Epílogo
El destino es un tramposo. Muchas veces te enseña una posibilidad para que, al conocerla con anticipación, provoques que se cumpla.
Guía para oráculos de nivel medio.
Emma.
Ocho meses después
Brasil.
Instituto Eclipse para seres excepcionales (exclusivo para agnis y seres mágicos).
Para Nahomi:
¡Te extraño! Ser el nuevo de por aquí es tanto difícil como emocionante. Pero cambiarme al Instituto Eclipse para seres excepcionales, y vivir en la selva tropical, es fabuloso.
Aunque no recibirás muchas noticias de mi parte, hasta que nos volvamos a ver algún día, te aseguro que tu nombre aún se repite en mi cabeza.
Disfruto mi libertad en Brasil (el calor es lo mejor).
Espero, desde lo profundo de mi alma, que tu disfrutes la tuya.
Axel Aidan.
El sol, haciéndole honor a la víspera de otoño por aquí, comienza su aparición cubierto por una mata de nubes algodonosas que adornan el paisaje gris del pueblo de Alba.
Mi uniforme, antes planchado, ya está puesto sobre mi cuerpo con la elegante rosa amarilla sobre el borde de mi saco.
Acomodo, inútilmente, mis rizos enmarañados en una coleta que se esfuerzan por mantener mi rebelde cabello bajo control.
Primer día de mi tercer año en el Instituto Aurora para seres excepcionales.
Me siento de maravilla. Aunque un poco melancólica ante la ausencia de Elías; ahora el reside con su nuevo clan de seres fríos. No muy lejos de aquí por supuesto, en compañía de Elíseo y su creador, deambulan los límites del pueblo para alimentarse, y en cada ocaso, sin falta, Elías pasa a visitarme para preguntar cómo estoy.
Eso me recuerda mi último cumpleaños, mi inauguración a la vida adulta y el abandono de la pesada adolescencia, mis dieciocho años. Lo pasé en compañía de Elías, abrí su regalo y también el de Erick, que resultó ser una bufanda amarilla para el Instituto Aurora y una cerveza para iniciar mi "vida adulta". A Elías no le hizo ni pizca de gracia el segundo obsequio de Erick.
Nunca he empezado un año de estudio sin él a mi lado. Como padre Elías es un ejemplo a seguir, gruñón, exigente, cariñoso y protector. Es como un regalo del cielo para alguien que ha sido descartada de la vida de su padre, mi caso puntualmente.
Tiro mi mochila blanca al hombro, abrocho mi capa amarilla a mi espalda y bajó las escaleras a toda prisa para pedirle a Maira que salgamos de inmediato al Instituto.
Me entretengo con las visiones del día: Llegaré al Instituto, me reencontrare con mis antiguos amigos, Zil y Mery, brujos de mi mismo linaje de rosas y fieles amigos que (según mis visiones), me acompañaran el resto de la vida.
Los empleados de la mansión comienzan sus labores cotidianos, el cocinero ya tiene listo mi desayuno para el camino y Maira ya me espera recostada sobre el auto, con su típico traje oscuro y la mirada somnolienta.
Aunque me esfuerzo por no escuchar el avance de la relación de Maira y Elías, no puedo evitarlo. Se que él siempre pensó que ella es hermosa, cosa que es muy cierta, Maira, a sus treinta y cinco años, tiene el cuerpo que yo quiero tener a esa edad, una cabellera sedosa y unos ojos grises que ven con entusiasmo a Elías cada que lo encuentra. Su relación florece a pesar de la condición de él; como ser frío debe ser cuidadoso ante la cercanía, pero Elías siempre ha sido controlador, y su sed no es la excepción.
Guardo mi desayuno en la mochila y me encaminó apresuradamente por la sala principal hasta que...
—Buen día, Nahomi.
Me detengo en seco.
Esa voz, recuerdo esa voz. Esa voz solemne, pasiva y... familiar.
