Victor A. Dupont

"Is there so much hate for the ones we love? Tell me, we both matter, don't we?"

Victor Antoine Dupont, conocido internacionalmente solo como Dupont gracias a la marca de sus famosos violines, y apodado simplemente Monsieur entre los músicos norteamericanos.

La historia de Victor comienza en París, Francia, hace treinta y siete años, el año 1888. Su padre era un luthier, y su abuelo antes que él, y así hasta varias generaciones de hombres Dupont. Esa era verdaderamente la única manera de transformarse uno, o de si quiera aprender a fabricar un instrumento; heredando el gremio de alguien más. Victor aprendió de su padre desde muy pequeño, el hijo mayor de una pareja de clase media porque en ese momento en la historia Europea, muy pocos tenían el dinero para acceder a instrumentos y no era realmente un negocio muy próspero. Podía tomar años fabricar uno y rara vez se vendían por su precio real, incluso en Francia donde los Dupont ya tenían fama de ser los mejores violines. Su hermano menor fallecería a los tres años de viruela, y le seguiría su madre. Victor tenía apenas siete años entonces, pero era bastante común que la gente falleciera de esa horrible enfermedad. De hecho, fue considerado un milagro que su padre y él no la contrayeran.

Los primeros años de su vida fueron tranquilos, marcados por horas en el taller de su padre viéndolo trabajar, horas aprendiendo a tocar el violín y el cello y todos los instrumentos de cuerda habidos y por haber. Jugaba en las calles a la pelota con sus amigos, y le iba bastante bien en la escuela. Era un muchacho normal de clase media, que no le faltaba nada pero que venía de un linaje de hombres trabajadores. Cuando cumplió dieciocho, con mucho esfuerzo, su padre lo envió a Italia para que estudiara otras formas del mismo arte que corría en su familia, y cuando regresó a los veintidós, revolucionó el negocio de los Dupont.

Se transformaron, oficialmente, en los mejores fabricantes de violines de Europa. Mejoraron tanto su calidad de vida que pasaron a ser burgueses, pero nunca dejaron su gremio de lado, produciendo una cantidad acotada de violines, cellos, contrabajos y violas al año que se vendían por sumas exorbitantes de dinero. Se dedicaría a eso durante cuatro años, amasando un imperio y creando una reputación, intentando expandirse a los Estados Unidos y salir del continente viejo. Sin embargo todo se fue a la mierda el año 1914, cuando Victor contaba con veintiséis años. Tenía edad para enlistarse en el ejército, y partió a luchar por Francia contra su voluntad; Victor siempre había sido un hombre pacífico, amante de las cosas hermosas, un artista y hombre de culto. No tenía idea de armas, ni de tácticas ni de batallas y francamente, tampoco quería tenerlas.

Peleó en muchas batallas como un soldado más del pelotón, de aquellos que matan y se transforman automáticamente en números nada más. Peleó en la batalla de Somme, en todas las batallas de las Fronteras, y solo volvió a casa dos veces; una, para descubrir que su padre había muerto en enfrentamiento y su cuerpo quedaría botado por ahí en alguna trinchera, y otra para entregarle su taller y sus materiales al Estado. Obviamente el trabajo de un Luthier no era esencial para Francia, y todas sus cosas pasaron a ser usadas para las trincheras o para lo que se necesitara en la guerra, fuese lo que fuese. Lo perdió todo, incluyendo su idealismo y su carácter entusiasta, en la Gran Guerra.

Cuando todo terminó el año 1918, Victor fue condecorado por su valentía y regresó a París. Pero estar allí, tan cerca de los lugares que protagonizaban sus pesadillas, entre personas que lo miraban con admiración cuando él todo lo que había hecho había sido matar gente inocente para no morir él, comenzó a volverlo loco. Ya ni siquiera podía fabricar instrumentos, y una noche tratando de ponerle las cuerdas al último violín que había armado su padre, las cortó tantas veces y rasgó la madera sin querer en tantas ocasiones, que Victor supo que era suficiente. Era momento de irse de allí. Por eso y por la suma pobreza en la que cayó Francia, intentando reparar todo el daño sufrido durante esos malditos cuatro años, Victor partió a los Estados Unidos; en búsqueda del sueño Americano, o de paz, o de lo que fuese.

