V
ODI ET AMO.
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel, AU, ABO.
Parejas: Am... ¿muchas? Harem.
Derechos: a suspirar.
Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.
Pero gracias por leerme.
***
V
Los techos del palacio eran blancos por completo a causa de la nieve, igual que los caminos, debiendo ser despejados por los sirvientes. Lord Stark había pasado un tiempo considerable fuera de su Dominio, hasta cazar al último de los invasores bárbaros. Nunca pudo obtener lo que deseaba porque todos ellos siempre terminaron con sus vidas al verse presos por el vengativo Alfa. Recién había vuelto a casa, agotado y frustrado. Los consuelos de sus Omegas le devolvieron el bueno humor, sobre todo al ver más confiado a su Omega Quinto. Con las risas de sus hijos, la buena comida y esa compañía, pronto todo volvió a la normalidad. Quill ya se había recuperado, presumiendo a cuanta conquista pudiera su cicatriz de guerra, como le llamaba. Buck solamente rodaba sus ojos, dejándole hacer, esperando un momento a solas con Lord Stark para al fin decirles las palabras que se había guardado desde el ataque.
-Alfa, perdona lo sucedido, no debí salir a buscar esos libros.
-No, Buck, ninguna disculpa. Si mis Omegas no pueden ir a donde les plazca en completa seguridad, ¿qué estoy haciendo yo?
-Pero...
Lord Stark negó, tomando el mentón de su Omega para que le mirara.
-En buena hora aprendiste a usar la espada, hubiera perdido la razón si algo te ocurría.
-¿Soy así de importante, Mi Señor?
-¿Por qué sigues dudándolo?
Buck se mordió un labio, armándose de valor. -Nunca has estado en mi casa.
-Ah... -una risa quieta escapó de labios de Lord Stark- Así que es eso.
-¿De qué hablas, Alfa?
-Me preguntaba qué pasaba por esa hermosa cabeza tuya al verte cabizbajo sin que ninguna de mis atenciones te hiciera sonreír. Al menos eres más animado ahora que Quill está como tu sirviente. Creí que se matarían.
-Es idiota, pero es noble al servir. Entonces...
-¿Sí?
-¿Mi Señor... irá... un día...?
Con un suspiro, Lord Stark tomó la mano vendada de Buck, quien respingó sin retirarla como acostumbraba. Recibió un cálido beso en su dorso luego de una caricia.
-Sabes bien que no quiero forzarte, Buck. No es como me gustan las cosas. Eres un hermoso Omega que adoro, pero nunca te pondré un dedo encima si tienes miedo.
-¿Pero y si quiero que lo hagas, Alfa?
-Me halaga de sobremanera, no sabes cuánto me cuesta contenerme. Sin embargo, es más importante que estés completamente seguro, no va a pasar nada, nada va a cambiar si tú decides que no puedes hacerlo. Tienes mi palabra de honor en eso.
-Es que...
-No calles ahora.
-Al menos quisiera que estuvieras conmigo... todos tienen en sus Nidos tu aroma, excepto yo.
-Los Dioses se apiaden de mí -rió Lord Stark, sin soltar esa mano- Haremos lo siguiente: iré a visitarte, no para que haya farolas rojas, pero sí para que vayas acostumbrándote a mi presencia. Tú decidirás si te sientes bien con eso o no quieres que vuelva.
-¡Alfa!
-Nadie va a lastimarte, Buck. Nunca más. Mucho menos yo.
-Está bien, ¿cuándo irás?
-Vaya, quien dijera que eres demandante. Mmm, ¿qué tal mañana por la noche? Me gustaría saber que tanto miras por tu balcón.
