XII
ODI ET AMO.
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel, AU, ABO.
Parejas: Am... ¿muchas? Harem.
Derechos: a suspirar.
Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.
Pero gracias por leerme.
***
XII
-Recuérdame nunca más tener otro cachorro.
-Quién diría que Quill es un cobarde.
-No confundas. Aprecio mis caderas. Tony es muy bonito, tengo el presentimiento de que va a sacarte canas cuando tenga la edad de Pet.
-Igual tu pequeño. ¿Ya pensaste en el nombre?
-No me presiones.
-Quill, pedazo de idiota, ya pasó una semana.
-Estoy meditándolo con las estrellas.
-Le pondré Ego para honrarte.
-Mira, Buck, te aprecio, pero no te metas con mi cachorro que yo no ando metiéndome con el tuyo.
-Ahora resulta que eres responsable. Debes tener el nombre antes de que vuelva la nave de Loki.
-Dije que sin presiones.
-Terminarás poniéndole Quesito.
-Hey, ¿quién te ha hecho esa lengua más altanera? ¿Ya me cambiaste por alguien más?
Los dos Omegas paseaban por uno de los patios de la fortaleza, cada uno llevando en brazos a su respectivo cachorro bajo un sol cálido. Groot jugaba con Fenrir y Hela, mientras Loki había marchado para saber qué sucedía en el Reino, en la isla no tenían manera de saber qué cosas estaban sucediendo y menos con la ausencia de la anciana vidente. Luego de aclarar malentendidos con los Guardianes, éstos cuidaban celosos a los dos Omegas, vigilando siempre el acantilado de mar apacible en esos momentos por si acaso una nave enemiga aparecía o por el regreso del barco de Lord Odinson con Loki dentro.
-Hay armas raras en esta fortaleza, pero lucen muy eficientes.
-Me gustabas más cuando tu único interés eran tus ciruelitas.
-Debemos advertirles a todos de lo que ocurre. Estoy más que seguro que Loki debe tener pruebas de lo que me ha contado.
-Extraño el Dominio.
-¿El nuestro o el de aquel grandulón?
-¿Pueden ser los dos? Estoy indeciso.
Buck negó, mirando a su hijo que parecía divertido observando sus manecitas.
-¿Vas a quedarte con Lord Odinson?
-Aw, el Omega Quinto está celosito.
-Deja de evadir.
-No lo sé, Buck. Es decir, estoy cargando un hijo suyo, pero tampoco es que las cosas ya están perdonadas. Quiero saber sus razones, para haberme reclamado a Lord Stark, para todo lo que hizo. Igual no siente nada por mí.
-Ofreció a mi Alfa una piel de cordero bañada en oro para poder hablar conmigo y pedirme disculpas.
-¿En serio hizo eso?
-Sí.
-¿Y lo escuchaste?
-No.
-Dioses, ¿ni de lejos?
-Creía que era un mal Alfa.
-Es muy raro, salvaje, impulsivo Alfa.
-Lo estás defendiendo -Buck le miró- Estás interesado en él.
Quill dejó caer su cabeza, su cachorro gorgoteó como si le animara. -No me quiero engañar, es decir, cuando estuve con él... fue diferente a otras ocasiones. Lo debes saber ahora que conoces a Lord Stark, como se siente al estar con él. Así me sentí. Fue raro, fue... algo que no puedo olvidar. No me lo puedo arrancar de la cabeza.
-Ni del corazón.
-Argh, Tony no escuches a tu madre, solo da malos consejos.
-Se aproxima una nave -anunció Drax.
