XXX. Tiempo muerto.

DEREK

Viernes 30, Septiembre 2016.

¿No pensabas decirme o qué, Derek? ¿Creías que no me iba a dar cuenta? —La voz de mi hermana detona su enojo hacia mi persona y no es por menos.

Supongo que debería haberle avisado que me estaría yendo por unos días a Los Ángeles, para ver a mamá y papá, y a los abuelos. Para alejarme un poco de todo.

De Brisa, pero ese no es un pensamiento que quiera compartir.

Tristán me dice que va a buscar el auto que nos encargó para empezar a subir las maletas, le doy una sonrisa pequeña y distante. Aunque se merece más que eso, ya que es mi acompañante por estos días aun cuando no tiene la obligación.

—No te dije porque no quiero cargarte con más cosas, Ela. Estas con rehabilitación y terapia. No quiero que te preocupes de más.

Ya suenas como Leo —responde aún más enojada, puedo imaginármela haciendo pucheros—. Voy bien en ambas cosas, no es que necesites que te lo diga porque Leonardo se ocupa de mantener a toda la familia al tanto al parecer.

Ruedo mis ojos ante la mención de la nueva sobreprotección que tiene Leo, mi cuñado, por la salud de mi hermana. Tanto física como mental.

Ela había ido a terapia por lo sucedido a principios del año y todo el drama pasado que surgió de eso, pero ahora había vuelto para lidiar con la muerte de nuestro hermano. Su mellizo. Cuyo cumpleaños se acerca con rapidez, lo que provoca malestar en todo mi ser. Porque él no va a estar.

Nunca más va a estar.

...no puedes desaparecer, Derek, quiero que me llames. Estamos juntos en esto, ¿sabes? Y no te olvides de que te amo mucho.

— ¿No me vas a decir más te odio, hermanita? —Mi tono quiere aparentar ser casual, pero ambos sabemos muy bien porque está evitando decir eso.

¿Así como evitas decirme mocosa, Derek? —Suspiro ante sus palabras y ella se arrepiente de inmediato—. No me des bola, perdón. Solo estoy frustrada.

— ¿Aun no sale del hospital?

Aún está en terapia intensiva con respirador, Derek, no creo que salga de esa en mucho tiempo. Si es que sale.

Aprieto mi mandíbula ante esas noticias. Nada me gustaría más que el inútil tirador que mato a mi hermano salga de su deplorable estado y enfrente justicia. Porque sabes que se encuentra entre medio de la muerte y la vida no es suficiente.

Tampoco lo es saber que todo a causa de una mujer. Mérida.

Ella vino a verme el otro día —dice mi hermana, leyéndome la mente—. Ya sabe que me contaron todo y quería ofrecernos sus disculpas.

—Eso no lo traerá devuelta.

Odiarla tampoco, Derek. Y creo que ella se culpa lo suficiente como para ella piense que yo también lo hago.

—Yo lo hago.

Lo sé, pero no sé si eso es sano. Y no lo digo por ella.

—Voy a acordar que no estamos de acuerdo en esto.

Okey —responde luego de unos minutos, y casi puedo oír la tristeza en su voz. Me odio por no poder darle lo que quiere, pero no estoy listo para darle a alguien más algo que no puedo darme a mí mismo—. Cuídate, por favor.

—También tú. Y tenle paciencia a Leo. No es fácil estar de su lado.

Eso intento. Estaremos hablándonos, ¿no? ¿O tendré que llamar a Tristán para saber de ti?

—Puedes hacer ambas cosas, como estoy seguro que harás.

Hermano inteligente.

—Te amo, nos vemos.

Igual, te amo.

Guardo mi celular en mi chaqueta y levanto la mirada hasta ubicar a mi amigo, quien tiene el maletero abierto, esperándome con una sonrisa de sabelotodo.

— ¿Te reto demasiado?

—No, Ela no es así.