Fue el turno de Quill de estarse quejando por todas las órdenes que Buck le dio al día siguiente porque deseaba que todo estuviera perfecto para recibir a su Alfa. Tal como lo prometió, Lord Stark apareció para la cena, sonriendo ante las torpezas de su Omega y suspirando ante sus gentilezas. Escuchó atento todo lo que le contaba sobre lo que hasta el momento había aprendido. Era un buen rival de Talia con las dagas, ya había dominado el laúd que tocaba con gusto junto a Rumi, ayudaba a escondidas a Pet con sus deberes que los tutores le dejaban. Más lo que realmente parecía hacer brillar esos ojos azul claro, era su pasión por observar el cielo nocturno. Los libros que perdiera en el bazar, Lord Stark se los había recuperado, notando los mapas en las paredes con algunas notas que había hecho su Omega con todos esos libros desperdigados. Tan bueno como era para tumbar a su pelirroja al suelo en un combate cuerpo a cuerpo como lo era imaginando más allá de lo que eruditos del firmamento escribían en esos viejos libros.
-¿Eres feliz aquí, Buck?
-Sí, Alfa. De todo corazón.
-Me hace feliz escuchar eso.
-Quisiera saber algo, Mi Señor.
-Adelante.
-¿Cómo pudiste aceptarme cuando ni siquiera me conocías?
-Porque cuando Edwyn me contó sobre ti, me di cuenta de que eras de esas personas que la vida había lastimado siempre y aun así tenían la nobleza para seguir siendo buenos. Quise conocer al auténtico Buck, pero para eso debía hacerte sentir lo suficientemente seguro para que ese verdadero rostro se asomara entre tantas pesadillas y dolores. Era una apuesta arriesgada, sin embargo, los Dioses no me conocen por ser prudente.
-Lamento mucho que Lady Stark haya muerto.
-Ella me enseñó mucho, Buck. Solía ser uno de ésos Alfa Pura Sangre que solamente piensan con lo que tienen entre las piernas. Me cambió, no diré que fue con besos y amor incondicional porque Virginia era todo menos docilidad. Creo que siempre me han gustado los Omegas difíciles.
-¿Yo lo soy?
-Por los Dioses que sí. He tenido que traer de las tierras más lejanas los regalos más singulares para callar esos gruñidos.
Buck iba a gruñir justo en esos momentos, pero solo bufó, buscando las manos de Lord Stark para verlas de cerca. Fuertes, con cicatrices de guerra más gentiles con su familia. Las llevó a su rostro, entrecerrando sus ojos.
-Gracias, Alfa.
-Recuerda, Bucky, sin presiones.
-Quisiera pedir otro obsequio.
-Nómbralo.
-Un beso.
No sin sorprenderse, Lord Stark sonrió ampliamente, acercándose despacio a su Omega al tomar su rostro, haciendo a un lado mechones sueltos. Buck sintió como su corazón se aceleró, sin perder detalle de aquel rostro cuando estuvo tan cerca del suyo. Cerró los ojos, estremeciéndose al contacto de unos cálidos labios que rozaron los que le pertenecían. Un beso casto, tierno, lleno de cariño por parte de su Alfa a quien sonrió cuando se separaron, parpadeando debido a unas lágrimas traicioneras de felicidad, alivio, paz y algo más. Le abrazó, ocultando su rostro en su cuello.
-Jamás me habían besado -le confesó a Lord Stark.
-Pues ahora tengo la dicha de ser el primero.
-El único.
-Has sonreído, Bucky.
-Por ti, Alfa. Gracias.
-Ssshh, todo está bien, mi hermoso Omega.
Buck dormiría bastante satisfecho, tocándose los labios al recordar ese dulce beso con una mirada perdida, no había sentido miedo ni asco, todo lo contrario. Su cambio de humor no pasaría desapercibido para el resto, sobre todo Stev quien le invitó a dar un paseo por los terrenos del Dominio, a salvo de bárbaros apareciendo de la nada.
-¿Cómo te sentiste con la visita de nuestro Alfa?
-Me gustó, me hizo sentir especial.
-Anthony tiene ese efecto.
-¿No estarás celoso, o sí, Stev?
El rubio le miró entrecerrando los ojos. -Buck, nunca podría.
-Lo olvidaba, eres el consentido, nunca temerías de un Omega como yo.
-Vuelve a insinuar eso y probarás a que sabe la nieve.
-Ja.
-Tomará tiempo, Buck, no quiero que desesperes, ¿de acuerdo?
-Lo dice quien acaba de pasar su Celo muy placenteramente.
