¿Cuándo van a llegar los nuevos nakamas?

[Narra Robin]

Escuchar las palabras de Zoro me había dejado de piedra. El espadachín me estaba mirando, ansioso de una respuesta por mi parte, pero yo tenía que haberlo entendido mal. Tenía los ojos muy abiertos, pero ni así dejaban de brotar de ellos las lágrimas.

-¿Qué?- Conseguí articular con un hilo de voz. En realidad tenía mucho miedo de haber entendido mal, y era poco probable que Zoro hubiese dicho lo que creía haber entendido.

-Que si quieres ser mi novia.- Zoro reformuló la frase para no dejar lugar a dudas. Me miraba con una expresión bastante dura, ahora me doy cuenta de que debió pasarlo mal a la espera de mi respuesta, pobrecillo.

Pensé en el poco tiempo que llevaba con una relación más estrecha con Zoro y me di cuenta de lo maravilloso que había sido. Y también pensé que si de repente desapareciese de mi vida le echaría excesivamente de menos, así que saqué algo en claro; le quería.

-Sí.- Conseguí decir finalmente. Zoro parecía aliviado, pero sobre todo contento.- Claro que sí.

[Narra Nami]

Estaba buscando a Robin, ya que no encontraba un estuche con herramientas para cartografiar y tal vez ella sabía dónde lo había dejado o lo había visto en nuestra habitación.

El único problema era que además de mi estuche tampoco encontraba a Robin. La busqué por todo el barco y no estaba en ninguno de los lugares que frecuentaba, así que tal vez estuviese con alguno de nuestros nakamas. Finalmente solo me quedaba comprobar si estaba con Zoro y me dirigí hacia la sala donde siempre entrena.

Justo cuando iba a llamar a la puerta, escuche a alguien que parecía llorar, y me di cuenta de que era Robin. "¿Eh? ¿Qué le pasa? Como sea por culpa de Zoro le voy a dar una paliza que..." en ese momento escuché a Zoro decir algo, pero no le entendí. Me quedé muy quieta tras la puerta intentando escuchar la conversación sin que se diesen cuenta de mi presencia. Llegué a oír a Robin decir algo y a Zoro responder algo que acababa en "... ser mi novia".

"IMPOSIBLE" pensé. ¿Acababa de escuchar a Zoro declarándose mientras Robin lloraba? Ni de coña, tenía que haber malinterpretado todo.

Pero en ese momento escuché a Robin aceptar y mientras yo me quedaba ahí con cara de tonta y repasando todas las posibilidades, ellos reían y se decían algo que no llegaba a entender.

Me di la vuelta y regresé por donde había venido, no me terminaba de creer lo que acababa de oír.

"Tengo que hablar con Sanji"

[Narra Zoro]

Creo que en ese momento no podía ser más feliz. Me había arriesgado demasiado con Robin, y ni siquiera sabía qué sentía ella por mí (quién sabe, quizás su interés era puramente sexual), pero me había salido bien.

Robin ya no lloraba, pero su cara seguía llena de lágrimas. Se las sequé y me quedé mirando su rostro. Tenía los ojos y la punta de la nariz rojos de haber estado llorando, pero seguía siendo guapísima.

-Robin.- Dije mientras nos ponía a ambos en pie.

-¿Si?- Dijo la mujer a mi lado. La sujeté por la cintura, la llevé contra la pared y la besé una vez más. Aún no me terminaba de creer que ella fuese mi novia.

-Te quiero.- Me atreví a decir. No sé de dónde estaba sacando el valor esa noche, solo me dejaba llevar y la situación se daba sola.

-Y yo.- Dijo Robin con voz apenas audible. Vi en su cara que estaba a punto de volver a llorar, así que intenté hacerla reír.

-¿Tú también te quieres? Bueno, eso está bien.- Funcionó. La mujer dejó escapar una risa nerviosa, pero no volvió a llorar.

-Te quiero a ti.- La verdad es que esas cuatro palabras me hincharon el pecho de felicidad. Coloqué a Robin las gafas de sol que acostumbraba a llevar sujetando su pelo y le besé la frente.

