VII

ODI ET AMO.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, AU, ABO.

Parejas: Am... ¿muchas? Harem.

Derechos: a suspirar.

Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.

Pero gracias por leerme.


***

VII



Lord Stark casi le brincó encima a su Omega, rugiéndole al olfatearle, lamiendo su cuello donde sus glándulas Omega estaban sin inflamar como debiera ser. Buck ladeó su rostro, dejándole hacer. Las manos de su Alfa casi le rasguñaron, probablemente enfadado de que no encontrara el aroma que estaba buscando, pero cuando alcanzó su miembro igualmente erecto, esa decepción se transformó en satisfacción al chuparle apenas, comprobando el sabor de su cuerpo. Su exploración posesiva llegó a su entrada, nuevamente rugiendo cuando probó de él. Buck se aferró a las pieles, conteniendo el aliento y un quejido al sentir una mordida de esos colmillos. De nuevo esos ojos rojizos le observaron fijamente. Todo el poder de un Alfa Pura Sangre encima de su cuerpo. Sus manos se atrevieron a tocar la erección palpitante, sin apartar su mirada, invitando a que continuara.

-Mío -bramó Lord Stark.

El beso encendió el cuerpo del Omega, dejándole sin aliento con un ligero sabor a metal por los colmillos que mordieron uno de sus labios, otro sabor más combinado. Su Alfa se acomodó entre sus piernas, sintiendo el calor inconfundible de un pene rozando su entrepierna y miembro, haciéndole jadear con un temblor. Sin marcha atrás. Buck pasó sus brazos por los hombros de su señor, enredando sus piernas alrededor de aquellas inquietas caderas, asintiendo para él. El grito que escapó de sus labios fue ahogado en un nuevo beso, sus muslos perdiendo un poco de agarre por el dolor al ser penetrado de golpe, sintiendo al fin lo que era el reclamo de un Alfa. Creyó que estaban partiéndole en dos, sus ojos rozándose con un par de lágrimas escapando de sus párpados apretados ante el escozor en su interior. Al tener libre su boca, jaló aire con un pequeño sollozo en el último empuje de Lord Stark, quedando por completo dentro de él.

-A-Alfa...

-¡MÍO!

No tuvo mucho tiempo para acostumbrarse a esa sensación, las embestidas de su Alfa fueron ganando velocidad y fuerza, escuchándole gruñir en su oído, complacido de su pureza que iba reclamando para sí con cada penetración. Los dedos de Buck dejaron unas marcas rojizas en la espalda de Lord Stark al rasguñarle sin darse cuenta. El dolor aún persistía, pero de pronto, entre aquel feroz vaivén, el miembro de su Alfa tocó algo en él que le hizo estremecerse de pies a cabeza con tal impacto que de pronto se encontró gritando el nombre de su señor, sintiendo que su cuerpo necesitaba consumirse en un inexplicable fuego lleno del aroma de Lord Stark, del calor cual carbón ardiente de su piel o esa mirada salvaje, posesiva sobre él. Los roces entre sus cuerpos contra el pene del joven Omega terminaron por llevarle a ese primer clímax, arqueándose contra las pieles bajo la mirada complacida de su Alfa al verle correrse sobre su vientre.

-Alfa... Al...fa...

Buck se perdió en su orgasmo, no supo bien cuánto tiempo, solamente la incomodidad que sintió le hizo volver a sus cabales. Lord Stark aún no terminaba. Se abrazó a él, gimiendo adolorido. El joven Omega abrió sus ojos al comenzar a percibir un cambio en aquella erección martilleándole, en la base se formaba una inflamación. Por instinto, su primera reacción fue tratar de separarse, pero su Alfa le tenía bien sujeto, estampándole contra la cama. Buck no creyó posible que un Nudo así fuese a entrar en su cuerpo, imposible. Tuvo un miedo que se relegó a segundo lugar cuando unos colmillos comenzaron a rozar la piel de su cuello, cerca de la curva con su hombro. Vino a su mente esa decisión de no claudicar por más asustado que estuviera o su señor jamás iba a perdonárselo, ni él tampoco. Ofreció su cuello a esos colmillos, preparándose para el aguijonazo de dolor que vino cuando fue mordido sin titubeos. Un grito escapó de su garganta, quebrado por las lágrimas, abriendo sus ojos de par en par, a causa de ese Nudo que fue empujado dentro de su cuerpo, sintiendo algo en su interior romperse.

Ahora y para siempre era de su Alfa, le pertenecía a Lord Stark.

