VII. Pero no tóxica, mi amor.

BRISA

Sábado 23, Julio 2016.

Río al ver las fotos que mando Celine al grupo. Ella se encuentra en la fiesta infantil de Thomas, el hijo de Jordan, y puedo decir que la está pasando mejor ella que los niños.

Adela le contesta que deje de pasar fotos o el celular le va a explotar mientras que Erick se queja de que lo asusto ver mucha cantidad de mensajes.

— ¿Ese es Derek robando tu atención de tu hermana mayor o hay algún problema? —Aldana se sienta al lado mío y toma un sorbo de su café. Me sonríe de lado y palmea el muslo—. Dame algo de bola, Bri.

—No te pongas en modo perra, eran los chicos. Celine está en la fiesta de su... ¿casi hijastro? Y quería compartirnos las fotos.

— ¿Casi hijastro?

—Es el hijo de Jordan. No creo que hayan realmente hablando de quién es Celine para Thomas pero están yendo a su propio ritmo. Candice, la mamá del niño, al parecer ama a Celine más que a Jordan —contesto dejando mi celular de lado. Aldana alza sus cejas divertida—. Entre las dos planearon la fiesta, con ayuda de la hermana de Jordan.

—Al parecer la vida de tu jefe está comandada por mujeres.

—Nunca lo había pensando de ese modo.

Mi hermana fija su mirada en mi hombro. Estoy usando una musculosa, prenda que no utilizo en público pero hace el suficiente calor como para que hoy, en la comodidad de su casa, lo haga. Aldana frunce su ceño y yo empujo mi pelo para ocultar la leve cicatriz que corre por mi hombro hasta la mitad de mi brazo.

—Han pasado años y aún no puedo olvidar ese día.

—Nadie te puedo culpar por recordarlo, Al. Fue un día de mierda que marco nuestras vidas.

—Ellos no tenía derecho de arrebatarnos tanto —murmura con el odio tiñendo su voz. Aldana toma mi mano y la aprieta—. Por eso me asusto un poco cuando me dijiste lo de Derek. Su pasado.

—Él tiene sus demonios a causa de eso. Pero él no tuvo nada que ver con ese día. Ni siquiera trabajaba en ese momento.

—Lo sé, pero ese trabajo representa todo lo que perdí ese día.

—Yo tuve la culpa. No debería haberme sacado esas fotos. Jamás debería haberlo hecho —digo mirando hacia la pared blanca, ella empieza a negar con la cabeza pero la callo—. Yo confíe demasiado en alguien que no merecía ni un pedazo de mi confianza.

—El amor a veces es ciego y nos hace imprudentes. Es verdad —contesta amable—, pero lo que haces con tu cuerpo, es tuyo. Nadie tendría que ser capaz de hacerle algo así a un ser humano.

»Escúchame bien, Brisa, tú te sacaste unas fotos que lo único que significan es que tenías un brillo y un orgullos por tu cuerpo que nadie debería haberte sacado. El chico con el que salías era un estúpido arrogante, patán de mierda, que se creyó que iba a ser más hombre por compartirlas. Nada de esas cosas recaen en ti.

—Pero perdiste tu carrera de ballet...

— ¿No escuchaste nada de lo que te dije? —Aldana levanto una ceja y me agarro las mejillas—. Tú tenías 18 años, por el amor de Dios, y yo tenía 26. Lo del ballet siempre fue un sueño idealista, algo que me gustaba, sí, pero no algo que amaba. No perdí nada.

—Pensé que me odiarías... eran mis fotos. Los paparazzi estaban ese día en la puerta de mi escuela el día después de que recibiste ese gran contrato; el contrato que iba a cambiar tu vida. Te ibas a ser más conocida de lo que eras —murmuro sonriendo con tristeza—. Luego tuviste que ir a buscarme y chocamos.

—Chocamos porque los inútiles nos hicieron chocar. No por otra cosa.

—No hubieran estado ahí si yo no hubiera mandado esas fotos, Aldana.

—Brisa —dice mi hermana mayor mirándome de un ojo a otro—. Sí, yo era conocida e iba a tener un contrato con una compañía de baile internacional. Pero los medios ya me estaban cortando la respiración desde antes... me decían que tenía que perder peso, las críticas no dejaban a mi estómago en paz y mis instructores iban recortando más alimentos de mi dieta. No me arrepiento de haberme salido de eso. De haber estudiado otra cosa.

—No hubieras conocido a Blas.