-Ven, vamos a lavarte la cara.- Le di la mano y la llevé hacia la puerta.

[Narra Sanji]

Nami-chwan había venido buscándome a la sala acuario muy sobresaltada. Me había contado que había escuchado al marimo declararse a Robin-chwan y eso nos dejó a ambos una sensación extraña en el cuerpo.

Sospechábamos que eran ellos a quienes había escuchado Usopp porque si ninguno de nosotros dos había sido, por descarte tenía que ser al menos uno de ellos. Además les habíamos visto últimamente más cerca el uno del otro, volviendo juntos al barco y demás, lo cual nos daba más motivos para sospechar de ellos dos. De todas formas, confirmar nuestras dudas no era algo que pensásemos que iba a suceder y nos pilló totalmente por sorpresa.

-No me puedo creer que ese marimo haya sido capaz de conseguir a Robin-swan.- Admití. Para mi sorpresa, a Nami no le sentó bien aquel comentario.

-Lo que pasa es que le tienes envidia por haber enamorado a Robin.- Su actitud acusadora me llevo a pensar algo que en parte era bueno. "¿Se ha puesto celosa?". Si era así, significaba que yo le importaba.

-Nami-chwan, ¿lo que quieres decir es que me quieres solo para ti?- Pregunté. Siempre quedaba como un tonto pervertido con ella, aunque mi intención no fuese esa.

-¡Claro que no!- A Nami le sentó aún peor mi pregunta.- Solo es que está claro que Zoro se te ha adelantado, ya está.

Me dolió que Nami pensase realmente que yo tuviese interés en Robin, aunque en cierto modo me lo había ganado. Que sí, que era una mujer muy guapa y atractiva, pero Nami además de serlo también tenía un carácter que me volvía loco. Pensé que tal vez le podría contar esto a ella a modo de confesión, pero vi que se me escapaba por la puerta bastante malhumorada.

-¡Nami-chwan! ¡Esperame!- La seguí, decidido a declararle mi amor. Si el marimo había sido capaz, yo no iba ser menos.

Pero no pude.

Nos encontramos de cara a Robin-swan y el marimo saliendo juntos del baño. Todos nos quedamos en silencio y mirándonos los unos a los otros hasta que Robin lo interrumpió.

-Buenas noches, chicos.- Nos saludó como si la situación no fuese extraña.- Me voy ya a dormir, ¿vienes, navegante-san?

-Eh... Sí, claro.- Y con esto las chicas nos dejaron solos. Antes de irse, Robin echó una mirada al cabeza de alga que no pasó desapercibida ni por Nami ni por mí, que también nos dedicamos una mirada de complicidad.

[Narra Zoro]

Me había quedado a solas con el cocinero pervertido, y encima no me había podido despedir de Robin como me habría gustado. Decidí pasar de él y largarme, pero no me lo permitió.

-Marimo.- Me llamó el hombre mientras se encendía el último cigarro de la noche.

-¿Qué quieres, cejas de shushi?- Respondí faltándole también al respeto mientras caminaba para evitar una conversación.

-¿Qué hacías con Robin-swan ahí dentro?- Sabía que me lo iba a preguntar pero aún así esperaba que lo dejase pasar.

-Arreglar una tubería, ¿a ti qué te importa?- Le respondí cortante. Acto seguido me fui a entrenar dejándole con la palabra en la boca.

El resto de la noche la pasé así, con todo lo que había pasado ese día no había podido hacer tanto ejercicio como de costumbre y además pude reflexionar sobre lo sucedido. Al final decidí que quería informar a la tripulación de mi relación con Robin, pero no sabía como hacerlo. Sin duda iba a necesitar la ayuda de mi novia.

Llegó el amanecer y decidí que era hora de dormir un par de horas hasta que todos se levantasen para desayunar, y eso hice. Antes del desayuno busqué a Robin y me dijo que Nami también le había preguntado qué hacíamos juntos en el baño, y que ella le había dicho que poner toallas limpias.