-¡Buck!
-Stev, ¿cómo es Lord Stark cuando... él tiene su Celo?
-¿Hablas del Celo del Alfa?
-Sí.
Stev se reclinó sobre la piedra del puente que cruzaban, mirando el paso del río con peces de colores cazando alimento. De las pocas corrientes que todavía no se congelaban.
-Los Pura Sangre son diferentes a los Alfas ordinarios, su resistencia es mayor, pueden llegar a lastimar a su Omega.
-¿Lord Stark te lastimó?
-No, claro que no. Pero otros sí han lastimado a sus Omegas.
-¿Jamás se cansan o...?
-Puedo hablar solamente por el caso de Anthony, él apenas toma un descanso breve antes de volver a hacerlo. Ha habido ocasiones en que los tres tuvimos que estar con él porque de hacerlo uno por uno, nadie resistía tanto.
-Estás bromeando -Buck jadeó asombrado.
-Pet nació de una de sus temporadas.
-Oh, por los Dioses, creí que...
-Así de fuertes son.
-¿Cuándo tiene Lord Stark esos Celos?
-Tengo que admitir que afortunadamente para todos, solamente es una vez al año, a finales del invierno e inicios de primavera. Ese Celo dura más o menos tres días.
-Entonces... entonces pronto estaré en la siguiente temporada.
Stev se quedó serio, juntando el entrecejo al acercarse al otro Omega.
-Buck, yo sé que tienes ciertas ideas, pero... nunca te han tocado, jamás has sentido a un Alfa tomarte. Lo que menos podría querer Anthony es lastimarte con algo así.
-¿Estás diciendo que yo no puedo estar con él?
-No hasta que estés acostumbrado y aún estás intacto. Por favor, Buck, no estoy diciendo que no lo hagas, pero no esta ocasión.
Buck torció su boca, apretando sus puños. El rubio le sujetó por los codos, sacudiéndole un poco.
-Piensa en Anthony, por favor, jamás se perdonaría si te llegara a lastimar, te ha cuidado demasiado...
-¡Ése es el problema! -el otro se soltó, rugiendo- ¡Estoy harto de que me traten como si fuese tan frágil que el viento me rompería!
-Buck...
-¡Tú no quieres que esté con él! ¡Ninguno de ustedes!
-Buck, Buck...
-¡Déjame en paz!
El Omega Quinto dejó al Segundo boquiabierto ante semejante desplante, casi corriendo de vuelta a su Nido donde tiró algunos libros, jarrones, arrojó frutas y por último se quedó tumbado frente a la chimenea que Quill había encendido, y quien sus ojos al verle entrar de esa manera, dejando a un lado el vino que había puesto para calentarse un poco, tosiendo para hacerle saber al otro que no estaba solo. Buck solo gruñó sin quitar la vista de encima del fuego consumiendo lentamente los troncos recién echados por Quill. El sirviente silbó, tomando asiento y subiendo los pies a la mesa antes de servirse una copa de vino.
-¿Problemas en el mundo perfecto?
-Cállate.
-Oh, problemas -Quill chasqueó su lengua, mirándole por encima de su copa- Déjame adivinar, alguien te dijo algo que no querías escuchar.
-¡Fue Stev! No quiere que esté con Lord Stark. Sólo lo quiere para él.
-Esas son serias acusaciones.
-¿Por qué él si puede estar con Lord Stark en su Celo y yo no?
-Ah...
-Tu estúpido té no ha servido.
-¿Cuánto llevas tomándolo? ¿Un mes? Pf, por todos los Dioses, no es magia, ¿de acuerdo?
-Pues debería.
-A ver, ¿qué es todo eso del Celo de Lord Stark?
-¿Qué no lo sabes?
-Sí, pero es más bonito cuando tú lo cuentas.
-Idiota.
-Lo cual te hace a ti más idiota al servirte yo a ti. Anda, cuéntale a papá Quill tus problemas.
Buck se quedó callando con el ceño fruncido, un sirviente tocó a la puerta, anunciando que el Omega Segundo quería verle. Al notar que no respondería, Quill lo hizo por él, disculpándolo con una excusa tonta, sirviéndose otro poco de vino.