Gimió, juntando sus cejas al sentir otro ardor por un líquido caliente llenándole en abundancia, entre las erráticas embestidas de su señor que fueron calmándose hasta que finalmente se quedó quieto, con el peso de su cuerpo sobre el de Buck, quien suspiró aliviado cuando los colmillos le dejaron y una lengua en su lugar lamió perezosamente la herida, sanándola con su saliva. El joven Omega sintió su cuerpo tan flojo como si de repente le hubieran robado los huesos, respirando agitado aun percibiendo ese semen inundándole. Una sensación placentera y nueva. Sonrió casi adormilado, besando el hombro de su Alfa entre ronroneos de satisfacción. Todos sus cabellos como los de Lord Stark estaban empapados de sudor igual que sus cuerpos, pero estaba feliz. No había sido tan malo como Stev se lo había querido poner.

Mejor dicho, eso fue lo que creyó. Ya estaba casi quedándose dormido cuando jadeó al sentir como ese miembro relajado en su interior volvió a la vida prácticamente en un parpadeo. El aroma intoxicante de ese Celo cobró bríos al despertar su Alfa. Más gemidos y gritos escaparon de los labios de Buck, entre los sonidos que se le antojaron tan lascivos de sus cuerpos chocando entre sí en las siguientes rondas que tuvo con Lord Stark. Nunca supo en qué momento los vendajes de su brazo izquierdo se perdieron, quedando esas marcas de la Lengua Gris al descubierto que se percató no sin preocupación que tenían mordidas de su señor. Poco o nada pudo decir el joven Omega, a veces dejando escapar unos sollozos propios del agotamiento. Supo que las horas pasaban por la luz de las ventanas haciendo cambiar el ángulo de las sombras, pero las demandantes embestidas de su Alfa no le dejaron muchas energías para llevar la cuenta.

Sin embargo, jamás hizo queja alguna para negarse, aunque luego sintiera que sus caderas iban a romperse al ser sujetas con tanta fuerza y un Nudo volviera a poner a prueba la estrechez de su interior. Lord Stark vagamente descansó, cuando lo hizo, sus brazos siempre mantuvieron a su Omega pegado a él, a veces con su erección dentro junto con ese Nudo que tardaba en desinflamarse. Para el último día, Buck ya ni siquiera tenías las fuerzas para sujetarse o apoyarse, era más como un muñeco, uno necio cuya voluntad fue la única que resistió tantos embates continuos con tanto semen que le dio la impresión de que su vientre estaba ligeramente abultado. El joven Omega se quedó profundamente dormido al percibir el aroma ya tranquilo de su Alfa, esa mezcla de manzana y canela con hierro de tierra fresca que tanto adoraba.

Despertó invitado por el aroma de un desayuno caliente y recién hecho que hizo su estómago rugir. Estaba increíblemente débil, con el cuerpo adolorido por las mordidas, rasguños, la Marca en su cuello que punzaba, sus caderas sus piernas que temblaban. Al abrir sus ojos, se encontró con la expresión preocupada de Lord Stark, quien puso una toalla fría sobre su frente, acariciando su mejilla con sus nudillos al notar que le observaba. Quill estaba colocando el desayuno sobre una bandeja, tenía esa sonrisa ya conocida cuando hacía alguna tontería, acercando la bandeja a la cama haciendo una reverencia al Alfa, dejándolos a solas. Buck trató de hablar, pero incluso sentía la garganta adolorida, cansada, sus cuerdas vocales demasiado exhaustas para crear sonido alguno.

-Bucky... por los Dioses, pude haberte lastimado severamente.

Negó, besando la palma de su señor con una sonrisa perezosa. Lord Stark suspiró, rodando sus ojos y sonriendo al fin.

-¿Qué haré con semejante Omega necio y caprichoso, puedes decirme?

Éste apenas se encogió de hombros, mirando hambriento la bandeja del desayuno, gesto que su Alfa entendió, acercando los alimentos para darle en la boca. Ni siquiera tenía fuerzas para levantar las manos.

-Debería castigarte por lo que hiciste, pero Edwyn me dijo que fue mejor -Lord Stark torció apenas sus labios, cortando un trozo de pan para él- Estando tan entretenido desflorando a mi Omega no me percaté del ataque en el puerto sur, si un Alfa en Celo percibe peligro, termina haciendo más daño que bien. Así que... de cierta manera evitaste una tragedia. No, no sonrías, en verdad algo malo pudo ocurrirte por andarte encerrando conmigo. ¿Quién te enseñó esas maneras? ¿Quill?

Buck negó vigorosamente, pero su Alfa no le creyó.

-Ustedes dos van a incendiar el palacio un día de estos -dijo a modo de regaño Lord Stark, pero su tono de voz no tenía nada de reprimenda, observando orgulloso su Marca en el cuello de su Omega como su aroma impregnado con fuerza en ese agotado cuerpo- Tú serás quien hable con Stev, Talia y Miko para explicarle semejante comportamiento. Eso me parece que es algo justo luego de semejante acto de temeridad por tu parte. Creo que también has sido influenciado por Pet, tengo un extraño presentimiento de que así es, aunque hagas pucheros.

