Fiebre.
Antes de dormir, Chuck se sentó fuera del pozo a hablarme. Dentro de la cocina se escuchaba una gran discusión entre Alby y los chicos, de seguro estaban decidiendo qué castigo ponerme.
—Cariño, ¿y si mejor vas a la cama? Ya hace mucho frío, te puedes enfermar.
—No tengo frío. Y el sonido de los penitentes me da miedo, así que no puedo dormir.
Yo lo miré con tristeza. Es tan pequeño e indefenso, ¿por qué lo encerraron aquí?
—Entiendo, ¿y si... te cuento una historia? Tal vez te entretengas y luego puedas descansar más tranquilo.
Él asintió muy contento y se acostó en el suelo mirándome.
Pasaron una, dos, tres historias, él no se cansaba.
—Bueno, Chuck, creo que ya tienes cara de dormido. ¿Y si seguimos mañana?
—¡No! Una más, por favor.
—Pero mañana estarás muy cansado y no podrás trabajar, y Alby me dejará otros cinco dias aquí en el pozo por distraerte.
—Mm... Bueno... —dijo no muy convencido —Es que las cuentas muy bien. ¿Cómo inventaste todo tan rápido?
Él solo quería sacar tema de conversación para seguir despierto.
—Mañana te cuento. Ahora ve a tu hamaca, cariño.
—Ay... Pero todavía tengo miedo.
Dice mirándome con cara de tristeza.
Yo pienso en sí contarle otra o no cuando escuchamos la voz de alguien.
—¿Qué haces aqui, Chuck?
El mencionado da un pequeño saltito en su lugar.
—¡Gally, me asustaste! —dice el pequeño. Luego comienza a reir, el sueño lo pone raro.
—Eh... Chuck sólo venía a ver si yo estaba bien, ya se iba.
No iba a mandar al frente a Chuck y decir que le estaba contando historias porque tenía miedo.
Gally asiente.
—Bueno, te acompaño a la cama —dijo mirando al pequeño.
—Bien. Buenas noches, novata. Mañana me cuentas más historias.
Ay, Chuck. Era un secreto, pero ya que...
—Hasta mañana, chicos.
Cuando se van me pongo a mirar el cielo, no tengo sueño.
Luego Gally regresa.
—Novata, casi lo olvidaba, te he traído comida.
—Ay, gracias. No habia podido comer nada desde hoy por la mañana, porque luego te tiré mi comida sobre tu playera y me trajeron aquí.
El frunce el ceño.
—Sí, lo recuerdo.
Yo me río apenada.
Luego él se agacha para mirarme.
—Come, se te nota muy pálida y ojerosa.
—Oh, muchas gracias —digo irónicamente, ofendida.
—No, no quise decir eso, estás linda pero... No, no estás linda... Bueno sí, sí pero no, no...
Él se puso muy nervioso, y yo reí bajito.
—Gracias. Tú también lo estás...
Puedo ver como su cara se torna completamente roja. Luego quedamos en silencio.
—No le digas a nadie que te traje esto. Se supone que no debíamos darte comida hasta mañana.
—Sí, tranquilo, no le diré a nadie. Te agradezco mucho esto, ya me estaba sintiendo débil.
—¿Necesitas algo más? Te traeré una frazada.
—Gally, ¿no te meterás en problemas por esto?
—¿Y qué? ¿Cómo van a dejarte ahí, tirada, sin nada para taparte? Eso está mal, muy mal.
Él se para para ir a buscarla pero lo detengo.
—Gally, no. Estoy bien, no tengo frío.
En realidad sí tengo, pero prefiero pasar frío una noche a causarle más problemas a Gally. Ya lo molesté bastante desde que llegué, no sería justo.
—No importa, te la traeré igual para después.
—No, tranquilo.
—Es solo un segundo.
—Ya basta, Gally. Te dije que no digo gritando un poco.
Él se ofende un poco. Juro que no quería gritarle, pero de verdad no quiero ser un problema para él.
—Bien, buenas noches dice cortante.
Y se levanta para irse.
—Gally, lo siento. Gally.
Trato de llamarlo pero es inútil. Ahora me siento mal, tengo frío, mi cabello está mojado, se me fue el hambre, y Gally se enojó conmigo.
Mejor me acurruco en el suelo y espero poder dormirme.