—Parece una pequeña bomba explosiva de todos modos —dice riendo entre dientes, le frunzo el ceño un poco—. No voy a saltar arriba de tu hermana. Sé cómo luce una mujer enamorada y así luce Adela Parker.

—Podrías haber sido su tipo si hubieras llegado antes —comento cerrando el baúl y él me da una extraña mirada mientras subimos al auto; en el lugar del conductor y yo en el acompañante—. Ya sabes, cuando le gustaban los idiotas.

—Oh, cállate. Tú eras peor —responde poniendo los ojos en blanco, arranca el motor y ambos nos ponemos los cinturones—; aunque si la hubiera conocido antes, hubiera hecho un movimiento.

— ¿Qué pasa con el código entre amigos?

— ¿Te tengo que recordar que estuviste no solo con mi hermana mayor pero con mi prima también? —Su comentario hace que una risa pequeña salga de mi boca, Tristán no reacciona, pero puedo casi leer sus pensamientos; esa fue mi primera risa honesta desde que Axel no está acá—. ¿Sabes quién tuvo que soportar todas las lágrimas de ellas? Sí, yo.

—Cállate tú, no seas dramático —digo mientras sale del estacionamiento y toma la ruta hacia la casa de mis padres. Me mira de costado sonriendo.

—Ah, pero ese es mi segundo nombre, hombre.

Ambos conservamos un silencio agradable, con algunos comentarios sobre sus recuerdos de cuando venía a mi casa y mi familia. Sé que cuida mucho de decir o referirse a Axel, lo cual agradezco. Creo que si escucho su nombre, empezare a llorar.

Suspiro cuando veo la gran casa en la que me críe, una sonrisa triste se forma en mi cara y sé que mamá, desde la puerta, puede verla aun cuando ya baje del auto con la mentalidad de dar mi mejor versión. Ella no merece sufrir más.

—Mi bebé está en casa —susurra en mi oído, sus brazos me rodean con fuerza y yo suelto de a poco mi respiración. Su presencia cálida y maternal de algún modo logra que varias lágrimas se deslicen por mis mejillas—. Te extrañe, Derek.

—Ya lo estás haciendo llorar al niño, y ni entro a la casa. —Una rara risa se me escapa al oír a mi abuelo maternal retar a mi mamá. Holanda Parker me suelta un poco, pero prende uno de sus brazos al mío, colando el otro en su cintura, dedicándole al abuelo una mirada que lo hace rodar los ojos—. ¡Papá!

—Deja a los niños entrar a la casa, ¿quieres? —Señala a Tristán, quien tiene todo nuestro equipaje. Al darme cuenta, corro a su lado para ayudarlo.

Cuando voy a agarrar mi maleta, una mano familiar la toma con facilidad y me abraza por los hombros. Papá me da una sonrisa de costado, palmeándole la espalda respondo a su saludo.

—Derek, ¿cómo está tu hermana? —La pregunta es susurrada, mientras caminamos detrás de mi madre y Tristán, quien la hace reír distraída—. ¿Leo está con ella, verdad?

—Adela está luchando, es fuerte y ella... está yendo a terapia. Leo la apoya y está allí, aunque trata de no ahogarla, ¿sabes? Sus amigos han estado yendo a su casa también. Ella está lo mejor que puede estar.

—Eso es bueno, aunque no se escapara de que vaya a verla.

—No lo dudo, papá.

—Te extrañamos, muchacho. Tu madre en especial, pero... es bueno tenerte en casa, hijo —dice mirándome de costado, nos detenemos en la puerta—. Te quiero, y espero que sepas que no estás solo en esto.

—Yo también, papá —respondo. Vuelvo a abrazarlo con fuerza y él me corresponde.

Supongo que no soy el único en estar pateándose por lo que sucedió. Cierro mis ojos con placer cuando el olor a comida casera inunda el aire y mi abuela materna y paterna se acercan con sus brazos abiertos.

