01. De sangre y dioses
━━━━⊱De sangre y dioses ⊰━━━━
«I swear that I'll be
never be a saint»
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La paz y la tranquilidad fueron efímeras.
Su corazón apenas se había calmado, el cansancio justo comenzaba a desaparecer de sus articulaciones y las heridas que adornaban su cuerpo ya iban cerrándose. La guerra la había magullado sin piedad, pero Alyssa sentía como por fin podía respirar con tranquilidad sin tener que estar corriendo de un lado a otro, gritando órdenes y blandiendo sus dagas para defender al campamento. Sabía que ser una semidiosa era difícil, muy difícil, pero dos guerras seguidas era algo que incluso ella no esperaba presenciar. Y era algo con lo que apenas podía lidiar y aguantar.
Sin embargo, lo había hecho. Había logrado lo que varios de sus compañeros no pudieron hacer: sobrevivir. Y en el fondo eso le causaba melancolía. Los que sobrevivían solo les quedaba recordar a sus amigos y seres queridos que la guerra les había arrebatado y, a veces, eso era lo más difícil: el seguir adelante.
Cuando la guerra acabó Alyssa por fin se sintió libre, un pensamiento algo ilógico en la vida de un semidios, puesto que los peligros siempre estaban presentes. Aun así, Alyssa se permitió sentir paz. Ahí, sentada frente a la playa y con las manos enterradas en la arena, respiró la tranquilidad del océano y disfrutó de la vista.
— ¡Alyssa!
Volteó su rostro en cuanto escuchó su nombre. Era Jason, su amigo, el cual había conocido hace unos meses justo cuando la segunda guerra daba inicio. El chico era hijo de Zeus, tenía el cabello rubio y los ojos del color del cielo, un azul precioso se distinguía en sus irises si los veías con detenimiento. Era corpulento y tenía una ligera cicatriz en los labios.
Alyssa se levantó de un salto, preocupada al ver consternación en el rostro de su amigo.
— ¿Qué sucede?
— Es Quirón, quiere verte. Al parecer es urgente. Se encuentra en la cabaña principal —anunció, luego sonrió de lado—. Tienes suerte, el señor D no está.
Alyssa negó con la cabeza mientras soltaba una risita. La verdad es que si era un alivio que el dios del vino no estuviera presente. Aquel dios era un terrible dolor de cabeza, pero tenía que acostumbrarse a él, puesto que era el director del Campamento Mestizo. No obstante, a pesar de los años, le seguía siendo difícil acostumbrarse a su presencia.
Jason la acompañó hacia la cabaña principal.
— ¿Sabes qué es lo que quiere? —preguntó Alyssa.
— No me dijo nada, pero... algo me dice que no es nada bueno.
— Ya somos dos.
Quirón era un centauro, lo que significaba que era una criatura con torso y cabeza humana y cuerpo de caballo. Se encargaba de las actividades del campamento y era un instructor bastante bueno. Alyssa había aprendido mucho sobre el manejo de armas y combate cuerpo a cuerpo con él.
Lo encontraron justo frente a la cabaña, tenía una mirada inquieta y golpeaba el suelo ligeramente con sus cascos delanteros.
— Juro que limpie los establos —prometió Alyssa mientras se acercaba a su instructor—. Si hay algo fuera de lugar estoy segura de que fueron los hermanos Stoll, aún no superan que les haya pateado el trasero en el último juego...
— No se trata de eso —la interrumpió Quirón—. Hay una nueva profecía.
— ¿Y qué es lo que dice? —Jason se adelantó a preguntar, sin embargo, se le veía angustiado. Alyssa compartía el mismo sentimiento.
No otra vez. ¡Acaba de terminar nuestra última guerra, maldita sea!, pensó Alyssa con desesperación. El Oráculo no podía estar haciéndoles esto otra vez. Cada que soltaba una profecía era porque se avecinaba el fin del mundo.
— Ella no me le dijo —soltó Quirón—. Dice que es una profecía para ti, Alyssa.
Estoy muerta, pensó la chica.
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Rachel Dare se encontraba en la sala de la cabaña principal, su cabello pelirrojo alborotado le cubría gran parte del rostro, tenía las manos sobre las piernas y miraba hacia algún punto en específico del lugar perdida en sus propios pensamientos, parecía estar muy concentrada, pero en cuanto la semidiosa entró a la habitación ella volteó a verla. Sus ojos verdes casi igual a los de su acompañante brillaron tenuemente. Le dedicó una sonrisa.
