Fairy Tail
FAIRY TAIL
La cuarta edad de los hombres se veía promisoria gracias a los adelantos sociales que trajo Hermione, cómo la alfabetización obligatoria de todos los niños y niñas, así como otras de diversa naturaleza, también cambió el sistema de impartir justicia, no permitiría que lo que le sucedió a Tina siguiese repitiéndose.
Al pasar los años, siguió encontrando más niños con habilidades mágicas y decidió que Minas Tirith se volviese una escuela para los magos y brujas de la tierra media. Para ese tiempo hacía ya un siglo que Théoden murió, lo mismo que su esposo. Abdicó el trono del imperio a favor de uno de sus descendientes de ella se erigió como directora del nuevo Colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts de la Tierra Media.
Hermione lo hizo muy bien cómo directora del colegio, las varitas y las escobas mágicas ya no ocultaban para ella ningún secreto, sin embargo, le tuvo cariño a los báculos y siguió con ellos, los había refinado y ahora estos no tenían nada que envidiar de las varitas de su mundo, e incluso cambiaban de tamaño para su fácil transporte.
Tomó cómo prioridad del colegio la magia curativa y luego de un par de siglos, dejó su puesto de directora y ella se dedicó a desarrollar nuevos tipos de magia, le preocupaba lo que le dijo su amiga Luna sobre cómo murió su madre al tratar de hacer lo mismo, pero tomó las precauciones adecuadas. Luego de mucho tiempo desarrolló magia tan poderosa que hacía ver a los magos de su mundo natal cómo simples niños.
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Un carruaje elegante hecho de madera finísima se acercaba a la Comarca, el carruaje extraño no tenía caballos pero si un conductor que al parecer movía unas palancas para conducir tan extraña máquina. El carruaje se acercó a la plaza del pueblo, en ella había un monumento con unas esculturas de seres fantásticos e imposibles: un enano y un elfo de cuentos de hadas, un anciano mago y a su lado lo que parecía ser su bruja aprendiz, también había las figuras de unos niños, uno de ellos llevaba un anillo.
―Papá, mamá, miren es el tío Bilbo Bolsón ―decía una niña humana jalando las ropas de sus padres para que se acercaran.
―JO, JO, JO, feliz noche a todos ―decía un hombre adulto vestido con un traje dorado y verde, dicho hombre tenía un ridículo sombrero elfo, pero llevaba una larga barba blanca.
Varios niños humanos con sus padres se acercaron al hombre e hicieron fila para que sus hijos le pidiesen regalos al curioso personaje y alejase a la duende Lobelia que quería robarse las festividades.
El carruaje permaneció un minuto entero frente al monumento y prosiguió su marcha, al final, el conductor llevó el carruaje frente a lo que parecía ser un campo de cultivo inmenso. La puerta se abrió y varias personas bajaron de este, de hecho muchas más de lo que el tamaño del carruaje podría llevar, parecía cosa de magia.
Una mujer con ropas muggles se bajó del vehículo y observó los alrededores, inspiró profundo llenando sus pulmones con aire puro.
―Incluso el aire cambió, antes olía a bosque..., antes había un bosque..., y mira, allí se situaba una pequeña colina, una pequeña fogata..., una jovencita asustada...
―¿Estás segura de esto? ―preguntó un anciano y pequeño hombre.
―Sí, las cosas que eran ya no son ―dijo de manera críptica la mujer―, perdóname por hacerles venir.
―Haríamos lo que fuese por ti y lo sabes Primera, también mis niños están dispuestos a acompañarte ―dijo el anciano al ver a los acompañantes que salieron del carruaje, todos ellos eran muy jóvenes, no sobrepasaban los diecisiete años.
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En la Tierra, Voldemort y su ejército de mortifagos, dementores, hombres lobo, gigantes y demás bestias, habían derribado la última barrera que protegía Hogwarts.
―Dumbledore, creo que es el fin ―dijo Snape.
―No debemos mostrar miedo ante Tom, sino el amor que nos impulsa a defender a nuestros estudiantes ―le contestó el anciano director.
El ejército se disponía a avanzar cuando un gigante círculo mágico hizo su aparición, de este salió una mujer de unos cuarenta años junto con un anciano, detrás de ellos, unos adolescentes con miradas decididas y agresivas.
―Entonces, ¿este es el ejército del calvito de Voldi? ―dijo un muchacho de cabello rosa y abdomen demasiado muscular para su edad, mientras hacía crujir sus nudillos.
―No creas que está vez te llevaras la gloria ―dijo un muchacho de cabello negro y procedió a desnudarse con una facilidad pasmosa, él también tenía un abdomen demasiado musculoso para su edad.
―No te desnudes, idiota ―le criticó una joven cuyo cabello era tan rojo que sería la envidia de Ginny. Tenía cara de pocos amigos y vestía una especie de armadura medieval.
―Es cierto ―decía una joven rubia de generosas proporciones pese a su juventud, mientras tapaba los ojos de una niña de doce años.