—Me alegra haber llegado a tiempo antes de que te marcharas al Instituto —continúa.
Me niego a voltearme. No si es él. ¡No puede ser él!
—Creí que Elías te había educado lo suficiente como para que sepas que ignorar a la gente es de mala educación, hija.
Me giró abruptamente.
Su figura yace inmóvil sobre el sofá en el que siempre me siento. Viste un traje negro y su sedoso cabello rubio cae delicadamente sobre sus cejas levemente arqueadas.
—Veo que te sorprende mucho verme. —Observa y sonríe con complacencia —. Eso no lo viste venir, ¿no es así?
Siento que se me aflojan las piernas.
Doce años han pasado desde la última que lo vi. Apenas tenía seis esa época, se presentó en mi hogar con muchos juguetes nuevos que me hicieron reír y paso exactamente dos horas en mi compañía; desde ese día solo he oído su voz en las llamadas telefónicas entre él y Elías.
—¿No piensas decir nada, Nahomi? —vacila mientras se incorpora.
Sus ojos marrones me analizan con diversión y con una mano acomoda su cabello rubio. Siempre he detestado parecerme tanto a él físicamente, el mismo color de cabello dorado, la misma piel blanca, sonrosadas mejillas y un par de lunares impregnados en ambas mejillas.
—¿Qué haces aquí? —exijo saber recobrando la compostura.
Él vuelve a esbozar una sonrisa.
—Creí que ya era momento de venir a hablar contigo. De padre a hija.
—Tú no eres mi padre —sentenció —. No lo eres, no lo eres y... no tengo nada que hablar contigo. Debo irme, no quiero llegar tarde al Instituto.
—Tenemos que hablar, Nahomi.
—¡Ya dije que no!
—Lo quieras o no, Nahomi —insiste sin molestarse ni alterarse, volviendo a tomar asiento —. Eres mi hija, aunque no lo quieras, así es. No te pediré que me llames papá, eso no me interesa en lo más mínimo.
—Eso ya lo sabía.
—Se que tampoco te intereso, querida —menciona exhibiendo sus dientes perfectos en una sonrisa que se divierte de mi enojo —. Pero tienes ya dieciocho años, ya no eres una niñita y tenemos que hablar de...
—No vuelvas a decirlo —advierto —. No somos padre e hija. Mi papá se llama Elías, ¿tú eres Elías? No, no lo eres. De ningún modo quiero volver a escuchar eso.
—Muy bien —acepta —. Hablemos de oráculo a oráculo entonces.
Un frío me recorre la espalda al oírlo confirmar uno de mis más grandes temores.
Michael Omet se pone en pie y me ve directamente.
—Seguramente ya lo habías deducido tu misma, Nahomi. Sí, aunque nunca me haya presentado personalmente ante ti con mi verdadera naturaleza, se que lo sabías. Soy un oráculo, pertenezco al ECO: El Consejo de Oráculos del Mundo Oscuro.
—¿Y cual es tu propósito? —me aventuro a preguntar.
—Sé que estás confundida, querida. Los oráculos no podemos leernos la mente entre nosotros, ni sentir nuestros sentimientos, así que comprendo tu frustración. A mí también me encantaría acceder a esa brillante cabecita tuya.
Aprieto los labios y me limito a mirarlo. Por supuesto que sospechaba que Michael Omet es un oráculo, los dones de los oráculos solo se adquieren por descendencia, y el haber oído los rumores de su inexistente vida pública, su reservación, su misteriosa vida oculta, solo era cuestión de deducir.
—Eres una chiquilla extraordinaria, mi pequeña Nahomi Omet. No solamente has heredado los dones naturales de un oráculo puro y perfecto, sino que también posees otros que no todos los oráculos tienen. Es cierto, todos tenemos una mente brillante que aporta creatividad a nuestra sabiduría, pero tú estás por encima del promedio de inteligencia de un oráculo corriente. Verdaderamente eres la hija perfecta.
