Asamblea.


Cuando desperté Gally estaba dormido en su silla, tan pacífico y bonito. Yo ni me quería mover para no despertarlo.

Aunque después llega Newt y lo hace él.

—Gally, ¡despierta ya! Debes ir al trabajo.

Gally se despierta poco a poco, al principio no entiende nada porque está muy somnoliento, luego analiza las palabras de Newt y abre los ojos bien grandes, parándose de inmediato.

—¿Qué hora es? —le pregunta.

—Las nueve. Al parecer te dormiste...

—Demonios. Bien, debo irme —dice mirándome.

Yo asiento con la cabeza y entonces él se dirige a la puerta, pero luego se gira y vuelve.

—¿Y quién cuidará de ella? —le pregunta a Newt señalándome.

—Jeff me dijo que hoy ya le daban el alta, así que deberá volver al pozo.

—Newt, no. Está muy débil, debe quedarse más aquí.

—Lo sé, a mí tampoco me gusta que vuelva a estar encerrada, pero las reglas son las reglas, lo sabes, Gally —dice Newt con cara triste.

—Pues sí, tienes razón. Pero aunque sea que la analicen antes, y que estén seguros de que ya está en condiciones.

Ellos hablaban como si yo no estuviera presente, y preferí no intervenir para no meter la pata.

—Sí, ve tranquilo. Me aseguraré de que esté perfecta y sino deberá quedarse aquí.

—Okey, gracias, Newt.

Dice Gally y se va, no sin antes darme una mirada para asegurarse de que ya no me sentía mal.

Luego Newt se gira hacia mí con una sonrisa.

—¡Buen día, novata!

Yo le sonrío también.

—Buen día, Newt.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, ya estoy bien. Quiero levantarme de la cama.

—Que bueno. Creo que le diste un buen susto a Gally, él nunca llega tarde al trabajo.

Me siento muy mal, cuántas cosas me vengo haciendo a Gally desde que llegué, aunque sean sin querer.

—Sí, que pena, fue mi culpa.

Él sonríe.

—Está bien, novata. No es tu culpa tener fiebre, nadie puede castigarte por eso.

Dice Newt revolviendo mi cabello con su mano y riendo.

—Mira, podemos aprovechar y decir que todavía estás enferma así comes tu desayuno aquí, pero solo por un rato y luego debes volver al pozo, te faltan cuatro días y créeme que Alby no te lo perdonará.

—¡Sí! Gracias, Newt. Por eso eres mi favorito —digo riendo.

Él se sonroja.

—Y... ¿Cómo está Alby? ¿Qué dijo sobre mí?

Newt suspira y toma asiento, parece estresado.

—Haremos una asamblea y hablaremos sobre eso, será hoy. Tranquila, no te desterrarán, pero tendrás alguna sanción, lo que hiciste fue grave.

—Pero, Newt. Él me habló mal, y yo sólo me defendí, estaba...

—Mira, entiendo —me interrumpe —, pero no puedes hacer eso. Alby es el líder, todos debemos tenerle respeto. Imaginate si todos le hablaran así, nadie le haría caso, todo se descontrolaría y como estamos encerrados aquí probablemente nos matemos entre nosotros. Por eso el respeto es fundamental.

—Yo... Yo no quise faltarle el respeto, Newt.

—Lo sé. Solo debes entender que no puedes hablarle así, a  él ni a nadie, si tienes un problema mejor háblalo, o espera a calmarte y luego lo solucionas. Recuerda que una de las tres reglas principales es no pelear.

Yo me quedo callada, todavía no estoy muy convencida, solo quise defenderme.

—Alby fue uno de los primeros en llegar. Sabe cómo manejar todo, por eso es nuestro líder. Cada uno hace su trabajo y respeta las reglas, solo así logramos vivir en armonía, porque somos un montón de adolescentes y por ahí no nos llevamos bien con alguien, pero estamos obligados a convivir, entonces debemos hacer el esfuerzo.

—Y yo tendré que ver a Alby siempre que esté aquí, entonces...

—Entonces tal vez solo deberías disculparte, quién sbae, hasta así quizá te perdone el castigo...

Yo lo pienso unos segundos. No puedo negar que es sensato lo que dice.

—Está bien, quiero disculparme con él, Newt.

—Genial —dice con una gran sonrisa —.Que bueno que lo entendiste. Hablaré con Alby en la asamblea a ver qué piensa, pero seguro dirá que sí.

—Muchas gracias, Newt, eres un ángel.

Él vuelve a ponerse rojo, y me sonríe.

—Entonces... ¿te traigo el desayuno?

—Sí, claro.

—Bien, ya vuelvo.

Me quedo esperando y de repente entra Chuck, con una sonrisa y los cachetes bien rojos.

—Holaaa, novata. ¿Te sientes mejor? Tuve que traerte el desayuno porque Newt se fue a una asamblea. Y además quería verte.

Yo sonrío.

—Gracias, eres muy lindo, Chuck.

