01

Jungkook odiaba a Jimin con toda su alma. No podía soportar su sonrisa arrogante, su voz chillona, su cabello rosa, su forma de vestir, su actitud presumida, su popularidad, su talento... Todo en él le resultaba irritante y repulsivo. Por eso, cuando se enteró de que tendría que compartir apartamento con él durante un semestre, sintió que el mundo se le venía encima.

-— ¿Qué? ¿Estás bromeando? -exclamó Jungkook al escuchar la noticia de su tutor.

—Lo siento, Jungkook, pero no hay otra opción. Es el único apartamento disponible cerca de la universidad y es muy barato. Además, Jimin también necesita un lugar donde quedarse. Así que tendréis que arreglároslas como podáis -dijo el tutor con una expresión de resignación.

—- Pero... pero... ¡eso es una locura! ¡No puedo vivir con él! ¡Nos mataríamos el uno al otro! -protestó Jungkook, sintiendo que le faltaba el aire.

-— No seas dramático, Jungkook. Solo son unos meses. Intentad llevaros bien y no os metáis en problemas. Es una oportunidad para aprender a convivir con personas diferentes. Quién sabe, quizás hasta os hagáis amigos -dijo el tutor con una sonrisa irónica.

-—¿Amigos? ¿Con Jimin? ¡Eso nunca! —replicó Jungkook, negando con la cabeza.

-— Bueno, como quieras. Pero ya está decidido. Mañana mismo os mudáis al apartamento. Aquí tienes la dirección y la llave. Y por favor, no me hagas pasar vergüenza. Sé educado y respetuoso con Jimin. Es un buen chico, solo que un poco... especial -dijo el tutor, entregándole un sobre a Jungkook.

- —Sí, sí, lo que tú digas -murmuró Jungkook, cogiendo el sobre con desgana.

-—Bien, pues ya está todo. Nos vemos el lunes en clase. Y recuerda, Jungkook, esto es una prueba de madurez. Espero que la superes -dijo el tutor, despidiéndose de Jungkook.

Jungkook salió del despacho del tutor con una sensación de pesadumbre. No podía creer que le hubiera tocado vivir con Jimin, su peor enemigo. Estaba seguro de que sería un infierno. Lo único que podía hacer era rezar para que el tiempo pasara rápido y que no acabara odiándolo más de lo que ya lo hacía.

Al día siguiente, Jungkook llegó al apartamento con su maleta y su mochila. Al entrar, se encontró con Jimin sentado en el sofá, viendo la televisión. Al verlo, Jimin apagó el televisor y se levantó con una sonrisa burlona.

—- Hola, Jungkook. Bienvenido a tu nuevo hogar -dijo Jimin con sarcasmo.

—- Hola, Jimin. Gracias por tu hospitalidad -respondió Jungkook con ironía.

-—No hay de qué. Espero que te sientas cómodo. Después de todo, vamos a ser compañeros de piso por un tiempo -dijo Jimin con falsa amabilidad.

-—Sí, claro. Compañeros de piso. Eso es lo que somos -dijo Jungkook con desdén.

-—Bueno, pues ya que estamos aquí, ¿por qué no hacemos un recorrido por el apartamento? Te mostraré tu habitación y las zonas comunes -dijo Jimin con entusiasmo.

-—Está bien. Vamos a ver este antro -dijo Jungkook con resignación.

Jimin le hizo un gesto para que lo siguiera y lo llevó por el pasillo. El apartamento era pequeño y viejo, pero estaba limpio y ordenado. Tenía dos habitaciones, un baño, una cocina y un salón.

-— Esta es mi habitación -dijo Jimin, señalando una puerta con un cartel que decía "Jimin's room".- Está prohibido entrar sin mi permiso. Si lo haces, te arrepentirás -advirtió Jimin con una mirada amenazante.

-—No te preocupes. No tengo ningún interés en entrar en tu habitación. Ni en tu vida -dijo Jungkook con indiferencia.

— Me alegro de que lo tengas claro. Y esta es tu habitación -dijo Jimin, señalando otra puerta con un cartel que decía "Jungkook's room".- Puedes hacer lo que quieras con ella, siempre y cuando no la dejes hecha un desastre -dijo Jimin con condescendencia.

-—Gracias por tu generosidad. No te molestaré más de lo necesario -dijo Jungkook con sarcasmo.

— De nada. Y ahora, te mostraré el baño, la cocina y el salón -dijo Jimin, continuando con el recorrido.

El baño era pequeño y tenía una bañera, un lavabo, un inodoro y un espejo. La cocina era estrecha y tenía una nevera, un microondas, una estufa, un fregadero y algunos armarios. El salón era el espacio más amplio y tenía un sofá, una mesa, una televisión, una estantería y una ventana.

-— Estas son las zonas comunes. Podemos usarlas libremente, siempre y cuando respetemos las normas de convivencia -dijo Jimin con seriedad.

-—¿Qué normas de convivencia? -preguntó Jungkook con curiosidad.

-—Pues las básicas. No hacer ruido por la noche, no dejar la luz encendida, no gastar el agua, no comer la comida del otro, no traer invitados sin avisar, no dejar basura, no tocar las cosas del otro, etc. -dijo Jimin con rapidez.

-— Vaya, qué lista tan larga. ¿No se te olvida nada? -dijo Jungkook con incredulidad.

— Sí, se me olvida una cosa. La más importante. No enamorarse del otro -dijo Jimin con una sonrisa maliciosa.

-—¿Qué? ¿De qué estás hablando? -dijo Jungkook con sorpresa.