—¿Y abandonaste tu preciada vida para decirme esto?
—No exactamente.
—¿Entonces?
Michael Omet entrecierra los ojos e inclina levemente la cabeza. Se que no puede oír mi mente pero sus ojos parecen leer algo más allá de la expresión de mi semblante enfadado.
—¿Sabes por qué te has negado a averiguar sobre tu propia naturaleza, querida Nahomi?
—Eso no te incumbe.
Michael Omet eleva su brazo y, alzando su mano, niega con su dedo índice y sonríe divertidamente.
—Te diré por qué no lo haces —menciona dándose importancia —. Le temes a tu propia naturaleza.
—No es verdad.
—Claro que sí, mi querida Nahomi; no necesito leer mentes para detectar algo tan primitivo como lo es el miedo.
»Estos dos años has leído y aprendido sobre las características de todo ser sobrenatural que existe en el mundo oscuro; excepto tu misma especie. ¿Por qué no investigaste sobre tu propia naturaleza? ¿Por qué guardaste en un cajón todo libro que habla sobre las costumbres de los oráculos? Yo te diré porque:
»Porque tenías miedo de encontrarte con una costumbre que podría no resultarte agradable. Porque te molesta que los oráculos seamos considerados seres superiores.
—No somos superiores —lo contradigo con mis mejillas ardiendo por la cólera que me produce su hablad solemne y engreído.
—Aunque no lo quieras ver, es así Nahomi. Tú vales más que millones de humanos, mucho más que los agnis y por supuesto muchísimo más que un ser frío.
—¿Por qué? —lo desafío —¿Por qué predecimos el futuro y servimos a los Elite?
—Porque nosotros manejamos el flujo mismo del tiempo y espacio. Porque los oráculos son esenciales para la supervivencia de toda raza que componga tanto el Mundo Oscuro como el mundo normal. Somos considerados seres divinos. Y ya es tiempo de que lo aceptes, Nahomi, porque tu tiempo de diversión esta terminando.
—¿A qué te refieres con eso?
—Si hubieses abierto un libro sobre las costumbres que rigen a los oráculos, lo sabrías.
—¿Y qué es lo que tengo qué sabes exactamente? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué simplemente no continúas con tu vida como siempre lo has hecho? No me quieres, y yo no te quiero. Lamento que tus planes de vida divina hayan sido interrumpidos con mi nacimiento.
—En eso te equivocas, querida —me contradice con seguridad —. Si fuiste planeada.
Sus contradicciones solo agitan mi mente y no me dejan pensar con tranquilidad.
—Por supuesto que fuiste planeada, ¿crees que un oráculo nace por error? Todos los oráculos son planeados —dice con naturalidad —. Yo no quería ser padre, pero era mi deber tener un descendiente.
—¿Por qué?
—Porque así lo exige nuestra costumbre, querida. Los oráculos llegamos a una determinada edad en la que debemos tener un hijo, para la supervivencia de la especie misma y también porque existes pocos oráculos en el Mundo Oscuro.
»Cumplí mis cuarenta años y necesitaba tener un descendiente; fuiste más perfecta de lo que había predicho.
—Muy bien —acepto —. Ya que has decidido hablar con la verdad, entonces, ¿qué oráculo es mi madre?
A Michael Omet le divierte mi duda. Mueve un brazo y de la nada aparece una taza de café en sus manos. Bebe un sorbo, como si mi reacción y mis dudas no le importaran en lo absoluto.
Y luego responde:
—Tu madre no es oráculo, Nahomi —contesta y sonríe como si disfrutará de un chiste privado —. Los oráculos no tenemos hijos entre nosotros. Todos somos mitad humano. A diferencia de otras especies nuestra sangre no se ve afectada ante la mezcla con otra raza.