— Rachel, te juro que te amo, pero esto...Dioses, dime que no —pidió Alyssa sentándose frente a ella con resignación.
— Lamento mucho esto, Alyssa —se disculpó—. La profecía llegó sin más. Incluso yo estoy muy confundida, no sé bien a que se refiere. Quizás...
En ese momento la habitación se volvió oscura, los ojos de Rachel brillaron en un tono verde intenso y un aura verde la rodeó por completo. Alyssa abrió con sorpresa los ojos y miró fijamente a su compañera, el Oráculo estaba por recitar la profecía.
«Un mundo creado por la ignorancia y el resentimiento, comienza a quebrarse por completo. La guerra y la supervivencia están presentes todo el tiempo.
Un hechizo poderoso que terminó en una maldición para otros.
La sangre llama a la sangre y un conflicto entre los hijos de la magia será inevitable con el tiempo.
El alma del héroe, una hoja segará, pues por una sola decisión con sus días podría acabar.
Y el destino del mundo en una sola persona recaerá.»
En cuanto Rachel terminó de hablar, la habitación volvió a cobrar vida, la oscuridad se disolvió en un segundo y la luz de los rayos del sol regreso de nuevo, iluminando gran parte de la sala. Rachel también volvió a la normalidad, parecía ser ella nuevamente.
— ¿Qué te hace creer que yo soy la dueña de esa profecía? —inquirió Alyssa inmediatamente, estaba harta y cansada de la palabra guerra—. Entiendo que pienses en mí por la frase «Los hijos de la magia» pero no soy la única hija de Hécate.
— Eres la capitana de la cabaña de Hécate —contestó Rachel, como si ese fuera un argumento sólido—. Además, la primera vez que recité la profecía al terminarla en lo único que pude pensar fue en ti.
Alyssa pasó una mano por su rostro visiblemente inquieta. Detestaba las profecías y más si se trataban de ella. No quería tener un peso tan grande sobre los hombros. Ella no podía ser la dueña de ese relato, dudaba mucho que pudiera hacer algo al respecto para salvar al mundo. Además, ¿por qué hablaría la profecía de ella si había semidioses más calificados para la misión? Estaba Percy, Jason... ¡Dioses! Ellos estaban entre los siete semidioses que acababan de, literalmente, salvar el mundo. Por otra parte, Percy y Jason eran hijos de los tres grandes, ellos estaban mucho más que calificados para realizar una misión de esta magnitud.
Alyssa comenzaba a dudar de todo esto, incluso pensó que se trataba de una jodida broma, pero las profecías era algo con lo que no se jugaba. Una porque eran demasiado peligrosas y dos, bueno, lo menos que querías era tener al dios Apolo detrás de ti dispuesto clavarte una flecha en la frente por burlarte de sus sagradas profecías.
Además, Alyssa utilizaba más sus dos dagas que su magia. No podía ser realmente la hija de la magia de la que hablaba Rachel. Habían pasado muchos años para que Alyssa pudiera ser considerada una hija de Hécate. De hecho, ella desde un principio sobresalió en el combate con armas porque cuando era pequeña nunca pudo hacer una demostración digna de magia, así que Quirón le sugirió aprender a utilizar espadas si es que quería tener algo con que defenderse. Y lo cierto era que, con el paso del tiempo, Alyssa dominó a la perfección la habilidad de utilizar sus preciadas dagas. Seguía utilizando su magia de eso no cabía duda, pero aún consideraba que le faltaba mucho por aprender.
Los pensamientos sobre sus armas la hicieron tocar de manera involuntaria los anillos dorados que adornaban sus dedos anulares de ambas manos. Los giro de manera ansiosa, comenzaba a dolerle la cabeza.
— La profecía habla sobre ti, Alyssa.
Una voz se escuchó dentro de la habitación. Una niebla verdosa se arremolino en una de las esquinas de la sala y, de pronto, una mujer salió de ésta, como si hubiera atravesado la bruma. Su rostro era como el de una estatua griega: pálida, hermosa y sin edad, y era rodeada por un resplandor verde como si fuera un aura. Llevaba puesto un vestido negro, sedoso y que parecía ondear como si la tela fuera tinta. Además, llevaba una antorcha en su mano derecha.
— No me ayudes, madre —se quejó Alyssa con resignación. No obstante, estaba bastante sorprendida de que la diosa de la magia apareciera frente a ellas.