Todos fueron a la playa, esperando por Loki quien llegó pálido y muy serio con noticias que dejaron a todos callados por largo tiempo. Una guerra a flor de piel en plena Capital del Reino. Nadie podía explicar cómo los bárbaros habían alcanzado esas tierras, colándose hasta el palacio del Rey, cuyo título lo ostentaba ahora Dzor Odinson, pero aún no era coronado. Varios Alfas habían sido muertos en la emboscada. De hecho, no se tenían noticias del paradero del nuevo Rey, aunque se rumoraba que Lord Stark lo había sacado a tiempo antes de que incendiaran la sala del trono aquellos salvajes, con varios miembros de la Corte dentro. Al señor de la Casa Tercera del Norte tampoco se le había visto luego de eso, pero su primogénito había tomado el mando, ordenando a sus Caballeros de Hierro prepararse para la guerra que se expandió por todas las Provincias.
-Tenemos que volver, si el Clan Stane se hace del trono, acusará a nuestros Alfas de traidores como lo hizo con el Clan Attilan -dijo al fin Buck, sus brazos apretando ligeramente a su cachorro.
-Sean sensatos -replicó Loki, mirando a los otros dos Omegas- Solo nosotros tres podemos regresar al Reino, si algo nos sucede... -su mirada fue a los bebés que ya dormían entre pequeños bostezos.
-Primero tendrán que matarme -gruñó Rocket.
-A todos nosotros -asintió Gamora- No fallaremos a nuestra abuela.
-Loki tiene razón, no podemos llevar de vuelta a nuestros hijos. Deben quedarse aquí -Buck miró a Quill que le hizo caras de asombro antes de quedarse serio.
-Esta isla está protegida por los Dioses -habló Drax- La fortaleza no permitirá que le hagan daño a cachorro alguno.
-Yo los cuidaré -Mantis se adelantó a los otros Omegas- A todos. Sé que si algo necesitamos, la abuela vendrá, siempre lo hace en tiempos de apuro.
Quill no estuvo muy seguro de abandonar así a su hijo, más no podía quedarse de brazos cruzados o no habría tierra alguna segura para él. Meredith no lo hubiera consentido. Orando a ella mientras besaba la frente rosada de su cachorro, fue con Buck para llevarse las armas en mejores condiciones de la fortaleza, que Rocket ajustó y preparó para todos ellos. Al Omega Quinto le gustaron sobre todo las ballestas de flechas cortas de hierro formando una gruesa rueda, una disposición diferente a las usuales de los caballeros. Espadas, arcos, dagas, lanzas, escudos. Subieron todo lo que pudieron al Milano, otro tanto en la nave de Loki, planeando bien su entrada al Reino para sorprender al Clan Stane, salvar a sus Dominios y sacar esos bárbaros de sus tierras.
Rocket dejó a un lloroso Groot con Mantis, igual que Fenrir quien resistió sus lágrimas, no así Hela quien llamó entre sollozos a su madre al despedirse de Loki. Tony dormía junto al hijo de Quill, ambos juntos bajo las mismas cobijas cuando zarparon de la isla. Los Omegas suspiraron una última vez hacia la fortaleza que ocultaría a sus cachorros, antes de subir a los barcos. Cuando la isla estuvo a la distancia, miraron sorprendido como las nubes grises volvían a formarse y una neblina cubría a la fortaleza con el mar bravío que separaba la isla del océano. Gamora les habló, mirando también aquel fenómeno extraño.
-Cuando el último Attilan agonizaba, clavó su espada en la roca de la fortaleza, llamando a los Dioses. Que los muros de esta fortaleza nunca caigan, que estas paredes siempre guarden a los inocentes, hasta que nuestro nombre sea vengado y la justicia sea ejecutada.
-Parece que fueron escuchados -comentó Loki.