Lleva siete años viviendo en Estados Unidos, siete años tratando de olvidar todo lo que vio y vivió en la Gran Guerra. Siete años de expandir el alcance de los instrumentos Dupont hasta Norte America, donde el boom económico le ha dado a todos los americanitos la posibilidad de comprar un instrumento básico y luego aspirar a comprar uno de él. Un piano, o un violín o lo que sea. Siete años de que lo inviten a fiestas y eventos de los ricos, de que la gente lo mire con admiración y misterio. Siete años de follar con hermosas mujeres solo para que todo se quede en eso. Siete años de tratar de... de volver a la normalidad. De sentir algo no solamente cuando trabaja en un instrumento, sino que siempre.

La personalidad de Victor es muy compleja producto del Estrés Post Traumático que lo persigue. Callado, observador, es un hombre que irradia misterio y tormento a donde va. Muchos piensan que es el típico veterano serio, que no tiene tolerancia para la mierda de nadie y que se ha hecho rico a expensas de su negocio familiar luego de sacarlo a flote, pero que no es realmente un artista. Se lleva el desprecio de muchos cantantes, músicos y personas de las artes plásticas porque es tan sobrio que pareciera que cuadra mejor en una oficina, y no en una exposición de arte o en un concierto. Piensan que es un burgués estirado más, que quiere aparentar interés en las cosas que hacen los gringos porque le conviene a su negocio y a su imagen. Pero no podrían estar más lejos de la verdad.

Victor es un burgués con preocupaciones por su negocio y con una vida bastante materialista, sí. Pero también es un artista. Adora lo que hace, ama la música y todas las cosas hermosas que puede crear el ser humano con solo desearlo. Tiene un ojo excelente para los detalles, un sentido de la estética verdaderamente privilegiado, y es un hombre cuya capacidad de asombro sigue ahí. El problema es que todo eso está oculto bajo una frialdad gruesa e impenetrable que se confunde con indiferencia, con un dolor que si miras muy de cerca se le ve en los ojos. Vio las cosas más horribles de la humanidad también, y ahora le cuesta un poco verle la belleza a todas las cosas que amaba. Está decaído y desganado, y efectivamente muchas de las apariencias que hace en eventos son más por educación que por verdadero interés a ese punto. Preferiría quedarse solo en su casa, trabajando en sus instrumentos, que ir a socializar; a esos ambientes tan ruidosos a veces, que traen de regreso el recuerdo de las bombas y los aviones de Guerra. Pero la misma soledad lo destruye, lo encierra en su miedo, y su única via de escape es su arte; sus violines, cellos, contrabajos y pianos, cada uno de ellos fabricado por su experto par de manos, llenas de cicatrices y duras tanto por la guerra como por la madera que les dio vida a todos.

Extras:

https://youtu.be/0FW3Zu9IYfM

Victor es capaz de armar un escándalo si alguien toca sus instrumentos en proceso. No deja que nadie entre a su taller, solo él y la señora que le hace la limpieza desde que llegó a Estados Unidos.

—No tiene mascotas porque teme que le dañen sus creaciones. Y porque no le interesan los animales tampoco.

—Es un romántico reprimido, pero solo falta que alguna mujer se interese lo suficiente como para hincharle las pelotas para que esa faceta florezca de nuevo. De momento no tiene energía para ser él el que manifieste interés en una relación fuera del sexo.

—Está lleno de cicatrices de la guerra, pero también de los diversos accidentes de su oficio. Se ha apretado todos los dedos probablemente una vez trabajando con cosas muy pequeñas como el puente de un violín.

—Es bilingüe. Habla un perfecto inglés aunque todos lo reconocen como Francés, producto de la creciente xenofobia en Estados Unidos. Claro que él se exime de los problemas y de las fobias porque es un millonario amante del arte y no molesta a nadie. Es ultra ermitaño, después de todo.

—Sabe tocar piano, violín y cello.

—Tiene un oído perfecto. Es decir, como su padre lo expuso desde muy pequeño a la música y al concepto de las notas musicales, puede reconocerlas con solo escucharlas y lo hace a la perfección. Eso lo vuelve un crítico ferviente de las presentaciones musicales porque puede detectar las más leves desafinadas.

https://youtu.be/a7ouDfay0Ug

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