Odio

—¿Por qué no eres capaz de dejarme en paz? —La pregunta esconde un ruego—. ¿No te fue suficiente destruir mi autoestima, engañarme, manipularme y dejarme tirada como una colilla? Yo me olvidé de ti.

—Claro que te olvidaste de mí. Después de arruinar mi reputación y lograr que me convirtiera en un paria. Extrajiste de mí todo lo que querías. ¡Ahora te devolveré la cortesía quitándotelo todo! Y que sepas que la tortillera de tu amiga Kay ¡será la siguiente! ¡Vais a pagar todos por lo que me habéis hecho!

—Por favor. Deja a Rick que se vaya. Quédate conmigo y hazme lo que quieras. Yo soy la culpable, ¡no él!

—No, mi querida Thee. Si hiciera eso contaría todo lo que ha pasado. ¿Cuánto crees que tardaría la policía en detenerme? Hasta es posible que me extraditaran y que en casa me sentenciaran a muerte. Te aseguro que eso no es justo lo que está dentro de mis intereses.

Gareth mira a su alrededor, buscando no sé qué. Me da miedo lo que se le pueda estar pasando por la cabeza. Es un loco desequilibrado y puede matar a Rick en cualquier momento. No debo parecer una amenaza. Tengo que seguirle el juego y buscar la oportunidad de dispararle...

No puedo creer que hayamos llegado a esto. ¿Desde cuándo considero que usar un arma pueda ser una opción plausible para algo? Tiene que haber otra forma. Tengo que convencerlo para que nos deje en paz.

—¿Por qué mataste a Pamela?

—No me digas que te importa esa estúpida. ¡Te quería muerta! Pero al final, se arrepintió y sabía demasiado.

—¿Tal y como la camarera de piso?

Gareth exhaló una risa sardónica, mientras sacudía la cabeza.

—Todo eso es culpa tuya. Todas las muertes, todos los daños de hoy, de los días pasados y los que van a venir, ¡recaerán sobre tus hombros!

Aquella manipulación habría tenido efecto en la Athena que había sido con él. Hoy no. En la persona que he construído duramente en este par de años, no. Si no que me enfurece más. ¡Cómo se atreve a culparme por lo que él está haciendo!

—Me das asco —espeto.

Jamás sentí nada parecido por nadie. Litmanen y Johnson —y otro conjunto de periodistas y gente afín de este mundo— me inspiraron sentimientos negativos que quedan muy por debajo de lo que Gareth provoca.

—¿Con que asco? —La expresión en su rostro me hace esperar lo peor—. Vamos a jugar un poco. Quítate la ropa.

—¿Cómo?

—¡Quítate la puta ropa! —exclama con tanta agresividad que doy un paso atrás—. Ha desaparecido el arma del bueno de Collin, así que la debes de tener tú. Y, para asegurarme que no me engañas y la escondes donde no pueda verla... te desnudas y resolvemos ese dilema.

Es repulsivo la forma en la que me mira y me desnuda con la mirada. No sabes cómo me arrepiento de, siquiera, haber hablado con él.

—No —digo con un débil tono de voz—. No pienso hacer nada hasta que sueltes a Rick.

—¿Te crees que estás en posición de negociar con alguien? Si me tocas los cojones un poco más, ¡lo mato y se termina el juego! —El grito resuena en la sala. Segundos después su rostro desencajado se transforma en uno más relajado con una sonrisa macabra. ¿Cómo no pude ver qué clase de persona era?—. Vamos, Thee. Por los viejos tiempos. Bien que te gustaba que te follara como una puta. ¿Tu novio lo sabe?

—Cierra la boca —le ordeno.

—Hacías todo lo que yo te pedía. ¡Todo! Debería de haber esperado y haberte follado con mis excompañeros de equipo, como tanto fantaseaste. Puta.

Shut your fucking mouth! —exclamo.

Mi atrevimiento provoca un rápido movimiento de Gareth que clava el kris en el costado de Rick.

El grito de dolor y miedo, sobre todo, resuena en el lobby. Rick trata de llevarse las manos a la herida pero la forma en la que lo tiene agarrado Gareth se lo impide. La punta de la daga gotea la sangre que mancha el cuello y la camiseta de mi novio, que no puede contener las lágrimas.