El ojiverde pasó a su nave una vez que planearon su llegada, aquel Omega navegaría hasta la Provincia del Este, invocando a los caballeros de su Alfa para encontrarle. Mientras tanto, Quill y Buck entrarían por la Provincia Oeste, enviando un mensaje a Pet para apoyarlos y junto con los Odinson aplastar las huestes de los bárbaros. No era un plan muy bueno siendo tan pocos, pero cuando llevaban mitad de camino, se sorprendieron al ver otras velas alcanzarles, con los mismos signos que traía el Milano. Toda una flota Mestiza. Rocket soltó una risotada, reconociendo a sus hermanos de tribus, hablando con el más cercano. Habían sido invocados por la abuela, para apoyar a los Guardianes en su misión y traer paz al fin a los fantasmas del Clan Attilan, cuya sangre corría entre ellos. Más animados por eso, navegaron con los ánimos inflamados, preparándose para el enfrentamiento.
-Hagamos una apuesta -dijo Quill a Buck- El que abata más bárbaros podrá pedirle al otro un favor que no podrá ser negado.
-Acepto la apuesta -sonrió Buck, preparando sus ballestas.
Todos ya traían las ropas de los Mestizos, con las máscaras rituales para la batalla que acostumbraban a usar igual que las marcas de pintura en sus rostros. La costa de la Provincia Oeste se asomó en el horizonte con columnas de humo negro como signo de una pelea llevándose a cabo. Desembarcaron tan rápido como les fue posible, Buck buscando un ave mensajera que enviar cuanto antes al Norte. Los gritos de los bárbaros detectándoles fue su llamada para comenzar aquel plan, intercambiando una mirada con los Guardianes. Aquellas huestes de Mestizos se encontraron con la avanzada bárbara en tanto en las fronteras de la capital, ocultos por los hombres del Camarlengo Strange, Lord Odinson se recuperaba de sus heridas causadas por manos que no le parecieron salvajes más entre la conmoción del fuego y el caos, no pudo identificarlas. Lord Stark le vigilaba, dando órdenes a los pocos hombres leales que aún le sobrevivieron.
-¿Quién ha quedado en la Capital? -preguntó Lord Odinson al ponerse de pie.
-Solamente Lord Stane -respondió el Camarlengo- Sus ejércitos están entrando para expulsar a los bárbaros.
-¿Solamente para eso? -masculló Lord Stark- Es demasiada casualidad que él no fue atacado ni tuviera problemas abriéndose paso.
-Lord Odinson es el nuevo rey, pero sin corona el título pierde su valor. Si Lord Stane se hace de ella, puede nombrarse el nuevo rey.
-Tengo que volver a mis tierras.
-Primero tenemos que sacar a los bárbaros o no tendrás reino que gobernar, Dzor -Lord Stark gruñó, frustrado- Habremos de comenzar ya con lo que tenemos.
-Hemos estado en peores, Anthony.
Éste sonrió, afilando su espada. -Y henos aquí, lamentándonos como doncellas.
El joven lord Pet Stark ya salía del Dominio cuando recibió una misiva urgente que leyó con ávidos ojos y una sonrisa que había perdido luego de enterarse de lo ocurrido en la Capital. Avisó a Stev y los demás del contenido de aquel mensaje. Al enterarse de Buck, todos los Omegas decidieron unirse a la pelea, no dejarían a un hermano solo contra los bárbaros. Pet bien pudo hacerlos obedecer, pero respetaba demasiado a su madre para llevarle la contraria. Las fuerzas del Norte se unieron en un solo ejército que comenzó a rodear las primeras incursiones de aquellos salvajes, encaminándose hacia la Capital. Los Mestizos, por su parte, ya habían hecho retroceder al enemigo de vuelta a los puentes que unían la Provincia con la Capital. Buck recordó lo sucedido con sus padres con rabia, sintiendo en su sangre aquel fuego de la venganza para devolverles aquel dolor.
