Ajustado y provocativo

Advertencia: lemon puro y duro.

[Narra Zoro]

Había pasado el resto de la tarde entrenando. Estaba sudado y era evidente que necesitaba un baño, así que eso hice. Una ve la bañera estaba llena, me metí y cerré los ojos. Me parecía increíble todo lo que había pasado desde que habíamos llegado a aquella isla. "Y pensar que hace menos de 24 horas yo estaba aquí haciéndolo con Robin..."

En ese momento me encontraba relajado, a gusto con lo que había pasado con Robin, pero era pensar en que alguien de la tripulación se pudiese enterar y se me hacía un nudo en la garganta. Lo único en lo que había cambiado de parecer era en lo que respectaba a Robin. Joder, esa mujer es demasiado perfecta como para no sentirme atraído por ella después de todo lo que habíamos hecho, aunque aún así no dejaba de sentirme un poco culpable por mi decisión. Dejé de darle vueltas a la cabeza y terminé de bañarme para ir a cenar.

El cocinero pervertido parecía inspirado ya que había preparado un montón de comida, incluyendo los platos favoritos de cada uno. La noche comenzó a animarse y el buen rollo se palpaba en el ambiente, todos hablábamos con todos y nos divertíamos. El alcohol comenzó a rondar la mesa y cuando Sanji estaba sirviendo su segundo vaso a Robin, Brook intervino con una broma.

-¡Robin-san, ten cuidado no vaya a pasarte como ayer y Zoro tenga que llevarte cogida a la cama! ¡Yohohoho!- Todos reímos ante el comentario.

-No te preocupes Robin-chwan, si es necesario yo te llevaré para que no tengas que tocar al marimo.- Intervino el cejas rizadas. Me sentó mal, pero en lugar de entrar al trapo lo dejé pasar para no levantar sospechas. "Si tú supieras lo que me ha tocado..."

[Narra Robin]

Tras la gran cena, algunos habían caído rendidos y se habían ido a dormir y otros habían decidido aprovechar un poco más la noche y dedicarse cada uno a sus tareas. Nami había ido a la biblioteca a pasar a limpio la cartografía de la isla, así que me encontraba sola en la habitación de las chicas.

"Qué aburrimiento" Pensé acostada en mi cama, ya con el pijama puesto. No tenía nada de sueño, pero tampoco tenía nada que hacer. Me levante y me di una vuelta por la habitación buscando algo con lo que entretenerme. Entonces vi el vestido que me había regalado Nami, y se me ocurrió una buena forma de entretenerme. Me lo puse, me arreglé el pelo y busqué los zapatos que ya había combinado con ese vestido y añadí un par de joyas al look. "Hora de buscar a mi espadachín" pensé mientras salía de la habitación.

Primero miré en el cuarto de los chicos, pero allí solo estaban Luffy, Brook, Sanji y Chopper durmiendo a pierna suelta. Recorrí el barco en su búsqueda pero no estaba ni entrenando, ni durmiendo en algún rincón, ni aún bebiendo. "¿Habrá salido al pueblo?" me pregunté extrañada. Decidí preguntar a alguno de mis nakamas que aún estaban despiertos con alguna excusa, así que fui a la sala dónde Franky fabricaba mejoras para el barco. Para mi sorpresa, Zoro se encontraba allí con él.

-WOW, Nico Robin, vas SUPER elegante y SUPER sexy. ¿Querías algo?- No contaba con que Zoro estuviese allí, así que ahora necesitaba una excusa para llevármelo sin levantar sospechas.

-Pues verás, es que estaba reorganizando los muebles del cuarto de las chicas, ya sabes, cambiándolos de sitio y esas cosas, y sin querer he tirado la estantería, pero pesa demasiado y ahora no puedo levantarla.- Eché un vistazo a lo que estaban haciendo para disimular.- Pero veo que estás ocupado, así que ¿te importa si te robo a nuestro espadachín?

-Sin problemas, Nico Robin, YEAH!

-¿Te las puedes apañar tú solo?- Preguntó Zoro mientras dejaba un gran trozo de madera en el suelo.

-Claro, se un SUPER caballero y ayuda a nuestra dama en apuros.- Le respondió Franky. Mi plan había sido un éxito, como la mayoría de mis planes.

Al salir, Zoro se dirigió hacia la habitación de las chicas, y yo le seguí mientras él me preguntaba cómo era posible que hubiese tirado una estantería y hablábamos sobre el supuesto suceso. Zoro entró antes que yo, y evidentemente todo estaba en su lugar.

-Robin, está todo bien.- Aclaró Zoro por si no era lo suficientemente evidente.

-¿Ah, sí? La habrá levantado Nami.- Me hice la tonta, divertida. Zoro suspiró.

-No se te ha caído, ¿verdad?- Dijo Zoro, dándose cuenta de mi engaño mientras se volvía hacia mí.