-Es grosero dejar a un Omega de mayor rango esperando.
-Bien.
-Realmente estás molesto esta vez.
-Quiero estar con él, con Lord Stark.
-Pues anda.
-¡No entiendes! Cuando... cuando sea...
-Voy a suponer puesto que no me has dicho nada, que Stev te dijo que no deberías ofrecer tu virginal trasero a un Alfa Pura Sangre en su Celo -dijo Quill, sonriendo al escuchar otro gruñido- Ah, eso fue. Bueno, lindo, él tiene razón.
-¿Qué?
-Se ponen agresivos, MUY agresivos. A mí no me consta porque jamás he estado con uno de ésos ni querría, además, pero he escuchado en boca de las viejas chismosas que incluso su Nudo se inflama más que en tiempos normales, además que tienen más semilla. Poderosos, es la palabra. Lo que sí me consta son los Omegas idiotas que no tienen la condición para resistir tantos embates sin descanso, incluso unos pierden su útero por los desgarres. No es una broma, Buck, realmente se necesita que un Omega ya esté adaptado a su Alfa para que le resista esa clase de Celo. Lord Stark puede incluso matarte y tú ahí haciendo berrinches porque quieres a fuerzas tus farolas rojas. Te han dicho que vayas despacio, pero eres necio como una mula.
-Déjame solo.
-Dioses, bien, pero no salgas ya, está cayendo otra nevada.
Buck estaba demasiado ofendido para prestar atención, quedándose ahí hasta que el fuego se apagó. Entonces se levantó para salir, ya era de noche, la nevada estaba en su parte más abundante, cubriendo los jardines y techos por completo en un grueso manto blanco. Fue hacia donde unos jardines secos por la temporada que fueron objeto de sus ataques sin sentido, sintiendo lágrimas en los ojos. Quería demostrar que era fuerte, que podía complacer a su Alfa en los momentos en los que más le iba a necesitar, y al mismo tiempo sabía que eso no iba a funcionar porque su cuerpo no respondía de la manera correcta. Se odió a sí mismo, su brazo izquierdo cuyos vendajes se arrancó con rabia, rasguñándose la piel.
-Bucky.
La voz de Lord Stark le detuvo, mirando jadeante con vapor blanco escapando de sus labios abiertos al ver a su muy preocupado Alfa ahí, con una gruesa capa con pelo en el cuello. Buck bajó su mirada, sin contener sus sollozos de frustración. Lord Stark fue de inmediato a levantarle en brazos sin preguntarle nada, llevándole de inmediato dentro de la casa.
-Alfa...
-Ya, tranquilo, estás bien.
-Alfa -le llamó, sintiendo sus lágrimas. Ni siquiera podía llamarle como un Omega lo hacía.
-Ssshh, calma. Tengo que revisar tu brazo.
Con ayuda de Quill, examinaron sus rasguños que no eran serios, la piel con la marca de la Lengua Gris era dura y se quitaría con los días. Buck estaba mortalmente callado, las lágrimas se habían quedado congeladas en sus mejillas, temblando ligeramente. Lord Stark miró a Quill, ordenándole que los dejaran solos y nadie les molestara. Cuando estuvieron a solas, tomó el rostro de su Omega, limpiándolo con cariño.
-No debes ponerte así, Bucky, no me gusta verte llorar.
-Alfa... por favor...
-¿Qué sucede?
-No te vayas.
-No me iré, mi Omega. Tranquilo.
-Quiero... quiero que me toques -Buck le miró desesperado- Alfa.
Lord Stark no supo qué responder al inicio, sorprendido por la repentina petición. Ya Stev le había comentado su preocupación por el estado alterado de su Omega Quinto, razón por la cual había estado pendiente de cualquier reacción que Quill a tiempo le avisó al verlo salir en plena nevada. Su mirada azul se suavizó, cerrando sus ojos al besar su frente acariciando sus cabellos.
-Bucky...
-Por favor.
-Sí es lo que deseas.
-Lo deseo, Alfa. Alfa.
