Sí quiero
- ¿Qué dices? ¿Cómo podía saber mamá lo que iba a ocurrir?
- ¿Conocéis todos a la tía Mary, no? - Preguntó Eleanor sin hacer caso a la pregunta de su hermano mayor.
- ¿La misma tía Mary qué padre odia porque según él nos ha robado? Sí, la conocemos.
- El caso es qué no nos ha robado. Lo único que ha hecho ha sido custodiar nuestras propiedades.
Así empezó Eleanor a contarles a sus hermanos, y a su vez a los hermanos Kingsford, el contenido de la carta de su madre y lo que ella descubrió durante su escapada secreta para ver a la tía Mary. Y es que, Amanda Balder conocía muy bien a su marido y sus actividades relacionadas con el juego, por eso antes de morir, le entregó las propiedades que sus padres le habían dejado a ella a Mary, para que ella las protegiera hasta que los niños se casaran y les hicieran falta. Todo esto, además, se lo ocultó a su marido, ya que tenía claro que seguramente intentaría expropiárselas para lucrarse él.
- Mamá nos guardó tierras porque sabía como era padre. - Charles miraba boquiabierto a su hermana, aún sin poder procesar la información. - ¿Y qué te dijo al tía Mary?
- Me enseñó las propiedades, y me contó su versión de la historia.
- ¿Y sabes que nos dejó a cada uno?
- Según lo que me contó Mary, Henry y Charles tenéis una casa de campo cada una con tierras. Charles tiene menos que tú, Henry, porque su casa es más pequeña. Pero si te parece bien, me encantaría darle mis tierras de olivos a Charles. Yo no las voy a necesitar, quiero decir, seguramente me case con un príncipe, y os hacen más falta a vosotros.
- Me parece una genial idea hermanita. Doy mi consentimiento como futuro marqués.
- ¿Lo decís en serio? - Charles tenía los ojos llorosos.
- Claro que sí. - Henry se levantó, se acercó hasta dónde estaba su hermano, y le puso una mano en el hombro, como señal de apoyo.
- Yo que pensaba que os queríais librar de mí cuanto antes. - Dijo Charles, intentando quitarle hierro al asunto, pero seguidamente miró a sus dos hermanos bastante conmovido. - Gracias.
Eleanor y Henry hicieron un movimiento de cabeza como respuesta.
- ¿Y Gerd y Hans?
- Hectáreas de tierra como yo. Al ser más pequeños creo que madre pensó que podríamos ayudarlos nosotros cuando crecieran.
- Bastante lógico por su parte.
Toda la sala se quedó en silencio, hasta que Oliver carraspeó.
- Bueno Charles, ¿hay algo qué quieras preguntar?
Charles levantó, se puso recto y se dirigió hasta Maggie. Cuando estuvo delante de ella, se aclaro la garganta e hincó la rodilla derecha.
- Margaret Claudia...
Eleanor estaba mirando la escena bastante divertida al mismo tiempo que conmovida, porque sabía que este momento llegaría pero nunca se lo había imaginado así, cuando de repente se acordó de una cosa.
- ¡Espera! - Cortó a su hermano.
- Eleanor, por el amor de Dios, ha sido idea tuya.
- No es eso. Toma. - Eleanor se acercó hasta donde se encontraban su hermano y su mejor amiga, y se quitó uno de los anillos que adornaban su mano desde tiempo inmemorables. - Era de mamá.
- Es verdad. El anillo. Gracias hermanita.
- Ahora sí, puedes continuar. - Y dicho esto volvió hasta dónde estaban su hermano mayor y Oliver.
- Margaret Claudia Kingsford, ¿aceptaría casarse conmigo?
- Sí. Sí quiero. - Maggie abrazó a Charles, quién al no esperarse ese gesto por parte de la chica, abrió los ojos de par en par, pero finalmente reaccionó.
Eleanor daba palmadas y pequeños saltos, rebosando felicidad, y los dos hermanos mayores lucían una de sus mejores sonrisas mientras presenciaban el abrazo entre sus hermanos pequeños.
De repente Maggie se separó bruscamente de Charles.
- Que sepas que solo lo hago por no casarme con ese viejo.
- Claro. Yo igual. Quiero decir, para no ir a la guerra.
- Ahora, mejor será que se lo digamos a los padres. - Oliver se acercó a su hermana bastante serio. - ¿Estás lista?
Maggie movió su cabeza de arriba a abajo. Entonces el bello rostro serio de Oliver cambió hasta aparecer una amplia sonrisa. - Madre se va a poner muy contenta.
Amanda y la madre de Margaret y Oliver siempre habían deseado que algunos de sus hijos se comprometieran para así poder ser familia de verdad. Lo habían deseado incluso antes de estar casadas y tener hijos, y aunque la difunta marquesa ya no estuviera, la duquesa se pondría muy feliz.
- Tienes razón. Vamos. Esta tarde vendremos y os diremos que nos han dicho nuestros padres. - Dijo Maggie a los Balder.
- De acuerdo. - Contestaron los tres a la vez.
Cuando los hermanos Kingsford se habían marchado, Henry le dio un fuerte golpe a la espalda a su hermano y le dijo:
- Tendremos que hacer lo mismo.
- Sí.
- Chicos... - Empezó Eleanor.
- No le decimos nada a padre de las propiedades de mamá. Tranquila. - Las mismas palabras salieron de la boca de sus dos hermanos y ella sonrió satisfecha. Ocurría muchas veces, era como si se los tres se pudieran leer la mente.
Sus hermanos se marcharon y Eleanor se quedó sola en el gran salón. Se acercó hacia el balcón que daba al jardín y se apoyó en la barandilla mientras disfrutaba de las vistas.
Pasado un buen rato volvieron a tocar a la puerta.
- Adelante. - Dijo Eleanor esperando la entrada de sus dos hermanos con buenas noticias.
Pero junto a sus dos hermanos, se encontraba su padre, el rey, el príncipe James y unos diez soldados reales.
Eleanor sabía que ese momento iba a llegar, pero había esperado que no fuera tan pronto.
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