Hécate era considerada la diosa de la magia y la hechicería, así como también de la nigromancia y las encrucijadas. Y por si fuera poco también era la diosa de Niebla. Siendo esta niebla la responsable de ocultar a la perfección las cosas míticas de los ojos de los mortales.
— ¿Podrías dejarnos a solas? —le preguntó Hécate a Rachel, aunque por el tono de voz utilizado dejó en claro que no estaba dispuesta a objeciones.
Rachel asintió y sin más que decir salió del lugar. La diosa de la magia se paseó por la habitación bajo la atenta mirada de su hija, parecía comprobar el estado del lugar o más bien estaba buscando si es que había alguien más en la sala.
— Se trata de Alabaster.
El efecto fue inmediato. Como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago, Alyssa se balanceó hacia atrás y abrió con sorpresa los ojos. El aire se le fue de los pulmones y, de pronto, le pareció que la habitación estaba dando vueltas. La preocupación le llegó de golpe.
— ¡¿Qué le pasó?! ¡¿Está bien?! ¡¿Está herido?! —cuestionó con rapidez, levantándose del sofá en un movimiento y esperando por una respuesta certera. Estaba sumamente inquieta. Ansiosa por saber información sobre su pequeño hermano.
Alyssa había conocido a Alabaster cuando él tenía cinco años. Fue el destino lo que los había juntado, o al menos eso es lo que ella le había dicho en aquel tiempo. En ese entonces Alyssa había hecho todo por asegurar la supervivencia de su medio hermano, protegiéndolo de los monstruos que día a día aparecían, buscándolos como si su vida dependiera de eso.
Fueron días difíciles, pero Alyssa tomó el papel de hermana mayor e hizo todo lo posible por mantenerlo con vida, incluso si eso le costaba la suya propia. Y esos años juntos habían servido para formar un vínculo especial, se tomaron mucho cariño y permanecieron unidos hasta que lograron encontrar el Campamento Mestizo.
Luego la guerra los había hecho separarse. A Alyssa se le había roto el corazón, pues fue incapaz de poder tomar un bando en aquella batalla.
Alabaster siempre destacó en el uso de la magia desde muy pequeño y sus habilidades fueron aumentando conforme fue creciendo, incluso él había ayudado a Alyssa a mejorar en su magia. Fue por ello por lo que terminó siendo el líder de los hijos de Hécate, por lo que casi todos se unieron a él en la batalla contra los dioses.
El titán Cronos había resurgido y declaró la guerra a los dioses. Hécate y Alabaster se pusieron de su lado enseguida, pero a Alyssa le fue imposible seguirlos. Sin embargo, participó en la guerra con el fin de poder proteger a su hermano menor y a sus amigos. Una tarea complicada, pero se las arregló para conseguirlo.
Sin embargo, cuando la primera guerra llegó a su fin, siendo los olímpicos los vencedores de la batalla, Alabaster fue expulsado del campamento y señalado como traidor, pues jamás se arrepintió de sus actos. Odiaba a los olímpicos más que a nada en el mundo, los consideraba egoístas y creía que su madre merecía tener un trono en el Olimpo. Deseaba que los dioses fueran expulsados al Tártaro.
Al seguir con aquellas ideas, los dioses lo desterraron y Alyssa no volvió a ver a su hermano ya que Hécate se lo negó. No obstante, le aseguro que él estaría bien y que esa decisión era la mejor. Desde ese entonces, Alyssa no había visto de nuevo a Alabaster, pero confiaba en la palabra de su madre.
— Se que te dije que lo cuidaría, pero al parecer Alabaster tenía otros planes.
Hécate levantó la mano izquierda y la habitación entera se cubrió de niebla verde. La diosa no estaba dispuesta a que alguien más escuchara su conversación. Estaba a punto de ir contra la voluntad de los dioses, lo mejor era que nadie las escuchara. Solo tenía unos pocos minutos así que lo mejor era apresurarse.
Dentro de la bruma, se creó una imagen casi clara como si en verdad Alabaster estuviera frente a ellas. No obstante, estaba mirando a alguien más, a la otra imagen de Hécate. Se trataba de un recuerdo que la niebla estaba retratando a la perfección.
— ¡Cronos no tenía que perder! ¡Dijiste que el destino estaba a favor de que ganara el titán! ¡Me dijiste que los dioses serían destruidos! —escupió con furia el chico—. Si tu no vas a hacer algo yo sí lo haré. Llevaré la muerte a los olímpicos.
