VI

ODI ET AMO.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, AU, ABO.

Parejas: Am... ¿muchas? Harem.

Derechos: a suspirar.

Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.

Pero gracias por leerme.


***

VI



-Vaya, al fin dejas de gruñir y ahora ronroneas.

-Talia, yo no...

-¿Eso que huelo es a Lord Stark en ti?

Buck se juró que el carmesí en su rostro no iba a abandonarle nunca y menos cuando Talia hacia esa clase de observaciones sobre su persona mientras estaban en uno de los jardines de la Casa Común, los cachorros jugando alrededor entre gritos y una que otra pelea que la Ama de Llaves controlaba apenas, dejándolos rodar por el pasto libre de la nieve. El invierno estaba despidiéndose ya, dejando en el Omega Quinto singulares recuerdos que tenían que ver directamente con Lord Stark. Después de aquella noche de nevada, su Alfa tuvo más cercanías con él, a veces solamente eran caricias en su mejilla al pasar o un abrazo que se le antojaba posesivo al despedirse para irse a atender sus deberes como señor del Norte. Otras veces, eran caricias muy íntimas que le dejaban sin palabras.

Parecía que Lord Stark tenía cierta obsesión con hacerle cosas que tuvieran que ver con probarle o al menos dejarle en tal estado que Buck no podía ni caminar. No imaginaba cómo sería cuando realmente su Alfa le marcara, si tan solo con tocarle de esa manera ya sentía que veía más estrellas que las que colgaban de su estudio. Ya comenzaba a reconocer la mirada en Lord Stark cuando estaba decidido a verle a solas, no siempre en su Nido. Buck recordaba no sin sentir el rostro hervirle cuando salieron a esa visita al Templo de los Dioses, siendo gentilmente raptado por su Alfa quien le llevó a un rincón oculto detrás del recinto sagrado, apenas si dándole tiempo a reaccionar cuando lo tenía de rodillas frente a él usando esa lengua para cosas que no eran oraciones.

Miko estuvo riéndose el resto del paseo al mirarle de reojo porque Buck estaba desorientado luego de volver con todos, caminando de forma algo graciosa. Otras veces había ido con Lord Stark a un paseo a caballo, para afinar su habilidad con ello. Un mero pretexto para estar tumbados en medio del bosque, Buck gimiendo sin control mientras unos dedos le exploraban de tal forma que su Alfa tuvo que llevarle de vuelta a casa en brazos al no poderse sostener. El idiota de Quill no paraba con hacerle burla diciendo que iban a necesitar un nuevo pedido de farolas rojas si las cosas con Lord Stark continuaban así, pues las que había en el Dominio no alcanzaban para cubrir todas esas veces que el Omega Quinto recibía tales atenciones. Más de una vez Buck le persiguió con un cuchillo, muy ofendido por su descaro.

En el Dominio se preparaban ya para la llegada de la primavera, no hubo más invasiones de bárbaros y los festivales en honor a los Dioses pronto comenzarían, de la misma forma que la temporada de Celo de Lord Stark. Buck estaba más decidido que nunca a ser parte de aquello, pero su problema radicaba en que si Stev, siendo el Omega Segundo y, por ende, quien tenía la última palabra entre ellos, se negaba a hacerle partícipe, no habría forma de que pudiera acercarse a su Alfa durante su Celo. No que pudiera saltarse la autoridad del rubio, como se lo había comentado Quill, pero tampoco deseaba provocar una pelea familiar por un simple, aunque anhelado capricho. Así que todavía meditaba una forma de convencer a Lord Stark de que no había ningún problema ni peligro si él por fin le reclamaba durante su Celo.

Fueron en la tarde al Templo de los Dioses, a dejar su ofrenda que iniciaba los ritos de despedida del invierno y la bienvenida de la primavera. El lugar era hermoso con todas esas velas en forma de esferas rodeadas por flores amarillas, todos usando sus respectivos mantos en las cabezas. Pet había ganado una competencia de tiro con arco y su padre estaba feliz, dando una ofrenda más en el templo como agradecimiento por aquella victoria que más tarde celebrarían al regresar. Estaban ya en las escalinatas exteriores cuando escucharon una voz muy fuerte, ronca, con el singular acento de la Provincia del Este dirigiéndose nada menos que a Lord Stark como quien está encontrando a un amigo perdido desde hace tiempo.

-Anthony.

-¡Lord Odinson! Los Dioses quieren agraciarme este día.