-Creo que deberíamos decírselo a todos, esto hace aguas por todas partes.- Le informé.- Cuando acabemos de desayunar o algo así, es muy molesto tener que escondernos.

-Sí, será lo más sencillo.- Añadió ella.- ¿Quieres decirlo tú o lo hacemos juntos?

-Juntos.- Lo que me faltaba, tenerlo que hacer yo solo. Lo pensé mejor y rectifiqué.- Pero mejor después de comer.

Robin me hizo una caricia en la cara y se marchó a desayunar. Yo me quedé mirando durante unos instantes cómo se alejaba y me di cuenta de que seguramente muchos hombres matarían por conseguir una mujer así. Y ella me había elegido a mí. A día de hoy sigo sin entenderlo.

Entré a desayunar segundos más tarde y absolutamente todos nuestros nakamas se quedaron mirándonos. Robin se sentó en su sitio como si nada, pero a mí me molestó.

-¿Qué?- Fue más un gruñido que una palabra.

-¡Nada!- Respondieron todos a la vez exceptuando a Luffy.

-¿Cuándo van a llegar los nuevos nakamas?- Me preguntó el capitán.

Tomé asiento sin entender absolutamente nada y miré a Robin, pero ella tampoco parecía saber de qué iba el asunto.

-Pues cuando tú los encuentres, ¿no?- Le respondí.

-Pero Nami dijo qu- En ese momento, la propia Nami le dio una patada por debajo de la mesa al capitán, que parecía tan confuso como yo.

-¡No le hagas caso!- Intervino la pelirroja.- Luffy ha entendido mal una cosa que le expliqué antes.

-¡Luego se lo volveremos a explicar!- Salió Sanji en su ayuda.- Ahora desayunad, que recién hecho es como mejor está todo.

Cambiaron rápidamente de tema y Robin y yo nos quedamos sin saber más. Tampoco es que me preocupasen sus cosas de locos, pero había sido muy raro.

Tal como teníamos previsto, zarpamos en poco más de media hora, y entre los preparativos, las indicaciones de Nami y las conjeturas de Luffy sobre lo que encontraríamos en la próxima isla, la mañana se pasó volando.

Y llegó la hora de la comida, y con ella el momento de decirles a todos lo de la noche anterior. Todo era como un día normal hasta que Sanji sirvió los postres y Robin se hizo notar.

-Chicos.- Lo tuvo que repetir un par de veces hasta que captó la atención de todos, pues algunos estaban demasiado concentrados en su comida o en comerse la de los demás.- A Zoro y a mí nos gustaría deciros algo.

De repente se me había cerrado el estómago y no quería comer más. Todos nos miraban esperando que dijéramos lo que fuese y yo me sentía como si estuviese nadando en una piscina de sake.

-Bueno, veréis.- Empecé yo.- Estos días Robin y yo... O sea, nosotros. Es decir que desde hace unos días... -Estaba siendo más complicado de lo que en principio parecía.

-¿Vosotros qué?- Dijo Luffy con cara de no entender nada.

-¿Os encontráis bien?- Preguntó el reno.

-Tal vez tengan fiebre, Zoro-san parece acalorado ¡yohohoho!- Añadió Brook. Esto solo preocupó más al doctor que salió disparado hacia mí para ponerme una patita en la frente.

-¡Que no es eso!- Aparté a Chopper y lo dejé sentado encima de Robin, a la que miró para confirmar mis palabras. Me estaba poniendo de los nervios que se desviasen del tema.

-Estamos bien, no te preocupes.- Dijo Robin con su característica tranquilidad y una de sus sonrisas.- Es solo que queremos informaros de algo que sucede, pero no es nada malo.

-¡Pues decidlo ya!- Apremió Luffy, que tenía la boca llena de su postre y estaba intentando robar el de Franky.

-Robin y yo estamos saliendo.- Solté de golpe y diciendo las palabras muy seguidas.

La habitación se quedó en silencio, excepto por el ruido que hacía el capitán al comer. Eso me hizo un nudo en el estómago, me estaba ahogando en mi piscina de sake.