La imagen se disolvió, la bruma lo consumió y Alyssa se quedó sin palabras. Sabía que su hermano odiaba a los dioses, pero no esperaba que después de todo por lo que habían pasado él en verdad siguiera con esos planes. En ese instante, quiso darle un puñetazo, a ver si de esa manera entraba en razón. Si volvía a equivocarse, esta vez ni su madre ni ella podían salvarlo de una muerte segura.
— Unos meses después de que la guerra contra Cronos terminara, Alabaster desapareció...
— ¡Dijiste que lo cuidarías! —la reprendió su hija, importándole poco si terminaba hecha puré por su madre.
— Y eso hice, pero cuando la segunda guerra se hizo presente me fue imposible vigilarlo todos los días. Gaia estaba a punto de aplastar este mundo, mi atención se enfocó solo en la guerra, así como tú también lo hiciste.
Alyssa apretó la mandíbula con desdén y apartó la mirada, estaba avergonzada. Era verdad que en ese tiempo Alyssa apenas había pensado en su pequeño hermano. Mantener el Campamento Mestizo y salvar a sus amigos se convirtió en su prioridad.
— Durante la guerra, hubo algo que llamó mi atención —continuó Hécate—. Las empusas dijeron algo interesante, "el hijo de la señora oscura pronto sembrará caos y este mundo será nuestro. Su plan no fallará". Pensé en Alabaster de inmediato, pero cuando lo busqué no lo encontré. Fue un alivio cuando la guerra terminó y no se supo nada de él. Sin embargo, me di a la tarea de buscarlo y encontré un lugar que desprendía una magia poderosa, sabía que era él, pero... no pude entrar a investigar. Ni yo, ni ningún dios pudo hacerlo.
Alyssa frunció el ceño.
— ¿Y por qué no? ¿Quisieron dejárselo una vez más a sus hijos? —preguntó cruzándose de brazos.
— Porque comenzábamos a desaparecer en cuanto entrábamos —declaró la diosa. Había una pizca de miedo en su voz y un escalofrío recorrió a Alyssa.
Eso no puede ser cierto, pensó con terror. ¿Qué mierda había hecho su hermano?
— Eso es imposible. Ustedes siempre han podido ir a donde sea —dijo la chica.
— Podemos ir a donde tenemos poder. Que no se te olvide que nosotros existimos porque los mortales aun nos recuerdan —señalo Hécate.
— ¿Quieres decir que allá no hay mortales?
— Eso es lo más probable —expresó con cansancio—. No podemos entrar y al último semidiós que enviamos nunca regresó.
— ¿Pues a quién enviaron? Y lo más importante, ¿por qué lo enviaron solo?
— Iba solo de exploración. Y Zeus considero que él podía arreglárselas solo, después de todo, se trataba de uno de sus hijos. Cuando ya no regreso comenzó a darle prioridad al asunto —Hécate miro a los ojos a su hija—. Alyssa, es un hecho que los dioses ya saben que se trata de Alabaster así que temen que él pueda atacarlos. No lo consideran una gran amenaza, pero sí un problema por lo que te pedirán que te encargues de él. ¿Por qué tú? Bueno eres su hermana y el Oráculo te dijo a ti la profecía. No hay más pruebas que necesites. Además, yo te sugerí mucho antes de que siquiera Rachel te mencionara algo.
» Hay dos razones por las que quiero que vayas. Una es porque sé que la aceptarás ahora que sabes que se trata de él y la otra porque sé qué harás todo por traerlo de regreso con vida. La batalla contra Cronos me quitó a varios de mis hijos, muchos más de los que me gustaría decir. Quedan pocos y no quiero perder a nadie más.
Alyssa quiso reprocharle, decirle que eso había sido culpa suya, pero no pudo porque ella entendía sus razones. Y más que nada, entendía las razones por las que sus hermanos y algunos semidioses se fueron al bando contrario. Los dioses eran egoístas, de eso no había ninguna duda. Y ahora algunos semidioses eran despreciados por ser hijos de los dioses que se habían unido a Cronos. Sin embargo, Alyssa estaba consciente de que la vida siendo gobernada por el titán del tiempo iba a ser mucho peor que con los olímpicos.
— Iré —sentenció decidida, traería de vuelta a su hermano y lo haría reflexionar. Con suerte unos cuantos golpes y sermones ayudarían para que entendiera que lo mejor era dejar por la paz sus ideas suicidas.
