II

ODI ET AMO.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel ABO.

Parejas: Am... ¿muchas? Harem.

Derechos: a suspirar.

Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.

Pero gracias por leerme.


***

II



-Omega Quinto, es hora de levantarse.

La voz de An despertó a Buck al día siguiente, notando que las farolas habían desaparecido por completo, solo quedaban las flores y las galas que dejó cuidadosamente sobre un mueble antes de irse a dormir a la cama más esplendorosa que su exhausto cuerpo hubiera tocado. Las únicas evidencias de su noche de bodas, si era que pudiese llamarse así. Buck quiso protestar al ver que los sirvientes se disponían a desvestirle y hacer todo ese rito del baño, pero la mirada severa de la Ama de Llaves le disuadió de hacer semejante disparate. No hubo desayuno porque aparentemente lo tomaría en partes al visitar los otros Nidos, parte de aquellas tradiciones ancestrales que como Omega recién llegado debía conocer.

Salió a paso vivo en sus nuevas ropas y cabellos sujetos en una corta trenza cayendo por su hombro derecho hacia el Nido de la Omega Cuarta. La casa y jardines eran similares a la suya, salvo esos toques femeninos que supuso eran detalles colocados por la propia joven que salió a recibirles luego de pedir su permiso para entrar. Era risueña, de largos cabellos negros peinados en trenzas enroscadas en su cabeza, con flores decorándolas que caían sobre su cuello donde mostraba orgullosa su Marca, más baja que Buck y se le antojó que de la misma edad. La joven le abrazó en cuanto le vio, regalándole un beso en su mejilla e invitándole a pasar al recibidor de amplios ventanales mientras An hacía las debidas presentaciones.

-Omega Cuarta, él es el Omega Quinto del Dominio, Buck. Omega Quinto, ella es Miko, Omega Cuarta, madre de la Señorita Rumi, quien se aproxima.

-¡Rumi! -sonrió Miko al llamar a su hija a su regazo- Saluda al tío Buck.

-Tío Buck, buenos días -una hermosa niña Beta Superior de ojos azules como su padre le saludó con una reverencia que correspondió.

Miko resultó graciosa, ocurrente y con muchas energías para el gusto de Buck, probando del té que ella dijo preparaba por sí misma. Recibió como parte de las costumbres, una tela sedosa en color vino, partiendo con una calurosa despedida hacia el siguiente Nido. A diferencia del aroma fresco y suave de Miko, el de la siguiente Omega era agresivo, picante. Una fiera mujer de cabellos rojos le recibió, barriéndole con la mirada antes de ofrecerle asiento en su recibidor. Buck tragó saliva, intimidado por la Omega Tercera de nombre Talia. Ella ya había dado a Lord Stark dos cachorros, el mayor de unos ocho años llamado Jeim, Alfa con los cabellos de su padre, y una niña pelirroja que aún cargaba en brazos de nombre Tasha, que era Beta Superior igual que Rumi.

-Eres de la Provincia del Oeste, ¿no es así?

-Sí.

-Lo sabía, el color de tus ojos es tan típico de esas tierras. ¿Por qué llevas la mano izquierda cubierta con vendajes?

-Ah... es mejor así.

Talia parecía leer a las personas como se leen los libros, era directa en su modo de expresarse como en sus maneras. A Buck le dio la impresión de que él no le agradó a la Omega pese a recibir un pequeño cofre de metal labrado de su parte. De nuevo las caminatas entre Nidos le ayudaron a bajar el desayuno y despejar temores. El siguiente Nido llamó su atención por su aroma dulzón y al mismo tiempo fuerte. Un hombre joven y atlético de cabellos rubios largos y trenzados con brillantes ojos azules le dio la bienvenida, obsequiándole una amplia sonrisa. Stev, Omega Segundo del Dominio, orgulloso de sus tres inquietos cachorros: Pet, un adolescente Alfa Pura Sangre, Jon, un niño Alfa que corría de un lado para el otro de la edad de Jeim y Sama, una Beta Superior en la edad de mudar dientes que era tan traviesa como sus dos hermanos mayores.

-Debes tener preguntas por hacer, Buck -sugirió Stev cuando estuvieron en la mesa del comedor, a diferencia de los Nidos anteriores, el rubio le hizo pasar hasta esa parte de su casa- Miko es muy tímida y Talia no diría nada a menos que su vida estuviera en peligro, eso me deja a mí como tu única fuente para despejar dudas.

-Bueno, sí...

-Anda, entre Omegas de un Dominio debemos conocernos y apoyarnos.

-¿Por qué tienes tu mano vendada? -preguntó de repente Pet.

-¿Qué he dicho sobre los modales en la mesa, hijo mío?

-Ay.

