El plan de Robin

[Narra Zoro]

Al llegar a la isla Nami me convenció de acompañarla de compras prometiendo que si encontrábamos alguna espada que quisiese, ella me la compraría fuese cual fuese su precio. Tras cinco tiendas prácticamente saqueadas por esa mujer, encontré la única armería del pueblo, pero para mi desilusión no tenían nada fuera de lo común. Para colmo iba tan cargado de bolsas que me costaba caminar (no por el peso, sino por el volumen de estas).

-Nami, quiero ir a beber sake, a ver si por lo menos eso lo tienen bueno en este pueblo.- Ya que no encontraría más lugares donde comprar una buena espada, no tenía por qué seguir con el infierno que suponía ir de compras con la navegante.

-¿¡Cómo!? ¡Prometiste que me ibas a acompañar!

Por suerte para mi, Sanji llegó con una taza de no se qué para Nami, así que aproveché que ese idiota haría cualquier cosa que una mujer le pida y le dije a Nami que le cargase a él las bolsas. Obviamente ese estúpido ceja-rizada aceptó, y yo me pude largar en busca de algún lugar donde beber buen sake.

[Narra Robin]

Caminé hasta el pueblo al que suponía  que habían ido todos, pensando en dónde se encantaría mi espadachín preferido. "Y cuando le encuentre, ¿qué se supone que le voy a decir? Yo sé qué es lo que quiero, pero en realidad no suelo hablar mucho con él". Mientras pensaba en alguna forma de dar conversación a Zoro, escuché escándalo proveniente de un par de calles más adelante, y en ese jaleo un par de voces que me eran conocidas.

-¡Navegante-san, Cocinero-kun! ¿Sucede algo?

-¡Robin! Estaba negociando con este estafador el precio de unas cosillas que quería adquirir, pero se niega a rebajármelas un 90%

-¡Es increíble! ¡Tratando de estafar a bellas y jóvenes mujeres como mi Nami-chwan!- Salió Sanji en su defensa.

A mí personalmente me divertían esas situaciones, pero aún compadezco a ese pobre comerciante. Pregunté a mis nakamas si sabían dónde se encontraba Zoro, y por suerte estaban tan concentrados en arruinar al pobre hombre que solo me dijeron que se había ido a beber sin preguntarme por qué le buscaba ni nada incómodo, lo cual estaba muy bien. Tras caminar un par de minutos encontré una taberna que no tenía mala pinta y entré a comprobar si Zoro se encontraba en ella, pero no era el caso. Cuando pregunté a la gente del lugar me dijo que no había más tabernas en el pueblo, lo que significaba que seguramente mi nakama se había perdido. En fin, pedí un refresco, una cola de las que tanta falta hacían a Franky, y me senté a solas en la barra, tarde o temprano Zoro encontraría el lugar, o al menos eso esperaba.

-Sí, es verdad, no está nada pero que nada mal. Tal vez quiera venirse con nosotros...- Escuché a un par de hombres de unos 50 años hablar sobre mí mientras me miraban con descaro, estaban en un claro estado de embriaguez pero para mí eso no era disculpa para ese tipo de comportamientos.

Decidí ignorarles y entablé conversación con la camarera, evitando que ellos la intentasen entablar conmigo. Pero parece que ni con esas se iban a dar por vencidos, y se sentaron uno a cada uno de mis lados. Cuando empezaron a intentar ligar conmigo llamándome cosas como "preciosa" y "cariño", bebí lo que quedaba en mi vaso de un trago y dejé sobre la barra dinero suficiente para pagarlo.

-No estoy interesada en este tipo de compañías, lo siento.- Me dirigí hacia la puerta y salí del local, no quería aguantar eso ni tener que recurrir a métodos más drásticos. Por desgracia, esos tipos no se dieron por vencidos y comenzaron a seguirme. Siendo consciente de ello, se me ocurrió algo que me podría ayudar a acercarme más a Zoro, y de paso a librarme de esos dos. El problema era que no sabía dónde se encontraba él, pero gracias a mi poder pude hacer aparecer unos cuantos brazos con ojos en las palmas de las manos distribuidos por varios puntos del pueblo. Tuve suerte y le vi pasando a través de un callejón hasta la calle paralela a la mía, así que me dirigí hasta allí ignorando a los hombres que me seguían gritando groserías y al estar cerca de él le saludé con entusiasmo y me lancé a sus brazos. Su cara de asombro fue monumental, y el ligero rubor de sus mejillas, encantador.

