•• 4 ••
JongIn expone libremente sus sentimientos para una persona especial.
.
Es consciente de la importancia de este momento y que no lo puede arruinar.
JongIn se había preparado para todo; se había arreglado el pelo (que había crecido demasiado; su padre le había arrojado una mirada a pesar de los halagos se su madre), había reunido un conjunto de ropa bonita y había mentalizado lo que iba a decir cuando llegara el momento.
Estaba listo; no tenía por qué sentirse nervioso.
Pero lo estaba, mierda. JongIn mantuvo un gran ceño fruncido en todo el viaje y ni siquiera KyungSoo fue capaz de desbaratar la expresión apretada.
No tenía sentido. JongIn se había enfrentado a mucha mierda en treinta y un años de vida; vio y escuchó cosas horribles en el ejército, lidió con los comentarios sagaces de los accionistas que habían estado rondando la empresa en la época de su padre (y que también lo miraban como un don nadie, y JongIn no era un don nadie), se deshizo del culo pesado y molesto de Kim JongSu (su padre) para poder tomar el control de la empresa, trató con la maldita sanguijuela que era el padre de KyungSoo y se endureció para hacerle frente a los medios y a la lucha constante para mantener un poco de su privacidad de forma privada.
Lidió con reuniones extenuantes, con pasantes molestos, con empresarios que querían aferrarse a él para chuparle el alma y su dinero, con algunos reporteros de Dispatch, con traidores, viajes agotadores, conferencias, charlas, muchas cosas, y con ninguna de ellas se sintió como lo hizo en ese momento mientras viajaban por la carretera.
JongIn se sentía un poco decepcionado. Esto no era propio de él, así que tenía que arreglar su mierda y dar una buena imagen, Dios, porque esto no podía ser un desastre.
KyungSoo continuó mirándolo y JongIn aprovechó la luz roja del semáforo para echarle un rápido vistazo. Entonces se encontró con una sonrisa dulce, un par de brillantes ojos llenos de afecto, la relajación absoluta de sus facciones y su pequeño cuerpo bien vestido.
Fue una imagen preciosa, perfecta; le sacudió el corazón y tuvo que reunir todo su autocontrol para no inclinarse y darle un beso en ese momento.
La luz cambió nuevamente y él retomó la marcha.
—Te ves realmente lindo cuando estás nervioso. ¿Por qué no me había dado cuenta de eso? —murmuró él de forma distraída, con un tono subyacente que hablaba de una agradable impresión, y JongIn giró en la siguiente curva—.
—No estoy nervioso.
—Oh, lo estás. Taborileas tus dedos constantemente, no me has tomado el muslo desde que entramos en el auto y estás tan callado. Tú también tienes esa mirada en tus ojos-
—¿Qué mirada?
—La que pones cuando crees que estamos a punto de tener una pelea y te das cuenta de que puedes estar pasando la noche en el sofá si no haces algo al respecto.
El comentario trae una sonrisa inevitable a sus labios y con ella llega una nueva y agradable ligereza a su cuerpo. Puede sentir como comienza a calmarse, los músculos se aflojan en los confines de su ropa y él está tan agradecido por ello.
Entonces recuerda que nunca debe dudar de las capacidades de KyungSoo y el poder que tiene sobre sí mismo.
—Eso es bastante específico.
—Aunque no es menos cierto. Pero en serio, JongIn, todo estará bien. Confía en mí, ¿vale?
JongIn suspiró, pero terminó por asentir. Entonces coloca una mano en su pierna y aprieta suavemente.
No la aleja en todo el camino.
KyungSoo se mantuvo tranquilo, aunque silencioso. Con la mirada fija en el exterior y el reflejo de su rostro demostrando calma.
No había agitación, ni incertidumbre ni tristeza. No había nada malo allí y eso le dio tranquilidad al propio JongIn. Mientras se mantuviera de esa manera, él podía encontrar su propia paz y su propia calma.
Aparcó el auto en un lugar disponible donde había sombra y apagó el motor. Entonces KyungSoo se deshizo del cinturón de seguridad y se giró para sonreírle nuevamente.