-Sin pucheros que no eres un niño de brazos, pronto serás un hombre.

-¿No debería responderle? -preguntó inquieto Buck en voz baja- Él es un Alfa...

-Es un cachorro todavía y debe comportarse con sus visitas.

-Lo siento, tío Buck.

-Mucho mejor -Stev le dio una mirada de advertencia a su primogénito antes de volverse al otro Omega con su sonrisa habitual- Por favor, expresa tus inquietudes.

-Bien... -Buck bebió de un tazón leche tibia con miel para aclarar su garganta- ¿Por qué yo?

-¿Por qué tú? Me temo que no comprendo eso.

-Yo... yo no sirvo como Omega.

-Oh, Buck -Stev negó, palmeando su mano vendada a propósito- Tú eres el Omega Quinto de este Dominio y parte de nuestra familia. Anthony no valora a las personas por su casta, tiene otros ojos para ver las cosas de diferente manera.

A Buck le escandalizó escuchar el nombre de Lord Stark en boca del Omega Segundo, pero al notar que nadie, ni la propia Ama de Llaves se inmutó, supuso que era un privilegio de Steve por haber dado a su señor un Alfa Pura Sangre y otros dos sanos cachorros, mismos que parecían encantados de tenerle en la mesa mientras atascaban sus mejillas rosadas con el desayuno.

-¿Por qué colocaron tantas farolas rojas anoche?

-Ah, esa es otra tradición. Indica donde pasará la noche nuestro Alfa para no ser molestado. En tu caso, para celebrar también tu unión con él. El tercer motivo para hacerlo son las ocasiones especiales en la familia.

-¡Como en mi cumpleaños! -exclamó una feliz Sama.

-No hables con la boca llena, querida.

-Ya veo... -Buck parpadeó sorprendido y algo sonrojado por la idea de las farolas, algo indeciso de su siguiente pregunta- Entonces, um...

-¿Sí?

-¿Por qué no...? Lord Stark no... él no me...

Stev dio un suave apretón a su mano, tranquilizándole. En verdad era un Omega muy cálido y amable pese a notarse que tenía un carácter firme.

-Buck, él sabe que no la has pasado bien, no hará nada que tú no quieras. Nos contó sobre ti antes de que llegaras, pidiéndonos que te ayudáramos a adaptarte. Ya estaba buscando hace tiempo a su Omega Quinto, pero nadie le había agradado. Es especial con sus gustos -el rubio negó con una sonrisa como si recordara algo- Caprichoso, diría yo. Anthony entiende que tu visión de los Alfas está asociada a cosas terribles, por eso le verás con cierta distancia. Él desea que primero te sientas en casa, seguro y sobre todo feliz. Si después quieres que haya farolas rojas en tu Nido, no dudes que él te lo concederá. Así lo hizo con cada Omega suyo, incluyéndome.

Buck quiso preguntar cómo era que Stev conocía tan bien a Lord Stark, pero bastaba echar una hojeada a su casa para notar que era el consentido entre todos los Omegas, lo cual lo dejó muy curioso por conocer a quien ocupaba el rango más alto y, por ende, quien había recibido las bendiciones de los sacerdotes en el Templo de los Dioses, siendo la pareja con el título oficial. Luego de dar las gracias, Buck recibió de obsequio un libro, el primero de su vida. No dijo nada sobre su falta de educación en las letras para no ofender, supuso que ahora tendría tiempo libre para enmendar eso. Siguiendo a An con su paso vivo, se despidió de Stev y sus cachorros hacia la Casa Principal. El aroma de su Alfa era mayor ahí, el territorio de Lord Stark como el de su consorte.

Al llegar, notó que una parte de la casa, del doble de tamaño que el resto de los otros Nidos, estaba cubierta por telares negros que iban del techo al suelo en las ventanas, con otros mantos oscuros cubriendo muebles o paredes. Velas se quemaban en un silencio respetuoso alrededor de un altar donde vio un retrato de una bella adolescente con cabellos dorados de tonos rojizos y una sonrisa amable. Sus mantos rojos carmesí con bordes dorados indicaban ese estatus propio de una pareja bendecida en un templo, igual que la Marca en su cuello y el medallón que todos portaban. An hizo una reverencia ceremonial al altar, girándose al joven Omega para presentarle.

-Lady Virginia Stark, Omega Primera. La Lengua Gris le arrebató la vida durante la Guerra del Otoño Negro. Presenta tus respetos.