¿Mi madre es humana? Definitivamente no esperaba algo así. He supuesto tantas cosas sobre mis padres que me he limitado a simplemente eso, suponer. Porque si a ellos nunca les he interesado, ¿por qué habrían de interesarme a mí?
—¿Y por qué los oráculos no tienen hijos entre sí? —vacilo.
—Porque la mezcla entre oráculo y oráculo es peligrosa; los infantes nacen sobrecargados de dones y se vuelven inestables e inútiles. Se descubrió, hace miles de años, que la sangre humana nos regala el equilibrio perfecto. Además no nos soportamos entre nosotros.
—Estas diciendo que... los humanos son utilizados por los oráculos —vacilo pasmada ante sus revelaciones abruptas.
—Básicamente, sí —confirma sin darle importancia.
—O sea que tú... utilizaste a mi madre para que ella me tuviera... a mí.
Michael vuelve a beber un sorbo de café.
—Ya te acostumbraras a la verdad, querida. Los oráculos elegimos a la madre o padre de nuestro descendiente. Se modifica sus mente para que no se niegue ante lo que se le pedirá y, cuando todo está hecho, se le borra la memoria para que regrese al mundo humano —informa haciendo una mueca, como si tales hechos fueran acciones insignificantes.
—Eso es... horrible —opino.
—Algún día tendrás que hacerlo, Nahomi —advierte —. Ningún oráculo se zafa de su deber.
—¿Algo más? —dudo deseando que se marche —Porque no creo que hayas venido hasta aquí para darme una lección sobre nuestras costumbres.
—De hecho sí, mi querida Nahomi. Porque como dije antes, tu tiempo de libertad se está acabando.
—¿Qué quieres decir con eso? —dudo impaciente.
—Que llegará el día en que tendrás que abandonar tu vida cotidiana y tomar el lugar que te corresponde. ¿Sabes por qué nunca he estado a tu lado, Nahomi? No es porque no quisiera, sino porque a nosotros no se nos permite criar a nuestros hijos.
—¿Y eso que significa? ¿Qué es eso de que un oráculo no puede criar a sus hijos?
—En primer lugar —dice recobrando su expresión pasiva y desinteresada —, solo tendrás un hijo. Los oráculos tenemos un solo descendiente.
»En segundo lugar: No podemos criar a nuestro descendiente porque no debemos encariñarnos con ellos, mucho menos amarlos. Los oráculos no somos seres para amar, Nahomi. Eso solo afecta nuestro equilibrio, y eso es lo que más necesitamos.
»¿Crees que nuestros dones se limitan a leer mentes insignificantes, sentir las emociones ajenas y predecir el futuro? Un oráculo maduro es capaz de deformar la realidad misma.
El suelo comienza a temblar y las paredes caen en pedazos, los vidrios explotan bajo una presión invisible y los muebles se deforman como si estuvieran hechos de goma.
Algo parece ponerle un alto al sonido y repentinamente todo es silencioso.
Tambaleó sobre el suelo y caigo de espaldas.
Todo a mi alrededor desaparece.
Un espacio blanco es todo lo que veo.
Pero Michael Omet sigue ahí. Recostado en el sofá, bebiendo su taza de café como si nada hubiera ocurrido.
—Un oráculo puede... alterar el flujo mismo del tiempo —continua con tranquilidad —e incluso, un oráculo puede detener la muerte.
»A lo largo de la historia fuimos codiciados por las razas antiguas. Todo gran imperio quería contar con un oráculo para asegurar su futuro, y los bebés oráculos eran robados como si fuesen un montón de oro.
»Un oráculo es tan débil como un humano común y corriente. Pero aún así, cuando llegamos a la madurez, ni siquiera los Elite pueden ponerle fin a nuestra vida. Nuestra protección se basa en un arma esencial; la mente. ¿Cómo alguien podría hacerte daño si no puede escapar de su propia mente? Es una de las razones por las cuales nos consideran seres divinos, casi a la altura de los mismos Dioses.
