Prólogo
CUANDO EL ESPEJO SE QUEBRÓ
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¿Cuándo acaba la discreción y comienza la avaricia?* Para Elayne Hightower, lo primero era esencial y lo segundo era una enfermedad, por tanto, el fin era inminente.
Ahora bien, si su padre estaba dispuesto a intentar ser más estúpido de lo que normalmente es, a ella no le cabían dudas de que lo lograría con mayor facilidad. A pesar de que su grado de consciencia al respecto era mucho mayor al de Alicent, se había estado negando a ver más allá de lo que su gemela hacía. Quizás estaba exagerando, tal vez su preocupación genuina y fundada por la desconfianza que se asentó en ella una vez Otto empujó a su hermana hacia el rey era, después de todo, innecesaria. Cuántas veces deseó no ser capaz de verlo, que ignorarlo lo haría menos posible, menos real.
Pero había sucedido. El rey había escogido a su gemela como su futura esposa.
—Así que vas a ser reina.
—Yo... es un honor —contestó Alicent.
—¿En verdad te quieres casar con él?
Estaba anocheciendo y la brisa fresca removía las hojas rojas del árbol arciano. Descansaban entre cojines y raíces, apoyando sus espaldas en el tronco blanco, con sus miradas perdidas al frente. Desde que habían llegado ahí, no habían cruzado palabra alguna. Habían permanecido bastante tiempo en silencio, sin siquiera ser capaces de leer el libro en voz alta o hablar de lo apuesto que era uno de los caballeros que tanto atraía a las jóvenes. Quedarse calladas casi se convirtió en la única manera de seguir juntas, porque indudablemente, algo había cambiado.
—¿Por qué no querría? —inquirió con algo de brusquedad, al cabo de otros segundos en silencio.
—¡¿Por qué sí?! —exclamó Elayne exasperada—. ¡Es el papá de la princesa! Sencillamente podría ser el nuestro.
—¡Pero no lo es! —Dejó el libro a un lado y se levantó para luego darse media vuelta y enfrentarla desde esa posición. Aquella diferencia removió algo en Elayne, quien tuvo que inclinar la cabeza hacia arriba—. Creí que estarías feliz por mí.
Quería estarlo, en verdad que sí, pero no lo lograba. Sin ser capaz de mentirse a sí misma y mucho menos a su propio reflejo, aceptaba lo que en verdad pensaba. Qué sentido tenía mentirle a quién más la conocía, a quién más quería y le importaba. ¿Por qué no veía las cosas como ella lo hacía? ¿Acaso en verdad no podía notar la manera en que su progenitor decidió entrar a un juego en el que al parecer necesitaba de sus propias hijas para ganar?
—N-no puedo —soltó agachando la mirada a su regazo.
—Pudiste haber sido tú —resopló entre dientes, sus ojos cafés clavados en la coronilla de su hermana menor.
—¿Qué? —Elayne subió su mirada de repente. Una expresión de horror deformó sus rasgos.
—Después de todo, ¿qué tan terrible sería escoger una Hightower o la otra cuando creen que somos iguales? —preguntó a la nada dándose media vuelta para dar unos cuantos pasos lejos del arciano—. Fui yo quien estuvo a su lado porque en el segundo en que padre te sugirió lo mismo, saliste corriendo.
—Quieres decir que tú...
No pudo terminar la frase. Lo dicho por Alicent implicaba escenarios que nunca sucedieron, pero que de repente se volvieron sencillamente muy posibles. Ahora ella sería la reina; Elayne podría haberlo sido.
—Sí.
—¿Por qué no me dijiste nada? —preguntó casi en un susurro.
—Porque no tenía más opción. Una de las dos debe cumplir con lo que debe.
Lágrimas se acumularon en sus ojos. Cuando se fue a levantar, notó por primera vez que sus manos temblaban. Hasta para su propio padre eran la misma y así como las veía, no dudaba siquiera un instante en mover sus hilos como le plazca.
¿Ser iguales significaba que una debía sacrificar todo por la otra? ¿Que una de ellas debía cumplir el deber de dos como si la lealtad de por medio fuera eterna? No había manera de que los rencores no comenzaran a contaminar el lazo que alguna vez sintieron inquebrantable. Ambas eran conscientes de ello, sobre todo Alicent, cuya mirada cargaba con un peso que todavía no era capaz de dirigir a Elayne. Tal vez era enojo, soberbia o culpa. Cualesquiera que fueran las sensaciones arremolinadas en su pecho, le era imposible mantenerlas alejadas en su forma de mirar.