-Tú sígueme la corriente, luego te lo explico.- Le susurré antes de que él pudiera decir algo que arruinase mi plan.

Los dos hombres que venían detrás de mi se detuvieron al verme abrazar a Zoro. Por sus caras, a pesar de lo borrachos que estaban se habían dado cuenta de la musculatura de Zoro.

-Oye, guapa, ¿es este tu novio?- Preguntó uno de ellos, el que más empeñado parecía en conseguir que me fuese con ellos.

Me di la vuelta inocentemente y asentí con la cabeza, sin por supuesto soltar el cuerpo de Zoro con uno de mis brazos.

-Así es.- Aclaré, solo por si acaso. El espadachín dirigió su ojo hacia esos hombres con cara de pocos amigos, que se miraron entre sí e interpretando eso como una amenaza, me pidieron perdón apresuradamente y se marcharon dejándome al fin a solas con Zoro. En ese momento ya sí tuve que soltar su cuerpo, pero me moría de ganas por recorrerlo entero.

-¿De qué va todo esto?- Preguntó mi ahora perplejo nakama.- Tú sola podrías haberles dado una paliza si no te dejaban en paz.

-Lo sé.- Ya había pensado que Zoro se daría cuenta de eso.- Pero esos dos empezaron a molestarme en la taberna y si utilizaba mi poder nos podía traer problemas, así que decidí buscarte y dejar que tus impresionantes músculos hiciesen el trabajo por mí.- Mi cumplido hizo que él tragase saliva y se volviese a sonrojar ligeramente, lo cual se me hacía irresistible.

-Ya... -Cambió rápidamente de tema, algo cohibido.- ¿Has dicho que estabas en una taberna? ¿Puedes llevarme? Llevo un rato buscando una pero debe de estar escondida.

-Claro.- No me podía creer lo bien que me estaba saliendo el plan, no solo había conseguido lo que me proponía, sino que además iba a estar con él a solas en la taberna, y conociéndole seguro que bebería mucho. Comencé a caminar como si nada hacia el local de la calle paralela, que para nada estaba escondido como decía Zoro.

[Narra Zoro]

Al entrar en la taberna, la camarera se disculpó con Robin por la actitud de sus dos clientes y le devolvió dinero que había sobrado de lo que ella dejó sobre la barra. Robin, por su parte le dijo que no pasaba nada, que le sirviese otra cola y sake para mí. Ella cogió su vaso y mi jarra y los llevó a una mesa algo apartada, con sillones a los lados. Yo prefiero quedarme en la barra, pero dejé que eligiese lo que prefiriese. Me senté frente a ella y le di las gracias.

-No hay de qué, espadachín-san.- Me sonrió tras la respuesta y tuve que desviar la mirada de sus ojos azules que me miraban fijamente. Con la situación de antes, esto me daba vergüenza, y a ella parecía divertirle.

-¿Bebes cola? ¿Franky te ha contagiado su adicción? -Le pregunté cambiando de tema, pasando mi mirada de sus ojos a nuestras bebidas.

-Creo que es un poco pronto para empezar con el alcohol, no todos podemos aguantar de pie tras beber lo que tú bebes.- Robin seguía sonriendo, y con esos ojos penetrantes suyos clavados en mí. La verdad es que me era un poco incómodo que me mirase de esa forma, pero a la vez se me hacía hipnótico lo misteriosa que resulta siempre esa mujer.

-Eso es por falta de costumbre.- Le respondí con una media sonrisa. La verdad es que de la tripulación, Robin estaba resultando ser de las compañías más agradables. Es inteligente y aunque no había mantenido largas conversaciones con ella, me estaba gustando hacerlo. Tal vez fue eso lo que me impulsó a empujar mi bebida hacia ella, ofreciéndosela.- Y para empezar a acostumbrarse, hay que empezar cuanto antes.

[Narra Robin]

No me esperaba para nada tanta interacción con el espadachín, pero todo iba genial. Ante su mirada desafiante, cogí la jarra que me tendía y bebí un trago. A pesar de que yo bebía sake en las fiestas que montaba la tripulación, en contraste con la cola era demasiado fuerte, por lo que arrugué la nariz. Esto provocó en Zoro una risita fanfarrona que hasta ese momento no me había dado cuenta de lo sexy que era. En realidad creo que me estaba comportando como una quinceañera encaprichada, pero no podía evitarlo.