—No quiero nada de eso —interrumpo aturdida por su invasión, su control, su arrogancia disfrazada de sabiduría y su calma tan irritante.
—No se trata de lo que quieras —sentencia —, sino de lo que eres. Nadie puede escapar de su propia naturaleza, todos tenemos obligaciones. Los oráculos no estamos hechos para amar, Nahomi, hay cosas más importantes que eso.
»No debemos criar a nuestros descendientes.
»No debemos casarnos.
»No debemos ligarnos demasiado con amistades poco convenientes.
»Y, si es posible, debemos evitar los sentimientos que se consideren... fuertes.
—¿Entonces por qué me dejaste estar aquí? —vacilo totalmente confundida —¿Por qué me permitiste vivir en la ignorancia?
—Porque todo joven oráculo necesita un poco de libertad para su desarrollo. Este es tu tiempo de libertad, antes de que tomes tu lugar entre los nuestros.
Es demasiado.
La verdad es completamente abrumadora.
Niego con la cabeza y aprieto mis puños sintiéndome totalmente impotente.
—No te dejes engañar, Nahomi —dice al ponerse en pie.
Todo a mi alrededor retoma su forma anterior. Las paredes se reconstruyen, los vidrios se componen, los muebles regresan a su estado natural. Es como si un par de manos invisibles manipulara la realidad a su antojo y volviera a colocar cada cosa en su sitio correspondiente.
—Tú tienes todos los atributos de una oráculo perfecta —manifiesta con un orgullo que resulta totalmente inapropiado —. Sabes descartar a las personas que ya no cumplen una función útil en tu entorno.
—¿De qué estás hablando? ¡Yo no hago eso! —alegó perdiendo la paciencia.
—¿Y qué pasó con tu amiga humana, Amy? ¿No la sacaste de tu vida cuando averiguaste todo lo que querías saber de su hermano?
—¡No fue así! —protesto —Ella se alejó de mí porque no le gustaba la compañía de... Marcus. —Me cuesta tanto pronunciar su nombre. —Además me reconcilie con ella, también la ayude a aceptar la nueva naturaleza de su hermano.
—Amy tenía mucha razón —concuerda Michael —. Los agnis y los fríos no son dignos de los oráculos.
—¿Y para ti quién es digno?
—Absolutamente nadie.
—No voy a aceptar lo que dices.
—Algún día lo harás, querida, algún día lo harás. No tienes otra opción:
»Tus amores, tus amigos, tu vida cotidiana, no forman parte de tu destino. Puedes hacer lo que quieras con tu libertad mientras dure. Pero no puedes, de ninguna manera, escapar de tu destino.
»¿Crees que he pasado mi vida ignorándote, Nahomi? Estas muy lejos de la verdad. Eres extremadamente valiosa, eso lo tengo muy en claro. He sabido cuidar bien de tu futuro:
»¿Crees que contraté a Elías para cuidarte solo porque sí? Yo había predicho todo su futuro a tu lado antes de entregarte en sus brazos.
»¿Crees que fue casualidad que te mudaras a Alba? Yo me asegure de que ocurriera cuando ya era hora de que entrarás al Instituto Aurora para seres excepcionales.
»¿Quién crees que le aviso a Steikmen Viomiel sobre la situación del híbrido Marcus Solluna? Yo trabajé para que se enterara.
»Crees que has estado sola, Nahomi. Pero todas tus experiencias vividas sucedieron porque así lo permití.
»De hecho tú no tienes idea, de cuantos seres superiores tienen los ojos puestos en ti, y solamente en ti. Serás esencial para un tema en particular en el Mundo Oscuro, algún día sabrás por qué.
»Me preguntaste cual era mi propósito cuando llegué aquí, y este es: Se acerca la época en la que tendrás que tomar el lugar que te corresponde. No te alarmes querida, puede ser dentro de una década o más. No sé qué piensas hacer con ese tiempo, pero espero grandes cosas de ti, mi querida Nahomi, y cuando el momento llegue, nos volveremos a ver, hija.
