Las desastrosas pruebas.
Estoy parada al lado de Newt mientras esperamos a que Minho llegue. No sé por qué estoy tan nerviosa, es como los minutos previos a dar un examen. Bueno, esto también es un examen, solo que no estudié y no tengo idea de qué sabré hacer.
Luego vemos que llega Minho trotando.
—Newt, novata —dice en forma de saludo —.Disculpen la tardanza, estaba preparando las cosas para luego entrar al laberinto.
—No hay problema, eso sí, la chica está algo nerviosa, así que sé bueno con ella —dice Newt en tono de advertencia, pero sin perder su sonrisa característica.
Yo estoy callada mirando todo atentamente, no puedo más con la ansiedad. Para colmo las manos me tiemblan un poco.
—Tranquila, solo es una prueba. Lo peor que puede pasar es que no seas buena en nada y te desterremos para que te coman los penitentes —dice Minho.
—¿COMAN? —. Quise hablar normal, pero me salió en un grito.
Dios, ahora no solo estoy nerviosa sino que también me avergüenzo a mi misma, soy patética.
—Minho, te lo advertí —dice Newt enojado.
Luego se acerca a mi y me toca el brazo.
—No le hagas caso, eso no pasará, aquí estás a salvo —habla calmadamente, y me da una sonrisa.
Eso hace que me calme un poco, aunque mis latidos seguían muy fuertes.
—Es broma, chicos —dice Minho, luego me mira con una sonrisa cálida —. De seguro encontrarás algo que te guste. Todos pasamos por esto, el primer día es muy pesado, y tienes muchas muchas dudas. Pero ya verás como todo se ordena y comenzarás a sentirse en casa.
—Así es, tienes toda la razón, Minh —le contesta Newt.
Yo les sonrío, me siento mejor.
—Bueno, ¿Empezamos? —dice Minho.
Asiento más motivada.
—Bueno, yo los dejo. Novata, luego te vengo a buscar —se despide el rubio con una sonrisa.
Cuando veo a Newt alejarse me entra el miedo de nuevo.
—Empecemos. Primero vamos a hacer algunos estiramientos para calentar. Haz círculos con los brazos, despacio —dice Minho.
Yo imito sus movimientos.
—Ahora con un pie y luego con el otro. Así, justo como lo estás haciendo. Muy bien. Bueno, pasaré a explicarte un ejercicio, tu me imitarás, ¿Okey?
—Sí —afirmo prestándole atención.
—Bien, vamos a correr en el lugar, llevando las piernas al pecho —dice mientras lo hace para mostrarme —.Empieza y no pares hasta que yo te diga, lo harás por un minuto. Comienza.
Yo empiezo a hacerlo, y es jodidamente difícil. Mi respiración tampoco ayuda y me agito. Debo ser algo muy feo de ver en este momento.
—Bien, para —dice Minho y piensa, como si me estuviera evaluando.
—¿Puedo tomar agua? —le pregunto agitada.
—Claro.
Yo tomo la botella mientras él sigue explicando.
—¿Lista? Ahora irás a ese patio vacío y darás diez vueltas.
—Eh... bien —contesto.
La verdad ya estoy muy cansada, no creo que pueda, pero pongo la poca voluntad que tengo.
Empecé a correr, luego de la primer vuelta bajo considerablemente mi velocidad. A la tercera vuelta me da un tirón en la parte derecha de la panza, y entonces paro.
—¿Todo bien?
—Me está tirando aquí —digo con una mueca de dolor señalando el lugar.
—Ya veo. Mejor intentemos sentadillas. Es así.
Pasa a mostrarme cómo se hace.
—Harás cinco sesiones de quince cada una. Toma, con esta pesa.
Yo solo miro la pesa como embobada. Ya es mucho ejercicio por este año.
—Bien.
Entonces empiezo, y termino muy rápido la primera vuelta. Pero parece que hacerlo tan velozmente fue perjudicial.
Y es que cuando quiero iniciar la segunda sesión me comienzo a sentir mal. Estoy muy mareada y me da ganas de vomitar, el corazón no para de latirme. Entonces me siento en el suelo.
Minho que estaba apoyado en un árbol corre hacia mí, también vienen Newt y... ¿Gally? ¿Qué hace aquí?
—¿Qué le pasó? —pregunta Newt.
—Se suponía que ibas a cuidarla, Newt —dice Gally que venía caminando rápido, hecho una furia.
Newt solo lo mira y rueda los ojos.
—Tranquilos, idiotas. Solo le habrá bajado la presión —dice Minho —.¿Estás bien?
—Mm... tengo ganas de vomitar, y veo borroso —digo asustada, respirando muy fuerte.
—Bueno, es todo. Espera sentada unos minutos y vas a recuperarte. Te habrá caído mal haber desayunado antes de hacer el ejercicio.
—¿Es todo? ¿No la llevarás con Clint y Jeff? —dice Gally indignado.
—Tranquilo, Gally. Ya escuchaste a Minho, solo le bajó la presión —habla Newt.
—Bueno, me quedaré con ella hasta que se recupere —dice Gally.