-No.- Le respondí mientras cerraba la puerta. Al girarme hacia él, le miré fijamente a los ojos, como sabía que le incomodaba.- Es que hay una cosa que todavía que todavía no me has dicho.

Él tragó saliva, pero me sostuvo la mirada.

-¿Él qué?- Inquirió dubitativo.

-Bueno.- Dije mientras me abrazaba a su cuello. Él puso sus manos en mi cintura.- No respondiste a Nami cuando te preguntó qué tal me quedaba el vestido.

Zoro sonrió y suspiró aliviado. Me cogió de una mano y me hizo girar sobre mi misma para ver bien el vestido, y antes de decir nada volvió a sujetarme por la cintura.

-Creo que sabes perfectamente cómo te queda, mujer.- Me acusó un arrogante Zoro.

-¿No te atreves a decirme que no te gusta?- Dije yo para picarle.

-Sí me gusta.- Se delató él.- Pero también tiene un problema.

-¿Un problema?- Me extrañé yo.

-Es demasiado... Ya sabes.- Dijo algo incómodo.

-No sé nada.- Seguí con mi intención de picarle.

-Demasiado así.- Dijo mientras recorría mi cuerpo desde los costados, bajando por la cintura y la cadera hasta mis muslos. Le dio algo de vergüenza ese acto y ahí apareció ese leve sonrojo que le hacía parecer adorable.

-¿Ajustado?- Le susurré. El asintió.

-Y provocativo.

-¿Y qué pasa? ¿Quieres quitármelo o es que me quieres solo para ti y te da miedo que alguien más quiera hacerlo?- Le estaba avergonzando por momentos, así que además mordí mi labio inferior para hacerme más irresistible. Sabía jugar bien mis cartas.

-Vale, tú lo has querido.- Me cargó sobre su hombro, sujetándome con un solo brazo y echó el pestillo de la puerta. Me llevó a mi cama, y se colocó sobre mí. Entonces comenzó a besarme como nunca lo había hecho, con ganas, con rapidez, con hambre.

[Narra Zoro]

Esa mujer llevaba provocándome desde que habíamos entrado en la habitación, y teniendo en cuenta la decisión que había tomado y lo jodidamente sensual que estaba ella en ese momento, yo no me iba a resistir. Deje de besar sus labios para hacerlo con su cuello, mientras subía su vestido con una mano. Ante esto, vi que Robin sonreía. Le bajé las bragas hasta donde podía, hasta las rodillas más o menos, y al dirigir mi mano derecha hacia su vagina, noté que estaba realmente mojada. "¿Tan deprisa?" Pensé que era mi oportunidad de vengarme de ella.

-Eres una pervertida, Nico Robin.- Esta vez era yo quien la miraba directamente a los ojos, con arrogancia, disfrutando el momento.

-No es cierto.- Dijo ella a la defensiva.

-Puedo notarlo.- Dije mientras introducía lentamente un dedo en ella. Ella dejó escapar el aire, un suspiro de placer.

-Eso... Es culpa tuya.- Escuchar eso me encendió sobremanera. Comencé a masturbarla con un segundo dedo, y en el momento en que ella dejó escapar un gemido, empecé a hacerlo con rapidez.

Sentir que el placer que ella estaba sintiendo era gracias a mí me volvía loco, así que decidí ir más allá. Me detuve momentáneamente, lo justo para quitarle por completo las bragas, abrir sus piernas y colocarme entre ellas.

-Zoro, no.- Pidió ella. Ignorándola, pasé mi lengua desde su abertura hasta su clítoris, y levanté la cabeza para mirarla. Ahora era ella la que se había sonrojado. Eso me hizo sonreír, estaba vengándome de una manera demasiado excitante.

Volví a introducir dos dedos en ella mientras dejaba a mi lengua trabajar con su clítoris. Robin gemía y se estremecía de placer, y yo le daba todo lo que podía.

Llegados a cierto punto, noté que su espalda se arqueaba y ella enredaba sus manos en mi pelo. "Aquí viene" Pensé satisfecho.

-¡Zoro!- Me gritó Robin, siendo incapaz de advertirme de otra manera.

Seguí tan rápido como pude, hasta que noté que ella había terminado. Saqué los dedos de su interior y volví a pasar lentamente la lengua desde su abertura hasta su clitoris un par de veces. En esas dos ocasiones, Robin dejó salir dos leves gemidos.

Limpié mi boca con el dorso de la mano, mientras Robin respiraba agitadamente. Volví a la altura de su cara y contemplé cómo ella se recuperaba de mi "ataque".

-¿Lo ves? Una pervertida.- Le dije, burlándome de ella.

-¿Y qué me dices de esto?- Dijo ella poniendo una mano en mi entrepierna, donde había crecido una erección.- ¿No es de pervertidos?

Notar ahí su mano me hizo cerrar el ojo sano por un momento, cosa que a ella le divertía.