—Tu abuelo Millo sigue dormido —dice abuela Clarisa, rodando sus ojos—; así que tendrás que disculparlo.

—Nuestro niño ha vuelto a casa —murmura la abuela Marianne al abrazarme. Sus ojos se humedecen con lágrimas y yo asiento sin poder ofrecer algo más. Una de sus manos se posa en un costado de mi cara, limpiando las que derrame con mamá—. El dolor a veces no se va fácil o nunca, pero es más liviano cuando se comparte con la familia, mi niño hermoso.

— ¿Quién es este hombre extraño que está abrazando a mi mujer? —El abuelo Millo desde las escaleras con su bastón haciendo ruido contra el suelo. Mi papá observa al suyo con diversión, avanza hacia él para ayudarlo a bajar—. ¿Nadie me va a responder?

Tristán me da una mirada brillante, termina de saludar a mi familia, antes de dirigirse a mi abuelo. Se dan la mano, mi abuelo parece querer romperle la mano, pero cuando le dice quién es y cómo él era el nene que pasaba mucho tiempo en mi casa durante las vacaciones de verano, Millo Parker suelta una risa que hace que mi abuela voltee la cabeza.

—Mira qué ha traído la corriente a casa —dice de repente mamá a mi lado—; lo consideraba mi hijo adoptado. Ustedes dos eran inseparables.

—Lo siento mucho, mamá—contesto con sinceridad.

—No lo hagas, porque no es tu culpa. Mis bebés son todos estupendas personas —dice girándome para enfrentarla. No presto atención al resto de la sala—. Axel era mi bebé, sí. Pero tú también, Adela también. Deja de culparte, porque no es tu culpa. No quiero que vivas con un peso en los hombros que no te pertenece.

—Lo quiero muerto, mamá. No quiero que esté vivo —digo sabiendo que ella conoce de dónde vengo. Siento a papá ponerme una mano en el hombro.

—Sé que es difícil, tu padre y yo lo sabemos, pero vivir con ese odio en tu corazón y mente, no hará que Axel vuelva. Hemos sufrido como familia antes, hemos vivido la perdida. Acá estamos, acá estaremos. Y no te sientas culpable por dejar ir esos sentimientos, Derek; ser feliz es lo que Axel hubiera querido.

—Criamos a nuestros hijos para que sean adultos conscientes de sí mismos, mentes propias, pero no dejare que te hundas, hijo. La mente es un lugar peligroso en el cual perderse —agrega papá—. Estamos todos luchando por sonreír, y volver a casa puede ser un buen primer paso para ti.

—Lo extraño —jadeo con dolor. Las lágrimas desbordan de pronto y siento que mis piernas ceden, dejándome en los brazos de mamá. Muy por lo bajo escucho a mis abuelas decir algunas palabras y a Tristán responder. Papá se arrodilla a mi lado—. No es justo.

—No lo es, mi niño —susurra mamá con la voz ahogada—. Mi niño hermoso.

Las palabras de Holanda Parker logran calmar mi respiración y mente, con papá dándome apoyo a un lado. Suspiro relajando mis músculos y por una vez, no trato de ocultar mis sentimientos.

Porque estoy en casa, por fin.

****
Dos días después, mi familia me ha mimado y cocinado tanto que no creo poder irme de Los Ángeles sin dos kilos más de peso y de amor. Papá ha estado insistiendo que cuando vuelva, él me acompañara a empacar mis cosas del departamento para mudarme con Tristán por el momento. Mi amigo insistió que necesitaba quien cuidara de su lugar cuando vaya a otros países por su trabajo, y tiene el espacio para recibirme.

El departamento que compartí con Axel lo pondremos para alquilar, eso es todo lo que puedo manejar por el momento. También papá quiere ver a mi hermana así que se quedara unos días en Nueva York.

