanera el no poder haber atrapado a la titán hembra. Había perdido a varios hombres, así que odiaba que sus muertes hubieran sido en vano. La titán se había escapado a pesar del elaborado plan que se había realizado. Y para colmo, ahora había aparecido, lo que se esperaba, un problema seguro.
— Lo he estado pensando demasiado y llego a la conclusión de que no estaba por eso —sentenció el comandante—. Nuestro enemigo es, desafortunadamente, listo y dudo mucho que hubiera cometido un error tan grande. Quiero decir, la chica ni siquiera tiene el uniforme de la legión. Si la hubiéramos encontrado en otras circunstancias no habría tenido forma de escabullirse entre nuestras filas. También está el hecho de que no traía equipo tridimensional. ¿Qué clase de persona sale sin uno? Y, por último, estaba demasiado lejos de la titán hembra.
El capitán Levi tomó la otra daga, mirándola en busca de alguna pista. No obstante, sólo consiguió distinguir otro grabado sobre la hoja y al igual que su compañera le fue imposible leerla. Acercó su dedo índice a la hoja. Solo basto un roce para que su sangre brotara de la pequeña herida que se hizo. Se limpió en seguida.
— También llego a la misma conclusión. Es raro que estuviera tan lejos de donde la titán hembra fue vista por última vez. Quiero decir, estaban en extremos totalmente opuestos —señaló el capitán.
— Aun así, esto se está tornando muy sospechoso. La interrogaremos y descubriremos de donde saco esas armas tan geniales y por qué estaba en el bosque —señaló Hange con entusiasmo.
Esa noche el comandante decidió que la Legión de Reconocimiento se quedaría a descansar en su respectivo cuartel. Eren Jaeger, así como el resto de sus hombres, necesitaban reposar luego de la intensa pelea con la titán hembra. Aquel encuentro los había dejado agotados a todos, incluyéndose.
Dentro de la instalación, en una de las tantas habitaciones, se encontraba Alyssa durmiendo pues debido al golpe recibido estuvo inconsciente por algunas horas.
Cuando la noche cayó, Alyssa se despertó sobresaltada, sentándose de golpe en la cama. Respiro con fuerza, como si no estuviera llegándole suficiente aire a los pulmones y luego le dio un vistazo a la habitación, estaba sola y a oscuras. Una pequeña ventana estaba al lado de su cama al igual que una pequeña mesa de madera junto con su respectiva silla. El lugar estaba impecable, sin embargo, la semidiosa se levantó dispuesta a salir de ese lugar desconocido.
Lo último que recordaba era ser golpeada por aquella extraña criatura. Debía salir e inspeccionar la zona donde se encontraba y buscar a Alabaster para preguntarle qué es lo que pasaba en este extraño lugar, así como también persuadirlo para que regresara a casa y dejara atrás sus planes de destruir a los dioses. Una tarea, que ella suponía, no iba a ser nada fácil.
En cuanto abrió la puerta distinguió a dos personas que parecían estar custodiando la entrada. En cuanto vieron a la chica se sobresaltaron y tomaron con fuerza sus armas. Alyssa compartió la misma expresión. No sabía quiénes eran esas personas y no estaba dispuesta a averiguarlo.
Tenía que salir de ahí inmediatamente.
Esquivo el primer golpe que venía hacia ella. Viendo una apertura en la defensa de su oponente le dio un puñetazo en la quijada, el hombre cayó al piso inconsciente. La segunda chica que se encontraba armada con lo que, a los ojos de la semidiosa, parecía una espada, la atacó. Alyssa esquivó la estocada y tomó el brazo de su contrincante para lanzarla con fuerza hacia la pared.
Cuando se deshizo de sus secuestradores corrió por el extenso pasillo en busca de una salida.
— ¡Se escapa! —escucho gritar a la chica a sus espaldas. Sin embargo, su voz estaba mezclada con un sonido de dolor.
Otras personas aparecieron por las escaleras y corrieron hacia ella. Alyssa los esquivó con facilidad y bajó con rapidez por las escaleras, corriendo hacia la primera puerta que encontró.
— ¡Alto!
De la habitación principal salió una mujer, llevaba gafas y dos espadas en las manos. Se puso en posición de ataque, esperando a que la chica se acercara para poder atacarla. Alyssa escuchó a más gente correr hacia su encuentro.
¿Pues cuantas personas hay en este lugar?, pensó con desesperación.
La semidiosa siguió su camino y justo cuando llegó frente a la mujer derrapó por el suelo, pasando justo por debajo de las piernas de su oponente. Se levantó al segundo y estampó su cuerpo contra la puerta con la fuerza suficiente como para abrirla.
Sus ojos observaron apresuradamente el exterior. Era de noche y había un camino que podía seguir, metros más adelante había un bosque. Era su boleto de salida. Si lograba llegar hasta allá podría esconderse con facilidad.
Aumentó su velocidad sin mirar atrás, dispuesta a salir de ese lugar. Estaba segura de que su hermano no se encontraba allí, pues de haber sido el caso, él hubiera estado a su lado cuando ella despertó. Lo mejor era alejarse de esas personas y buscar en otro lado a Alabaster.
