Dos

Nota: Los nemosorum suelen ser muy atractivos, pues se encargan de corromper almas. Usan su sexualidad para ello.

La guerra que se menciona es algo así como "El bien contra el mal" donde ellos son el mal... Lo saben, y lo aman.

Pensé en saltar, pedir un taxi, usar la bicicleta o irme caminando. Preferí la última porque me sentía muy desordenado mentalmente, caminar me ayudaría a fatigar y aclarar los pensamientos. Hacía frío, podía sentir como mi cara se iba acartonando, además de que el viento estaba empezando a ponerse violento. Me ardían los ojos por el clima, pero no presté atención a ningun malestar fisico, solo quería sentirme tranquilo, relajarme en un ambiente donde lo más importante era beber, bailar, ligar y pasarla bien.

Cuando menos me di cuenta ya estaba frente al casino donde se llevaba a cabo el despilfarre. Por fuera tenía enormes bardas y rejas para evitar que alguien se colara, pero lejos de quitarle elegancia,  de esa forma dejaba ver el ostentoso jardín. Césped verde, podado; bancas, árboles diversos, farolas, un río artificial, fuentes, pozo de los deseos y hasta un puente que dirigía al lobby. Había metros y metros de jardín bien decorado que hasta parecía que estabas fuera de la ciudad.

En la puerta de entrada había guardias cuidando que nadie sin acceso permitido entrará. Al pararme frente a ellos me vieron con asco, primero por mi ropa, pues que las personas iban vestidas menos casuales; segunda por llegar tan tarde, ya estaba cerca de ser medianoche y la fiesta estaba en su punto máximo. Con desgano dije mi nombre en voz alta y me pareció tan soso que lo saqué casi con disgusto, de la misma forma que los guardias me dejaron pasar.

La música podía oírse a la perfección desde el jardín. La paredes del lobby eran de cristal, tan pulcro que se dejaban ver su interior con descaro. Todo era blanco en la primera planta, finamente decorado con pinturas, lámparas, buros y algunos detalles en dorado que le daban ese aire de sofisticación. Había una barra para que las personas pidiera sus tragos y al fondo unas escaleras que conducían al segundo piso. Ahí era como estar en un club nocturno: Música, efectos de luz, alcohol, bailes poco pudorosos y muchos cuerpos deseosos.

Me empecé a sentir abrumado, estar frente al enorme edificio me ponía ansioso de mala manera. Sabía que dentro habría más tentaciones y podía cambiar mi idea de buscar pecar con carne a buscar un polvo no sexual. Respiré hondo, me senté en una banca cerca de la puerta, unos minutos después una chica con un diminuto vestido negro salió dando tumbos.

Me quedé viéndola durante su trayectoria.

Era de piel bronceada, su cabello rubio caía en ondas hasta la cintura, que gracias a su ropa se delineaba perfecto y resaltaba su revelador escote. Iba con un vestido negro ceñido de arriba y la falda tipo tul, también llevaba unos tacones altos negros con detalles dorados. En su mano llevaba un vaso con lo supuse alguna bebida alcohólica y sobre su hombro un pequeño bolso redondo, igual en color negro. Captó mi atención por su belleza y por su desprolija forma de caminar.

Levantó la vista, no se incomodó al notar como la escaneaba sin reparo, al contrario, me sonrió coqueta y se dirigió hacía mí. A solo unos pasos de hacerme compañía sus tacones la traicionaron, se clavaron en el suelo y ella fue directo a mi cuerpo vaciandome el resto de su bebida sobre el suéter. Quise molestarme, pero sus pechos quedaron cerca de mí y de verdad ese escote era profundo.

—Lo siento tanto —balbuceó dándome leves palmadas en la ropa mojada, como si eso pudiera secarla.

Tomé su mano con tranquilidad y le regalé mi mejor sonrisa.

—No pasa nada, solo espero que tú no te hayas lastimado.

—No, estoy perfecta —canturreó embobada.

—Ya lo veo —volví a sonreír.

La chica tenía el rostro alargado, de pómulos afilados y ojos levemente rasgados. Llevaba unos pupilentes verdes que resaltaban por su maquillaje, pero no dejaban de verse falsos, como gran parte de su look, pero ¿quién era yo para juzgar.

—Soy Waleska —se presentó acomodándose a mi lado.

—Mucho gusto, Wale, soy Hugo. —La risa no me salió, seguía sintiendo un disgusto hacia mi persona, pero mi nueva acompañante no lo notó.

—Hugo... ¿Te han dicho que tienes unos ojos muy hermosos?

—Algunas veces —respondí inclinando mi cabeza—. Aunque tú también tienes un muy lindo par.

Waleska desvío la mirada, se había sonrojado porque había captado mi doble sentido. Por un momento temí haberme pasado, pero ella no tardó en regresarme una mirada coqueta.

—¿Fumas? —preguntó sacando una cajetilla del bolso.

—Sé hacerlo.