— Lo sé —dijo Hécate—. Los dioses se presentarán en unos minutos y te pedirán hacer un juramento por el Río Estigia para comprobar que en verdad realizarás la misión con éxito. No confían en nosotros. Así que asegúrate de hacerlo inteligentemente, no puedes poner a tu hermano en peligro.
— Descuida, traeré a Alabaster con vida.
Hécate asintió, satisfecha con la respuesta. Movió ligeramente los dedos y la niebla desapareció. La sala volvía a estar visible.
Luego de unos minutos, tal y como lo había mencionado la diosa de la magia, los dioses aparecieron en la habitación. Fue en un parpadeo cuando Alyssa los vio sentados en el sofá de la sala. Aunque solo asistieron dos de ellos: Zeus y Hefesto.
— Supongo que tu madre ya te ha puesto al tanto de la misión —Zeus fue el primero en hablar, su porte firme no lo abandonó cuando se levantó y caminó hacia Alyssa.
Sus ojos azul profundo la observaron con detenimiento en busca de algún indicio de traición. Al no poder obtener nada, continúo hablando:
— Así que no perdamos el tiempo. Jura por el Río Estigia que acabaras con tu hermano —Alyssa levantó una ceja, nada conforme con la evidente falta de confianza—. Ya sabes, solo por si acaso.
— Juro por el Río Estigia que le pondré fin a los planes de mi hermano que pongan en peligro la vida de los dioses y la del mundo —prometió Alyssa con una sonrisa encantadora, casi burlándose de Zeus por creerla tan ingenua.
El rey del olimpo frunció el ceño y antes de que dijera algo Hécate se unió a la conversación.
— Te daremos un plazo de un año. Tendrás que cumplir con tu promesa para ese entonces, si no sales de ahí antes del lapso de tiempo que se te ha otorgado: morirás —Alyssa volteo a ver a su madre de inmediato. Esa parte del trato no se lo había dicho y ella no estaba segura de estar de acuerdo con eso, pero supuso que ya no había de otra—. Hera lo considero necesario en caso de que pienses aliarte con tu hermano.
Han jugado bien sus cartas, pensó la chica. Ya no podía retractarse, el juramento ya estaba hecho.
— Este collar te señalará el tiempo que te queda para poder cumplir con la misión —Hécate se acercó a su hija y chasqueo los dedos. Un collar con un dije de reloj de arena apareció en el cuello de Alyssa. La semidiosa lo tomó entre sus dedos y lo observó con cuidado—. Los granos de arena aun no empiezan a caer, lo harán en cuanto estés dentro del lugar. Tiene un hechizo poderoso así que nunca se romperá. Al darte este collar, Alyssa, también te otorgó mi bendición. Pero usa bien el poder extra que te concederé porque puede consumir el tiempo de ese reloj.
— Vaya bendición —dijo sarcástica Alyssa. Sin embargo, cuando vio enojo en el rostro de su madre la agradeció en voz alta.
— No podrás regresar hasta que hayas cumplido con tu deber o de lo contrario juró por el Río Estigia que te lanzaré un rayo —prometió Zeus con una mirada severa.
Estaba claro que los dioses no confiaban en la hija de Hécate para realizar esta misión, por lo que hicieron todo para protegerse. En caso de que Alyssa se uniera a su hermano ella no podría regresar nunca a este mundo, ya sea para recolectar información que les fuera útil o, en su caso, para pelear.
— ¡Es una tontería! —sin quererlo Alyssa había levantado la voz. La semidiosa miró a su madre en busca de ayuda, pero por la forma en que la diosa la estaba viendo era evidente que no estaba enterada de esa parte del trato—. ¿Qué tal si tengo que volver por algo? ¿Y si necesito ayuda, como voy a solicitarla? Si su hijo no pudo hacerlo que le hace pensar que...
Zeus chasqueo la lengua, claramente molesto por la mención del fracaso de su hijo. Alyssa supo que era mejor callarse.
— Si no eres capaz de estar a la altura de este plan entonces no sé porque en primer lugar aceptarse ir —señaló indiferente—. Además, si tanto miedo tienes de que tu hermano te corte la cabeza, Hefesto te ha creado algo para que puedas atravesar el corazón del traidor.
Alyssa se tragó el insulto que estaba por salir de sus labios. Hefesto se acercó a darle un anillo dorado, Alyssa lo observó con recelo. No usaría el arma, de eso estaba segura. Ella no lastimaría a su hermano.