Cuando estuvo a punto de llegar a la entrada del bosque un caballo blanco le bloqueo la salida. Alyssa se detuvo en seco y pronto fue rodeada por más jinetes. Todos mirándola de manera amenazadora, con espadas desenvainadas y apuntándolas hacia su persona.
Puedo acabar con ellos, se dijo a sí misma. Estaba a punto de formar un orbe de magia cuando la mujer que le había bloqueado el paso hace unos segundos habló:
— A pesar de que ser más pequeña que el enano corres demasiado rápido —dijo con una sonrisa en los labios—. No te habríamos alcanzado si no fuera por los caballos.
Alyssa frunció el ceño, claramente confundida por el comentario de la mujer. Ella no era tan pequeña.
— ¿Qué son ustedes? —cuestionó en un tono apenas audible. Sabía que no eran semidioses, sus reflejos eran lentos a su parecer. Y lo más importante, ninguno la había atacado con alguna habilidad conocida. Ya que los poderes, que los dioses les otorgaban a sus hijos, eran muy fáciles de distinguir.
Puede que sus pensamientos le gritaran que se trataban de mortales, pero Alyssa aun creía fervientemente que en este lugar no podía haber personas, porque entonces eso la dejaba en una clara desventaja. No sabía qué estaba sucediendo en este sitio.
Todos la vieron con una evidente confusión en el rostro. No se esperaban una pregunta como esa.
— Somos la Legión de Reconocimiento, te encontramos esta tarde y te trajimos a nuestro cuartel mientras recuperabas la conciencia.
Alyssa dio media vuelta para observar al dueño de aquella voz. Se trataba del primer jinete que le había bloqueado el camino. El hombre parecía tener unos treinta años, era rubio y de complexión delgada. En cuanto vio sus ojos, Alyssa se acordó de Jason. No era que tuvieran el brillo que veía en los ojos de su amigo, sino que también eran azules, además poseía unas cejas notablemente espesas y tupidas. Y la miraba como si estuviera estudiándola.
— Legión de Reconocimiento —susurró Alyssa para sí misma—. ¿Tienen un ejército?
Las dudas la estaban carcomiendo por dentro. No entendía nada de lo que estaba pasando.
— Tsk, por supuesto que tenemos uno, mocosa. Toda ciudad tiene un ejército. Además, alguien tiene que hacerse cargo de los titanes —exclamó con desesperación el capitán Levi. Esta situación comenzaba a sacarlo de sus casillas. ¿Quién demonios era esa chica tan rara?
— ¡Titanes! —expresó la chica con temor. No. Eso no podía ser cierto, Cronos y Gaia habían sido derrotados. Además, de encontrase uno aquí, hubiera sido imposible no verlos por su gran altura y su capacidad de destruir todo a su paso.
— La criatura que te atacó esta tarde —explicó Erwin con tranquilidad—. No pareces recordar nada. Debe ser por el golpe que recibiste. Fue muy fuerte.
— Si yo... no recuerdo nada —concordó Alyssa con él mientras se llevaba la mano a su dolorida cabeza. Había dicho una verdad a medias y es que no sabía nada de este mundo.
— Quizás sea mejor que entres, en tu estado deberías de estar descansando —le sugirió el comandante.
Alyssa lo observo nuevamente, no percibía maldad en él. Sin embargo, no podía confiar plenamente en su expresión tranquilizadora y amable. Aun así, decidio darle la razón, quizás ellos podrían decirle algo sobre su hermano o señarle el camino hacia la ciudad. Con suerte, ahí encontraría a Alabaster.
— Está bien —dijo con evidente cansancio.
— Usa mi caballo, no debes esforzarte tanto —le sugirió Erwin bajando de su montura.
Todos voltearon a verlo, no obstante, les fue imposible replicarle en voz alta a su superior. El comandante Erwin no podía estar hablando en serio. Si la chica subía a ese caballo lo más probable es que lo utilizaría para escapar.
— Gracias —fue todo lo que Alyssa pudo decir.
Subió al corcel blanco y acarició el cuello del animal. Se sujeto de la silla, ya que el comandante llevaba las riendas mientras caminaba, y se perdió en las estrellas del cielo. Este lugar era idéntico a su hogar, sin embargo, algo extraño ocurría en el.
¿Por qué si había personas los dioses no podían entrar? ¿Qué eran exactamente los "titanes"? Alyssa jamás había visto algo parecido, pero en cierta parte se alegraba de que los titanes de este mundo no fueran como los titanes del suyo porque si no todas estas personas ya estarían muertas.
Los soldados a su alrededor no le quitaron el ojo de encima, observando con recelo todos sus movimientos, esperando a que ella diera media vuelta dispuesta a huir. Pero eso nunca pasó.
— Quizás un té sirva para relajarte —ofreció Erwin una vez dentro del cuartel—. El capitán Levi prepara unos muy buenos.
— La verdad es que están asquerosos —le susurro la mujer de lentes, mientras hacía una mueca de asco antes de irse hacia el comedor.
