Llegada a Gondor
LLEGADA A GONDOR – EL RETORNO DEL REY
Hermione cayó de bruces del mismo modo que lo hizo cuando fue al campeonato mundial de quidditch en su mundo. Al levantarse vio que estaba frente a las puertas de Minas Tirith.
―¡¿Quien va?!, ¡Identifíquese en nombre de nuestro señor Denethor! ―le gritaron los guardias de la puerta que se hallaban en almenares encima de la colosal entrada.
―Me llamo... ¡Me llamo Hermione Jean Granger! ¡Y soy la istari castaña!, ¡vengo por mandato de Mitrandir, Gandalf el gris para hablar con su señor!
Los guardias le indicaron que esperase y tuvo que permanecer frente a las enormes puertas durante varias horas hasta el amanecer.
Hermione veía la ciudad-fortaleza y se quedó sorprendida, Minas Tirith sí se parecía a los castillos de fantasía que se mostraban en sus cuentos de hadas, pero a un nivel más masivo.
Se abrieron las puertas y entró a la ciudad, algunos guardias le dijeron que la escoltarían ante el senescal y les siguió.
La ciudad era tan impresionante por dentro como por fuera y constaba de varios niveles, puertas masivas guardaban tanto la entrada de la ciudad como el segundo nivel, y el resto de niveles carecían de estas, salvo la última la cual conducía a la cima de la ciudad que consistía en una explanada horizontal cavada en la misma roca, roca que dividía la ciudad en dos grandes segmentos.
Durante todo el trayecto, suprimió la voluntad de vomitar, ya que las personas arrojaban sus desechos orgánicos por las ventanas y el hedor era fuerte, al menos en la ciudad del rey Théoden, el viento aunque frío, era constante, sin embargo, en Minas Tirith, no asomaba brisa alguna.
El castillo se hallaba en la base de la explanada, donde el viento ahuyentaba los malos olores. Entró al salón del trono y quedó maravillada por el lugar, no era de estilo barroco, sino neoclásico con pilares negros y blancos pulidísimos que daban a todo el lugar un ambiente majestuoso y sobrio al mismo tiempo.
Unas elegantes graderías color azul oscuro llevaban al trono, pero Denethor, como senescal del reino, se sentaba en la base de las graderías y veía de forma severa a Hermione.
Se intimidó por la expresión del hombre, era una mezcla entre la expresión de desaprobación de su profesora McGonagall y la clara aversión en el rostro de Snape.
―Muy buenos días, mi señor Denethor, senescal de Gondor ―le dijo solemne dándole una reverencia ―vengo por mandato de Gandalf a servirle, señor.
―¿Buenos días? ¿Consideras buenos días el hecho de que los orcos estén invadiendo mi reino? ―le dijo y Hermione sintió cómo si le hubiesen dado una bofetada.
―Disculpe, mi señor, no fue intención mía ofenderle de alguna manera, lamento mis desacertadas palabras, solo vine a ayudar en lo que mis humildes habilidades sean capaces ―le dijo y la expresión de Denethor se suavizó un poco.
―Toda ayuda es bienvenida, antes de entrar en detalle respecto a los servicios que deseas prestar a mi ciudad, me gustaría saber los pormenores por los cuales mi hijo Boromir, se encuentra en las casas de curación mientras hablamos.
―¡Entonces, Boromir está vivo! ―dijo alegre, pero bajó la vista al ver que la expresión del monarca volvía a ensombrecerse.
―Disculpe, pero me encuentro feliz que Lord Boromir se encuentre sano y salvo.
―Más convaleciente diría yo ―dijo el rey y Hermione notó como se le empezaba a quebrar la voz por la situación delicada de su hijo.
Decidió esperar a que Denethor hablase de nuevo y este una vez recompuesto, le ordenó contarle acerca de su viaje desde Rivendel. La chica se sorprendió que el hombre supiese del viaje de la comunidad y decidió contarle todo, incluyendo la venida de Aragorn.
«Lo mejor será no mentir», pensó y tuvo razón, ya que el senescal sabía de la presencia de su amigo.
―Y entonces, Mithrandir, ¿pretende traer a este montaraz de nombre Aragorn ante mi presencia? ¿Será acaso para que reclame su pretensión al trono? Es un derecho que debido al tiempo ya no le corresponde.
«Si no le corresponde, ¿por qué diablos no te sientas arriba?», pensaba Hermione.
―Mi señor, la política no me compete, sólo puedo decirle que el hombre llamado Aragorn ya guió al portador del anillo para que llegase a Rivendel, por lo que supongo que continuó el viaje con la comunidad debido a la amistad que nació hacia el portador del anillo.
