Una idea brillante
Después de un paseo durante la merienda que se llevó a cabo el miércoles siguiente en palacio y dos bailes más durante el baile de el conde de Cherad, en todo el país ya se hablaba de la nueva pareja de moda, y de una futura boda real.
Eleanor era ajena a todos esos comentarios, o más bien, quería ser ajena. Lo único que sabía era lo que su padre, muy orgulloso, le comentaba, o lo que Maggie, a pesar de su insistencia de que no quería saber nada, le retransmitía.
En cuanto al príncipe James, su pensamiento era el mismo que la primera noche que lo conoció. Pero debía reconocer que era un buen actor. Había hecho creer a una gran parte del reino que su etapa de vividor despreocupado había acabado y estaba sentando la cabeza. Claro que eso solo pasaba de cara al público. Los pocos momentos que se había quedado solo con Eleanor le había demostrado a la joven que eso no era así, bajo de aquella capa de príncipe ideal, se escondía un joven rancio, sarcástico y desagradable.
La salud mental de Eleanor se había visto gravemente afectada desde hacía dos semanas. La mayoría de las noches se las había pasado llorando, e incluso, había pensado fugarse, o quitarse del medio. Pero su familia la necesitaba, y aunque su padre fuera un necio, sus hermanos eran lo mejor que la vida le había dado y por ellos seguiría adelante.
El martes siguiente aunque era un día soleado, en la casa del marqués de Delling el ánimo estaba un poco decaído, dado que faltaban solo un par de días para la marcha de Charles.
Eleanor se encontraba sentada en el banco junto al olivo del jardín, leyendo. Era su lugar favorito de toda la casa. Su madre lo había hecho construir cuando nació Henry, decía que era el mejor lugar para descansar un rato del barullo de la casa y estar tranquila con su hijo en brazos. Aunque ahora al casa era bastante más tranquila que en aquellos tiempos, porque el personal había disminuido mucho por la falta de dinero, y ya no se recibían tantos invitados, ese banco la transportaba a cuando era pequeña y su madre les leía libros a ella y a sus hermanos en las tardes soleadas de primavera.
Aunque la paz duró poco cuando un terremoto rubio irrumpió en escena.
- ¡Sabía que estarías aquí!
-¿Maggie? ¿Qué ocurre? - Eleanor bajó los pies del banco y dejó el libro a un lado.
- Mis padres me quieren casar. ¡Con el viejo, arrugado y repelente duque de Serardy!.
- ¿Qué? Si ese señor podría ser tu abuelo.
- Ya lo sé. - Maggie que había llegado bastante acalorada, como si hubiera corrido sin parar desde su casa hasta llegar a la casa de los Delling, se desplomó al otro lado del banco.
- ¿Y por qué ese afán de tus padres ahora por casarte con él?
- Si les da igual con quién, pero él es el hombre con mejor posición social que ha pedido mi mano.
- ¿Pero por qué ya? Siento tanta pregunta amiga, pero no lo entiendo.
- Según ellos, dicen que tengo que madurar, que con 20 años ya tengo que aprender a comportarme como una mujer, que sigo comportándome como una niña, que el viaje a Francia no ha conseguido lo que ellos querían, bla bla bla... - Maggie de una forma bastante exagerada iba enumerando razones por las que sus padres le habían impuesto una boda.
- ¿Y se piensan que casándote lo van a arreglar? - Eleanor miró a su amiga con una media sonrisa, esa chica no iba a madurar nunca.
- Oye. - La aludida miró fatal a la pelirroja, aunque poco a poco les comisuras de sus labios se fueron levantando, hasta acabar en una sonrisa. - Tienes razón.
Ambas rieron.
- Pero no me quiero casar con ese señor. En Francia, mi prima la que está casada, me explicó como se hace para quedarse embarazada, y no quiero hacer eso con ese anciano.
Eleanor rio por lo bajo, con dos hermanos mayores, sabía perfectamente de lo que estaba hablando su amiga.
- ¿Qué podemos hacer Ely? Ahora es un buen momento para que se te ocurra una de esas ideas tuyas. O por lo menos ayúdame a escapar sin que me descubran, cómo cuando te fuiste a casa de tu tía Mary sin que tu padre se enterara.
- ¡Eso es! Eres muy lista.
- ¿Me vas a enviar a casa de tu tía Mary?
- No. ¿Pero que te parecería casarte con el hijo de un marqués?
- ¿Qué tienes en mente?
- Trae a tu hermano. Nos vemos lo antes posible en el salón principal de mi casa.
- ¿Es una buena idea?
- Es la mejor idea que he tenido nunca. - Eleanor sonreía satisfecha. - Voy a buscar a mis hermanos.
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