Los demás soldados se habían retirado a sus respectivas posiciones. Al final Alyssa se había quedado en el comedor con el comandante y los dos capitanes. Aún tenía la mirada perdida buscando, sin resultado alguno, respuestas a las preguntas que ella misma se formulaba internamente.
— ¿Puedes recordar tu nombre? —el primero en formular una pregunta fue Erwin, ansioso por comenzar el interrogatorio, pero tenía que ser cuidadoso. No quería presionar demasiado y quedarse sin descubrir nada por asustar a su posible infiltrada—. Yo soy el comandante de la Legión de Reconocimiento, Erwin Smith. Estos dos son mis capitanes, Levi y Hange —el hombre señaló a sus colegas.
La semidiosa le dio un vistazo a la mujer, tenía el cabello castaño y amarrado en una coleta, sus ojos café oscuros estaban ocultos bajo unos lentes y tenía una estatura media. Al contrario de su compañera, el capitán Levi era un hombre de baja estatura, tenía el cabello oscuro y liso, manteniendo rapada sus sienes y nuca. Sus ojos eran de un color gris azulado y mantenía una expresión neutra.
— Un gusto —contesto Alyssa con cortesía y bajando ligeramente la cabeza en señal de saludo. Sus manos cubrieron la taza de té que tenía enfrente—. Soy Alyssa Belmont, un placer.
La amabilidad y los modales de la chica sorprendió a los presentes. Creían que, en su estado, sus respuestas iban a ser cortantes y con falta de tacto.
— Se que quieren saber más sobre mí, pero es verdad que he perdido la memoria. No recuerdo qué hacía en ese bosque, ni siquiera recuerdo la ciudad y mucho menos a los titanes —Alyssa volvió a hablar, su respuesta estaba cargada de verdad así que a sus acompañantes les fue imposible detectar vacilación alguna que indicara que ella estaba mintiendo.
Su mirada perdida y la consternación que reflejaba su rostro les decía que estaba hablando en serio. Aun así, fueron precavidos, no iban a confiar en un extraño. Puede que estuvieran tratando con una maestra en el arte del engaño.
— Tus armas son muy bonitas, ¿puedes recordar dónde las conseguiste? —Hange pregunto con curiosidad. Su sonrisa amable ocultaba a la perfección lo que en realidad quería saber. Puso ambas dagas sobre la mesa.
El capitán Levi optó por mantenerse al margen de la situación mientras sus compañeros se hacían cargo del interrogatorio. No tenía nada que decir, solo miraba con atención a la chica, buscando alguna abertura en su disfraz que le dijera quién era en realidad esa mujer.
— No lo sé —le respondió Alyssa mientras tomaba un sorbo del té. La bebida no le pareció mala, sin embargo, ella hubiera preferido otra cosa—. Esas criaturas, los titanes como lo llaman ustedes, ¿Qué son en realidad? ¿Cómo es que aparecieron?
— Nadie lo sabe con exactitud. Hace años que aparecieron, pero...
— ¡Años! —exclamó Alyssa con evidente sorpresa, incluso se había levantado de la mesa, llamando la atención de los presentes. Luego se llevó una mano a la cabeza. Sentía que estaba a punto de explotarle.
— Quizás sea mejor que descanses, ese golpe que te diste fue muy fuerte. Incluso...
Deberías estar muerta, pensó Erwin sin ser capaz de decírselo en voz alta. Aunque, él aún estaba lejos cuando vio que el titán la atacó, por lo que quizás había visto mal y el golpe no había sido tan intenso como él imaginaba. Sacudió su cabeza quitándose esos pensamientos, no tenía tiempo para esas cosas.
— Incluso despertarse mucho antes de lo que hubiéramos imaginado. Y con mucha energía —dijo, recordando lo que la chica le había hecho a sus soldados.
Alyssa lo entendió a la perfección y bajó la cabeza apenada.
— Lo lamento mucho, es que... bueno creí que iban a lastimarme o algo peor —se disculpó.
Sin más que decir se levantó de la mesa y estiró las manos hacia sus dagas. El comandante Erwin tenía razón, necesitaba descansar y meditar en silencio las preguntas que aparecían en sus pensamientos.
— Si no te importa, me gustaría inspeccionarlas. El material parece ser muy resistente y nos sería útil estudiarlo. Podríamos realizar algo parecido para utilizarlo contra los titanes —le pidió Hange, tomando su mano para impedirle a Alyssa que tomara sus armas. Su comentario era cierto, aunque tampoco estaban dispuestos a darle un arma a su prisionera.
Buena suerte con eso, pensó Alyssa.
— Claro, pero deben tener cuidado. No querrán cortarse un dedo, como pudieron notar tienen un filo increíble —le dijo con una sonrisa al ver las heridas que tanto Hange como el capitán Levi tenían—. Buenas noches.
Alyssa por fin ha entrado en este mundo tan extraño para ella. No logra entender que sucede en ese lugar y eso la frustra de sobremanera. Ya veremos cómo se desenvuelve.
No olviden votar y dejarme su opinión en los comentarios ✨
—B.
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