—No es necesario, yo estoy aquí. Puedes volver a tu trabajo —contesta Newt.
Minho los mira divertido.
—Bueno, yo ya me voy. Tu tranquila, ya se te pasará. Y ustedes dos, dejen de molestarla.
Dice Minho y luego se va trotando.
—¿Molestarla? —dice Gally enojado.
—Ay, ya basta, Gally —contesta el rubio.
Newt se agacha para estar a mi altura. Gally lo mira y rápidamente hace lo mismo.
—¿Estás mejor? —dice Newt.
—Sí, un poco. Pero sigo mareada.
—¿No quieres ir con los docs? —pregunta Gally preocupado.
—No, tranquilo. Estoy bien, ya se me está pasando —le doy una sonrisa para que me crea.
—Perfecto. Entonces yo iré a buscar a Zart, esa es la segunda prueba —exclama Newt.
—Claro, Zart —dice Gally enojado —Mira como está, Newt. Es mejor que no haga nada más por hoy.
—Gally, ella está bien. Y debe hacer hoy las pruebas, tú sabes las reglas.
Gally no dice nada pero se lo ve enojado.
—Bueno, ya vengo —dice Newt.
Yo y Gally nos quedamos solos y se hizo un silencio incómodo. De repente me había olvidado que en la fiesta de anoche él fue un idiota.
—Eh... —dice.
Yo lo miro.
—¿En qué puesto te gustaría quedar?
—No lo sé —dije cortante.
—¿Por qué contestas así?
—¿Así cómo? —digo ignorándolo.
—Así, como me estás hablando.
—Pues no sé si te olvidaste, pero ayer me faltaste el respeto.
Él se queda pensando, parece no recordar.
—Lo que dijiste... —le aclaro.
—No lo recuerdo —dice serio.
—Claro.
—¿Qué te dije? En verdad no recuerdo mucho, sé qué peleamos, pero no por qué.
—Ah, entiendo, estabas ebrio por esa bebida asquerosa que hiciste.
—Ey, ¿asquerosa? —dice ofendido —Yo me preocupo por tí y tú me tratas así.
Dice eso último más bajo, como triste. Eso me hace sentir mal, estoy siendo algo agresiva. Trato de calmarme.
—Bueno. Es que anoche tú me dijiste que era el primer día y ya me le tiraba a Zart —digo mirando el piso de tierra.
Él se quedó pensando. Luego yo seguí hablando.
—Me sentí muy mal, todos lo escucharon y rieron, van a pensar que soy una cualquiera. Y además yo solo estaba hablando con él.
—Lo siento. No quería faltarte el respeto —dice serio.
Parece que estaba avergonzado de lo que dijo, y luego se paró.
—De verdad, no volveré a hacerlo. Que te mejores.
Dice y se va, ya que Newt y Zart llegan.
Yo lo miré mientras se alejaba. No me gustó que se pusiera mal, aunque de hecho lo merecía por lo que me dijo. Pero cuando lo ví irse tan triste solo quería darle un abrazo y decirle que lo perdonaba, tal vez luego le hable para arreglar las cosas...
—Bien, novata —dice Newt, sacándome de mis pensamientos —Aquí está Zart, ya podemos comenzar la siguiente prueba.
Zart me da una sonrisa y yo se la devuelvo. Luego Newt me da la mano para que me levante, y caminamos hacia la huerta.
—Bueno, de nuevo me voy así te puede evaluar. Por favor no te vayas a desmayar ni nada —dice Newt a modo de chiste.
Yo solo ruedo los ojos, pero después me río.
—¿Qué te había pasado? ¿Estás bien? —me pregunta Zart preocupado.
—Estoy bien, no fue nada, solo me bajó la presión, fue mucho ejercicio.
Él rió.
—Me lo imagino, cuando hice las pruebas para corredor vomité. Es un trabajo duro, y al parecer no estamos en forma.
—Habla por tí —le digo haciéndome la ofendida.
—No, no. No quise decir que tú no estás en forma, tú estás bien, perfecta, eres muy bonita, eh..., digo...
Yo le sonrío.
—Solo estaba jugando, pero gracias. Tú también lo eres.
Él me sonríe. Era todo muy divertido hasta que miro hacia adelante, y veo como Gally nos observa, parece enojado porque serrucha bruscamente una madera.
—¿Qué miras? —dice Zart.
—Oh, nada. ¿Podríamos empezar?
—Claro —dice animado.
En resumen, plantamos algunas semillas, eso se me dió bien, luego tuve que regar. Pero cuando me pidió extraer las zanahorias de la tierra todas las hojas se me rompían y luego no podía sacarlas. Zart se sorprendió de eso, pero me ayudó a hacerlo.
—Zart, ¿Terminaron? —pregunta Newt.
—Sí, la chica es buena.
No sé si alguien que no puede sacar las zanahorias es buena, pero como no soy encargada de los jardines no opino.
—Genial. Entonces nos vamos, novata. Todavía nos faltan cuatro pruebas.