La aparición de aquel extraño como colorido ejército llamó la atención de los dos Alfas Pura Sangre, escuchando por boca de sus caballeros como estaban aplastando a los bárbaros liderados aparentemente de forma inaudita por dos Omegas, uno vestido en vino y café con una máscara de ojos rojos, otro en ropas negras como su máscara. Lord Odinson decidió ir al encuentro de semejante ejército mientras que Lord Stark marcharía hacia la Capital sabiendo que su hijo estaba por alcanzarle. Los bárbaros en la Provincia del Este habían ganado terreno cuando los caballeros al servicio del nuevo rey vieron llegar a su consorte, ordenando defender sus tierras. El contrataque no se hizo esperar, alentados por las palabras de Loki de que su Alfa estaba vivo y les necesitaba en la Capital. Solamente la Provincia Sur pareció intacta, aparentemente al estar más apartada.
-Debemos dividirnos -habló Buck a Quill- O se nos escaparán.
-Yo iré a la Capital, tú ciérrales el paso. 134, ¿y tú?
Buck sonrió. -212.
-¡ARGH! ¡Ahora verás!
Los Guardianes fueron con Quill, dejando atrás al Omega Quinto. Se encontrarían en el camino con un maravillado Pet, ambas fuerzas cabalgando hasta la Capital. Lord Stark encontraría resistencia de los bárbaros que se habían apoderado del palacio, con Lord Stane dentro como prisionero o eso quiso hacerles creer. Sus sospechas creían al ver que sus caballeros no salían a apoyarlos. Las trompetas de los Caballeros de Hierro, con los cuernos de los Mestizos le hizo volverse para admirar una imagen que ningún cuento había narrado antes. Sus caballeros en sus armaduras metálicas junto a hombres y mujeres de ropas de colores con una estrella en el pecho como una sola e imparable fuerza. El Alfa sintió sus ojos humedecerse al ver al frente de aquel singular ejército a su primogénito, valiente, aguerrido, sin miedo al levantar su espada para ayudar a su padre.
-¿Q-Quill? -tartamudeó cuando al fin reconoció al Omega que los Mestizos seguían.
Tantas armas fueron demasiadas para los barbaros, que se volvieron al palacio, huyendo sobre todo de los Mestizos. Quill se quitó su máscara, haciendo una reverencia a Lord Stark.
-¿Tomando un descanso, Lord Stark?
-Te creí muerto.
-Yo también. Pero heme aquí.
El Alfa frunció su ceño, un aroma inconfundible llegó a su nariz. -¿Has...?
-¡Lo olvidaba! ¡Buck está en la frontera con la Provincia del Oeste!
-¡¿Qué?!
-¡Padre! -Pet adelantó su caballo- Ve con él, nosotros tenemos ganada esta pelea.
Lord Stark apretó las riendas de su caballo, detrás de su cachorro estaban sus Omegas desobedientes. Cruzó una mirada con Stev, quien le sonrió.
-Ve, Mi Señor.
-No permitan que Lord Stane escape. ¡Volveré!
Quill le observó perderse con el resto de sus caballeros, girándose a Pet.
-Joven Alfa, para mí es una afrenta personal los crímenes del Clan Stane, deja que sea yo quien entre al palacio.
-¿Estás seguro?
El Omega miró por encima de su hombro a sus Guardianes y las huestes de Mestizos con sus brillantes estrellas en el pecho.
-Como que soy Starlord.
-¿Qué?
-Encárgate de que nadie salga mientras le hacemos hoyos al palacio.
Lord Stark cabalgaría como loco hacia los puentes de la Provincia del Oeste, buscando desesperado con la mirada la figura de su Omega al no tener su aroma propio. Sin embargo, conforme estaban más cerca, su expresión fue cambiando a una de asombro porque le fue claro ese aroma a ciruela dulce, café y fuego que sus sentidos le gritaron era Buck. Detuvo su caballo cuando le vio encaramado sobre una carroza, disparando una ballesta con la misma seguridad que cualquier Alfa entrenado para ello, lanzando un cuchillo al cuello de un bárbaro, dando órdenes a los Mestizos que le ayudaban. No estaba solo, Lord Odinson estaba con él. El Campeón del Norte tuvo que darse unos momentos para recobrarse de la conmoción, tiempo en el que Buck se percató de su presencia, enterrando unas cuantas flechas a sus últimos rivales antes de echar a correr por el puente hacia él de la misma manera en que lo había hecho como aquella madrugada.
