Los jinetes oscuros
LOS JINETES OSCUROS – LA COMUNIDAD DEL ANILLO
A la mañana siguiente, Hermione le pidió a Frodo y a otro hobbit de nombre Sam, si podrían proporcionarle mapas del lugar, también les hizo unas cuantas preguntas respecto al mundo en el que se encontraba. Hermione supo que se hallaba en un mundo sumergido en una especie de edad media fantástica con seres como elfos, enanos y orcos, además de caballeros y magos. Su plan era ir dónde Saruman, pero comprobó que las distancias eran enormes y desechó ese plan, al menos por el momento.
―Sírvete ―le dijo Sam, ofreciendo a la chica un tarro de cerveza.
―Gracias, pero ¿no tienen agua para beber?
―¿Estás segura?, puedes enfermarte, lo mejor es beber cerveza ―le contestó Sam
―Claro, ya lo beberé ―dijo Hermione.
«Estamos en la edad media, el agua no está purificada y puedes enfermarte y morir», pensó. «¡Odio la edad media!».
La cerveza estaba grumosa y se servía caliente, Hermione se estremeció al ver la bebida.
―¿O prefieres cerveza fría?
―No, no es necesario, mira, puedo conjurar agua de mi varita... Aguamenti ―conjuró Hermione y llenó un vaso con el líquido elemento, los hobbits estaban impresionados.
―Wow, eso sí es impresionante! ―dijo un hobbit que Hermione no había visto antes.
―¡Ya lo creo! Dime, ¿puedes crear un faisán? me muero de hambre ―le dijo otro hobbit desconocido.
Resulta que los otros dos hobbits eran Merry y Pipin. Frodo les prohibió a ambos (incluido Sam) comentar la naturaleza mágica de Hermione a alguien más. Hermione le dio la razón a su amigo, no quería llamar la atención, ni mucho menos que la quemaran en la hoguera.
«¡Odio la edad media!», pensaba Hermione.
―Disculpa, Frodo, ¿podrías decirme dónde está el baño?
―¿Quieres bañarte?, enseguida preparare la bañera con agua caliente.
―¿Bañarte? ¿Para qué?, si no estamos en mayo ―dijo Pipin.
―No, no es eso, solo quiero..., ir al baño ―dijo la chica ruborizada.
―Ya entiendo, Sam, pon una bacinica en el cuarto de Hermione y no te olvides de la lana y la cubeta de agua para las manos ―ordenó Frodo. Hermione casi se cae de espaldas.
―Este..., gracias, chicos ―les dijo la bruja forzando una sonrisa―, y después ¿dónde botó la bacinica?
―Sólo arrójala por la ventana del fondo, pero no te olvides de decir "¡aguas!" antes de hacerlo o le echarás todo a alguien.
―Pero si es Lobelia, no te preocupes en dar advertencia alguna ―bromeó Merry.
―Se lo tiene bien merecido esa bruja, ¡uy! Perdón, Hermione, lo dije sin querer ―se disculpó Pipin.
―No te preocupes ―le dijo forzando una sonrisa
«¡Odio la edad media!», pensó la bruja.
Hermione se dirigió a su cuarto y miró la bacinica suspirando.
―Bueno, ya que... ―se dijo a sí misma y con su varita transformó la bacinica en un inodoro y las lanas en un rollo de papel de baño, sólo que el rollo no era de doble hoja y perfumado.
»Maldición, este hechizo hogareño no me sale bien ―dijo la chica y transformó la cubeta de agua en un lavamanos.
»Menos mal que me sale bien el hechizo de Fregoteo, no quisiera tener que echar el contenido de la bacinica por la ventana ―suspiró Hermione―. ¡Odio la edad media!
Pensó que lo mejor sería usar ropas acordes al lugar y a la época, pero no tenía dinero para comprar vestidos y, si bien podía transformar telas en vestidos, no tenía mucha confianza como para que estos luciesen bonitos (a Hermione le salían bien los hechizos, menos los de tipo hogareños), por lo que decidió vender su ropa en el pueblo. Transformó unas telas que Frodo le regaló en unos vestidos (que se veían horribles) y se dirigió a un lugar dónde le indicó Frodo.
