Llegada a Rohan

LLEGADA A ROHAN – LAS DOS TORRES


Hermione, Gimli, Legolas y Aragorn, corrían deprisa para rescatar a Merry y a Pipin. Luego de un día, Hermione estaba pálida del cansancio y del dolor, le dolía tanto el flato.

―Aragorn, debemos descansar o Hermione morirá del agotamiento ―decía preocupado Gimli.

―No..., no se..., preocupen..., ya los..., alcanzo ―decía Hermione, pero empezó a vomitar después.

Aragorn se acercó y le ofreció agua.

―Yo la llevaré ―dijo Legolas―, yo soy un elfo, no me canso cómo ustedes los mortales.

―De acuerdo ―dijo Aragorn.

―¡No! Yo todavía puedo ―dijo Hermione, pero al incorporarse notó cómo le temblaban las rodillas.

―Olvídalo, deja que Legolas te lleve ―le decía Gimli―, yo lo haría, porque, ¡tampoco los enanos nos cansamos!, pero las piernas de Legolas son tan ridículas en lo largo y así tus pies no se arrastrarán por el suelo ―dijo mirando de forma orgullosa al elfo.

Legolas se inclinó y Hermione se subió a su espalda mientras el elfo le llevaba a caballito, entonces sujetando firme los muslos de Hermione comenzó a correr.

―Lo siento ―dijo Hermione, roja de la vergüenza.

―No te preocupes, es un placer.

―¡Que no se te ocurra poner tus manos en lugares extraños, elfo! ―gritó a lo lejos Gimli, y Legolas puso los ojos en blanco, mientras Hermione se ponía todavía más roja.

―Hueles a madre selva ―decía Hermione entre despierta y dormida, Legolas se sonreía.

»Duerme, no te preocupes.

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Así siguieron tres días completos sin descansar, ni detenerse, pero los orcos no se detenían, porque los orcos son criaturas de mente simple y brutal, y mientras tengan un objetivo (generalmente el pillaje) se centran en este, olvidando el cansancio. Además, un orco aventajaba a otras razas en que podía comer cualquier tipo de comida o carne, sin importar lo asquerosa que esté, y este aspecto era lo que más le preocupaba a Aragorn, por lo que se negaba a ceder ante el cansancio y el dolor.

«Merry, Pipin, si los orcos empiezan a hambrear», pensaba Aragorn, suprimiendo un estremecimiento y siguió corriendo.

Gimli iba detrás del grupo conocedor también de las características sombrías de los orcos, el cansancio hacia que sus piernas se sintiesen a punto de reventar, pero la tozuda característica de su raza también le impedía ceder ante el cansancio y el dolor.

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Al atardecer del tercer día, los cuatro amigos seguían corriendo cuando oyeron el ruido de jinetes acercándose.

―Pueden ser los nazgul ―les dijo Hermione, con lo que Aragorn ordenó que todos se refugiasen tras un gran grupo de rocas ya que Hermione no tenía tiempo de conjurar los hechizos de protección.

El temor de los amigos fue infundado porque los jinetes resultaron ser humanos pertenecientes al reino de Rohan.

Aragorn salió de su posición encubierta y gritando llamó la atención de los jinetes.

Hermione y los demás también salieron aliviados de ver a los jinetes, cuando el rostro de Aragorn se ensombreció.

―¿Qué sucede? ―preguntó Hermione.

―El abanderado levanta la lanza en modo de ataque. Tal vez piensen que somos enemigos, no hagan movimientos bruscos y levanten las manos.

Los jinetes les rodearon y apuntaron sus lanzas hacia el grupo. Hermione y Aragorn levantaban las manos, pero no así los otros compañeros ya que la arrogancia propia de la raza de los elfos hacia qué Legolas les mirase de modo desafiante a los ojos, lo mismo que Gimli, gracias al carácter tozudo propio de los de su raza.

―¿Qué hacen un humano, un elfo y un enano en estas tierras? ―dijo el líder de los jinetes, ignorando a Hermione.

«Qué demonios, ni siquiera me mencionó, debe verme cómo una especie de gusano sin importancia por ser mujer, ¡odio la edad media!», pensaba furiosa.

Gimli contestó de mala manera al hombre y casi la cosa pasa a mayores, por fortuna, Aragorn calmó la situación explicando el motivo de su presencia en esos desolados parajes.

―¿Y llevan a una mujer con ustedes? ―preguntaba extrañado el hombre cuyo nombre era Éomer.

«¡Odio la edad media!», pensaba Hermione.

―Es la hermana de los dos niños (hobbits), que fueron raptados por los orcos.

―Claro, ya me extrañaba, pero aun así ¿qué puede hacer una triste mujer sino esperar el regreso de sus hermanos o llorar la muerte de estos? ―decía Éomer.

«¡Odio la edad media!», seguía pensando la chica.

―A mí se me ocurren otras cosas que podría estar haciendo ―dijo lascivo un jinete y los demás se le unieron en sus risas lujuriosas incluido Éomer.

«¡Odio la edad media! ¡Odio la edad media!... ¡Odio la edad media!», pensaba roja de furia.