Un alto y algo escandaloso Alfa Pura Sangre abrazó con mucha familiaridad a Lord Stark. Era de cabellos rubios claros, largos con algunos mechones sujetos en trenzas finas que llevaban tiras de cuero oscuro. Ojos azules y barba rubia bien recortada, aunque profusa, vestido en túnicas negras con bordes dorados y un manto rojo donde descansaba un grueso medallón de oro puro que tenía el dibujo de un martillo con un relámpago detrás. Lord Stark sonrió muy alegre, palmeando aquella ancha espalda antes de separarse y mirarle de arriba abajo con una expresión de aprobación a sus atuendos propios de su lugar de origen.

-Los años te han tratado bien, mi buen amigo.

-Lo mismo digo, Lord Stark. Creo que recuerdas a mi Loki.

Lord Odinson se giró, dejando ver a un Omega altivo, de rasgos finos, piel clara y cabellos oscuros que tocaban hasta su espalda media. Vestía túnicas en color verde esmeralda como sus ojos, con bordes dorados, con el manto negro de la casa y el medallón de su Clan. Adornaban sus cabellos una fina diadema de oro con hojas de olivo incrustadas en las bandas retorcidas, como símbolo de estatus. Junto a él estaban dos niños, uno de la edad de Jeim, de expresión hostil, cabellos negros y ojos verdes que daba la mano a una niña más pequeña, igual que su hermano en rasgos, pero más tímida. Ambos eran Betas Superiores.

-Lady Odinson, que gusto de volverte a ver.

Loki le dedicó una mirada a Lord Stark cuando le saludó de esa manera, algo que ya se traían entre ellos pues desde la primera vez se habían tratado así. El señor de la Casa Tercera del Norte le llamaba de esa manera para burlarse a modo de venganza por haberle puesto sal a su vino cuando visitó a Lord Odinson hacía varios años. Era un Omega muy difícil y Lord Stark siempre se preguntó por qué su amigo habría tomado por consorte a semejante hombre.

-Fenrir, Hela, aún recuerdo sus nombres.

-Como yo los de tus cachorros -asintió siempre alegre el alto Alfa- Aunque me parece que tu Clan ha crecido, amigo mío.

-Oh, es verdad, permíteme presentarlos como es debido -Lord Stark sonrió a sus Omegas- Ya conoces a Steve, Pet, Jon y Sama.

-Lord Odinson -saludaron éstos con una reverencia.

-Talia, Jeim y Tasha.

-Lord Odinson.

-Me parece que no habías conocido a Miko, Rumi.

-¡Lord Odinson!

-Tampoco a mi Bucky.

-Lord Odinson.

-Familia, él es Dzor Odinson, Alfa de la Casa Segunda de la Provincia del Este, el supuesto Campeón de aquel lado del Reino y Señor de las Huestes del Martillo.

-Siempre bromista -se carcajeó Lord Odinson haciendo una reverencia a los Omegas de su amigo, sus ojos pasando de uno en uno.

Quizá Buck fue el único que percibió algo en la mirada del Campeón del Este cuando tocó su turno de ser observado. Primero creyó que se debía a su mano vendada que se asomaba por debajo de su manto rojo translúcido, pero luego se percató que no era a él a quien miró con fijeza, sino a su muy despistado sirviente Quill, quien estaba entretenido comiendo una fruta en espera de las órdenes de Lord Stark como el resto de los sirvientes. Solo fue un simple vistazo que pasó desapercibido, pero algo en Buck le hizo sentir desasosiego. Algo olvidado desde su partida de la Casa de Té, ahí era donde había conocido esa clase de miradas cuando un Alfa llegaba a tener genuino interés por un Omega, decidido a tenerlo. Sacudió su cabeza, negándose a pensar que un Alfa Pura Sangre como lo era Lord Odinson pudiera fijarse en un atolondrado como Quill, menos teniendo a semejante Omega de consorte que parecía ahuyentar hasta el aire lejos de su Alfa.

-¿Qué te ha traído a estas tierras tan lejanas a las tuyas, amigo mío?

-He terminado mis exploraciones en el mar y supe que tuviste invasiones furtivas, quise venir a ofrecerte mi ayuda incondicional. Y disfrutar de este festival.

-Dirás de su vino tradicional.

-Es parte del festejo.

-Bienvenido seas a mi casa, Dzor, las puertas están abiertas para ti y para Lady Loki.

Éste sonrió claramente forzado y ofendido.

-Invitación que no será desechada, Anthony. Debemos ir a ofrecer nuestras oraciones a los Dioses, ¿te veré más tarde en tu Dominio?

-¿No has olvidado dónde es, cierto?

-¿La parte más fea de la Provincia?