No solo tuvo que hablar con los otros Omegas, Buck ofreció regalos a cada uno porque estaban ofendidísimos por su actuar. O celosos. En cualquier caso, el joven Omega tuvo que hacer uso de esa expresión dolida para que los otros tres dieran su brazo a torcer y al fin le perdonaran. Las farolas rojas de la Casa Principal fueron retiradas, los hijos de Lord Stark volvieron. El ataque al puerto sur había sido mitigado por Lord Odinson, quien navegó hasta dar con la última nave bárbara, llevando los restos de las velas quemadas al Rey junto con cabezas de los líderes. Semejante trofeo le ganó el título del Señor del Trueno por la rapidez para acabar con los enemigos del Reino, lo cual además implicaba una celebración posterior con los regalos de todos los señores de todas las Provincias. En cuanto Buck pudo andar sin problemas, se prepararon para viajar a la Provincia del Este al Dominio de Lord Odinson como muestra de respeto por su gloria reciente y también agradecimiento por la ayuda.

Esta vez viajaron en los carruajes especiales para la ocasión, largos y espaciosos para llevar a todos los Omegas juntos, los hijos de Lord Stark en otro, excepto Pet quien ya tenía edad para cabalgar junto a su padre al frente de la caravana. Buck sintió que fue un martirio la travesía hacia la Provincia del Este, o bien aún no se recuperaba del todo, el movimiento a veces brusco carruaje por el camino empedrado o el calor que parecía se encerraba dentro le tuvo algo gruñón. Talia le regaló su abanico de plumas rojas para abanicarse al verlo así. De suerte que Miko supo cómo entretenerlo y olvidar aquellos malestares. Todos iban en las galas de la Casa Tercera del Norte, con sus joyas y adornos en oro como correspondía a su rango y ese manto carmesí con el que cubrían sus cabezas coronadas con más joyas.

La Provincia del Este era vasta en campos, pero tenía un clima húmedo de tierras oscuras, pocas montañas excepto las cercanas al Dominio de Lord Odinson cuyo palacio de piedra gris con altas columnas y esculturas a modo de guardianes que les recibieron. La mayoría de los señores de las Provincias ya habían visitado al Campeón del Este, faltaban muy pocos, entre ellos Lord Stark quien no había querido forzar a su necio Omega a moverse más de la cuenta, aun vigilando que nada malo le hubiera ocurrido. Sin embargo, Lord Odinson pareció tremendamente feliz cuando supo de su llegada pues el señor de la Casa Tercera del Norte era su mejor amigo y su visita hizo que de nuevo renovaran las faenas en las cocinas para recibirles como merecían.

-¡Anthony! Espero el viaje no haya sido complicado, te tomó varias semanas llegar.

-No creerías las cosas que pueden ocurrirte mientras te diriges al hogar de un amigo, Dzor.

-Sé bienvenido con toda tu familia, el Dominio de los Odinson es el hogar de los Stark.

-Los Dioses te bendigan.

El recibimiento fue cálido, con ese desdén que Buck ya esperaba del Omega consorte de Lord Odinson. Aquel palacio si bien tenía arquitectura más austera, sus anchos soportes y columnas cuadradas le daban un aire de solemnidad y fuerza que representaban bien a su amo.

-Bonito lugar, he visto mejores -comentó Quill cuando entraron al Salón Valhalla, como le llamaban a su Casa Común.

-Juraría que Lord Loki restregó su trasero en todo el lugar antes de recibirnos.

-¡Buck! -Stev le reprendió discretamente.

-O lo orinó -se unió Talia, escandalizando al Omega Segundo.

-Es que sí tiene su aroma -murmuró Miko con un puchero para que Stev no le dijera nada.

Otra cosa que era diferente en aquella Provincia era la comida, dominaban las carnes rojas con abundantes especias de picante sabor. Su vino, de esos famosos viñedos, poseía su propia gloria. Buck no encontró muy agradable el sabor de los platillos, cuidándose de no hacer ningún desprecio. El viaje le había agotado, disculpándose con Pet por no acompañarle a una cabalgata en los verdes campos del Dominio, donde los pastos se mecían cantando al viento. Su estómago le hizo una mala pasada, y tuvo que descansar en su habitación con Quill ayudándole cuando la comida de la Provincia del Este se negó a permanecer en su cuerpo.

-Estás verde, Buck.

-No grites.

-No lo estoy haciendo.

-Entonces no hables.

-Iré a buscar un remedio.