Buck hizo una reverencia similar, sorprendido al escuchar sobre la muerte de Lady Stark en la misma guerra que había padecido al lado de sus padres antes de que éstos murieran en el puente. Como se lo explicara más adelante la Ama de Llaves, Lord Stark la había conocido desde muy joven y había contraído nupcias con su Omega Primera una vez que todos los ritos estuvieron cubiertos, cumpliendo las órdenes de su padre, quien marchó a la guerra para ya no volver. Lord Stark se convirtió en el nuevo Alfa del Dominio de la Casa Tercera del Norte, ganando las peleas que luego trajeron paz a la Provincia y más tarde al Reino. Sin embargo, su joven esposa se contagió de la Lengua Gris al tratar de ayudar a los enfermos y no hubo curandero en todo el Reino que pudiera salvarla, despidiéndose del mundo una noche de invierno.

Lord Stark nunca quiso sustituirla como otros Alfa Pura Sangre acostumbraban a hacerlo. La había amado con sinceridad y su muerte le trajo melancolía hasta que halló en Steve el consuelo como los ánimos para formar su Manada, el Clan Stark, según las tradiciones pues la Manada que su padre había formado se había deshecho luego de la muerte del viejo Stark y la guerra que arrebató la vida del resto de la familia. La madre de Lord Stark había fallecido para entonces, solo Stev la había conocido pues Talia y Miko llegaron mucho después. A Buck no le cupo duda alguna que el hecho de que Lady Stark hubiera muerto por la Lengua Gris tuvo que ver con la elección de su Alfa para convertirlo en Omega Quinto, completando su Manada, aunque en realidad solo fuesen cuatro Omegas, más al Campeón del Norte no se le negaban esos caprichos.

Una vez de regreso en su Nido, Buck se dispuso a conocer todos los recovecos de su casa, meditando todo lo que hasta ahora sabía de su nueva vida y de su familia. Cada Alfa Pura Sangre tenía sus propias costumbres según el nombre de su Clan, aunque en general todos poseían varios Omegas con sus rangos para una amplia descendencia que asegurara el nombre por varias generaciones. La Guerra del Otoño Negro había mermado severamente al Reino y las Manadas, por lo que los Alfa siempre estaban buscando más Omegas para sus Manadas. Lady Stark, por ejemplo, había sido una Omega hija de Alfas, una rareza, pero al mismo tiempo un tesoro que el padre de Lord Stark aseguró con logros en batallas para su hijo. Stev, había sido hijo de Betas Superiores, miembros de la corte del Reino. Talia no era de familia noble pero su padre la había desposado primero con un Alfa que ella misma asesinó como se lo asegurara después con orgullo, nadie la pedía por lo mismo.

Solo Lord Stark la conquistó como quien domestica un tigre, pensó Buck, porque lo peligroso y agresivo de su carácter no cambiaba. Miko en cambio, con su inocencia y alegría había encantado a su Alfa con tan solo verla. Ella le corroboró las palabras de Stev sobre no presionarles nunca en su noche de bodas hasta que cada Omega a su tiempo quiso estar con Lord Stark luego de adaptarse a su Dominio y sus costumbres. Buck tuvo sus siguientes desayunos, comidas y cenas en su propio Nido, pasando los días ahí. A decir verdad, agradeció que tuviese ese enorme espacio para él solo. Ya sabía que Lord Stark no le haría daño, pero sentir aquella presencia tan fuerte seguía intimidándole, lo había comprobado cuando tuvieron la reunión familiar en la Casa Común, sentados en el amplio comedor circular dividido en arcos según el estatus de cada Omega con sus respectivos cachorros, aunque éstos bien podían ir y pelear por estar en el regazo de su amoroso padre entre los regaños de sus madres.

El joven Omega se había quedado callado y sin moverse de su sitio, observando como charlaban entre sí o los temas que comentaban, apenas si mirando a Lord Stark cuya mirada sintió sobre su persona, removiéndose en su amplio sillón por los nervios. Buck había pasado toda una vida siendo esclavo, maltratado por los Alfas y despreciado en general por su marca de la Lengua Gris, le costaba mucho trabajo todavía el creer que de buenas a primeras un Alfa Pura Sangre estaba aceptándolo tal cual era sin presiones que realmente pasaban por buenas a los ojos de los demás. El hijo mayor de Steve, Pet, llegaba de improviso a visitarle en su Nido, siendo el heredero de Lord Stark olvidaba las reglas a menudo, pero Buck nunca le prohibió esas apariciones repentinas, sus risas y jovialidad le animaban entre aquellas enormes habitaciones, siempre ofreciéndole alimentos a su insaciable estómago.

-¿Ya me dirás por qué te vendas la mano?

-Porque es algo vergonzoso de ver, joven Alfa.

-¿Por qué?

-Mi piel quedó quemada por la Lengua Gris.

-¿Puedo ver?

-... no creo que a Stev...

-¡No le diré! Tú no le dirás. Nadie le dirá.

