Are you scared yet, Athena?
Salgo del coche y me encuentro con el cuerpo de una mujer estrellado en el parabrisas. En las pelis se suelen ver en bastante buen estado, contusionado y mucha sangre por todos lados. En Killing Floor había un episodio con una escena muy similar y, aunque el trabajo de maquillaje era excelso, la realidad es muy distinta y tan desagradable que una arcada me obliga a vomitar.
—No-no puedo creer que esté pasándonos esto... ¡Dime que es una broma!
—Me encantaría, pero no puedo. No entiendo... —responde Rick, confundido.
El recepcionista reaparece y viene corriendo de nuevo. Dada la oscuridad reinante no puedo ver su expresión, aunque sí escucho un suspiro de decepción.
—Esto no es bueno —dice y se da la vuelta.
Saca un teléfono de su bolsillo, se aleja y llama a alguien. ¿Estará hablando con la policía? Aquello sería lo mejor que nos podría pasar. Llegarían en unos pocos minutos y se encargarían de llevarnos a casa, sanos y salvos.
Cuando vuelve no dice nada. Se inclina sobre el cadáver y cuando hace un amago de agarrarlo, lo freno.
—¿Qué te crees que estás haciendo? No puedes tocarlo hasta que la policía no llegue.
—La policía no va a venir.
—¿Con quién hablabas? —pregunta Rick. No me gusta ver su rostro claramente asustado. Mira en derredor como buscando algo. ¿Estamos en peligro?
—Con el dueño. Me ha pedido que lleve el cadáver al interior para evitar que las pruebas se disuelvan.
—No hace falta mover el cuerpo para eso. Se tapa con una funda y ¡listo! —reclama.
—¡Que se lo lleve! —exclamo, mientras pongo una mano sobre el hombro de Rick quien me mira confundido. Parece un poco sobrepasado por la situación —lo que es normal más que normal. No todos los días te encuentras cadáveres.
Creo que es lo mejor que puede pasar. Mientras este tío carga el cadáver al interior, nos vamos corriendo. Si se creen que, porque se haya reventado nuestro coche, no tenemos escapatoria, están muy equivocados. ¡Si tengo que irme corriendo hasta nuestra casa, lo haré sin problema!
—Estás segura. No es lo que...
—Deja que se vaya. —El tono que uso es suficiente aleccionador para que se dé cuenta de que nos interesa quedarnos solos. Una vez ocurre lo apremio—: ¡Vámonos ya!
—¿Andando?
—Sí, joder. Tenemos que irnos mientras podamos.
Por suerte voy con ropa cómoda. Entre todas las cosas que he descubierto de ir encubierta en mitad de Málaga es que poca gente se fija en ti de jeans y camiseta discretita. Cuanta más llamativa es la ropa que vistes, más atención atraes. Y eso en las ciudades con tanto caudal de gente como ésta, multiplica su efecto.
Hoy, siguiendo esa costumbre, llevo unos jeans azules, una camiseta con una W multicolor en el pecho, una sudadera con capucha de color negra con una flor a la espalda hecha de lentejuelas y unas converse negras de botita. Aseguro mi mochila donde, además del móvil, llevo todo los elementos que una mujer necesita para estar preparada —mi monedero, unos frasquitos de perfume, un brillo labial, un pequeño set de maquillaje, pañuelos y, durante estos días, unos cuantos tampones.
—¡Vamos! —apremio mientras corremos a la cancela por la que pretendo salir—. What the fuck! ¡La puta puerta no se abre!
—¿En serio? —Como todo hombre, Rick trata de empujar y tirar de ella para ver si no lo hice con suficiente fuerza—. Joder, es cierto.
—¿Crees que podríamos subir por ella?
—Creo que sí... Al menos tú, si te apoyas en mí.
—¿Y tú te vas a quedar? ¡No puedo abandonarte!
La idea de dejar aquí a Rick a su suerte me aterroriza más de lo que esperaba. Si le llega a pasar algo mientras busco ayuda...
—¡Llama a la policía! —exclamo.
—¿Te parece que sea el mejor momento? Podemos saltar al otro lado y...
Una figura oscura se planta ante nosotros a unos diez metros de distancia. No es tan corpulento como la montaña, pero que no pueda distinguir ninguna facción ni característica me atemoriza más de lo que esperaba. No hace nada. No se mueve. No dice nada. Tan sólo está parado frente a nosotros.
—¿Quién coño es este? —Mi pregunta suena menos agresiva de lo que me gustaría.
Da un paso corto y firme. Ahora la luz ilumina una máscara de una terrorífica cabra con la que cubre sus facciones. Eleva su mano izquierda y vemos un kris —una daga de hoja ondulada originaria del sudeste asiático— todavía con manchas de sangre.
—Oh, God —gimo.
—Are you scared yet, Athena?
La verdad que es para estar un poco asustado si alguien se te presenta así.
¿Quién es el de la máscara de cabra? ¿Por qué quiere matar a Athena?
¿Por qué el corpulento recepcionista no avisó a la policía?
Muchas preguntas que ahora no tiene respuesta. ¿Qué pensáis vosotr@s?
¡Gracias por vuestra compañía y comentarios!
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