XXI. Sonreír.

DEREK

Jueves 15, Septiembre 2016.

Más temprano en el día...

—Realmente no quería perderme tu tour, mocoso, pero Belén me ordeno que este sin falta en la reunión de hoy —digo mientras camino por los pasillos de la oficina. Entrego unos papeles a corrección y saludo a algunas personas.

—Lo sé, no te lo voy a tirar a la cara. Pero sin falta la próxima vez.

—No lo dudes, Axel.

— ¿Todo bien en la oficina?

—No lo sé. Esos días estuve muy ocupado escribiendo artículos y viendo demás cosas como para interesarme por los chismeríos.

—Como sobrino de la jefa debería tener más información, Derek.

—Sabes que no me gusta meterme en dramas. Solo salgo de mi oficina si alguien se muere.

—Humor negro, como no.

—Te dejo, tengo que ir a ver a la tía. De todos modos, cenamos hoy juntos, ¿no?

—Más te vale, hermano mayor. Que tengas buena reunión y ojalá que no te despidan.

—Okey, mocoso. Te amo, hermanito.

—Y yo te odio también.

Sacudo mi cabeza sonriendo. Guardo mi celular en mi saco y hago mi camino hacia la oficina de Belén. Cuando estoy por golpear la puerta, esta se abre y un sorprendido John me mira.

—Esto ya se está haciendo costumbre o, ¿soy solo yo?

—Derek.

—Tío John. Belén.

Veo como mi tía se pone momentáneamente pálida. John da un paso hacia atrás para dejarme pasar, pero la vuelve la cerrar sin salir de allí.

Los almohadones del sofá están desacomodados así que no me toma mucho tiempo sumar piezas. Decido sentarme en la silla que se enfrenta a la de Belén. Ambos me miran acomodarme y decido romper el hielo.

—John, tienes el cuello de la camisa mal puesto, por no mencionar que tu corbata no está en ti, sino que en escritorio. —Me giro a mi tía, quien inmediatamente se sonroja—. Tía, tienes los botones de la blusa mal puestos y tus medias están dadas vueltas.

Ninguno de los dos hace comentarios y John se acerca al espejo que se encuentran en un estante para arreglarse. Ella se escusa rápidamente para ir al baño que tiene en su oficina.

Golpeteo mis dedos en los apoya brazos. Soy adulto y claramente sé que la cantidad de opciones y posiciones que uno puede elegir para tener sexo; razón por la que no quiero tocar nada más que esta silla, la cual es lo suficiente cómoda para una persona, pero poco practica para dos personas.

Créanme, lo he testeado con la mía.

— ¿No dirás nada?

—No soy un niño que no sabe que paso y tampoco soy un adulto que va a simplemente ignorar esto —digo mirando a mi tío, quien se tensa. Levanto mi mano para detenerlo—. Tampoco se lo diré a Rachel. Ella puede comportarse como una adulta, aunque no lo es. Es tu hija, tu responsabilidad decirle o no.

— ¿Les dirás a tus hermanos? —Mi tía se sienta en su silla y me observa. Ambos saben que mis hermanos somos unidos; no quiero guardar un secreto de nuevo—. Sé que Ela se enojó mucho contigo por lo de Brisa.

Lo pienso. Mucho.

Ela se enojó porque mi relación estaba directamente vinculada con ella, porque Brisa es su amiga. Era mi responsabilidad decirle de frente las cosas.

Este caso también está directamente vinculado con ella. Con todos. John es nuestro tío por parte de mamá y Belén por parte de papá. Esto es una bomba.

Pero este no es mi secreto.

—Esto —digo señalándolos—, ¿es una cosa de una vez o algo más?

—No lo estamos etiquetando —contesta John.

Bufo.

—No estoy pidiendo que me digan si son novios, pareja, amantes o esa mierda. Quiero que me digan si van a hacerlo una vez solamente o lo van a tener varias veces.

—No vamos a mentirte, Derek. John y yo nos hemos visto varias veces, pero no estamos listos para ser oficiales ante la familia. Aunque entiendo tu lealtad a tus hermanos, son mis sobrinos y tengo un hermano, tu padre, con quien jamás pude guardar secretos.

—Solo te pedimos que lo guardes unas semanas. Danos tiempo para prepararnos —agrega John acercándose a la puerta de la oficina—. No te odiaremos si decides no hacerlo, aunque estaríamos agradecidos si lo haces.

Pienso en mi tía Anna, su exmujer, quien murió y lo dejo a cargo de mi prima. Sé que mi tío es un hombre duro que no pide ayuda solo por hacerlo.

—De acuerdo. No diré nada, pero traten de no ser vistos en la oficina. Yo soy el único que trabaja aquí, eso no quita que Axel y Adela puedan aparecerse y ahí estaremos los tres fritos.

John asiente entendiendo. Me tiende su mano y luego me palmea la espalda. Sin decir mucho más, deja un beso en la mejilla de mi tía y nos deja solos.

—Gracias, Derek.

—Espero que esto me deje ser tu sobrino favorito —contesto sonriéndole.

—No lo dudes... entonces, ¿qué necesitabas? Antes de todo esto.

—Venía a decirte que terminé de hacer los artículos de esta semana y estuve viendo la maquetación de la revista que me mandaste, aun cuando ese no es mi sección, y me pareció muy buena.

—Solamente quería tu opinión. Me gusta consultar contigo.

—Lo sé, te mande un mail mucho más detallado.