Me lleva primero con los doctores, allí me enseñan algunas cosas, como a medir la presión, la fiebre, a limpiar lastimados. También escribo algunos registros. El problema es cuando me quieren mostrar cómo se ve la pierna rota de un chico que acaba de llegar, y como no pude soportarlo me dejaron irme.
De hecho, no pensé las demás pruebas tuvieran algo peor que eso, pero sí, podían tenerlo. Era el turno de probar con Winston, el encargado de los carniceros.
Cuando entré al corral había un cerdito bebé, yo no pude evitarlo y lo alcé en brazos. Es hermoso.
—No te conviene encariñarte con él —dice Winston.
—¿Por qué? —le pregunto, tan inocente yo...
Al entrar a la carnicería entiendo el por qué. Había un olor asqueroso que me dió muchas ganas de vomitar. La sangre estaba por todos lados.
—Bueno, ahora traeremos un cerdo y lo cortaremos para que Sarten lo pueda cocinar.
Yo lo miré horrorizada. Él comenzó a hacerlo, hasta parecía que lo disfrutaba. A penas empezó ya supe que no sería carnicera.
—Ey, Winston —moví mis brazos para que me escuchara.
Él se detiene y me mira.
—¿Qué pasa, novata?
—Lo siento, es que esto no es para mí. ¿Me puedo ir?
Él se ríe y asiente. Yo lo saludo con la mano y salgo.
Dios mío, ¿Que más me puede esperar hoy?
Newt me deja con Sarten para mi prueba, y la verdad me sale bastante bien, además él es muy divertido. Cocinamos y después le dimos de probar a Newt, él dijo que todo estaba muy rico.
Y contenta, me dirigí a mi última prueba, ya el día por fin acabaría.
Me acerco a Gally y quedamos frente a frente, él estaba apoyado cómodamente en la mesa.
—Hola, vine por mi prueba.
—Ah, sí. Bien, empieza dibujando un mueble, eh... ¡un armario! Eso es.
—Está bien.
Él está distante, ni siquiera me mira y tiene la espalda tensa. Está concentrado midiendo unas cosas.
—Gally...
—¿Si? ¿Tienes algún problema? —dice mirando el boceto.
—No... solo quería decirte que... te perdono por lo de anoche. Entiendo que no quisiste hacerme sentir mal ni burlarte de mi. No vale la pena seguir enojada por eso.
Él me mira a mis ojos, estamos muy cerca.
—Te prometo que no lo haré más, y que no dejaré que ninguno de esos larchos se anime a hacerte algo indebido o faltarte el respeto—dice seriamente, luego pone una sonrisa tímida—¿Amigos?
—Amigos —digo y le sonrío.
Él también agranda su sonrisa. No sé si podré ser solo tu amiga, Galileo. Si te me acercas así y me sonríes no creo.
—¿Por qué no buscas una madera de allí?
—Voy.
Luego voy por la madera, y cuando la tengo en la mano una araña peludita sale caminando. Yo la tiro y suelto un gran grito.
Gally solo se empieza a reír.
—Ay, pero si ya volviste a ser un idiota. Mejor ni termino tu estúpida prueba —digo enojada.
Luego me dispongo a irme hasta que él me agarra del brazo.
—Lo siento, pero tienes que admitir que fue gracioso.
—No, no lo fue. Esa araña me asusto, y me podría hacer picado. Estoy enojada.
Él siguió riendo.
—Ya. Ven, te ayudaré con tu plano.
Dice él, y luego se pone detrás mío, con sus brazos rodeándome. Luego toma mi mano con la que yo sostenía un lápiz, y coloca su mano encima para empezar a dibujar juntos el plano.
Tiene mucha facilidad para dibujar.
—Esto es muy sencillo, solo piensa en como quieres que sea, haremos un armario para tu habitación. Empezamos así, luego dibujamos esto.
Me hablaba justo en el oído causándome piel de gallina.
—Listo, ¿Te gusta?
—Sí —contesto cortante, para hacerle saber que seguía enojada.
—De acuerdo, ahora vamos a sacar las medidas.
Me explicó todos los cálculos matemáticos, es muy inteligente.
—Siéntate ahí, yo iré a buscar las maderas para que las arañas no te molesten.
Yo solo ruedo los ojos. Él llega y se pone a hacer todo el trabajo, yo solo lo miro. Así me gusta, no tener que hacer nada.
Él corta maderas, mide, martillea. Todo con máximo detalle y concentración. Se ve demasiado bien, sus músculos y su camisa un poco sudada, es perfecto.
—Bueno, novata. Ya es tarde, si quieres puedes irte, así te bañas y luego vas a comer.
—Okey, gracias.
—Por nada —dice y me sonríe.
—Bueno, entonces... —Justo ahí recuerdo que estoy enojada —.Adiós, idiota.
—¿Cómo me llam...
Yo me río y empiezo a caminar para irme, ni siquiera puedo llevar bien mi papel de enojada. Luego me doy vuelta para verlo y él también sonríe. Mierda, si llego a trabajar con él vamos a matarnos, o a tener veinte hijos, no hay punto medio.
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