-¿Demasiado para ti?- Me preguntó Zoro, que parecía dejado su timidez a un lado. Que me intentase picar me estaba encantando, y le seguí el juego.

-Es fuerte, pero vas a necesitar algo más para que sea demasiado para mí.- En lugar de darme una respuesta, cogió mi vaso y se lo bebió entero, dejándome sin cola. Pidió a la camarera otra jarra de sake para mí y yo simplemente la acepté. "Si consigo que se emborrache será perfecto, es cuando más habla y así podré conseguir algo más de él".

Tras un rato conversando con mi nakama sobre cosas totalmente aleatorias, me contó cómo había hecho que Sanji cargase con todas las bolsas que Nami le había encasquetado a él.

- Ese cocinero pierde la razón cuando hay mujeres de por medio, no puede ser más estúpido.- Comentó riendo. "Esta es la mía", pensé al ver el tema que había sacado.

-¿Y a ti, espadachín-san, no te interesan las mujeres?- Pregunté casi en un susurro. Al pobre se le cortó la risa, y bebió un trago de su bebida antes de responder. Me arrepentí un poco de haberle preguntado por si cambiaba su actitud, pero necesitaba saber si tenía alguna oportunidad con él.

-A mí me interesa la lucha, ya sabes que seré el mejor espadachín del mundo.- Otra vez me cambiaba de tema. Pues no me iba a quedar con la duda, así que seguí con lo mío, esquivando su intento por cambiar de tema.

-Ya veo... ¿Entonces te gustan los hombres?. - Me esperaba un no por respuesta, pero no podía dejar pasar la oportunidad.

-¡No es eso!- Se apresuró a aclarar Zoro.- Es solo que las relaciones son para débiles.- Ahora ya no me miraba a mí, sino a su jarra, lo cual significaba que la conversación volvía a avergonzarle.

-Mmmh, ya veo... ¿Entonces tú nunca...? -Dejé la pregunta abierta por si eso lo hacía menos violento para él, que en ese momento estaba bebiendo y casi se atraganta al oírlo, y yo tuve que contener la risa. Me encantaba hacerle pasar vergüenza, se volvía adorable.

-No, yo... Alguna vez sí, ¿vale?- Ahora sí que me miraba a los ojos, pero seguía viendo esa pincelada de rubor en su cara, y para mí la situación estaba siendo excitante.

-¡Eso sí que no me lo esperaba! ¿Y se puede saber quién ha conseguido al hombre de piedra?- Pregunté curiosa. Zoro apuró lo poco que le quedaba de bebida antes de contestar, y viendo que a mí aún me quedaba bastante se terminó también la mía. Supongo que lo necesitaba antes de hablar conmigo sobre sus relaciones sexuales, pobrecillo. Aún me hizo esperar más la respuesta hasta que nos sirvieron otra ronda de lo mismo.

-¿Qué más da eso? Ya te he dicho que sí.- Que se negase a revelármelo picó mi curiosidad hasta un límite que ni yo misma me habría imaginado. Di un largo trago de sake mientras le miraba fijamente a los ojos, y tamborileaba con mis uñas sobre la mesa, poniéndole más nervioso.

-Déjame adivinar. No creo que haya sido con nuestra navegante, ya que no pareces interesado en ella y además creo que ella me lo habría dicho. Luego está esa la princesa Vivi, que aunque yo por ese entonces no formaba parte de la tripulación, tampoco creo que haya sido ella debido a la situación de su país por aquel entonces.- Hice una pausa para reflexionar, manteniendo a Zoro expectante.- Creo que ha sido esa chica fantasma, en esos dos años pudieron pasar muchas cosas.- Solo por la expresión de Zoro supe que había dado en el clavo.

-¡Bah! ¿Por qué tienes que ser tan inteligente? ¿Y además, qué importa todo esto?- El pobre Zoro estaba incómodo y avergonzado, para él era algo malo y "de débiles", cómo el mismo había dicho.

"Tendré que hacerte cambiar de opinión, espadachín-san"

.
.
.

Hasta aquí el segundo capítulo, siento que aún no haya pasado mucho entre Zoro y Robin, pero quiero ser lo más fiel posible a sus carácteres y Zoro es duro de pelar. Me he quedado con ganas de escribir más pero se hacía largo el capítulo, lo siento x3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top