—¿Y quieres hacerlo conmigo? —Esa vez era yo el que desviaba la mirada apenado. Me había regresado la jugada y empezaba a ser excitante.

—¿Contigo? Podría hacer muchas cosas contigo; fumar, aunque está en la lista, no es el primero de mis deseos.

—¿Te parece si empezamos con esto y como corra el resto de la noche vamos tachando actividades de la lista? —propuso recargándose cerca de mí.

Sacó el cigarro del empaqué, lo puso en su boca manchando el filtro de labial cereza, luego guió su mano hacia mis labios para hacerme fumar de ella. Todo transcurrió sin dejar de mirarnos a los ojos, la tensión empezaba a hacer estragos en mi cuerpo, quería sentirla cerca. Aunque yo fumaba de su mano, sabía que en realidad ella estaba en las mías, y por terrible que sonara, mi ego se sentía bien, todo parecía ser más ameno.

Empezamos una plática banal sobre nuestros pasatiempos, lugares preferidos para salir a beber, bebidas que más nos gustaban, música. Pura tontería, pero todo fuera por rellenar el incómodo silencio entre nosotros.

Pasados dos cigarrillos, el bolso de Waleska empezó a emitir ruido, ella extrajo su celular de este e hizo una cara de desagrado.

—Mis amigas. Les voy a colgar, ahora estoy ocupada —anunció.

Tomó el vaso que había dejado al lado de ella e intentó beber, pero rápido notó que estaba vació.

—Que fastidio, tengo sed —comenzó a hacer muecas mientras pensaba, luego envió un mensaje. De ahí volvió a hacia a mí con coqueteos descarados.

No pasó mucho tiempo antes de que decidiera lanzarme a besarla. Puse mis manos sobre su rostro y ella se apoyó en mis muslos. Lo primero que pensé fue que el sabor a tabaco y cigarro no era agradable, deseé haber llevado unas mentas conmigo, pero antes de poder concentrarme en lo importante, nos interrumpieron.

—¿Wale? —habló una chica. Mi acompañante se separó de mí para darle cara a sus amigas.

—Ay, chicas... hola.

—Te estábamos buscando, nos tenías preocupadas —reclamó una rubia bajita. En realidad las tres amigas eran rubias, parecían copias.

—Ya te mandé mensaje para decirte que estaba bien.

—¿Te vas a ir o piensas volver a la fiesta?

—No sé. Ahorita que Hugo me avise, te digo a ti —soltó con una risa chillona. Sus amigas en vez de reírse se molestaron más.

—Nos avisas —dijo una mientras daban la vuelta para irse.

—Ilse, espera, ¿me das de lo que están tomando? Necesito valor —masculló. Su amiga regresó y nos dejó un vaso de licor. Waleska volteó a ver a otra del grupo, esta rodó los ojos, pero igual le dejó un vaso de bebida antes de irse.

Waleska me pasó uno de los vasos mientras ella empezaba a tomar del otro. Di un gran sorbo, era vodka con jugo de arándano. Me puse a pensar en que mi acompañante necesitaba estar ebria para estar conmigo y eso no me agradaba, de igual forma ella tampoco era tan interesante después de todo. Empecé a buscar la manera de librarme, ya no me sentía tan feliz ahí, me estaba sintiendo asqueado e incómodo.

—¡Hugo! —llamó mi atención Waleska levantando la voz. Clavé la vista en ella inexpresivo. Rápido se dejó ver nerviosa —. ¿si te llamas así, no?

Odié escuchar mi nombre a modo de reclamo otra vez. Poco más y el "Hugo" se convertiría en ofensa para cualquier persona que lo amerite: "Te estás portando como un Hugo", "Eres un Hugo", "Deja de actuar como Hugo". Me aclaré la garganta.

—Sí, así me llamo.

—Menos mal, por un momento temí haberme equivocado y ofenderte... pero, por fortuna no pasó nada y podemos seguir donde nos quedamos —añadió poniendo su índice en mi pecho.

—Lo siento, me quedé ido.

—Uy, así te dejó mi beso —aseguró acercándose más, solté una carcajada burlesca que descolocó a mi acompañante..

—No exactamente, pero podemos intentarlo otra vez —respondí.

Volví a besar a Waleska y nada parecía mejorar, aunque ella estaba poniendo todo de su parte. Colocó sus manos en mis hombros y yo dirigí las mías a su cintura, luego fui subiendo hasta posarlas a pocos centímetros de sus pechos. Apenas empezaba a distraerme cuando:

—¿Hugo? —La inconfundible voz de la princesa me hizo voltear.

—Oh, Alex, que sorpresa... —respondí nervioso.

Alexandra llevaba un vestido corto ceñido que cubría todo su pecho, se ajustaba en su cuello y podía asegurar que su espalda estaba descubierta; era de color azul marino, tenía pequeños destellos plateados, y dejaba ver sus largas piernas estilizadas en unas plataformas plateadas. Tenía el cabello recogido de un lado, dejando ver con elegancia su cuello y del otro lado caía como una dorada cascada.