—Deberías regresar a Antigua –dijo a modo sugerencia, aunque el tono tajante dejó entrever lo que en verdad quería expresar.
—No. Nos necesitamos. —Caminó hacia la prometida de Viserys—, ahora más que nunca.
—¡Pero no es así! ¡Yo no te necesito! —Exclamó alejándose unos cuántos pasos más. No quería tener que enfrentarla ahora.
—S-soy tu hermana... —balbuceó para luego comenzar a arañar sus dedos, lastimándose una vez más por la terrible costumbre que compartía con Alicent en momentos de ansiedad.
—Sí, eres mi hermana y yo te necesito lejos de aquí.
—Pero... somos gemelas —exhaló con voz temblorosa, el corazón latiendo desesperado en su pecho hasta que la tensión la obligó a sentir un nudo en la garganta. Ella no se quería ir, se negaba a dejarla sola en la corte.
—No, no lo somos.
Tratar de comprenderla nunca antes había sido tan complejo para Elayne. La desconocía por completo. Entender sus intenciones como propias resultaba imposible, tener palabras tan hirientes se le hacía inconcebible. No obstante, la duda no formó parte de lo que Alicent expresaba con una infelicidad recién descubierta. O quizás siempre se sintió así y apenas ese día encontraba la valentía para dejárselo saber de esa forma.
Intentó acercarse a su hermana y tomar sus manos, pero ella se soltó de repente y con rapidez se alejó. Elayne se quedó pasmada en su sitio, el dolor del rechazo evidente en su rostro.
—No entiendo qué quieres decir con eso.
—Para todos aquí somos prácticamente la misma, pero yo entiendo lo que debo hacer, lo que piden de mí y cumplo con ello, en cambio tú... —Inhaló profundo para luego enfrentar a Elayne de repente, provocando que esta retrocediera—. Tu universo es contemplativo, tu actitud más pasiva, el olor de tu piel y de tu cabello son inconfundibles y ¡¿aún crees que somos gemelas?! ¡Ni siquiera nuestro padre es nuestro porque no es el mismo para ti que para mí!
—Está bien, está bien —susurró Elayne—, no lo somos.
Se encontraba sorprendida, herida y hasta se atrevía a pensar que traicionada. Casi pudo haberse reído entre lágrimas al darse cuenta de lo absurdas que dejaron de sonar las palabras de Alicent. Sus rostros eran iguales, el color de sus cabellos tan parecidos como sus peinados y vestidos, pero resultó ser que sus mundos eran diferentes en verdad. Para los demás eran las mismas, pero ellas nunca pudieron mentirse del todo al respecto. No eran una, eran dos, es decir, distintas y casi iguales, tal vez iguales.
¿Quiénes eran sin la otra? ¿Alguna vez podrían llegar a ser Alicent y Elayne sin tener que ser Alicent y Elayne?
—Debes dejar Desembarco del Rey —insistió la futura reina con voz temblorosa, mirándola directo al rostro.
Aquel tono sí fue uno que la otra reconoció, pero que con lo expresado anteriormente, no fue suficiente para acercarse e intentar consolarla.
—Lo haré—cedió con suavidad y se agachó para recoger el libro que habían olvidado desde que se sentaron sobre los cojines. Se enderezó y observó por última vez a su hermana—. ¿Pero sabes qué hago cuando me preguntan quién soy?
Alicent se removió en su sitio. Parecía querer decir algo más, empero se quedó callada y negó con la cabeza. Elayne sonrió con tristeza, no obstante, una mueca de confusión arrugó su entrecejo inmediatamente después. Tenía la respuesta inconscientemente memorizada. Acaso debió haber buscado su propio espejo antes.
—Te describo a ti.
*Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen: "¿Cuándo acaba la discreción y comienza la avaricia?"
NOTA DE AUTORA
Que abunde el pánico a pesar de que todo está fríamente calculado jajajaja ¡Así es como inicia esta historia oficialmente!
Déjenme saber qué entienden respecto a las actitudes y posiciones que se tomaron y creen que expresaron los personajes. La zona de teorías está siempre abierta ^^
Las problemáticas de identidad en las historias y personajes son mi pasión y he decidido hacer énfasis en ello. Si no entienden bien del todo, no se preocupen, la idea es que esas dudas se vayan resolviendo a medida que transcurre la historia.
Muchas gracias por el apoyo y espero que les guste el fic. Las actualizaciones serán cuando pueda porque tengo demasiados proyectos en proceso y todos merecen mi amor y el tiempo que no tengo ahre
¡Feliz lectura!
a-andromeda
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