—- Estoy hablando de que no debemos caer en la tentación de sentir algo más que odio por el otro. Sería un error fatal. Así que, por favor, no me mires con esos ojos de cachorro que tienes. No me vas a conquistar -dijo Jimin con arrogancia.

-— ¿Qué? ¿Estás loco? ¿Quién te ha dicho que te miro con ojos de cachorro? ¿Y quién te ha dicho que quiero conquistarte? ¡No me gustas ni un poco! ¡Me das asco! -dijo Jungkook con indignación.

—Claro, claro. Eso es lo que dices ahora. Pero ya veremos cómo cambias de opinión cuando pasemos más tiempo juntos. Te apuesto a que acabarás rendido a mis pies -dijo Jimin con confianza.

-—¿Qué? ¿Estás loco? ¡Nunca me rendiré a tus pies! ¡Eres un idiota! ¡Un creído! ¡Un imbécil! -dijo Jungkook con furia.

-—¿Ah, sí? Pues tú eres un tonto, un aburrido, un amargado -dijo Jimin con rencor.

— ¿Qué? ¿Cómo te atreves a llamarme así? -dijo Jungkook con ofensa.

-—¿Cómo me atrevo? ¿Y cómo te atreves tú a llamarme así? -dijo Jimin con desafío.

-—¡Cállate! -dijo Jungkook con ira.

— ¡No, tú cállate! -dijo Jimin con rabia.

Y así, empezó una nueva discusión entre ellos, que duró varios minutos, hasta que se quedaron sin aliento. Se miraron con odio, deseando que el otro desapareciera. Pero sabían que no podían escapar de esa situación. Estaban atrapados bajo el mismo techo, condenados a soportarse el uno al otro. Y lo que no sabían era que, bajo ese odio, había algo más.

Al día siguiente Jungkook caminaba tranquilamente con sus amigos, vio a lo lejos a jimin e hizo unos comentarios burlescos y sarcásticos hacia el más bajo.

—Miren quien viene por aquí, la mosca muerta de park, de seguro tiene beca porque le hizo un amarre al maestro o se la mano— comento con burla y diversión.

Jimin al escucharlo sintió rabia y coraje, nunca lo habían insultado así, así que sin pensarlo aceleró su paso y fue directamente hacia jeon.

—¡Eres un idiota Jeon!— grito molesto y alzo su pierna izquierda, listo para atacarlo y golpearlo en sus partes nobles.

Pero jungkook fue más rápido y ágil que con sus manos detuvo en el aire la pierna del contrario ejerciendo fuerza, el más bajo tambaleaba pues jeon le sostenía su pierna

—¡Que te pasa!— exclamo desesperado y sorprendido.

—Eres un idiota, ¡Suéltame!— exigió irritado

Jungkook acato la orden y soltó su pierna haciendo que se cayera y su trasero chocará con el suelo lastimándose.

Los que pasaban por ahí solo se reían de la escena, jimin mantenía su mirada baja y agachado, apretaba sus puños con rabia.

Jungkook al notarlo se sorprendió,  se agacho a su altura y vio unas pequeñas lágrimas bajar por las mejillas del otro.

—¡Imbecil, no sabes nada de mi!— grito y de un empujón alejó a jeon, se levantó sacudiendo sus ropas y salió corriendo.

Jungkook miraba sorprendido y curioso a jimin nunca lo había visto así.

—¿Fui muy cruel?— penso dudoso.

Al llegar la noche Jungkook llegó tarde al departamento ya que no quería ver a jimin, se sentiría incomodo,  pues no sabía como disculparse.

Así que solo se dirigió hasta su habitación y se quedó dormido.

De repente escucho un grito al lado, asustado Jungkook se levantó provocando que se cayera de su cama,  vio su reloj, este marcaba 3:30 am.

Le parecía raro y un  escalofrío recorrer sus cuerpo,  ¿de donde provenía ese grito?

Así que tomo una lámpara pensando que alguien había entrado, al salir de su habitación,  no vio nada, todo estaba oscuro y solo.

Quizás se lo imagino.

Pero otra vez escucho ese grito, venía del cuarto de jimin,  preocupado toco la puerta, pero no respondía así que la abrió y encendió la luz.

Notaba al más bajo temblar y sudar, mantenía sus ojos cerrados.

Sorprendido corrió al baño y mojo unos pañuelos y regreso con ellos húmedos.

Al colocarlos vio como jimin se calmaba.

Suspiro cansado, pero más tranquilo,  estuvo cambiando cada rato los paños húmedos, se disponía a irse a su habitación hasta que el rubio lo sostuvo de la mano.

—No me dejes, por favor — suplicaba entre jadeos

Jungkook estaba inseguro, pero tampoco podía dejarlo solo, así que se acostó de su lado abrazándolo.

—descansa jimin — animo mientras acariciaba su cabeza.

El pelirosa se tranquilizo y se quedo dormido.

A la mañana siguiente estaban los dos jóvenes abrazados durmiendo plácidamente,  era fin de semana lo que dejaba que tenían día libre sin la escuela.

Poco a poco jimin abrió sus ojos y noto que alguien lo abrazaba, al notarlo mejor,  se sorprendió sus ojos agrandó, su corazón comenzó a latir.

—Jungkook — murmuró en voz baja.

El otro solo se quejó.

—Hmm

Entonces abrió sus ojos lentamente y bajo su rostro hasta ver los ojos brillantes de jimin fijarse en el.

Igual se sorprendió y sonrojo al mismo tiempo.

Ninguno decía nada solo se miraban a los ojos y sus corazones latir.

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