Levantó una una ceja con sorpresa al notar como me la estaba comiendo con la mirada después de casi limpiar la garganta de mi acompañante con la lengua; aunque a decir verdad, Alex se veía mucho mejor. Pero ella también traía compañía, el mismo tipo que se le estaba declarando frente a toda la escuela. Abrí la boca con falsa sorpresa, luego volteé hacia Alex que negó con la cabeza.

—Ve por el auto, Dan, aquí te espero —ordenó. Por el frío, cruzó los brazos sobre su pecho y empezó a mover el pie de forma impaciente.

Aproveché ese momento para voltear a ver a Waleska, que ya tenía en su cara una mezcla de incertidumbre y miedo.

—Wal, lo siento, pero ella —señalé a Alex con el pulgar—... ella es la oficial.

La chica abrió la boca sorprendida mientras procesaba lo que dije.

—¿Novia? ¡No me dijiste que tenías novia!

—No me preguntaste. —Levanté los hombros con descaro.

Waleska me empujó levemente, tomó sus cosas y regresó al evento. Me limite a ir con Alex que ya estaba impaciente por empezar a preguntar. Clavé la vista en mis tenis y caminé hacia a ella.

—Pensé que no vendrías —soltó antes de que posara frente a ella.

—No iba a venir, pero ya ves... buscaba diversión —confesé viendo los árboles.

—Que bonito sueter, seguro a Dana le encanta —observó con acidez.

—¿Verdad que es genial? No es mi color favorito, pero el logo lo compensa.

Alex recargó su mano en mi hombro y olió mi cuello haciendo que se me pusiera la piel de gallina.

—Curioso perfume a alcohol y tabaco —susurró. Suspiré pesado, la separé con cuidado y agaché mi cabeza, noté que ella no llevaba brasier, empecé a preguntarme si llevaba bragas.

—Hugo —habló intentando hacer que la viera a los ojos. Ante mi negativa tomó mi cara con poco cariño y me hizo plantarle frente.

—¡No estoy drogado! —me defendí sin estar seguro de qué.

—Lo sé —respondió con tranquilidad. Por fin pude ver sus ojos azules que con las farolas resplandecían de forma hermosa.

—¿Entonces por qué quieres verme? ¿No basta con mis palabras?

—Deja de estar a la defensiva, ridículo. Te pido que me veas a la cara porque es muy obvio que estás viendo mis pezones —solté una risa de nervios.

—Es difícil. Unos me juzgan y otros me incitan.

—No te estoy juzgando. Estás limpio, eres soltero, no tiene nada de malo que busques sexo por aquí.

—Algo no se siente bien, Alex —confesé, pero antes de que pudiera hablarme, su acompañante ya la esperaba con el auto.

—¿Qué con él? Se te confesó frente a toda la escuela, es un perdedor, se nota hasta acá que no sabe ni coger, aparte ni está guapo —enumeré, Alexandra soltó una risa burlesca.

—Ya sé, ya sé... Es que apostaron en la escuela a que yo le diría que no, y como me gusta ir contra corriente, le dije que sí.

—¿Y planeas acosta...

—No. Asco, no, ni lo digas. Solo le estoy dando alas, quiero que me lleve a mi casa y mañana pienso terminar con él de la misma forma ridícula que usó para pedirmelo.

—¿Vas a dejarlo frente a toda la escuela? —cuestioné sorprendido.

—No toda la escuela. —El auto que la esperaba hizo cambio de luces intentando que Alex se diera prisa, pero solo logró que ella hiciera su mejor cara de fastidio genuino—. Pienso irrumpir en alguna de sus clases cuando el maestro este explicando. Voy a abrir la puerta, y decir: "Lo siento, solo quería avisarle a Dan que terminamos. Ser su novia fue un asco". Luego saldré de ahí con una sonrisa así como está.

Alex cerró los ojos y sonrió ampliamente. Acaricié su barbilla con mi pulgar.

—Eres la mezcla peligrosa entre maldad y belleza. Esas dos cosas no deberían coexistir en el mismo cuerpo. —Ella empezó a sonrojarse.

—Como sea, Hugo, que pases buenas noches. —Giró en dirección al auto y mientras caminaba soltó—. Puedes verme el trasero mientras me voy. Esta noche estoy espectacular, igual que siempre.

—Desde que te vi estuve deseando que te dieras vuelta, mujer. Me inspiras.

Alex se detuvo, me guiñó el ojo y siguió caminando llena de seguridad y sensualidad; como esperaba su vestido tenía toda la espalda descubierta. No pude despegar la vista de ella hasta que la puerta del coche se cerró. Levanté la mirada y su nueva mascota me estaba lanzando odio por los ojos; pobre imbécil, iba a terminar llorando y sin estar en medio de esas fabulosas piernas, que yo había saboreado varias veces.


¿Le están entendiendo? Cualquier duda les puedo guíar... ♡

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