—¿Ves lo que me has obligado a hacer? ¿Vas a hacer lo que te pido?

—Hazlo, Thee —pide Rick, entre lamentos. Antes de que pueda reclamarle nada agrega—: Es la única forma que tiene para conseguir que una chica se desnude: amenazándola.

—Rick... —¿Se ha vuelto loco?

—¡Qué coño te crees que dices! —exclama Gareth y lo estampa contra la pared y le pone el kris a la altura de los ojos.

Entonces lo veo claro: me ha dado esa oportunidad para sacar la pistola y disparar.

Lo hago como tantas veces lo hice en Killing Floor, rápido y segura. No obstante, en la televisión usas armas con balas de fogueo. En esta situación, si disparo, hay consecuencias.

Gareth se da cuenta del fugaz movimiento y primero le da un puñetazo a Rick que lo deja en el suelo confuso e incapaz de moverse.

—¿Vas a dispararme? ¿Tú? —se burla. Mis manos tiemblan. Si disparara, la bala podría terminar en cualquier lado—. ¡Vamos, Athena! Deja eso para los hombres o para tu amiguita Kay. Ella sí tendría los huevos de disparar. ¿Quién eres comparado con ella? ¿Con cualquier otra mujer? ¡Nada! ¡Yo fui quién te hizo lo que eres hoy! ¡Todo me lo debes a mí!

—Ti-tienes razón —reconozco, mientras bajo levemente la beretta.

De repente la siento pesada. Kay siempre ha sido una mujer que ha sabido enfrentar mucho mejor las dificultades. La envidio por tantas cosas... Si ella hubiera estado en mi lugar, este cabrón ya estaría en el suelo con un cargador vacío sobre él.

—Tú eres quién me llevó a este punto hoy. A convertir mi vida en un infierno durante casi cuatro años. A destruir mi autoestima, pensando qué era menos que tú, que no era capaz de nada sin ti. Te creíste que yo era de tu propiedad para usarme como te diera la gana y dejarme cuando te cansaras de mí. No obstante, te equivocas en una cosa: yo sí tengo los ovarios de disparar.

Los ojos de Gareth se abren de par en par al verme levantar la pistola. La detonación reverbera por dos veces y acierto en cada uno de sus hombros. Un tercer disparo impacta en su rodilla derecha. Gareth cae sobre el suelo marmolado del lobby entre la incredulidad y dolor.

—¡Hija de puta! ¡Mátame o te juro que volveré a por ti! ¡Te juro que terminaré lo que empecé!

—No. No lo harás.

No me contengo y le doy una patada en la cabeza que le hace perder el sentido. Busco entre sus bolsillos, recupero su móvil. Lo desbloqueo con sus huellas y me encuentro con una app que controla los inhibidores. Los desactivo y llamo a emergencias. Es sólo cuestión de tiempo que lleguen las ambulancias y la policía.

Corro hacia Rick que me mira con admiración. Esa es una de las muchas diferencias entre ellos dos. Rick me adora, me valora, me hace sentir bien conmigo misma y con todas las decisiones que tomo. Le encanta cómo soy y si algo no le gusta me lo dice de buenas maneras.

Nos hemos peleado muchas veces. Hace más de un año que estamos juntos y sería extraño que no tuviéramos diferencias. Aún así, siempre me ha respetado, no ha tratado de ganar con su argumento ridiculizándome. Hemos sabido discutir. Entendernos incluso cuando no comprendíamos las ideas del otro. Aceptarnos, abrir nuestros puntos de vista. Convertirnos en una pareja de bien.

Donde en Gareth había odio, en Rick sólo había amor.

¿Quién se esperaba que Thee disparara? Yo, como es normal, ja. Athena es mucho más decidida y valiente incluso de lo que ella se imagina.

¡Qué bonito es también tener a una persona a tu lado que te acepta como eres y que te anima a ser mejor, no a ser distinta! Eso es amor también.

Pero... ¿se terminó ya el relato? ¡No! Os espera un capi más. Seguir con él. Mwajajaja.

Gracias por acompañarme y comentar. =)

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