Hermione se quedó muy sorprendida, los hobbits eran gente muy honrada y no trataron de engañarla, al final, le ofrecieron montón de telas. La ropa muggle de Hermione no era de la mejor calidad, ya que a diferencia de las demás chicas de su edad, ella era muy humilde y no le preocupaba mucho eso de la moda, pero para la gente de la tierra media, la calidad de las ropas de la chica eran muy superiores, en especial los jeans, ya que ropa de color azul era difícil de conseguir.
No sabía qué hacer con tanta tela, así que ofreció a varias mujeres hobbits que se quedasen con la mitad de sus telas, si a cambio ellas le confeccionaban trajes a su medida.
El resultado fue optimó y Hermione quedó encantada, sin embargo, decidió conservar sus zapatos deportivos ya que estos eran mucho más prácticos y cómodos que las botas humanas que algunos hobbits que vinieron del pueblo de Bree le ofrecieron.
―¡Por Merlín!, ¡¿cuál es la causa de que no salga bien?! ―gritaba al tratar de transformar unas viejas botas rotas en zapatos deportivos.
―¿Aún no te sale bien? –le preguntó Frodo.
―Todavía no lo consigo, puedo transformar las botas en tenis, pero no logro hacerlo a la perfección, nunca me puse a pensar que los zapatos deportivos implicasen tanta tecnología, como colchones de aire para evitar lesiones en el talón y otras cosas más, estoy tan frustrada ―dijo mientras se tumbaba en el suelo de espaldas.
Los tenis no eran la única frustración, trató de crear una escoba voladora, pero no tuvo mucho éxito que digamos, y ni que decir con sus intentos de crear otra varita mágica.
―Nunca pensé que la elaboración de una escoba o una varita de mago fuese algo tan complejo ―se quejaba―, mi escoba sólo levita a unos treinta centímetros del suelo y una tortuga puede ganarle en velocidad, y en cuanto a la varitas que hice, ni chispas salen de estas.
―Seguro lo lograrás pronto ―le animó Frodo.
―Sabes, en mi colegio era considerada como la más lista, ¡que estupidez!, daba la magia de las escobas y las varitas como algo por sentado, nunca me preocupe en averiguar cómo eran fabricadas, soy la vergüenza de Hogwarts.
Frodo trató de animar a Hermione diciéndole lo mucho que ayudaba en casa con hechizos como el Aguamenti o el Fregoteo, además, la animó a seguir con el plan de cambiar telas comunes de varios colores a telas finas de color azul y así ganar dinero.
Hermione sonrió ante la perspectiva de ser independiente ya que se sentía como una carga en la casa de Frodo. Al final, Frodo invitó a Hermione a ir a la taberna local y beber unas cuantas cervezas, a lo cual Hermione aceptó ya que pudo averiguar que la cerveza que se servía en esta época tenía menos alcohol que en su mundo.
Luego de pasar unos divertidos momentos en la taberna, Hermione convenció a Frodo y a Sam que lo mejor sería que retornasen a la casa ya que se estaba haciendo de noche. Al aproximarse a la casa, Sam se despidió de ellos y los dos amigos entraron despreocupados, pero pronto notaron que algo no estaba bien, todas las velas estaban apagadas.
―¡¿Conservas el anillo?! ―gritó Gandalf, mientras agarraba por los hombros a Frodo sorprendiéndolo lo mismo que a Hermione.
―Gandalf, regresaste.
―Dime, ¡¿conservas el anillo?!
―Sí, lo tengo bien guardado, pero ¿a qué tanta prisa?
―¡Deprisa, muéstramelo! ―ordenó el mago y Frodo fue presuroso a buscar el sobre con el anillo.
―Eh, disculpe, señor Gandalf, quisiera hablar con usted ―le dijo dubitativa Hermione ante la apariencia desquiciada que tenía el anciano en ese momento.
―Usted sigue aquí.
―Discúlpeme, me llamo Hermione Jean Granger y soy una bruja ―le dijo ante lo cual Gandalf la observó con los ojos abiertos y procedió a apuntarle con su báculo de forma amenazante.