Ambos Alfas se carcajearon, tomando cada uno un rumbo distinto. Buck tuvo el instinto de mirar por encima de su hombro cuando estaban lejos del templo. Su intuición no le falló. Lord Odinson se tomó unos instantes fugaces para verlos, mejor dicho, seguir el paso rítmico de Quill a su lado, canturreando algo para sí mismo, llevando un canasto de frutos sobre un hombro. Frunció su ceño, sin decir ya nada, prefiriendo enfocarse en lo que realmente le interesó en esos momentos, la manera de poder estar presente con su Alfa en su Celo. Su aroma ya estaba cambiando, de manera sutil pero inequívoca, se hacía más intoxicante, incluso le provocaba el querer siempre tocarse a sí mismo al pensar en ese aroma tan fuerte, dominante.

Prepararon la Casa Común para recibir a los Odinson, con una cena abundante y música alegre como le agradaba al Campeón del Este, mismo que llenó la sala con sus risas profundas, celebrando con Lord Stark el que ahora tuviera completa su Manada. El Clan Odinson acostumbraba a tener solamente dos Omegas por Alfa, pero Dzor aún no se decidía por el segundo, en buena parte porque Loki calmaba sus instintos bastante bien. Y ahuyentaba a cualquier pretendiente con esas manías suyas que bien le valieron el mote de brujo. Buck se mantuvo lejos de aquel hombre, para tener distancia prudente con Quill, aunque no pudo evitar que éste se alejara al servir a los invitados. No vio más gestos de aquellos en Lord Odinson, diciéndose a sí mismo que había tenido alucinaciones. Cuando llegó la hora del baile, su Alfa vino a él para invitarle a acompañarle.

Estuvo demasiado distraído entre los brazos de Lord Stark, tratando de no pisarle los pies ni dejarle en ridículo con sus pocas habilidades dancísticas como para darse cuenta de que Quill quedó cerca del otro Alfa, quien bailaba con su Omega. Su distraído sirviente estaba bailoteando en su lugar por la música tan alegre, comiendo una fruta según su costumbre y tomando nota de la manera en que Lord Stark miraba a Buck. Durante un punto de la danza, la mirada de Quill se cruzó sin querer con la de Lord Odinson, muy fugaz pero significativa para el Omega quien se quedó mortalmente serio, frunciendo su ceño de inmediato y buscando regresar a su sitio junto a la silla del Omega Quinto, más que ofendido. También reconocía esa clase de miradas, no era un ingenuo en el tema y desde luego, era enemigo de servir de consuelo a un grandulón Alfa escandaloso.

La cena duró hasta la medianoche, Lord Stark ofreció las habitaciones de la Casa Común para sus huéspedes. Buck estuvo más que aliviado de volver a su Nido que sintió como un santuario en esos momentos. Dos Alfas Pura Sangre eran demasiado para una noche. El aroma más recurrente de Lord Stark en sus aposentos le calmó, notando taciturno a Quill, inusualmente callado cuando lo que esperaba de él era toda una sarta de tonterías y bromas sobre su persona o lo sucedido en el templo, cualquier cosa que le sirviera como tema de conversación nocturna mientras le ayudaba a desvestirse. Pero el otro Omega parecía que se había vuelto mudo en tan solo el camino de regreso a la casa, también su humor había desaparecido.

-¿Quill?

-¿Sí, Mi Señor?

-¿Estás bien?

-Seguro.

Buck parpadeó confundido. -Quill, sabes que Lord Stark jamás te usaría como obsequio.

-Eso no lo sabes.

-Lo sé. Ambos lo sabemos, él no es así. Y yo tampoco lo permitiría.

Eso hizo que Quill le mirara. -Solo soy un sirviente, Buck.

-También eres mi amigo, y si yo le pido a Lord Stark que te conceda su protección, lo hará.

-Qué rápido te adueñaste de tu título como Omega Quinto.

-Nadie jugará contigo ni te usará mientras estés a mi servicio.

-Oh, me amas.

-¡Quill!

Éste sonrió al fin. -Es tarde, debes descansar. Gracias, Buck.

-Buenas noches, Quill.

Afortunadamente Lord Odinson se marchó temprano por la mañana, aparentemente su Omega deseaba buscar un capricho en otras tierras. Los preparativos para el Celo de Lord Stark siguieron su curso, con Buck pareciendo animal enjaulado por la ansiedad de buscar convencer tanto a su Alfa como a Stev de poder estar. El tema ya era cosa prohibida para él en las reuniones familiares, lo cual lo frustró aún más. Quill, en sus maneras de ladronzuelo que no se perdían por más que le amonestara, le mostró su reciente logro, una manera de abrir y cerrar los enormes cerrojos de las puertas principales usando un gancho de hierro. Buck rodó los ojos a punto de enviarlo a devolver el cerrojo que había obtenido cuando una idea vino a su mente, repentinamente interesado en tener esa misma habilidad de su sirviente.