-¡ALFA! ¡ALFA!
Éste azuzó a su caballo, encontrándole a medio camino y levantándole con un brazo para sostenerle con fuerzas, besando sus cabellos con lágrimas de alegría que fueron correspondidas. Cruzaron hacia la Provincia, abrazados con fuerza, entre los gritos de victoria de caballeros y Mestizos por igual. Lord Stark retiró la máscara del rostro de su Omega, acariciando sus mejillas antes de besarle. Buck rió, revisando el cuerpo de su Alfa en busca de heridas severas que buscar, aunque tenía algunas, no eran de seriedad igual que las suyas.
-Por los Dioses, Buck...
-¡Alfa! Perdona por haber huido así, era necesario.
-¿Dónde está Tony?
-A salvo, bajo el resguardo de los Dioses.
-¿Cómo es eso posible? -Lord Stark frunció su ceño, pero su Omega negó riendo.
- Tenemos que vencer a la Casa Primera del Sur, Mi Señor.
-¿Cómo sabes...?
-Deja las preguntas después, tenemos que ir tras ellos.
-¡Anthony! -Lord Odinson les alcanzó- ¿No se suponía entrarías al palacio?
-Dejé a Pet con Quill para...
-¿QUILL? ¡HAS DICHO QUILL! -el rubio Alfa jadeó, abriendo sus ojos, no había podido cruzar palabra con Buck y hasta ahora sabía de aquel Omega- ¡EN LA CAPITAL!
-Dzor... ¡DZOR!
Haciendo honor a su nombre, Lord Odinson les dejó, cabalgando cual rayo hacia la Capital. Lord Stark negó, mirando el campo de batalla y luego a Buck.
-Si un día me hubieran dicho que mi tímido Omega estaría aplastando bárbaros, les hubiera tomado por locos. Los Dioses no dejan de darme sorpresas contigo, Bucky.
-Aún tenemos cosas por hacer, Alfa, no podemos descansar ahora.
-Vamos a hablar largo y tendido cuando esto termine sobre las bondades de hablar con tu Alfa sobre tus planes secretos.
-Si te los contara ya no serían secretos.
Reunieron a todos, dirigiéndose hacia la Capital. Tal como lo había prometido Quill, con las feroces espadas de sus Guardianes y sus estrellas, entró al palacio, persiguiendo a los bárbaros. Loki le había advertido de las mañas de Lord Stane, así que cuando una explosión inusitada le separó de los demás, perdiendo su caballo al caer hacia un patio bajo, no se extrañó de encontrarse solo. Un grupo nutrido de bárbaros le rodearon, notando que, en una esquina, oculto entre las sombras, estaba aquel gran traidor. Sus obras habían exterminado a una familia inocente, leal a su Rey, traído una enfermedad que había tomado la vida de su madre, y hecho sufrir a los que ahora quería. Gruñó, apretando sus hojas curvas y dobles. Iba a tener el gusto de cortarle la cabeza.
-¿Piensan atacarme hoy o mañana?
Lord Odinson también entró al palacio y no hubo fuerza que le detuviera, tan solo de acercarse al palacio su olfato reconoció el inolvidable aroma de su Omega, conteniendo el aliento cuando ese aroma lo halló diferente, más dulzón, con sabor a hogar. Cansancios y heridas se olvidaron en cuanto supo que Quill había tenido un cachorro suyo, nadie podía hacerle pensar lo contrario. Su caballo pateó cuanta puerta impidió su avance, igual que su mazo destrozó los cráneos de los ingenuos que pensaron en detenerle. El aroma estuvo cada vez más cerca, como el olor de la sangre. Temiendo por su Omega, azuzó con fuerza a su semental blanco, entrando de golpe a un patio y luego a una sala amplia, preparando su espada para cobrar venganza. Quill estaba comiendo un pan, sentado en una silla de algún noble señor.