Se puso muy nerviosa, estaba arriesgando muchas cosas con la información que le daba a Denethor, la seguridad de Frodo y Aragorn, el éxito de la misión, pero de alguna manera Denethor ya sabía todo esto. Lo único que desconocía era cómo había llegado Boromir a la capital de Osgiliath.
El senescal quedó complacido con el reporte de la bruja y le agradeció por la ayuda prestada a su hijo. Hermione pidió permiso a Denethor para ir a las casas de curación y este ordenó a uno de los guardias que la condujese a ese lugar.
Las casas de curación eran sitios amplios y agradables, y Hermione pudo visitar a Boromir, el cual se encontraba inconsciente por la fiebre. Las mujeres encargadas del lugar hacían todo lo que podían, pero la condición del hombre no mejoraba.
«Cómo me hubiese gustado aprender magia curativa, pero en el colegio tampoco enseñaban está», pensaba Hermione. «Aquí sólo pueden tratar fracturas o heridas superficiales, menos mal que Boromir no tiene derrame interno u otra sería su suerte, odio la edad media.»
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Se dirigió a Osgiliath y se encontró con el lugarteniente de Faramir, el capitán le informó que su señor pronto llegaría y pidió a Hermione ayudar en todo lo posible. La bruja realizó los encantamientos que hiciera con los hombres de Rohan y se dispuso a atacar a los orcos, sin embargo, la ciudad era todo un caos y Hermione no pudo hacer mucho, por lo que decidió que ayudaría mejor en Minas Tirith y decidió regresar a ese lugar. El destino impuso que cuando la bruja saliese de Osgiliath, Faramir junto con Frodo, Sam y gollum llegasen a esa ciudad.
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En minas Tirith, se puso a realizar los encantamientos habituales. En un principio los soldados se mostraron reticentes en aceptar los cascos de Hermione, pero los arqueros les convencieron de la utilidad de estos. Luego, la bruja se dirigió a las murallas y se sorprendió al ver que no tenían las clásicas defensas de los calderos con plomo fundido que tanto se veían en las películas y los libros.
―No tenemos tanto plomo, ni calderos enormes para contener el plomo ―le dijo un capitán a la chica.
―Eso no importa, lo primero que quiero que hagan, es traer los calderos normales más gruesos posibles y todo el plomo y aceite que puedan juntar.
Los hombres le llevaron todas las cosas que pidió y con el hechizo Engorgio aumentó el tamaño de los calderos e hizo que los colocasen y asegurasen en las murallas de todos los niveles de la fortaleza y que les colocaran solo unos pequeños pedazos de plomo o pequeñas cantidades de aceite. El plan de Hermione era utilizar el hechizo de Rellenar para incrementar las cantidades de plomo fundido o aceite hirviendo dentro de los calderos.
Los hombres quedaron impresionados al ver cómo cada uno de los calderos estaba rebosante de los líquidos letales, pero Hermione consideró que esto no era suficiente y fue a hablar con el senescal.
―Mi señor, el campo desde Osgiliath hasta Minas Tirith está completamente despejado y su uniforme superficie, da campo libre para que las máquinas de asedio de Sauron lleguen sin problemas, debe ordenar que los hombres construyan una serie de muros defensivos por todo el terreno para que al menos se ralentice su avance ―le decía con urgencia.
―No hay hombres suficientes y material disponible en piedra o madera para hacer lo que sugieres ―le decía el senescal con tono cansado.
―Entonces, coloquemos al menos todos los escombros posibles al pie de la muralla exterior para que las torres de asalto no lleguen hasta las almenas ―insistía Hermione.
―Haced lo que queráis, todo está perdido.
Hermione no comprendía la actitud fatalista del senescal, pero ya que le dio carta blanca para actuar, le dio una reverencia y salió del lugar, no fuese que el hombre cambiase de opinión.
No podía erigir muros con magia, pero si podía con su hechizo de Peso Pluma, hacer que los hombres llevasen piedras y maderos de manera mucho más fácil. Lástima que la ciudad era muy grande y solo pudo rodearla con un enclenque muro defensivo, tampoco pudo cavar zanjas y rellenarlas con líquidos combustibles, porque requeriría mucho esfuerzo y ni su hechizo de Rellenar bastaría para tanto volumen de líquido.
―Al menos ya colocamos los escombros en la base de la muralla exterior ―decía una sudorosa bruja, cuando le informaron la presencia de Gandalf.
La chica corrió presurosa dónde la habitación del mago puesto que la reunión con Denethor había terminado y se sorprendió de ver a Pipin con él.
―Pipin, ¿qué haces aquí? ¿Dónde está Merry?
El hobbit le explico como "tropezó" con el palantir y Gandalf le felicitó por haber organizado las defensas de la ciudad. Hermione le contó a Gandalf como Denethor sabía muchas cosas con respecto a la comunidad del anillo, en especial respecto a Aragorn.