Agarro mi desayuno y lo pongo en el medio para que comamos los dos.

—De nada. Hoy te daré mis sábanas para que no pases frío.

—Ay, no, cariño. No es necesario, Gally ya me prestó las suyas. No te preocupes. Además ya estoy bien.

—¿Gally te prestó las suyas? —dice sorprendido, luego sonríe —. Él nunca es bueno con nadie...

—Chuck, él sólo... me las prestó porque hacía mucho frío...

Digo y miro para otro lado.

—Y fue él quien te trajo hasta aquí, ¿no?

Dice con una sonrisa pícara.

—Chuck, ¿qué insinúas?

—Le gustas.

—¿QUÉ? —pregunto exaltada.

—Que le gustas, novata —dice riendo —. Y no lo digo yo, Minho y Sarten también lo piensan...

—Ah, así que son todos unos chismosos —digo sacudiendo el cabello de Chuck, tratando de cambiar de tema.

Él ríe.

—Y, la asamblea, ¿De qué es? ¿Es sobre mí?

—Creo que sí.

—¿Y nosotros no podemos escuchar?

—No. Es solo para los encargados. Aunque...

—¿Aunque?

—Si nos escondemos podemos escucharlo todo, yo siempre lo hago.

Yo lo dudo. Pero luego asiento.

—Hagámoslo. Después de todo, es sobre mí.

—Bien, sígueme —contesta Chuck con una sonrisa.

Yo me levanto con su ayuda, luego me saco el suero y me empieza a salir sangre. Chuck y yo nos miramos asustados.

Luego me pone un algodón y seguimos.

Muy cautelosos, nos quedamos en la puerta de la cabaña en la que los chicos están teniendo la asamblea, con cuidado de que no nos vean.

—Sí, Alby, ya sé que estuvo mal, pero no puede seguir en ese agujero. Además era su segundo día, estaba estresada.

—Gally, nadie me había faltado el respeto como esa larcha. Ninguno de estos mierteros, jamás, se ha atrevido a levantarme la voz.

—Pero un mes en el pozo, si en un solo día casi se muere, ¿qué hará todo un mes?

—Acostumbrarse, hasta que aprenda cómo dirigirse a los demás.

Gally toma aire, muy estresado.

—Alby, un mes me parece mucho —dice Minho.

—Sí, además, ¿qué pasa si necesitamos el pozo para otra persona? —agrega Sarten.

—¿Entonces qué hacemos? ¿Dejamos que salga y se pasee tranquila por aquí, como si fuera la dueña de todo el maldito claro?

—Alby, entiendo tu punto, pero ella está arrepentida de tratarte así. Dijo que quiere pedirte disculpas —dice Newt.

Luego Chuck y yo nos miramos porque todos se quedan en silencio.

—¿De verdad quiere pedirme disculpas?

—Sí. Dijo que sabe que hay reglas que son importantes y que debe respetarlas para poder vivir aquí, sólo fue un error.

¡Newt, eres mi héroe!

Alby parece pensarlo.

—Bien, espero que ese "error" no se vuelva a repetir jamás, porque ahí sí deberé mandarla con los penitentes. Además se quedará en el pozo hasta cumplir los cinco días, sin peros, Gally. Ah, y limpiará los retretes por todo un mes.

Yo arrugo la cara en señal de asco y Chuck se ríe.

—Bueno, ¿qué les parece si votamos? —dice Newt.

No podemos ver nada, pero al parecer todos votan a favor.

—Bien, entonces esto queda claro. Ahora pasemos al siguiente tema, ¿Qué trabajo le toca a la novata? —habla Alby.

—Corredora definitivamente no —dice Minho.

—Está bien, ¿Winston?

—Definitivamente no —niega riendo

—¿Clint, Jeff? —pregunta Newt.

—Bueno, nos vendría bien para tareas básicas, como tomar registros, poner suero, cuidar pacientes —dice Clint.

Newt asiente y mira a Sarten.

—Pues sí, necesito mucha ayuda en la cocina, ya se los dije ustedes son unos muertos de hambre.

Newt niega con la cabeza y rodea los ojos.

—¿Zart?

—Sí, me encantaría tenerla, es muy buena con...

—Yo la quiero —interrumpe Gally.

Todo se queda en silencio por un momento.

—Bien, mejor le preguntamos a ella, de todos modos tenemos que llamarla para comunicarle el resultado de su castigo —concluye Newt.

Chuck y yo nos miramos y nos damos la vuelta para irnos, pero la puerta se abre.

—¿Qué hacen aquí? —dice Newt, sorprendido.

—Eh... —balbuceo sin saber qué responder.

—¿Te sacaste el suero? —pregunta Jeff.

Yo no digo nada.

—No importa, ya que estás aquí, pasa. Tenemos que hablar. Chuck, tú sigue con lo tuyo —dice Newt.

Yo entro a la cabaña muy nerviosa, ahora no sólo debo pedirle disculpas a Alby, sino que también debo elegir qué trabajo tendré.

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