—Exacto. Si yo no hubiera estudiado contabilidad, yo no hubiera ingresado a la empresa en la que ambos trabajamos hoy en día. Y él es el amor de mi vida —contesta guiñándome un ojo. Una de sus manos limpia una lágrima mía—. ¿Me culpas por la cicatriz?

—No, jamás te culparía. Fue un accidente.

—Bueno, yo jamás te culparía por lo que paso.

— ¿Puedes creer que en el 2006, dónde pocos tenían celulares con cámaras, yo me las ingenie para que unas fotos de mala calidad mías terminen en las manos de un patán porque él me convenció de hacerlas?

—Tenías 18, mamá y papá siempre nos prohibían hacer cosas divertidas así que no es raro que hayas querido rebelarte —responde riendo un poco—. Agregando que yo era un ángel.

—Tú ni siquiera te animabas a ver películas pasada la hora de dormir.

—Bueno, es que tengo alma de santa.

—No creo que Blas diga eso —digo riendo cuando sus ojos se abren. Ella intenta darme una mirada seria pero no puede—. Seguro que él saca tu lado diabla.

— ¿Quién saca su lado diabla? —La voz de Blas nos hace girar la cabeza hacia su dirección y él nos sonríe levantando unas bolsas—. Traje helado.

—Tú eres un santo —digo parándome del sofá. Veo que él mira mi cicatriz pero no pregunta—. Gracias, cuñado.

—A la orden.

Él se acerca a Aldana y se besan por unos minutos. Puedo ver como él se inclina a su oído y le susurra algo que la pone colorada. Me recargo en la pared y asiento hacia él.

—Tal vez me equivoque y tú eres quien la corrompe.

—Tu hermana es santa solo cuando le conviene. —Blas pellizca una de sus mejillas—. Eres linda toda roja.

—Ustedes son malos.

—La maldad corre por nuestras venas, hermana. Cuídate.

—Ya es tarde, me parece —dice Blas apuntándose hacia él—. Estás atrapada conmigo.

—No estoy atrapada porque no quiero escapar de ti, nunca. —Ella se prende de su cuello y lo besa superficialmente.

Niego con la cabeza.

— ¿Quieren que me vaya y los dejo hacer cosas deliciosas?

—No, no. Estamos bien. —Aldana le limpia los labios a Blas y él sonríe—. Quédate a comer con nosotros.

—No quiero ser la tercera sosteniendo velas.

—No lo serás. Siempre eres bienvenida —responde mi cuñado soltándose del agarre. Camina a la cocina—. ¿Les parece si empezamos a cocinar?

Cuando todos nos repartimos la tarea para empezar a hacer la comida, cada uno busca sus materiales, Aldana me mira por unos momentos antes de ponerse a picar

—Algún día deberíamos tener una cita doble, Bri. Tú, Derek y nosotros.

—Aldana, no empujes a tu hermana.

— ¿Qué tiene de malo lo que dije?

—Nada, solo que Brisa lo traerá cuando ella se sienta cómoda con eso.

—Derek amaría conocerlos a todos —digo viendo sobre mi hombro—. Todos mis amigos conocen a Aldana pero nadie te conoce a ti Blas.

—Bueno, Derek no es tu amigo, ¿no?

—No —digo riendo ante su confusión—. Solo digo que pocas personas de mi vida te conocen porque eres el novio de mi hermana. Era un comentario.

—A mí me agradan todos ellos. Pero tengo un interés especial en Derek.

—Él no es su amigo, así que tú interés no es especial, es que ella sale con él y tú tienes instintos de hermana sobreprotectora.

—Lo sé —contesta Al mandándole un beso—, y a ti te encanta que sea así.

—Celosa.

—Un poco no está mal. —Se defiende.

—Lo invitaré... en algún momento futuro —digo para cerrar el tema.

—Cercano, por favor.

—Aldana, ella lo traerá cuando quiera traerlo.

—Es que quiero conocerlo bien. Hacerle preguntas. Tiene que traerlo en algún momento.

— ¡Es lo que dijo que iba a hacer! —Blas ríe al ver la cara de mi hermana.

—Derek no es una cosa. Así que yo lo invitaré y él me dirá cuándo puede, ¿okey?

Aldana me mira y asiente rodando sus ojos. Blas le deja un beso en su cabeza.

—Celosa.

—Pero no toxica, mi amor.

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Les dejo a Aldana Ayana en el gif :)

Mucho amor, D.

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