Siento un fuerte mareo que por poco logra derrumbarme.
Al levantar el rostro Michael Omet ha desaparecido.
"Poco más de una década". Sus palabras taladran mi cabeza repitiéndose una y otra vez.
Al mirar el reloj que cuelga en la pared del pasillo, noto que la hora no ha avanzado desde que baje de mi habitación.
De alguna manera extraña, el tiempo parece no haber avanzado cuando Michael Omet estuvo aquí.
Escucho a Maira llamarme desde afuera.
Avanzó a pasos lentos.
Tantos deberes, tanta arrogancia, tantas costumbres que me resultan desagradables. ¿Verdaderamente no podré luchar contra eso?
Mi naturaleza amenaza con tomar el control de mis acciones en algún momento exacto de mi vida.
Así está pronosticado.
No puedo estar segura de nada. La incertidumbre vuelve a ser mi fiel compañera y el tiempo la única respuesta.
Solo me queda esperar.
Esperar.
Esperar.
Pueden acontecer tantas cosas en los próximos años.
Es increíble que tengo un destino sellado cuando todavía no he decidido que estudiar después de graduarme del Instituto Aurora para seres excepcionales.
¿Tengo que preocuparme por esto? ¿Acaso darle vueltas a una preocupación que podría no ocurrir no es una pérdida de tiempo?
Las preocupaciones no me abandonaran. Pero soy capaz de sepultarlas, soy capaz de fingir que no están ahí y olvidar por un momento que el futuro exhibe posibilidades infinitas.
Mantener mis pies en el presente.
Los rostros de mis futuros amigos del Instituto se presentan en mi cabeza nuevamente.
Puede que el destino se asemeja a un camino curvilíneo que gira o continua a base de nuestras acciones. Tenemos el timón, pero a veces lo olvidamos. A veces olvidamos que somos los únicos responsables de nuestro futuro.
Al poner los pies en la entrada del Instituto, aferrando mis manos a los bordes de mi mochila y admirando el gigantesco edificio educativo, inhaló profundamente... y avanzó.
Avanzar.
Es la única opción.
No puedo huir de mi futuro. Pero, si lo amerita, lo miraré de frente y forjare mi camino a base de mis reglas y condiciones.
Y quizás, solo quizás, mi camino curvilíneo se enlace con el alguien más en el futuro no muy lejano. No quiero pensar en su nombre, solo en su esencia, solo en su persona destinada a encontrarme.
¿Qué tantas cosas pueden ocurrir en unos años?
Hemos llegado al final de este libro. Estoy bastante satisfecha con el resultado y espero de corazón que esta historia les haya gustado.
Gracias por acompañarme hasta aquí, sus votos, sus comentarios e incluso sus vistas (te hablo a ti lector fantasma Jaja).
¡Sinceramente gracias! Y espero haber logrado que lloren, rían y se sorprenda en cada capítulo. Le he puesto mucho amor y tiempo a este libro, aprecienlo :3
¡Recuerden que esto no es una despedida! Solo es un: Hasta el próximo libro de Fulgor.
Para celebrar haber terminado de escribir y publicar este libro, haré una sección de preguntas y curiosidades sobre esta historia en un apartado de este mismo libro. ¡Los espero ahi! Y nuevamente gracias.
Agradezco especialmente ha:
Por apoyarme a lo largo de este libro y pedido este epílogo :3
Es probable que me falte alguien, sepan disculpar, anote los últimos comentarios :3
¡Les agradezco a todas las personitas que han llegado hasta aquí y nos leemos en el apartado de preguntas y curiosidades!
Una cosa más: ¡En ese apartado daré a conocer la posible fecha de estreno del próximo libro! Espero que tengan paciencia porque siempre escribo al menos la mitad de la historia antes de publicar.
¡NOS LEEMOS PRONTO!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top