-Tus remedios...

-Sí, mis remedios. ¿Crees que puedas vivir sin mí un par de horas?

-Quiero dormir.

-Mejor. Anda, te pondré en cama como niño bueno.

Quill negó al verlo murmurar quien sabe qué cosas, sujetándole para que no tropezara. Una vez que se aseguró que el Omega Quinto estaba bien dormido, salió de la habitación para buscar en algún mercadillo lo que podría ayudarle a no estar de colores.

-Omegas del Norte tan delicados.

Se preguntó cuánto tiempo estarían en el Dominio de Lord Odinson, porque había hecho cuentas y su Celo se acercaba. No que tuviera problemas solucionando eso, pero de seguro ese tal Lord Loki no estaría de acuerdo en que anduviera retozando con alguno de sus sirvientes. Por ello no le extrañó que los Alfas rondando el pequeño bazar cercano al Dominio le olfatearan con interés o uno de ellos estuviera siguiéndole hasta encontrarle en un callejón a solas. Quill le puso una daga en el cuello como advertencia y las ganas de aquel conquistador desaparecieron. No era de la clase de Omegas indefensos o que no supieran ahuyentar depredadores. Su madre le había enseñado a defenderse con armas y mañas, esa hermosa mujer Beta llamada Meredith, cuyo retrato minúsculo cargaba en un dije de concha marina todo el tiempo.

-Hey, lindo, ¿no eres de por aquí, cierto?

Quill rodó sus ojos, acomodando el morralito con hierbas que ya había comprado en su cinturón, tentando sus cuchillos para ese trío de Alfas ebrios.

-Muy bueno ojo, mi señor, no soy de aquí ni tampoco soy de ustedes.

-Oh, mira, un Omega altanero.

-Ya veremos si luego sigue tan hablador cuando tenga ocupada esa boca.

-Uhh, ¿eso debería asustarme o excitarme? Tienen que ser más claros.

-Tal vez si primero te domesticamos lo entiendas, Omega.

Se preparó para la refriega, estando en un callejón estrecho sin gente no tenía mucha ventaja, pero el vino en las cabezas de esos Alfas podría ser una ventaja. Quill sacó sus dos cuchillos con mango de hueso, gruñendo al verlos aproximarse. Bailoteó sus armas para dejar claro que estaban filosas y que las sabía usar. Esos tres hombres le miraron serios, deteniéndose. De pronto, palidecieron antes de echar a correr. Quill arqueó una ceja, preguntándose qué demonios había sucedido cuando llegó a él un aroma inconfundible que le tensó. Girándose lentamente sobre sus talones, miró en la entrada de aquel callejón a Lord Odinson, caminando tranquilamente hacia él.

-Lord Odinson -hizo una reverencia, guardando sus armas.

-Eso fue peligroso.

-Su intervención fue oportuna, gracias Lord Odinson. Debo irme.

-Como sirviente de Lord Stark no deberías salir sin algún caballero protegiéndote.

-Puedo hacerlo mejor estando solo.

-Tanta soledad no es provechosa.

Quill hizo un gesto de desagrado al inclinar su cabeza al Alfa cuando estuvo frente a él. ¿Quién demonios se creía para hablarle así? Su recuerdo de aquella mirada en su visita al Norte vino a él, haciendo más incómoda esa charla.

-Debo volver, Lord Odinson.

-¿No te gustaría conocer todo el bazar? Tiene unas frutas que no verás en el Norte.

-Siempre hay delicias que nos perdemos y nada malo ocurre con ello.

-Eres difícil -sonrió Lord Odinson- Algo raro en un Omega.

-Lo dice quien tiene por consorte a una serpiente.

La carcajada del Alfa llenó el callejón. -Loki no es tan malo.

-Nunca dije semejante cosa, señor. Ahora, si me disculpa...

No pudo terminar la oración, sorprendido por un veloz brazo fornido que le sujetó por la cintura y estampándolo contra un pecho ancho. Su queja murió por unos labios sellando los suyos en un beso algo rudo. Quill trató de empujar a Lord Odinson, con el corazón latiéndole aceleradamente. Una lengua segura invadió su boca al perder la batalla contra ese Alfa Pura Sangre, siendo sujeto por su nuca por otra manaza sin que sus intentos por alejarlo tuvieran éxito. Ese aroma de bosque y madera le mareó, haciendo que sus piernas vacilaran. Su boca fue liberada para respirar, con los labios del más alto buscando en su cuello. Aquel gestó despertó a Quill, sacando aprisa uno de sus cuchillos que encontró el cuello de Lord Odinson, liberándose al fin de su agarre.

-Lo siento, pero no me gusta la mercancía del Este -siseó rabioso, antes de echar a correr.

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