―Estos idiotas, siempre saben hacer la "primera buena impresión" ―decía otro joven con el cabello en forma de erizo y muy largo, parecía que tenía varias piezas de "piercing" en un rostro feroz que indicaba que lo mejor era no meterse con él.
―Hermanita, mostrémosles a estos mariquitas lo que significa ser un hombre de verdad ―dijo otro muchacho, el cual era muy alto y muscular.
―Ara, ara ―se limitó a decir la hermana del sujeto, tenía un rostro y una figura de modelo.
―¿Quién demonios son ustedes? No me importa quienes sean, pagarán haberse interpuesto en el camino del mago más grande de todos ―les amenazó Voldemort y luego les lanzó el Avada Kedavra, pero la mujer del frente hizo aparecer de la nada un báculo enorme en forma de un signo de interrogación, dentro de su extremo, había una esfera que flotaba ingrávida y giraba, en su centro estaba un cabello de oro y plata. La maldición de Voldemort fue interceptada.
―¡No puede ser! ¡Nada puede interceptar la maldición asesina! ―dijo Voldemort y ordenó a su ejército atacar a los extraños sujetos.
Unos magos conjuraron enormes llamas que parecieron barrer con el grupo, pero estas fueron absorbidas por la boca del chico de cabello rosa.
―Que buen fuego, ya me siento lleno otra vez ―dijo dando un sonoro eructo, a continuación, se dirigió hacia el ejército de Voldemort, de sus brazos salían llamas de fuego y empezó a golpear de forma salvaje a los mortifagos.
―¡Que no te lleves toda la gloria! ―dijo el chico desnudo y juntando sus manos congeló de un solo golpe a varios magos tenebrosos.
Los mortifagos contraatacaron, pero la chica de cabello rojo generó como cien espadas alrededor suyo y dio cuenta de los enemigos.
―Me dan asco los que creen que exterminar la vida de los demás es algo placentero ―dijo la pelirroja.
Varios dementores se acercaron, pero la chica rubia saco una llave y convocó a varias bizarras criaturas que exterminaron a los espectros.
―¡Criaturas del zodiaco, ataquen! ―decía la rubia.
La niña que se hallaba a su lado parecía que no podía hacer daño a nadie, pero en ese momento de su boca surgió una especie de remolino que acabó con varios enemigos al mismo tiempo.
―¡Aliento de la asesina de dragones! ―gritó la niña de cabello negro y largo, mientras unos gatos parlantes y alados la animaban.
El muchacho sombrío con pelo de erizo transformó su cuerpo en metal y lanzó los ataques más salvajes hasta el momento.
―Les advierto que a diferencia de estos perdedores magos de pacotilla, yo no soy una buena persona, morifagos de mierda.
Unos brutales hombres lobo avanzaban pero el muchacho alto y muscular se transformó en una bestia que hacía ver ridículas y enclenques a los licántropos.
―¡Esto significa ser un hombre! ―gritó el muchacho bestia y de un solo golpe colosal, mató a unos veinte licántropos.
Bellatrix se dirigió ante la chica de aspecto inocente y rostro de modelo.
―Ara, no me gusta pelear ―decía la inocente jovencita, pero en eso se transformó en una especie de demonio alado con ojos sedientos de sangre y violencia, agarrando a la mortifaga la despedazó sin compasión alguna.
Unos gigantes se acercaron, pero el anciano y pequeño mago se transformó en un gigante aún más formidable.
―¡Se atreven a atacar a mis niños! ¡No esperen ser juzgados por leyes de magos, sino por la ley de mi furia!
La batalla fue cruel y el ejército de Voldemort no podía hacer nada contra los extraños magos que no sólo usaban magia sino también ataques físicos con una furia y brutalidad digna de salvajes enloquecidos.
Voldemort atacaba a la desconocida con varios hechizos, pero la mujer de mediana edad los interceptaba todos.
―Yo te recordaba más fuerte ―le dijo con una sonrisa y el ceño fruncido.
―¿Quién demonios eres tú? ―le dijo Voldemort que no podía creer el poder de su contrincante.
―Que lastima, tan joven pero encauzado solo a destruir a los demás ―dijo la mujer y levantó su báculo.
»¡FAIRY LAW! ―gritó y el cielo pareció despejarse y pese a ser de noche varios haces de luz enormes cayeron en todo el campo de batalla, incluyendo Hogwarts.
El horrocux que se hallaba en el castillo fue destruido, junto con los otros que tenían Harry y Ron, de hecho, el horrocrux que estaba en el interior del muchacho también se desintegró sin lastimar al joven. En el campo de batalla, la luz destruyó la esfera protectora de nagini y también destruyó a la serpiente, igual suerte corrieron todos los integrantes del ejército de Voldemort.
―¡No puede ser! ¡La profecía no contemplaba esto! ―gritaba Voldemort.
―El futuro no es una línea recta, son varias líneas que se cruzan, siempre hay un futuro que podemos elegir para nosotros, pero tú te cerraste a esa posibilidad ―le dijo la mujer con expresión seria en el rostro.
El cuerpo de Voldemort se transformó en piedra y luego se desmoronó convirtiéndose en polvo que fue llevado por el viento.
CONTINUARÁ...
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