―¿Crees que Denethor tenga espías en Rivendel? ―le preguntó Pipin.
―Eso es una idea absurda, pero estoy intrigado acerca de cómo pudo averiguar tantas cosas ―le respondió Gandalf.
―¿Y si Denethor, también tiene un palantir? ―preguntó Hermione.
―Eso explicaría muchas cosas, Denethor vio dentro del palantir y el enemigo le mostró visiones de derrota y muerte, pero esas imágenes no son el futuro, son simples trucos del enemigo.
―¿Deberíamos decírselo a Denethor?
―No, Denethor no admitiría haber sido engañado por Sauron, lo mejor es dejar las cosas como están.
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Una noche, Hermione, Gandalf y Pipin hablaban sobre la guerra y las oportunidades que tendrían Frodo y Sam de llegar a la montaña del destino.
―Forzando la vista puedes ver cómo la montaña del destino arroja lava a lo lejos ―decía Hermione.
―Gandalf, ¿crees que los nazgul vengan volando en esos monstruos alados? ―preguntaba Pipin, quien había oído que un nazgul había atacado Osgiliath volando en una especie de serpiente con alas (Faramir y sus hombres no mencionaron a nadie la presencia de los hobbits).
―No lo sé, espero que no, de lo contrario nuestra estrategia para defender la ciudad desde la cima sería inútil.
―Pero si tenemos que bajar tan sólo un nivel inferior no tendríamos una vista de todo el campo de batalla ―le dijo Hermione.
―Lo sé, la disposición de la ciudad es cómo una mano extendida hacia el frente y los muros no son curvos, sino rectos ―decía cuando un haz de luz verde salió disparada hacia el firmamento desde Minas Morgul. Hermione no pudo evitar dar un par de pasos hacia atrás lo mismo que Pipin, Gandalf los sostuvo por detrás dándoles ánimos.
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La mañana siguiente, Hermione y sus amigos vieron cómo Faramir y sus hombres escapaban perseguidos por los nazgul que montaban monstruos alados. Gandalf fue al rescate de los hombres y Hermione junto con Pipin, fueron a recibirlos. Faramir vio de forma extraña a Pipin y de esta manera se enteraron del paradero de Frodo.
―¡No puedo creerlo! Si hubiese esperado a Faramir me hubiese encontrado con Frodo ―se quejaba Hermione.
―No podías hacer nada ―le dijo Gandalf―, el destino decretó que Frodo continuase su camino sólo.
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Hermione daba los últimos preparativos para la defensa de la ciudad cuando una conmoción se escuchó en la entrada de la fortaleza.
―¿Qué está pasando? ―preguntó la bruja.
―Faramir tuvo una discusión con su padre y ahora pretende retomar Osgiliath ―le dijo Pipin.
―Es una locura, no podrán lograrlo.
―Faramir cree que podrá lograrlo con el blindaje mágico de sus armaduras, que las flechas no le harán daño.
―¿Y después qué? Ya bien se lo expliqué, que la magia no evitará que sus huesos se rompan y se desangre por dentro si es atacado con espadas o mazos.
―Aun así quiere intentarlo.
La chica corrió presurosa dónde Faramir y escuchó cómo las palabras de Gandalf no hacían eco en el hombre.
―Imperio ―susurró la bruja y Faramir mostró una mirada ausente y decidió no acometer la misión suicida.
―Mi deber cómo capitán es defender mi reino sin arriesgar la vida de mis hombres de manera irrazonable ―dijo quedo Faramir y se retiró con sus hombres a las caballerizas.
―¿Qué fue eso? ―le preguntaron Gandalf y Pipin a la vez, pero Hermione bajó la vista, se la veía deprimida.
―Es el hechizo Imperio, uno de los hechizos prohibidos en mi mundo, cualquiera que los use es condenado a Azkaban, la prisión de los magos... Y yo la use.
―No tenías opción ―le decía Pipin, mientras le frotaba la espalda para animarla.
―Es cierto, de lo contrario Faramir y sus hombres habrían ido a una muerte segura ―le respondió Gandalf sonriéndole, lo cual animó a la bruja ya que hacía tiempo que no veía al mago sonreír.
A la tarde Faramir fue a encontrarse con Hermione, se veía disgustado.
―¿Qué fue lo que me hiciste? ―le dijo con una expresión enojada.
Hermione se asustó y le dijo temblando lo que había hecho. Faramir la observaba en silencio.
―Actué de forma impulsiva luego de discutir con mi padre, ahora veo que lo que intenté fue una locura ―le dijo Faramir y se alejó del lugar.
CONTINUARÁ...
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