Buck negó, preguntándose a donde se iba toda esa comida que Pet devoraba al visitarle, suspirando antes de levantar la amplia manga de su túnica superior y removiendo con lentitud los vendajes que ahora eran de tela de algodón. Las bandas grises con venas negruscas de la enfermedad asomaron en la piel de su mano, subiendo a su muñeca donde desaparecían bajo las telas. Pet quiso tocarlas pero el joven Omega retiró de golpe su mano, sacudiendo su cabeza antes de volver a cubrirse con los vendajes.

-No, joven Alfa. Por favor.

-Ya no estás enfermo.

-Es mejor, ¿puede concederme ese favor?

-Supongo que puedo -Pet suspiró- Pero no deberías esconderte. No es algo malo.

-Dicen que la Lengua Gris es una maldición de los Dioses.

-¡Ja! Padre opina otra cosa.

-¿Qué opina Lord Stark?

-Dice que es una espina clavada en el trasero. Algo así.

-¿De verdad? -rió Buck al escuchar eso.

-No lo recuerdo bien, pero Edwyn, nuestro mayordomo, dice que algo así jamás es una maldición de nadie, solamente es una enfermedad como cuando me duele el estómago.

-Eso es por tanta comida que le lleva, joven Alfa.

Otra costumbre eran las salidas familiares, como la de cada semana al Templo de los Dioses en el centro de la Provincia. Cada Omega iba en un carruaje custodiado junto a sus cachorros, Buck iba a ir solo, pero Jeim quiso acompañarle y Talia dio su consentimiento. Al llegar, formaron una fila con Lord Stark a la cabeza, caminando hacia el Templo donde ofrecerían flores y semillas en canastos pequeños como tributo a los siete Dioses sin Nombre. Buck notó cuánto respeto tenían hacia su Alfa porque sin necesidad de que sus caballeros les abrieran paso, la gente se hacía a un lado, incluso inclinaban sus cabezas ante el señor de la Casa Tercera del Norte. Ahí en el templo, entendió por qué le decían a Lord Stark Señor del Arco Azul. Había tres arcos de diferentes colores coronando el altar donde estaban tallados los símbolos de los Dioses sin Nombre, representando las siete virtudes. Cada arco pertenecía a un Alfa Pura Sangre y el tercero era de su Alfa.

Incluso los sacerdotes les favorecían, dejándoles acercarse hasta el altar donde dejaron sus canastos con velas encendidas y una oración a los Dioses. Con un manto translúcido cubriendo las cabezas de todos, pero en el color de la casa, rojo carmesí con bordes dorados, salieron de ahí para dar un paseo. Todos los cachorros sin excepción exclamaron felices al escuchar a su padre decirles que les compraría lo que quisieran, siempre y cuando lo pudieran cargar. La algarabía tuvo que ser controlada por los Omegas, Buck ayudó a Stev con sus tres inquietos hijos, sobre todo Pet quien al ser más grande era más difícil de sosegar. También hubo obsequios para cada Omega que Lord Stark entregó en sus manos con un beso en sus frentes. Cuando llegó el turno de Buck, casi se le cayó su juego de dagas que recibió cuando las manos del Alfa rozaron las suyas, más su torpeza no fue castigada como lo creyó, todos regresando al Dominio.

-Ya tienes tus dagas, ahora ya puedes entrenar -le dijo Jeim de vuelta en el carruaje.

-¿E-Entrenar? ¿Cómo si fuese un caballero?

-¡Claro! Padre dice que todos deben saber defenderse porque nunca se sabe cuándo se pueda necesitar blandir una hoja.

-¿Talia sabe pelear? -Buck estaba atónito.

-Es la mejor de todos -Jeim sonrió orgulloso- Aunque sería bonito ver si tú le puedes ganar.

-... lo dudo. Jamás he usado una daga ni una espada.

-¡Ahora ya puedes hacerlo!

-No sabía que Lord Stark fuese tan... libertario.

-Por algo es el Campeón del Norte. No hay caballero a su servicio que dude en dar su vida por él, la Casa Primera y la Casa Segunda le envidian -aseguró Jeim.

Desde que estuviera con el resto de los Omegas bajo el arco principal esperando a Lord Stark, Buck ya había percibido ese aroma de orgullo en su Alfa cuando los vio a todos juntos, mientras estaban en el templo o cuando estaban comprando sus regalos. Le desconcertó el hecho de que Lord Stark estuviera tan complacido con él cuando no había hecho gran cosa ni tampoco había aportado nada honorable hasta el momento. ¿Por qué ese Alfa Pura Sangre era así? No lo supo decir y eso le inquietó todo el resto del día, mientras miraba desde su balcón como eran puestas farolas rojas en el Nido de Stev.

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