Soledad
El demonio miraba el cielo, bebiendo de una lata de Pepsi y comiendo unas patatas fritas. Se sentía solo. Muy solo. Entonces oyó una puerta:
Leya: Hola nii-san
Dani: ¿Leya? ¿Tú no tenías una cita hoy...?
Leya: Pensé que querrías algo de compañía, -la chica se sentó- así que vine contigo
Los ojos del demonio empezaron a soltar lágrimas, y abrazó a su hermana:
Leya: Ya nii-san, estoy aquí
Leya acarició su pelo y el chico se durmió.
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