Gimli y Legolas se mostraron enojados, pero Aragorn les ordenó con la mirada no causar más problemas.

―Aunque está más flaca que un nazgul, yo las prefiero más rellenitas ―dijo otro jinete y comenzaron las risas de los jinetes incluido su líder.

«¡Odio la edad media! ¡Odio la edad media!... ¡Odio la edad media!», pensaba verde de la indignación.

Está vez parecía ser Aragorn el que estaba a punto de perder la calma, menos mal que Éomer puso un rostro serio y comunicó a Aragorn que la suerte de los dos niños era trágica ya que la noche anterior él y sus jinetes habían atacado el campamento orco y no había quedado sobreviviente alguno.

Hermione se puso las manos sobre la boca y empezó a negar con la cabeza, esperaba que los jinetes se riesen de nuevo, esperaba que fuese una broma, pero al parecer está vez no había broma alguna.

Éomer dio a los amigos dos caballos para que se subiesen a ellos y encontrasen a los raptados, para de esta manera les diesen una digna sepultura, luego de esto él y sus hombres siguieron cabalgando alejándose.

―Aragorn, debemos ir, no creo que nuestros amigos hayan muerto ―le decía Hermione tratando de darse ánimos a ella misma. Legolas y Gimli tomaron un caballo, mientras Hermione y Aragorn tomaron otro y se dirigieron al lugar dónde les indicaron los jinetes.

Encontrar el sitio de la batalla no fue difícil debido al humo negro que salía de la pila de cadáveres. Los amigos desmontaron y Hermione utilizando Ventus, alejó el olor nauseabundo de carne quemada que había en el lugar.

Los hombres buscaban entre los restos calcinados, con excepción de Hermione que no se atrevía a acercarse.

―Es el cintillo de Merry ―dijo Gimli con una expresión de pena en el rostro. Hermione ahogó sus gemidos cubriéndose la boca con las manos, mientras lloraba a lágrima viva.

Aragorn lanzó un grito de desesperación e impotencia mientras Gimli y Legolas maldecían en sus respectivas lenguas.

―Pobre Pipin..., pobre Merry ―decía Hermione llorando y arrodillada en el suelo.

Aragorn también se arrodilló y empezó a arrancar el pasto seco cuando su rostro adquirió una expresión de concentración.

―Unas huellas, sogas rotas ―decía Aragorn mientras avanzaba y utilizaba a fondo sus habilidades de rastreador. A Hermione le vino una ola de esperanza, tal vez sus amigos aún estuviesen vivos.

Las pistas que halló Aragorn les condujeron al bosque de Fangorn, al parecer el bosque era peligroso ya que los hombres pusieron rostros de miedo ante la perspectiva de entrar en este.

―¿Tan peligroso es el bosque? ―preguntó Hermione.

―Nadie que lo haya atravesado regresó vivo para contarlo ―le dijo Legolas.

Hermione aunque era mucho más joven que ellos entró decidida a enfrentar los horrores del bosque con tal de encontrar a sus amigos, y los demás la siguieron.

Si el bosque dónde vivía la dama Galadriel era intimidante, este era monstruoso, la opresión que sentían los amigos era palpable y en un momento dado, Aragorn advirtió a los demás la presencia del mago blanco (Saruman) justo detrás de ellos.

―No le dejen hablar o nos embrujará ―decía Aragorn a Legolas y Gimli.

―Eso no es suficiente, puede realizar hechizos no verbales ―les informó Hermione en un susurro.

―Entonces ataquemos... ¡Ya!

El grupo atacó al mago apenas se dieron la vuelta, pero este les neutralizó con facilidad, primero a Hermione y después a los demás.

Una luz brillante hería a los desarmados héroes y Aragorn exigió que Saruman se mostrase ante ellos, ante lo cual la luz se extinguió y apareció Gandalf.

―¡Gandalf! ―gritó Hermione y presurosa corrió a abrazar al mago.

Gandalf les explicó que los valar le devolvieron a la vida, ya no cómo Gandalf el gris, sino cómo Gandalf el blanco. El mago en un principio parecía confundido, pero luego se recuperó, Hermione sospechaba que eran los efectos de su resurrección.

―Gandalf, debemos encontrar a Merry y a Pipin, que ingresaron al bosque ―le urgió Hermione.

―No debes preocuparte ―le dijo―, los hobbits quedaron a cargo de Barbol el ent.

Hermione se quedó con la boca abierta ya que había leído acerca de los ents en sus libros de cuentos de hadas y Gandalf se rió con ganas, luego guió a los amigos fuera del bosque y llamó a Sombra Gris, señor de los caballos y una vez llegó este, partieron hacia la capital del reino de Rohan.

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Hermione quien cabalgaba con Aragorn se enteró que el castillo era conocido como "el castillo de oro". La chica se impresionó de esto, pero quedo decepcionada al ver el castillo a la distancia, lejos de ser un castillo de murallas de oro, este lugar estaba construido íntegramente con madera y más que un castillo, tenía la apariencia de una casa comunal vikinga.

El resto de la capital tampoco impresionó a Hermione, enclavada en una colina rocosa al medio de un enorme erial dónde nada podía ser cultivado.

CONTINUARÁ...

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