De repente estoy corriendo en medio de la nada, perdida, y por más de que lo intente no me muevo de mi lugar. Es como si mis piernas no avanzaran, y hay algo que me persigue y está a punto de atraparme. Todo es oscuro, mi respiración está muy agitada, tengo mucho miedo.
Me despierto, sólo era una pesadilla. Pero estoy sudando muchísimo. Me duele la cabeza y me siento débil.
No sé qué hacer, si grito tal vez nadie me escuche, y sin darme cuenta me duermo de vuelta.
Ahora tengo que dar el examen para el que estuve estudiando tanto, pero me quedo en blanco, y solo tengo cinco minutos para terminar. Luego director de la escuela me hace preguntas y no puedo responder ninguna.
Era otra pesadilla.
Cuando me despierto estoy en la cabaña de los doctores que me mostraron el otro día. ¿Cómo llegué aquí?
—Miren, ya despertó —dice Clint.
Y se apresura a tomar notas y examinarme.
—¿Qué hago aquí? —Digo con una voz muy débil, casi susurrando.
—Gally te trajo —responde Jeff.
De lo mal que estaba no noté a Gally.
—Tenías 42° de fiebre, y estabas deshidratada, ¿tienes idea de por qué? —continúa Jeff.
—Pues..., tal vez porque tenía el pelo mojado y hacía frío, y porque no he comido nada —digo apenada.
Si le hubiese hecho caso a Gally y le hubiese dejado traerme la frazada, si comía la comida que me dió, no estaría así.
Pero él no tiene cara de reproche, más bien de preocupación, y de dormido. El pobre ni si quiera pudo descansar bien. Aún así es hermoso.
—Bueno, tendrás que comer mejor, y golpearemos a Alby si vuelve a descuidarte así —dice Clint —.No le digas que dije eso por favor.
Yo río débilmente, aunque me siento mejor.
—Bueno, nosotros nos iremos para que puedas descansar, para mañana ya estarás bien, novata —concluye Clint.
Yo asiento. Entonces todos se van a ir, pero yo llamo a Gally.
—Gally.
Él se da vuelta. Los otros dos parece que entienden y se van para dejarnos solos.
Gally toma asiento al lado mío.
—¿Qué pasó? ¿Cuándo me trajiste?—le preguntó.
—Pues, fui a llevarte la frazada igual porque sabía que tendrías frío, y te vi temblando y sudando, me preocupé mucho, entonces te alcé y te traje aquí. Luego te revisaron y te pusieron un suero.
Yo me quedé sorprendida.
—Gracias, ya sé que hoy te lo habré dicho como 10 veces, pero de verdad quiero agradecerte.
—No es necesario.
—Sí, Gally, lo es. Y fui una estúpida al gritarte, es que no quería meterte en problemas por la frazada, pero al parecer tenías razón y era necesario. En fin, gracias por cuidarme.
—Somos familia ahora, claro que voy a cuidarte.
Yo le sonrío.
—Bien, será mejor que me vaya. Tu debes descansar. Disfruta de estar aquí antes de volver al pozo. Aunque quizá pueda convencer a Alby de que continúes tu castigo aquí porque estás enferma.
—No creo que quiera, ha de estar muy enojado.
—Sí. Sí lo está. Mañana tendremos una asamblea para decidir tu castigo, y también hay que decidir cuál será tu trabajo. Pero tranquila, Newt y Minho no dejarán que te castigue.
—Y Zart tampoco —agrego.
—Ah, claro. Me olvidaba de tu novio Zart, de seguro que moverá cielo y tierra para que no te castiguen.
Yo reí. ¿Acaso eso son celos?
—Zart no es mi novio, Gally.
—Sí, sí, claro. Mejor me voy.
—Gally, espera.
Él estaba a punto de salir, entonces doy un grito muy fuerte como si me doliera algo.
Él vuelve rápido preocupado.
—¿Qué pasa?
—Me duele, me duele mucho.
Finjo estar adolorida.
—¿Qué te duele? ¿Llamo a Clint y Jeff?
—No, no, está bien. Sólo me duele la cabeza.
Él me mira preocupado y pasa su mano por mi cabeza delicadamente.
—¿Te quedas? —le pregunto.
—¿Qué?
—Que te quedes aquí, me da miedo dormir sola. Además alguien debe vigilarme, ¿no?
—Supongo...
Dice él pensativo.
—Quédate, por favor.
—Me quedo.
Dijo sentándose al lado de mi cama. Yo sonrío. Él también sonríe aunque se hace el que no.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top