―¡Gandalf!, ¡¿qué estás haciendo?! ―gritó Frodo interponiéndose entre ambos con los brazos extendidos para proteger a su amiga.
―Frodo, puede ser una agente del enemigo de Mordor.
―Gandalf, Hermione es mi amiga, y si no dejas de apuntarle con tu báculo puedes irte de mi casa ―le dijo Frodo y el mago bajó su báculo.
Hermione le explicó cómo llegó a este mundo y si podría ayudarla a regresar.
―Lo siento, pero no veo cómo puedo ayudarla en este momento, señorita Granger.
―Señor Gandalf, ¿no cree que tal vez este mago llamado Saruman podría...?
―Lo siento, pero ahora no tengo tiempo para buscarle ayuda, el anillo es lo único que importa en este momento.
Entonces, Gandalf arrojó el sobre al fuego de la chimenea y Frodo lo sacó después, con lo que pudieron comprobar que ese era el anillo de Sauron.
―La criatura gollum fue capturada por el enemigo y luego puesta en libertad, ¡este lugar ya no es seguro! Debes ir al pueblo de Bree, allí me encontraré contigo, debo ir con Saruman el blanco, a pedir consejo ―dijo Gandalf cuando escuchó un ruido tras la ventana y luego se acercó sin hacer ruido y capturó a alguien que estaba escuchando a escondidas. Esa persona no era otro que Sam, y Gandalf consideró que Sam debía acompañar a Frodo a Bree.
―Yo también voy contigo, Frodo ―dijo resuelta Hermione.
―Pero el peligro estará tras de mí, no puedes ir.
―Ya que habrá peligro, no puedo dejarles solo.
―¿Y tú oportunidad de ir dónde Saruman? ―le preguntó Sam
―Prefiero mil veces ir con ustedes, yo soy una bruja y podré protegerlos ―dijo decidida, Gandalf la miraba sonriente.
―Ella tiene razón, Frodo, el peligro será constante y confió en que la señorita Granger pueda ayudarles.
.
.
Los tres amigos partieron con prisa hacia Bree. Antes de salir de la Comarca, se encontraron con Merry y Pipin, los cuales al parecer estaban "adquiriendo" productos frescos de una huerta por lo que tuvieron que salir corriendo de allí y en su prisa, Hermione y los cuatro hobbits se precipitaron por una pendiente inclinada y llegaron de una manera nada elegante al fondo.
―¡No puedo creerlo!, ¡¿qué les pasa a ustedes dos?! ―les reñía Hermione, cuando Frodo gritó y ordenó a todos que se escondiesen a un lado del camino.
Hermione y los chicos se refugiaron bajo un árbol hueco, justo a tiempo, ya que después, un enorme caballo negro y su jinete se detuvieron justo al lado. La situación era apremiante, pero Hermione, con su varita, hizo que una roca levitara (Wingardium Leviosa) y produjese un ruido lejos de ellos con lo que el misterioso jinete se alejó de ellos.
―¡Deprisa, ahora es cuando! ―dijo Hermione y todos corrieron como locos.
Frodo tuvo que explicarles la situación a Pipin y a Merry, con lo que ellos también decidieron acompañar a su amigo.
Hermione y los demás estaban atravesando un bosque siniestro, cuando fueron descubiertos por varios jinetes oscuros, a Hermione la apariencia de los jinetes le recordó a la de los dementores con lo que se estremeció de miedo.
Hermione sabía que los caballos medievales eran bajos pero de complexión más robusta para la guerra, pero estos caballos negros no tenían nada que envidiar a equinos de carrera pura sangre de su mundo.
«Seguro el objeto de estos caballos no es la guerra sino la persecución», pensó Hermione, pero los gritos de sus amigos la trajeron de vuelta a la realidad, no había forma de que sus amigos escapasen.
―¡Incarcerous! ―gritó y uno a uno los caballos iban cayendo debido a las sogas que salían de la varita de la bruja.
Los amigos corrieron y abordaron el transportador del rio, ya estaban a salvo, al menos hasta que llegasen al pueblo.
CONTINUARÁ...
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