-¿De verdad?- Preguntó el pequeño reno a Robin, rompiendo el silencio.

-De verdad.- Le dijo ella sonriente. Chopper saltó a su cuello para darle un abrazo, parecía que le hacía feliz nuestra relación.

-Yo ya lo sabía.- Dijo Luffy sin más mientras acaparaba mi postre, por el cual no luché. Al escucharlo los demás se pusieron tensos (y algunos incluso le lanzaron miradas asesinas), a excepción de Chopper que al parecer era el único que no se había enterado. Yo miré a Robin y ella negó con la cabeza dando a entender que ella no había dicho nada.

-¿Cómo que ya lo sabías?- Pregunté al capitán.

-Me lo dijo Usopp.- Respondió sin más. Miré al interpelado, que se puso nervioso y señaló al esqueleto.

-A mí me lo dijo Franky-san, ¡yohohoho!- Dijo Brook, señalando ahora a Franky.

-A mí me dio la SUPER noticia nuestro SUPER cocinero.- Dijo el carpintero señalando al ero-cook, que se limitó a encogerse de hombros. Estaban acabando con mi paciencia.

-¿Cómo os habéis enterado?- Preguntó Robin, a la que nunca parece afectarle nada lo más mínimo.

-Nami-san escuchó a Zoro-san pedírtelo.- Informó Brook. Ya que Sanji no había acusado a Nami, pensaba que había sido él, pero debió de protegerla por su estúpida caballerosidad, aunque en realidad prefería que no hubiese sido así. El caso es que ahora todas las miradas recaían sobre Nami.

-Es que yo estaba buscando a Robin, y escuché algo raro al acercarme a la puerta y... Bueno, no quería molestar.- Nami se explicaba con las manos abiertas levantadas a la altura del pecho en un intento de calmar la situación.

-¡¿Y por qué a mi nadie me había dicho nada?!- Preguntó Chopper, que parecía a punto de llorar.

-Porque tú eres un niño pequeño.- Le dijo Usopp, picándole un poco.

-Oh.- Dijo Robin de repente.- Acabo de entender lo de los nuevos nakamas.

Eso sí que yo no lo había entendido. Es más, ni siquiera era capaz de ver una relación con la conversación que estábamos manteniendo.

-¿A qué te refieres?- Le pregunté bastante confuso. Estaba a punto de explotarme la cabeza.

-A vuestros hijos, claro.- Dijo Luffy, claramente contento por conseguir nuevos miembros para la tripulación.

-¡¿Qué hijos?!- Me sobresalté yo.

-Pues los que dicen todos que vais a tener, ¿sabéis ya cuándo van a llegar?- A Luffy no parecía encajarle que yo no supiese nada de mis propios hijos.

-¿Pero qué...?- Todo eso me estaba superando. Por un lado Chopper y Usopp se peleaban estúpidamente, por otro Franky lloraba (o más bien berreaba) diciendo que se alegraba por nosotros, ¿y ahora Luffy quería que tuviésemos hijos? ¡Pero si no hacía ni un día que estábamos saliendo formalmente!

-Creo que todavía tiene que pasar algún tiempo antes de eso.- Dijo Robin, a la que todo parecía hacerle mucha gracia.

-Sí, no queremos que a Zoro-san le de un ataque al corazón, ¡yohohoho!- Brook me había calado.

A Luffy le fastidió tener que esperar, pero se resignó. Después Nami se disculpó con nosotros por haberse ido de la lengua y no sé cómo la conversación acabó derivando en las supuestas aventuras de nuestra isla de destino, así que dejé de prestar atención.

Poco a poco todos fuimos saliendo de la habitación y dispersándonos por el barco.

[Narra Robin]

Tras la comida, Zoro y yo nos habíamos retirado a mi habitación para estar un rato a solas después de tantas emociones fuertes (sobre todo para Zoro) aprovechando que Nami tenía cosas que hacer.

Zoro estaba sentado en uno de los sillones y yo sentada encima de él, pero nos interrumpió alguien llamando a la puerta. El espadachín negó con la cabeza para que no respondiese, pero hice caso omiso.