Pero para eso falta un par de días, ya que mi estadía se ha extendido a una semana por lo menos. Mientras tanto he estado en contacto con mi tía y jefa por el trabajo, Adela para que se quede tranquila y mande mensajes a Brisa. Aun no le digo cuantos días me quedaré, ya que no quiero cargarla con todos mis problemas.

Su familia está pasando por momentos duros, y mi conciencia ha estado inquieta pensando en que debería estar con ella y ayudarla. Luego recuerdo que no puedo ni ayudarme a mí mismo, por lo que regreso al principio.

— ¡Derek! —La voz de mamá llega desde la planta baja y noto algo de curiosidad en ella—. ¡Tienes visitas, niño mío!

Tristán me da una mirada extraña a través del cuarto y yo le correspondo alzando mis hombros. Me da una sonrisa de costado.

— ¿Una novia de la secundaria que se ha enterado que has vuelto?

—No creo, no soy el famoso aquí —digo golpeando su pierna que tiene colgada por fuera de la cama mientras me dirijo a la puerta—; no llenes mi cuarto con tu ego.

—Haré lo que pueda.

Bajo las escaleras despacio, tratando de adivinar quién pudo haber venido para verme específicamente a mí.

La respuesta les sorprenderá tanto como a mí. Brisa, mi novia, está hablando con mamá en la sala de estar y ella lleva un bolso pequeño colgado de su hombro. No veo ninguna maleta, por lo que supongo que no ha pensado realmente este viaje.

— ¿Novia? —Ella voltea y salta arriba mío, apretando sus piernas en mi cintura. La rodeo con mis brazos—. Hey, hola nena.

Mamá asiente con la cabeza y se desliza lejos en silencio. Le guiño un ojo para que se quede tranquila. A penas Brisa me suelta, la observo con cuidado y la sostengo desde sus brazos.

— ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa con tu familia?

—Ah, tantas preguntas. Vine porque no me decías nada en tus mensajes y me preocupo por ti, Ela dijo que volverías pronto, pero como ves, no me pude resistir.

—Brisa, mírame —contesto abriendo los ojos, ella se ve demasiado... superficial y esa no es mi novia—, ¿qué está pasando, nena? Dime.

—Yo... necesitaba verme, ¿ok? Abrazarte y besarte. Sí, las cosas en casa han estado todo menos bien y mi familia es un desastre, pero no podía dejar de pensar en ti. Y sin pensarlo tome el primer avión aquí. Lo siento.

—No te disculpes, pero... ellos te necesitan, tu familia lo hace.

— ¿No me quieres aquí, es eso? ¿Viniste con alguien más?

—Wow, wow, no —respondo frunciendo el ceño. La acerco a mi para abrazarla, ella me deja—. Vine con Tristán, he estado todos estos días en esta casa. Solo... esto, no es nada de lo que harías con normalidad, Brisa.

— ¿No puedo ser impulsiva? —Su voz suena amortiguada en mi cuello, pero ella empieza a temblar de pronto. Nos acercó al sofá para sentarme y la pongo en mi regazo; sus ojos se encuentran brillosos y su rostro triste—. No, no soy así, ¿verdad?

—No, nena. Pero lo resolveremos —contesto acercando su frente a la mía.

No la suelto en toda la tarde, nos sostenemos mutuamente.

Una parte de mi corazón duele por ella, otra parte de mi cerebro sabe cuál es la solución de esto. Y eso hace que todo mi ser duela.

Pero solo por ahora, nos dejare solo ser. Nosotros. Como si el tiempo se detuviera.

Tiempo muerto, en donde nadie sale herido y nadie puede detenernos.

*****

Disclaimer: la canción no significa que Derek y Brisa no se amen, pero el sentimiento de no querer sentirse solo es lo que quiero que tomen de ella. Porque describe muy bien a Derek cuando vuelve de Nueva York a L.A. y el por qué de Brisa de viajar a buscarlo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top