—Lo aprecio. Creo que debemos ir yendo a la reunión, ¿no?

Veo mi reloj y concuerdo. Ambos nos vamos a la sala de conferencias, donde se llevan a cabo todas las reuniones de staff.

Se hace infinitamente larga. Tanto que, para el final, termino con mis ojos irritados de mirar una pantalla con gráficos y de todas las sorpresas que me dieron.

Tengo que cubrir a tres exempleados porque fueron despedidos. Mi tía me dijo que cobrare más, obviamente, pero que agradecía mi disposición. Después de lo de John y ella, espero que para Navidad mínimamente me construya un monumento de oro. O por lo menos de plata.

Ya en mi oficina me encuentro envuelto en papeles y agendas. Por dos horas tuve que fusionar mi agenda con las cosas que los otros deberían haber hecho. Así que cuando termino, suspiro y me estiro.

Adela llama para preguntarme cuando iría a buscarlos y calculo una media hora más de laburo. Al colgar me propongo avanzar algo más, pero un suave golpeteo en mi puerta me tiene levantándome para averiguar quién viene a molestarme.

Abro la puerta para ver a mi secretaria con una persona conocida. Ella me asiente antes de marcharse y yo miro sorprendido a su acompañante.

—Derek Parker en persona —dice sonriendo de costado.

—Tristán Arkins, increíblemente entero —concuerdo sonriendo. Lo abrazo fuertemente y él me devuelve el saludo—; pensé que estabas arrasando en el equipo de football americano que te contrato.

—Sí, bueno. Lo estoy, pero cuando mi mánager nombro una entrevista con una revista que tiene como jefa a la tía ardiente de mi mejor amigo de la universidad no pude resistirme a ir yo mismo a la oficina.

—Cuidado con las palabras, Arkins.

—No es mi culpa que tu familia tenga tantas mujeres hermosas —dice encogiéndose de hombros. Le regala una sonrisa a mi secretaria, ruedo los ojos—; ¿cómo está tu hermana?

—De novia. Y muy bien —contesto abriendo la puerta para que entre.

—No estoy sorprendido.

— ¿Y tú? ¿Alguna chica especial?

—Nah, en la industria del deporte es muy raro encontrar a una mujer que entienda mis horarios, no vaya tras mi billetera y me quiera con defectos y todo.

—Ya aparecerá.

—Suena que tú la has encontrado —responde inclinando su cabeza—; sabía que serías el primero en caer.

—Ha pasado un tiempo, Tristán.

—Lo sé, pero siempre serás mi amigo hasta la muerte.

—Lo mismo digo. Vamos, cuéntame cómo va la temporada.

Él se embarca a contarme sobre su nuevo equipo, los entrenamientos y la dieta exhaustiva que tiene que llevar. Terminamos riéndonos, recordando nuestros tiempos locos de universidad. Luego pasamos a su familia, a la mía y a cómo de nervioso me ponía cuando coqueteaba con Ela.

— ¿Leo Prince? Ese hombre tiene buena música —dice riendo. Se acomoda mejor en la silla—; me alegra que este feliz. Adela era y es, por lo que dices, una mujer increíblemente fuerte. Y su ex era un idiota.

—Amén por eso —contesta alzando mis cejas. Mi celular vibra y veo una llamada entrante de papá—. Discúlpame.

—Adelante, hombre.

—Hola, papá.

—Derek, gracias a Dios, ¿estás en la oficina? —Escucho desesperación en su voz y de inmediato me paro de mi asiento.

—Sí, ¿qué paso?

—Tus hermanos, Derek, tus hermanos... ellos, digo, hubo un tiroteo en el hospital, ellos...

—No, no, no, papá, no lo digas. —Tomo mis cosas apurado, Tristán nota mi mirada asustada y no me deja obtener mis llaves—. Dámelas mierda.

—Te llevo a donde sea que vas, no vas a conducir así —contesta con su tono duro. También toma mi celular cuando me quedo quieto y callado—. Señor Parker, soy Tristán Arkins. Sí, ese mismo. ¿Dónde? De acuerdo, estamos yendo. Sí, la buscaré.

Él me tiende mi celular y yo lentamente lo agarro. Abre la puerta de mi oficina y lo escucho ladrar direcciones a mi secretaria.

—Derek, tengo hermanas menores, sé que tienes miedo y sé que no es un momento estupendo, pero debes mantenerte conmigo. Vamos a ver a tus hermanos, ¿de acuerdo? Todo estará malditamente bien.

Asiento ante sus palabras. Me sacudo de mis pensamientos.

Belén se encuentra con nosotros en el estacionamiento, la veo apenas mantenerse de pie y la abrazo. Ambos nos sentamos en el asiento de atrás. '

Puedo ver a Tristán discutir con su seguridad. Tengo la necesidad de bajarme y decirle que no tiene que hacer esto, él me gana al meterse al auto y encenderlo. Nos mira por el espejo retrovisor.

—Sé lo que me dirás, Derek. Tú eres mi mejor amigo. Pueden haber pasado años y diablos, me arrepiento de no tener más contacto. Todos fueron una segunda familia para mí, no pienso dejarte estrellarte antes de llegar a ellos.

—Gracias —murmura Belén, todavía entre mis brazos—, Tristán. Muchas gracias.

—No es nada, tía Belén —contesta aun serio, pero eso le saca una sonrisa de costado a mi tía. Lo dejo pasar.

Porque no sé si vamos a sonreír una vez que lleguemos al hospital.

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