-Claro que no, es de machos. Es más, deberías sentirte halagada.- Rebatí. Ella me mordió el labio inferior como castigo, y tuve que volver a besarla. Me empujó para que me quitase de encima, y acabó por quedar ella sobre mí. Empezó a desnudarme mientras me besaba el cuerpo por donde quería.

[Narra Robin]

Justo antes de liberar su erección, me quité los zapatos y las joyas, ya que era lo único que me molestaba y lo dejé por ahí tirado. Una vez le hube desnudado por completo, volví a colocarme sobre él e introduje su miembro en mí de una sola vez. A ambos se nos escapó el aire debido al roce y mientras yo comenzaba a moverme suavemente, Zoro se quejó.

-No es justo que yo sea el único desnudo aquí, mujer.- Me sujetó por las muñecas para inclinarme hacia él.

-Es para hacerte sufrir.- Confesé entre algún que otro jadeo

-Ni lo sueñes.- El espadachín llevó sus hábiles manos a mi espalda y bajó la cremallera que atravesaba por completo el vestido. Lo tiró con el resto de ropa y puso sus manos sobre mis pechos.- Mucho mejor.

Le volví a besar. Me gustaba esa rebeldía por su parte, pero también me gustaba tener yo el control, así que tras el beso, paré en seco los movimientos de mi cadera, dejándole a punto de salirse de mi interior.

-Tengo otros métodos para hacerte sufrir.- Zoro, fastidiado, me agarró del culo con fuerza.

-Cualquier cosa menos eso.- Se introdujo en mí con furia y un escalofrío recorrió mi espalda. Se me escapó un fuerte gemido al sentirlo, por lo que reanudé los movimientos de mi cadera.

Ambos poníamos de nuestra parte, gozando entre gemidos, jadeos, y algún gruñido por parte de Zoro. Era genial, pero al estar un tiempo así, yo comencé a cansarme, por lo que tuve que pedirle que me dejase debajo. Él intercambió la posición de nuestros cuerpos con suma facilidad, y continuó haciéndomelo fuertemente.

En el momento en que sentí que me corría, mordí el hombro de Zoro para no gritar de placer, y él, interpretándolo correctamente, me lo hizo tan duro como pudo. Acabé por gemir de todas formas sin poder evitarlo, y Zoro ralentizó su velocidad cuando notó que yo había terminado.

De repente, salió de mí y me obligó a darme la vuelta, poniéndome de espaldas a él. Al comprenderlo, puse las manos sobre la almohada y acabé a cuatro patas, ante lo que Zoro puso las manos en mi cintura y me dio dos o tres besos en la espalda.

-Que perfección de mujer.- Dijo. Entonces volvió a penetrarme, y esta vez lo controlaba todo él. Movía mi cuerpo con facilidad mientras me embestía fuertemente, haciendo lo que quería conmigo hasta que tuvo la necesidad de correrse. La sacó rápidamente y lo hizo sobre la parte baja de mi cama.

Yo volví a girarme hacia él, sentada en la cama. Zoro me besó antes de que pudiese decir nada.

-Te prometo que te lavo yo las sábanas.- Añadió a modo de disculpa. Sin dejarme decir nada, me levantó de la cama e hizo una bola con las sábanas. Volvió a dejarme sobre la cama y se dirigió con las sábanas hacia la puerta.

-Ahora vuelvo.- Dijo él a punto de abrir la puerta.

-¡Zoro!- Le interrumpí. Se volvió para mirarme.- ¿No crees que deberías ponerte algo antes?

-¡Ah! Eh... Sí, mejor.- Dejó las sabanas a un lado y se puso solamente los pantalones. Antes de salir, fue él quien se detuvo para hablarme.- Tú no te vistas ¿eh? Me gusta verte así.

-Descuida.- Le dije, pero nada más salir por la puerta volví a ponerme el pijama y recogí la ropa que habíamos dejado por el suelo.

Mientras estaba poniéndole sábanas limpias a la cama, entró Nami en la habitación. "Por un pelo" pensé, pero ella no se extrañó de que estuviese haciendo la cama ni reparó en el montón de ropa de Zoro que había en la habitación. Estaba cansada debido a la hora que era y se metió directamente en la cama, por suerte, de espaldas a la puerta.

Hice aparecer una mano con un ojo en la palma en la parte de fuera de la puerta por si volvía Zoro mientras escribía una nota. Puse "Ha vuelto Nami, mañana te devuelvo tu ropa. Deshazte de la nota. Buenas noches" y un corazón al final. La pasé sin hacer ruido por debajo de la puerta para no alertar a Nami y mantuve ahí el brazo vigía hasta que volvió el espadachín por si la cogía otro de nuestros nakamas. Él le hizo un gesto de aprobación a mi mano y se marchó.

Entonces me metí en la cama y esta vez ya sí con sueño, me quedé dormida en seguida.

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Y se acabó el quinto capítulo. Se me ha ocurrido una cosa para el próximo que puede ser graciosa, ya veré si lo llevo a cabo. Comentadme cosas bonitas anda, que me pongo contenta :D

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