-¿Tú para qué piensas usarlo?

-¿Tú para qué lo quieres Quill?

-Bien, bien, te mostraré, mira, todos usan...

Todos se dieron cuenta del cambio en el ambiente cuando Lord Stark comenzó a entrar en Celo. Muchos de los sirvientes prefirieron andar en las afueras que dentro del palacio. La opresión por aquel aroma agresivo no se resistía tan fácil, incluso todos los cachorros incluyendo a Pet prefirieron ir a pasar esos días en una casa cercana al lago del Dominio. El humor del Alfa era más inestable, cualquier cosa lo hacía gruñir o gritar, todos los Omegas despidieron a sus hijos en el portón del palacio. Buck aprovechó ese momento para hacer su jugada, escabulléndose por los mismos caminos que Quill le había mostrado usaba al recorrer el palacio, llegando a la Casa Principal. Se suponía iba a marcharse con todos los hijos de Lord Stark para cuidar de ellos, pero en cuanto se dieran cuenta que no estaba esperándolos en el carruaje iban a buscarle. Apenas tenía tiempo. Corrió tan rápido como pudo a la puerta principal, entrando y cerrándola por dentro con ese cerrojo con el truco que había aprendido.

El joven Omega contuvo el aire.

Solamente él o Lord Stark podrían abrir esas puertas, todo lo demás estaba sellado para evitar agresiones innecesarias por parte del Alfa, siguiendo sus deseos, así que solamente ellos dos eran los únicos para quitar el cerrojo interno. Buck tembló un poco al olfatear el aroma cargado de su señor, conforme las horas pasaban estaba alcanzando el punto más alto del Celo. Pronto demandaría a sus Omegas. Fue hacia donde el altar, haciendo su reverencia ceremonial ante el retrato de Lady Stark, nervioso, pero aún decidido a lo que iba a sucederle, no había vuelta atrás en eso. Una vez que Lord Stark le olfateara, sus sentidos de Alfa demandarían que le reclamara. Eso era lo que deseaba, y estaba seguro de poder con ello con todo y las advertencias de medio palacio. Había sobrevivido a la Lengua Gris, a la vida de esclavo, un Alfa Pura Sangre que anhelaba complacer no era nada.

-Lady Stark, bendíceme y perdona lo que haré. Permite que te honre cuidando de Lord Stark como tú seguramente lo habrías hecho.

Un rugido le hizo respingar, conteniendo el aliento. Lord Stark ya debía haberse percatado de su presencia, aunque no tuviera aroma. Mirando el retrato de Lady Stark, asintió, girándose sobre sus talones para subir los escalones con calma, repitiéndose que podría hacerlo. Empujó las puertas de la recámara de su Alfa, quien estaba pegado a uno de los ventanales, jadeando, con una túnica encima que estaba empapándose de su sudor. De solo verle entrar, con unas cuantas zancadas estuvo frente a Buck quien tuvo el valor de no echarse hacia atrás, levantando su mentón en alto en franco desafío para demostrarle que no le tenía miedo. Los ojos de su señor estaban teñidos de rojo con azul, rechinando esos colmillos al mirarle atentamente.

-¿Qué infiernos haces aquí?

-Vengo a estar contigo, mi Alfa -respondió seguro el joven Omega, llevando sus manos a la única prenda que tenía puesta, soltando las tiras que sujetaban su túnica que cayó al suelo en silencio, dejándolo completamente desnudo ante Lord Stark, quien rugió- Quiero estar contigo, Mi Señor. Quiero... ser tuyo.

La oleada de aquel aroma le mareó, sintiéndose humedecerse al reaccionar su Alfa. Buck jadeó al ser levantado por su cintura y prácticamente arrojado a las pieles de la cama de Lord Stark, observándole arrancarse su túnica, con un miembro viril completamente erecto y rojizo por lo hinchado. No le había visto completamente desnudo, su cuerpo marcado con esos músculos tensándose, el sudor acentuando las cicatrices en algunas partes de sus costados y piernas, viejas heridas de sus batallas ganadas. El joven Omega se estremeció, con una mirada decidida al abrir descaradamente sus piernas hacia su señor. Por supuesto que tuvo temor, el peligro se percibía claramente, más su voluntad calló con puño de hierro cualquier duda que apareció en ese instante.

-Tómame, Alfa.

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