-¿Quill?
Cadáveres hacían alfombra en la sala. El Omega le miró, arqueando una ceja.
-Lord Odinson, llega algo tarde.
-¿No estabas en apuros?
-Soy Starlord, imposible.
-¿Quién?
Quill bufó, poniéndose de pie. -Lord Stane anda por ahí, cargando la corona. Tu corona.
Lord Odinson iba a decir algo, pero el sonido de unas trompetas hizo que ambos se volvieran, escuchando la llegada triunfal de los caballeros provenientes de la Provincia del Este. La guerra estaba terminando, el Clan Stane estaba siendo acorralado. El Alfa bajó de su caballo, queriendo acercarse al Omega quien negó, alzando una de sus espadas.
-Suficiente tengo de tus toques.
-Quill, espera...
-No voy a...
-¡Abajo!
Una flecha silbó por encima de la cabeza del Omega al ser tirado con fuerza por Lord Odinson, quien recibió el ataque en su pecho, justo en su corazón. El Alfa le miró, cayendo de costado. Quill gritó, mirando desde el suelo a Lord Stane con su arco, sacando una espada de doble filo, saliendo de entre las sombras.
-El rey ha muerto, viva el rey.
La rabia se apoderó de nuevo de Quill, levantándose para pelear contra aquel Alfa Pura Sangre, los recuerdos de su madre agonizando por la Lengua Gris, amigos muertos al quedar marcados por ella, la tristeza de Buck por su brazo, el retrato maltrecho de los Attilan en aquella fortaleza... Dzor muriendo por una flecha, todo eso le dio las fuerzas para esquivar los embates, cortando la armadura y piel de Lord Stane, acorralándolo contra un muro entre gritos de furia. Aquel Alfa no pudo creer que semejante fuerza brotara de un Omega, terminando estampado contra un tapete, jadeando.
-Imposible -siseó entre dientes.
-Soy el amo de lo imposible. ¡MUERE BASTARDO!
Con un giro de sus espadas, la cabeza de Lord Stane cayó entre rebotes al suelo, junto con su cuerpo que se deslizó por la pared, haciendo un charco de sangre. Quill jadeó, mirando satisfecho aquello antes de volverse a Lord Odinson. Tiró sus espadas para levantarle, mirando ese rostro pálido.
-No, no, no, no... ¡Dzor!
El Alfa abrió sus ojos, sonriéndole. -Q-Quill...
-¡Auxilio! ¡Auxilio! No te mueras, no por favor.
-Q-Quill...
-Ssshhh -el Omega sintió lágrimas en sus ojos, mirando la flecha en su pecho- Vas a estar bien, solo... solo resiste, ¿sí?
-El cachorro...
-A salvo, pero tiene que conocer a su padre, ¿de acuerdo?
Lord Odinson sonrió, levantando una mano para acariciar su mejilla. -No llores.
-Hago lo que se me da la gana y ya cállate. ¡AUXILIO! ¡AUXILIO!
-Quill...
-¡NO!
-No me voy a morir.
-¿Q-Qué...?
Con una pequeña risa, el Alfa llevó su mano a la flecha, arrancándola frente al horrorizado y luego confundido Omega que no vio sangre alguna en la punta. Lord Odinson tiró la flecha, sacando de entre su armadura un dije de concha de coral, partido ahora en dos, y que le había salvado la vida. El retrato de Meredith cayó a un lado. Quill abrió su boca, mirando al Alfa. Rugió entonces, dejándole caer sin miramientos, buscando en el cinturón del cuerpo de Lord Stane la corona atada que soltó, arrojándosela a Lord Odinson antes de salir, inmensamente ofendido.
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