-Ssshhh.
Recostó a su Omega, siempre susurrándole que estaba bien y a salvo. Cubrió de pequeños besos todo su rostro, hasta que esas lágrimas cesaron, sus manos comenzando a recorrer los costados de Buck, probando su reacción. Éste solamente se pegó a él, buscando sus labios para besarlos con ansiedad. Un suave rugido de satisfacción escapó del Alfa, inclinándose sobre su Omega, aun sentado en la orilla de la cama con sus manos desatando los nudos de la túnica, descubriendo su pecho agitado al que descendió entre pequeñas mordidas, siempre observando los gestos de Buck, quien jadeó al sentir su boca sobre su piel, esa barba rozando su pecho, aferrándose a sus hombros. Cuando la mano de Lord Stark llegó a su entrepierna, Buck respingó en acto reflejo, deteniéndole y luego sintiéndose avergonzado.
-Bucky, mírame.
-Sí lo quiero... Alfa...
-Mírame -Lord Stark esperó a que lo hiciera para continuar- Yo sé que lo deseas, pero no estás del todo listo.
-¡No...!
-Ssshhh, no pasa nada -le sonrió, guiñándole un ojo- Sé que hacer, ¿confías en mí, mi hermoso Omega?
-Sí, Mi Señor.
Asintiendo, Lord Stark le dio otro beso, uno más largo, buscando la lengua de Buck que enredar con la suya, esta vez llevando su mano a uno de esos rosados pezones, jugando con él y sonriendo en el beso al escucharle gemir. Hizo lo mismo con el otro pezón, que luego atendió con su lengua al dejar a su Omega desorientado por el beso, tratando de llevar aire a sus pulmones. La mano del Alfa no fue a su entrepierna, sino que se coló por la túnica, buscando ese miembro que encontró ya despertando por sus caricias. Buck gimió para él, retorciéndose apenas sobre la cama al comenzar a masturbarle lentamente, dejando una pequeña mordida en uno de sus pezones, descendiendo poco a poco entre besos a su vientre, admirando el rostro sonrojado de su Omega. Ese aroma almizcleño perfectamente conocido para Lord Stark llegó a él, ampliando su sonrisa coqueta al separar las piernas de Buck, distraído por su mano diestra.
-Eso es, hermoso.
-¡A-ALFA!
Buck se arqueó contra la cama, quedándose sin aire y sintiendo sus mejillas arder. La lengua de Lord Stark estaba en un lugar donde jamás nadie le había tocado... y se sintió como si fuese el paraíso. El Omega retrajo sus piernas, aferrándose a las pieles de su cama, gimiendo sin poder contenerse. Con una mano haciendo que su pene estuviera ya dejando escapar unas gotas transparentes y el rostro de su Alfa prácticamente estampado entre sus piernas no tuvo mucho lugar para reaccionar coherentemente. Algo similar a un fuego brotó de su entrepierna, expandiéndose rápidamente por todo su cuerpo como un incendio que le arrebató la razón. No duró mucho así, llamando a Lord Stark en un último gemido ronco antes de correrse en su mano, dejándole probar de él entre ligeras contracciones de sus caderas hasta caer exhausto, perdido de vuelta sobre las pieles.
Lord Stark le dejó, relamiéndose los labios, su barba algo brillante por su Omega al que sonrió, cepillando sus cabellos con una sonrisa complacida, arrullándole al verle a punto de quedarse dormido. Acarició esa mejilla todavía rojiza con sus nudillos. Sabía delicioso, no era de extrañar cuando estaba intacto para su beneplácito, siempre el sabor de un Omega puro no tenía comparación, un premio por el cual muchos Alfas se mataban entre sí. Se hizo la promesa de volver a probar de Buck en los próximos días, cuando la conmoción por ese acercamiento ya hubiera sido asimilada por su Omega, quien se quedó al fin perdido en un sueño apacible que su Alfa cuidaría por el resto de la noche. Quill también hizo guardia, pero para colocar las farolas rojas al fin en ese Nido, silbando bajo la nevada que ya menguaba conforme la noche moría.
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