Yo era un niño, no podría decir que muy feliz, pero al menos tenía mi alma impoluta, hasta que perdí a mis padres y quede en custodia de mis tíos, junto a mi hermana, Dana.

A corta edad me di cuenta que no era más que un títere manejado por personas muy crueles. Me usaron para secuestrar y abusar de mujeres inocentes, ¿quién podría ser feliz después de llevar esa culpa dentro? Llegó al punto que solo buscaba olvidar, así me acerqué a mi primer amor: La cocaína.

Pasé años pérdido en la inmundicia humana, viendo la decadencia y siendo parte de ella. Odiaba a la humanidad, no me sentía parte de nada, las sombras me devoraban... Hasta que la señora Ader Odeim llegó a mi vida ofreciéndome ser parte de su clan, diciéndome que yo siempre tuve mi lugar, que no era mi imaginación, que dentro de mí había algo especial; que yo era un nemosorum.

Así es como entregué mi alma por completo a la oscuridad, probé los límites de la perversión solo para darme cuenta de algo: Los límites no existen.

Me convertí en un soldado dispuesto a dar la vida por la causa, junto a Dana, Alex y Lior. Compañeros, nunca amigos; los nemosorum no tenemos sentimientos positivos porque ahí rádica nuestra débilidad.

Nunca amor, solo guerra, así tenía que ser... pero así no fue.