-Adelante.- Sanji se asomó a la habitación, y dedujo que había llegado en mal momento.

-Oh, lo siento Robin-swan, ¿interrumpo algo?- Se disculpó el cocinero.

-Es obvio que interrumpes.- Respondió Zoro tan borde como de costumbre.

-No te preocupes, cocinero-san.- Le dije yo, tras lo que eché una mirada al fastidiado espadachín.- ¿Necesitas algo?

-Quería hablar contigo, pero no sé sí...- Miró a Zoro como queriendo decir que prefería hablar a solas conmigo. Mala idea.

-Pues yo no me pienso ir.- Me veía venir esa respuesta de Zoro. La verdad es que a mí tampoco me apetecía que se fuese, pero si Sanji necesitaba mi ayuda no me iba a negar.

-Si es privado, te aseguro que Zoro no dirá nada.- Le prometí a nuestro nakama. Este pasó y se sentó en el sillón libre, con un cigarrillo en la mano. Me hizo un gesto como preguntando si me molestaba que fumase allí y yo negué e hice un gesto quitándole importancia.

-¿Y bien? ¿Qué quieres?- Le apremió Zoro. Sanji, al que no le intimidaban para nada las groserías del espadachín dio una honda calada al cigarro antes de responder. La seriedad con la que había entrado y este comportamiento me hicieron saber por dónde iban los tiros.

-Necesito ayuda.- Admitió al fin. Me miraba a mí e ignoraba al del pelo verde.

-¿Con la navegante-san?- Le pregunté para sorpresa de Zoro, que no sabía de qué iba todo aquello. Sanji asintió.

-¿Con Nami? -Preguntó el aún sorprendido Zoro.- ¿Ayuda para qué?

Sanji hizo un gesto con la mano con la que no sujetaba el cigarro dando a entender que era obvio con qué necesitaba ayuda, pero fui yo quien informó al otro de la situación.

-Para declararse, claro.- Al parecer Zoro no había caído en ello, porque puso cara de estar extrañado.

-¿Pero no lo haces a diario?- Preguntó incrédulo a Sanji.- ¿Para qué quieres ayuda?

-Esto es distinto, cabeza de alga.- Sanji parecía molesto por tener que explicárselo.- Necesito que Nami me tome en serio.

-Eso deberías haberlo pensado antes de ir tras cada mujer con la que te has cruzado.- Dijo Zoro medio burlándose de él.

-¡Zoro!- Le regañé yo. Cambió su expresión a arrepentimiento al escuchar su nombre, pero fue Sanji el que intervino.

-No, tiene razón, Robin-swan.- El cocinero parecía triste y algo desesperado (cosa que era obvia si había tenido que recurrir a pedir ayuda).- Seguro que Nami-swan me odia.

-Bah.- Dijo Zoro. No se si estaba de mal humor porque nos habían interrumpido, porque no le gustaba la conversación, porque era Sanji o simplemente porque es su carácter, pero estaba empezando a exasperarse.- Tú preocúpate de no cagarla con Nami y nosotros nos encargamos del resto.- Sanji y yo nos miramos ya que no nos esperábamos aquello, pero Zoro volvió a la normalidad y añadió una última grosería.- Ahora lárgate de aquí o te echo yo.

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Y se acabó el capítulo! Vais a matarme porque me he ido de vacaciones pensando que había publicado el capítulo y resulta que no :DDDDD (No me odiéis, un fallo lo tiene cualquiera TwT)
Pero bueno, le he dado un repaso y he cambiado una cosa que había quedado demasiado larga.

Ahora ATENCIÓN: El próximo capítulo va a ser el último

PERO: va a haber una especie de continuación que os explicaré al final del último capítulo porque si no puedo spoilearos un poco lo que va a pasar y no >:D

Tengo mucho hype por saber si os va a gustar el final que tengo pensado, a ver si puedo escribirlo pronto porque las vacaciones se suponen que son para tener tiempo libre MALDITA SEA.

Y eso, comentadme muchas cosas y decidme qué creéis que va a pasar.

Bye~

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