II.- Escritora

Capítulo segundo: Escritora.





— Un gusto volver a verla, mademoiselle.

El rubio recorrió la silla para que tomase asiento frente a un lustroso escritorio color caoba. Papeles cubrían gran parte de la cubierta del escritorio, él los junto en un montón rápidamente colocándolos en una esquina para obtener una mejor libertad para colocar sus brazos.

— ¿Cómo estás? — pregunta dejando caer su mentón sobre ambas manos.

Una pregunta a la que realmente no le importaba la respuesta, era por mera cortesía. Él jamás mostró preocupación por mi en el pasado, mucho menos ahora. Me aclare la garganta en una búsqueda por la correcta respuesta.

— ¿A qué se debe el honor de estar frente a usted? — ignoré su pregunta con otra.

Él se tenso un poco, tosió intentando relajarse. Desvíe la mirada de aquel corpulento hombre, la ansiedad empezó a aparecer, sentí frío, mucho frío. El rubio estaba por responder, sus labios se abrieron ligeramente, cuando el sonido de alguien tocando a la puerta lo hizo callar, entonces se sentó con el cuerpo erguido, y su mirada pareció endurecerse; el rechinar de la puerta indicó que esta fue abierta, un segundo rechinar indicó que la cerraron.

Cruce mis piernas tratando de adoptar de una posición que indicará arrogancia y cierto estatus, estaba en busca de como relajarme en aquel despacho que conocí a la perfección en un distante pasado. Estar de vuelta, sentada en un lugar como éste provocaba que mis nervios salieran a flote.

El soldado que había ingresado a la habitación tomó posición a un costado mío. Su uniforme era realmente impecable, sin una solo arruga, ni una sola mancha, no fue necesario que acortará distancia entre él y yo, su aroma rápidamente invadió de mis fosas nasales de manera embriagante, tal era que a cualquier doncella de baja voluntad caería tendida a sus pies.

Él era el capitán Levi Ackerman.

Un reconocido soldado, conocido por sus sanguinarias maniobras y su fría actitud al llevarlas a cabo. Sin embargo, aún con su cruel manera de ser, a pesar de ser un asesino era admirado. ¡Pues por supuesto! Aquellos viles crímenes cometidos por su persona eran por el bien de la patria, todo por un futuro prospera para nuestra nación; así era como justificaban a un hombre tan despiadado como él.

— ¿Y bien? ¿Qué decía comandante? — inquirí con cierta curiosidad.

El hombre de baja estatura me dedicó una hostil mirada en cuánto mi voz resonó por la habitación. Respiré profundamente, no habría daño, no tiene que haber daño uno.

— Ocupamos que te unas a nuestras filas — habló secamente el rubio de abundante ceja, cerrando sus ojos espero a mí reacción.

Pude ver cómo Levi se divertía por la propuesta, su hostil mirada cambió una que refleja el cómo se mofa de mí. Me paré agresivamente de mi asiento, golpeando con el puño el escritorio caoba. Algunos papeles volaron del lugar cayendo por todo el suelo ocasionando de un mayor desorden.

— ¡¿Qué?! — exclamé incrédula.

La habitación permaneció en un prolongado silencio, uno el que ninguno se animaba por romper.

— ¿Ahora eres sorda? — habló con ironía el enano hombre.

Con brusquedad me giré a él, a pensar de que su rostro siguiera neutro, en sus ojos brillaba aquel brillo de satisfacción por la situación en la que me colocaban.

— Soy escritora, no un soldado, ¡no puedo unirme a sus filas! — expliqué con cierto enfado.

Erwin cerró los ojos embozado una vil sonrisa de burla. No tenía que ser tan lista como para entender qué no me dejarían alternativa, y teniendo en mente esa opción empecé a temer por mi protección. Empecé a temblar descontrolada, el miedo y la ansiedad comenzaron a dominar mi persona tan rápido que apenas pude hacer algo por un mulo intento por frenarlo.

Entonces el sanguinario capitán Levi se movió de su sitio para recoger unos de los papeles que regados en el suelo quedaron a causa de mi reacción, buscando entre el montón de ellos, recogió unos cinco aproximadamente, los ordenó antes de colocar el papelerío frente al comandante. Un expediente era lo que conformaba el montón de papeles, algún informe, una investigación, y lo que me aterraba de ello, era la fotografía a blanco y negro que encabezaba los documentos, una fotografía mía.

Y en mi rostro se reflejó todo el pánico que había acumulado y luchado por ocultar desde que puse pie en el despacho del comandante. Ambos hombres habían logrado intimidarme sin decir algún amenazante discurso. Quería huir, pero el terror que mantenía inmóvil, quieta, paralizada. No recuerdo cuándo fue la última vez que el miedo me paralizó.

— ¿Escritora? — el capitán arrancó de mis brazos el cuaderno en donde día y noche escribía de poemas e ideas de novelas, lo hojeó con rapidez, entonces con una mirada de aburrimiento arrojó mi cuaderno al cesto de basura.

— ¡No~!

Corrí para sacarlo, pero fui empujada antes de que pudiera llegar. Ocasionando que cayera de bruces contra el suelo; Levi continuó con su mirada amenazante, haciendo que retrocediera un poco a rastras por el suelo mientras que el comandante Erwin Smith observaba a detalle a cada uno pareciendo disfrutá del espectáculo.

— ¿Tú? ¿Qué tratas de hacer, escoria? No estamos jugando para que salgas con estupideces. No puedo creerte el que tú escribas de bellas palabras en busca de unión de personas cuando con esas mismas manos con las que ahora has de escribir fuiste la asesina de cientos de personas. ¿Me estás jodiendo? — escupió con amargura el azabache avanzando hasta mí mientras yo seguía retrocediendo hasta chocar con la pared.

— Y-yo ~

— Estás ardiendo, te estás consumiendo en ese mismo incendio que tú provocaste — continuó hablando con frialdad — Escucha con atención, pedazo de mierda. Te estamos ofreciendo protección a cambio de que continúes con tus asesinatos pero ahora en nombre de la patria, o que entregarte para que recaiga sobre ti todo el peso de la justicia. Sí eres tan lista como se piensa no te será difícil decidir.

Tragué con temor. Estaba en vuelta por el sudor, ambos hombres me miraban como una vil escoria, tal y como sospeché, no había alternativa por cual irme. Traté de recuperar el valor empezando por ponerme de pie, pero mis piernas temblaban tanto como gelatinas, no tenía soporte, así que continúe en el suelo.

— Aceptó — y deseé con todo mi ser que mi voz no haya sido tan temblorosa a como yo la percaté.

— Buena niña — me dio tres palmadas sobre mi cabello el pelinegro, y con burla agregó — Cuando acabé esto podrás seguir jugando a la escritora, cómo has hecho hasta ahora.








~•~•~•~•

¿Les ha gustado?

A mí sí xd

¿Les interesaría saber que es lo que escribe nuestra protagonista en el cuaderno?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top