Cartas del cielo


- Eleanor. ¿Qué pasa? ¿Qué es eso tan importante?

Eleanor había hecho llamar a sus dos hermanos mayores para que acudieran al salón. El salón era una de las habitaciones más grandes de la casa. Sus paredes, antes de un azul brillante, habían perdido intensidad con el paso de los años, y estaba amueblado con un sofá y unos cuantos sillones, donde también se notaba el paso del tiempo.

- ¿Vas a hablar o es que te has convertido en una religiosa con votos de silencio sin decírnoslo? - Charles se veía molesto ante el silencio de su hermana.

En ese momento alguien tocó a la puerta.

- Adelante.

- Señorita, tiene visita. - Hellen, el ama de llaves de la casa, asomó su cabeza por la puerta.

- Hazlos pasar Hellen. Los estábamos esperando.

Margaret, seguida de su hermano Oliver, entraron en la sala. Oliver era casi tan alto como Henry, pero compartía los cabellos dorados y la belleza de infarto con su hermana.

- ¡Oliver! - Henry se levantó del sofá y fue a saludar a su mejor amigo.

- ¿Sabes qué ocurre?

- Ni idea. - Ambos miraron a Maggie, quién se encogió de hombros, reflejando su desconocimiento.

- Perfecto, ya estamos todos. Tomad asiento por favor. - Eleanor se levantó de la butaca dónde había estado sentada todo el rato.

- Bueno, parece ser que no va a ingresar en un convento. Menos mal. - Ese comentario de Charles se ganó una mirada de desaprobación por parte de su hermana.

- Tengo una idea. - Continuó ésta.

- No me gusta esa frase. - Dijo Henry tapándose la cara con una mano.

- Hermanita, como te digo esto sin que te ofendas... Tus ideas, salen mal. Siempre.

- No siempre.

- Casi siempre. - Charlie miraba muy serio a su hermana.

- Esta saldrá bien. Tengo un buen presentimiento.

- Bueno, sorpréndenos.

Eleanor les relató a sus dos hermanos, con ayuda de los hermanos Kingsford, la idea de los padres de éstos últimos de casar a la más joven de la familia.

- Entonces, cómo a los duques no les importa con quién casar a su hija, he pensado... Charles, ¿Qué te parece casarte a ti con ella?

- ¡No! - Los dos aludidos se levantaron de golpe.

- ¡No me voy a casar con él!

- ¡No me voy a casar con ella!

- A mi me parece una buena idea, o ¿prefieres casarte con ese viejo baboso? - Le dijo Oliver a su hermana.

- No, pero...

- A mi también me parece una buena idea. - Intervino el mayor de los Balder. - Así te librarías de ir a la guerra, y a padre lo harías muy feliz porque se libraría de ti.

- ¿Crees que padre se alegraría de librarse de mí? Soy su hijo. - Charles parecía bastante ofendido por las últimas palabras de Henry.

- Chuck, a ver como te lo digo yo esto a ti, sin que te ofendas. - Dijo Henry, empleando el mismo tono que su hermano había utilizado unos minutos antes con Eleanor.- Te ha acusado de robarle y te quiere enviar a la guerra donde una posibilidad es que mueras. Eso me hace sospechar que no te quiere tener muy cerca. 

- Pero yo no le disparé a mamá. - Charles tenía los ojos llorosos, parecía que se le había olvidado que en esa habitación habían tres personas más a parte de su hermano mayor, qué miraban la escena con el corazón encogido.

La muerte de la difunta marquesa fue un duro golpe para toda la familia, y también para los Kingsford.

Ocurrió siete años atrás. Era el primer baile al que asistía Charles, pero a mitad del baile se empezó a encontrar mal y, aunque Henry insistió en llevarlo él a casa, la marquesa no le dejó. Ambos se subieron al carruaje, pero desafortunadamente, fueron asaltados por un grupo de vándalos, quienes le dispararon a Amanda Balder. La marquesa estuvo agonizando durante una semana pero finalmente sus ganas de vivir no vencieron a la infección que se le había formado en la herida.

- Lo sabemos. Madre solo quiso protegerte. Pero él no lo ve así...

Charles movió la cabeza de un lado a otro, como si así despejara los pensamientos sobre la muerte de su madre, y se puso en pie.

- Bueno, que no. Que no me caso.

- ¿Prefieres ir a la guerra que casarte conmigo? - Maggie también se levantó, bastante herida por esas palabras.

- Lo hago por ti, me odias.

- No te odio. Tú me odias a mí.

- Yo tampoco te odio.

- ¿Entonces por qué me tratas así?

- Porqué...

- Todos sabemos porqué os tratáis así, incluso vosotros lo sabéis, aunque nos os queráis dar cuenta. - dijo Eleanor entrometiéndose en la conversación.

- Al final tendrá razón el dicho de que el amor es ciego. - Henry miraba a la pareja, que se estaban mirando sin articular palabra, como si fuera la primera vez que se vieran de verdad.

Al oír esas palabras, Charles se aclaró la garganta y se giró hacia su hermana.

- Y si nos casáramos, ¿Cómo podría mantener a mi nueva familia? No se si te acuerdas, pero no tenemos dinero, aunque papá le haga creer al resto del mundo de que sí.

- Ahí tiene razón Chuck, tu plan tiene lagunas El.

- Es cierto. Y con la dote que os darán nuestros padres no os dará para vivir mucho tiempo. - Oliver hizo una de sus cortas intervenciones.

- Ahí es dónde le tengo que dar las gracias a Maggie. Vosotros dos - dijo mirando a sus dos hermanos - ¿Habéis leído las cartas que nos dio mamá a cada uno antes de morir?

- No. - Contestaron al unísono.

- Se supone que debíamos abrir esas cartas antes de casarnos, el día de nuestra boda.

- Y como has podido comprobar, ninguno de nosotros se ha casado. - Dijo Charles mirando a su hermana, como si a ésta le costara entender las cosas.

- Ya lo se. Pero yo no me pude aguantar y hace años que leí la mía, pero se me había olvidado. Y es que mamá era una visionaria. Ella nos lo solucionó todo hace siete años.

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