I-Seven Sisters
—¿De que sirve tener una casa en la playa si nunca vamos? —Se queja una de mis hermanas mayores, Arista. —Joder, nuestro padre debería superar la muerte de nuestra madre de una vez.
Mi nombre es Ariel y soy la menor de seis hermanas, vivimos con nuestro padre en Atlantis, un pueblo del condado de Palm Beach, e Miami, tengo diecisiete y desde que tenía cinco no veo el mar, irónico ¿no?
—¿En que piensas Ariel? —Pregunta Adella saliendo de la piscina.
— En nada en concreto. —Miento, pensaba en el día que murió mi madre.
—Deberíamos fugarnos. —Propone Attina. —Decirle a papá que vamos a ver a la abuela y cambiar de rumbo hacia la casa en la playa.
—Claro, vas a decirla a nuestro padre que vamos a casa de la bruja. —Se burla Alana. —Esa mujer no nos soporta y es capaz de echarnos al mar.
—¿Ariel? —Aquata agita su mano en mi cara. —¿Te quedaste muda?
—No. —Sonrío. —Hagan lo que quiera. Solo avisenme.
Me pongo de pie y me dirijo a mi cuarto, mi habitación es como el de una chica normal solo que está lleno de azul y tiene un gigantesca pecera que ocupa toda la pared frente a la cama.
Me encanta observar los peces, su vida es tan tranquila, solo tienen que nadar y ya, sin nada que preocuparse, mi madre murió ahogada pero yo simplemente no consigo odiar el mar.
—¡Ariel! —Siento el grito de mi hermana Arista. —¡Tu gato se ahoga!
Miro por la ventana y veo a Flounder el pequeño garito que rescaté, el ama el agua y no sale de ella. -No se ahoga Arista, solo nada.
—¿Desde cuando los gatos nadan? —Se queja Adella.
—Flounder no es un gato normal, es un descendiente de tigre. —Digo y todas ríen.
—¿Y que me dices de Sebastián? —Es la voz de mi padre que llega al patio con el pitbull detrás .
En mi vida he visto perro mas miedoso que ese, no puede ni ver más de dos pasamos de agua.
Cuando mi padre se acerca a la piscina el se queda, lo suficiente lejos para no ver el agua. —Menudo perro guardián está hecho. —Se bula Andrina.
Miro la hora en mi reloj y me doy cuenta que voy tarde al trabajo, me cambio lo más rápido que puedo y me dirijo hacia el Restaurante The Little Mermaid, donde ayudo como camarera, no lo necesito tengo una vida acomodada pero voy ahí con otro objetivo.
Me monto en mi coche y voy todo lo rápido que puedo al restaurante, allí me esperan, el dueño y mi amigo el marinero Scuttle.
—¿Qué me trajiste? —Pregunto luego de abrazarlo.
—Ni un" hola Scuttle ¿Cómo estas? "—Sonríe.
Yo hago un mohín y el saca de su bolsillo una pequeña ostra. —Niña, deberías ir a la playa está llena de eso. —Se queja el dueño.
—Cuando el Rey Tritón me deje. —Replico divertida. —Amo a mi padre, pero creo que nunca me dejará ir a la playa.
Observo la ostra y veo que tiene un nombre grabado "Erick"sonrío debe ser de algún bañista.
—Bueno camarera. —Me habla el jefe. — Pongase su uniforme que es hora de trabajar.
Sonrío y me pongo a eso, hay muchos marineros que llegaron del pueblo de Palm Beach y cuentan historias sobre el mar, sonrío, es tan fascinante.
—Señorita Fisher. —Se queja el encargado. —Bajese de la nube.
...
—¡Silencio! —Grita mi padre.
Es la hora de la cena y la mesa de mi casa parece un comedor obrero, seguro que esos son más silenciosos.
—Adelle cariño. —Dice con calma. —No voy a dejarte dinero para más joyas.
Arista sonríe. —Y tú olvidate de refugio de animales. —Le dice a Arista. —Es una buena idea pero trae muchos problemas.
—Pero...
— No hay discusión.
Mi padre es un hombre muy imponente, el dice por aquí y nadie se atreve a contradecirlo.
—Alana y Aquata. —Ambas tragan grueso. —Pueden salir el sábado. —Ambas están a punto de reír. —Pero solo si Massimo o acompaña.
Massimo es un amigo de confianza de mi padre, o mejor dicho nuestro gualda espaldas.
Ambas resoplan. —A Ariel nunca le prohíbes nada.
—Hey. —Me quejo.
—Ariel gana su propio dinero. —Me defiende mi padre.
—Por metida. —Le susurro a Aquata y esta me saca la lengua.
—Como sea, el tema importe esta noche es que la próxima semana tengo que salir de viaje, no volveré hasta el domingo. —Dice y mi sonrisa desparece.
—Pero el sábado es mi cumpleaños. —Me quejo.
—Lo siento Ariel. —Dice y su teléfono comienza a sonar y se para de la mesa ganándose miradas de odios de todas nosotras.
Estoy cabreada, muy cabreada. —Saben que chicas. —Le informo a mis hermanas. —Nos vamos a pasar el fin de semana en la playa.
Sonrío maliciosamente y veo como Sebastián lleva su pata a su cabeza. —La vamos a pasar de muerte.
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