— Se activa exactamente igual que tus dagas. Solo tienes que girarlo y desear que se transforme. Adelante, pruébalo —ofreció el dios.
Alyssa le dio un segundo vistazo antes de ponérselo en el dedo índice derecho. Luego hizo lo que Hefesto le dijo.
El anillo desapareció de su dedo y comenzó a formarse sobre su mano derecha hasta convertirse en una lanza dorada. Alyssa tuvo que admitir que era preciosa, tenía el peso perfecto y de lejos se veía que tenía un buen filo. Lo sostuvo con fuerza e hizo unos cuantos movimientos para acostumbrarse a ella. Finalmente, deseo que volviera a su estado original y en segundos el anillo volvía a estar en su sitio designado anteriormente.
— Increíble, ¿no? —cuestionó con orgullo el dios del fuego y la forja—. Es un arma poderosa. Al igual que tus dagas está hecho de oro imperial y por si fuera poco está creada por mí, así que no encontrarás mejor arma.
— Es perfecta, tengo que admitirlo —concordó Alyssa—. Gracias.
— Te irás mañana apenas salga el sol —anunció Hécate—. Así que descansa.
— Bien, si eso es todo hasta aquí concluimos la reunión. Espero arregles el problema pronto —dijo Zeus y sin despedirse, él y el dios Hefesto desaparecieron.
— Que los hados te sean propicios —le dijo Hécate y al igual que los otros dioses desapareció bajo una niebla verde.
Alyssa soltó un suspiro cansado. Con suerte haría entrar a su hermano en razón apenas lo encontrara y el viaje terminaría en un santiamén. Y pronto se encontraría nuevamente en el Campamento Mestizo para disfrutar de otro día en la playa.
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En cuanto salió de la cabaña fue acribillada por su amigo. Jason pasó su brazo por sus hombros y caminó junto con ella. Miró hacia abajo por la evidente diferencia de altura que había entre ellos.
— Por tu cara, esa profecía es horrible. ¿Qué te han dicho?
— Supongo que Rachel ya les habrá dicho la profecía. La cual aún no le encuentro mucho sentido —dijo sincera—. Los dioses quieren que vaya en búsqueda de mi hermano, creen que la profecía tiene que ver con él y conmigo. Parto mañana temprano.
Alyssa continúo relatándole la historia a su amigo mientras ambos se encaminaban al comedor. Era hora de la cena y no podían llegar tarde si es que no querían una reprimenda por parte de Quirón y de paso quedarse sin comer algo.
— No tienes por qué preocuparte, tu hermano entrara en razón. Entiendo su punto, pero también él entenderá el tuyo. Se puede vivir feliz con la vida que tenemos —dijo con una sonrisa—. Ningún mundo es perfecto y dudo mucho que exista uno que lo sea. No viví mucho con los mortales, pero estoy seguro de que el suyo igual tiene problemas.
— Eso dice Annabeth.
— Deja ya esa cara larga, verás que pronto todo volverá a la normalidad. Estarás con tu hermano y disfrutaras patearles el trasero a los hermanos Stoll —Alyssa rió por el comentario de su amigo—. Cuídate mucho, ¿quieres? Te estare esperando y prometo que cuando regreses te llevaré a ver las estrellas.
Jason señaló el cielo. Las pequeñas luces brillaron en la noche y Alyssa sonrió emocionada. Amaba observarlas por horas, quizás era porque su abuela era la diosa de las estrellas o tal vez era porque verlas le daba tranquilidad. Jason, al ser hijo de Zeus, tenía la capacidad de controlar el viento por lo que podía volar y llevarla un poco más cerca de ellas.
— Gracias, Jason. Eso sería increíble —sonrió.
— Ahora hay que ir a comer que muero de hambre —dijo Jason y le dio un suave beso en la frente—. Todo saldrá bien, ya lo verás.
Que las Moiras te oigan, pensó y fue a su mesa a disfrutar de la comida. Y al menos por esta noche se permitió sentir paz y alegría.
Estoy muy emocionada con esta historia, la cual, como les comenté en el apartado anterior, tendrá modificaciones con respecto a la trama original del anime. Me encanta crear nuevos universos en mis historias 🥰✨. Sin embargo, eso no quiere decir que será completamente diferente.
En fin, dejo de extenderme. No olviden dejar sus maravillosos votos y comentarios✨
—B.
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