—¿Me veo bien? —preguntó en voz baja y KyungSoo asintió de inmediato—.
—Más que bien. Es injusto que seas tan guapo.
—Tengo que estar a tu altura.
Su sonrisa creció un poco más y JongIn recibió sus labios con gusto. Se besaron suavemente, apenas un roce dulce y afectuoso, y acunó con delicadeza el rostro suave y hermoso de KyungSoo para mantenerlo en su lugar. No duró demasiado porque el lugar y las circunstancias lo impedían, pero fue suficiente para mantenerlo satisfecho.
Recibió un beso dulce en la mejilla y luego de que KyungSoo le diera un apretón reconfortante en el brazo, se separaron.
—Es hora.
JongIn asintió y luego de un momento más se quitó el cinturón de seguridad y salieron juntos del coche.
JongIn compró un ramo de lirios blancos y KyungSoo se aferró a su brazo como si se trataran de una pareja casada; el pensamiento trajo un vuelco a su corazón y JongIn tuvo que desviar el pensamiento para no llenarse de él en ese momento.
Caminaron tranquilamente, silenciosos y a gusto con la compañía. Pasaron hileras enteras a su derecha y finalmente encontraron aquella que se encontraba cerca del árbol y la banca aislada. KyungSoo apretó un poco más su agarre y suspiró suavemente antes de colgar una sonrisa en sus labios y llevarlo al lugar correcto.
JongIn admiró entonces la hermosa construcción que honraba a la persona que descansaba bajo ella. El granito brillante lo saludó a lo lejos y JongIn se encontró sintiendo una extraña sensación a su espalda. Giró el rostro, pero no hubo nadie.
La calidez lo invadió.
KyungSoo se detuvo frente a la fotografía de su madre y ambos se inclinaron respetuosamente ante la mujer que sonreía dulce y amorosamente para ellos. Al incorporarse, KyungSoo tomó el recipiente de madera, lo llenó con el agua que había en un lindo balde y la vertió en la superficie de granito, luego se lo tendió a él y JongIn repitió el proceso en silencio. Cuando estuvo listo, KyungSoo extendió la mano y acarició la foto de su madre con afecto.
—Hola mamá, ¿cómo estás? Ha pasado un tiempo, ¿no es cierto? Espero que me perdones; simplemente todo ha sido difícil en la empresa. Aunque ahora tengo un mejor puesto y un jefe mucho más amable que el anterior, sigue siendo complicado mantener el ritmo. De todas formas, ahora estoy aquí y tengo la esperanza de que te sientes feliz por eso.
JongIn se mantuvo al margen, respetuosamente silencioso mientras KyungSoo saludaba a su madre y le contaba las últimas noticias. Habló de BaekHyun, que finalmente había decidido ponerle nombre a su relación con ChanYeol, de NaYeon, a quien siempre apreció tanto, del coche nuevo que obtuvo recientemente y de lo feliz y cómodo que se sentía en su puesto a pesar de ser agotador.
JongIn se enfocó en el monumento y luego quedó prendado en la sonrisa brillante de Do HyeMi; ella era tan parecida a KyungSoo que no pudo evitar sentirse cómodo y reconfortado al verla. Sus ojos grandes y amables, el cabello tan negro como la noche, las mejillas redondas... se sintió familiar.
—Mamá, también tengo que presentarte a alguien —le escuchó decir con suavidad y JongIn puso su atención sobre el hombre a su lado, que sonreía calmadamente—. ¿Recuerdas cuando te dije que había alguien en mi corazón? ¿Alguien bueno que cuidaba de mí y que quería conservar para siempre? Él vino conmigo hoy. También quería verte.
JongIn asintió y dio un paso al frente para poder encontrarse aún más cerca del espacio de descanso de su suegra. Colocó las flores en el lugar destinado a ellas y las acomodó para que se vieran hermosas bajo la fotografía de HyeMi. Una vez listas, él se inclinó por segunda vez y la saludó con voz uniforme, mucho más amable de lo que sería normalmente con cualquier otra persona.
—Es un placer conocerla finalmente, señora HyeMi. KyungSoo ha hablado mucho de usted, así que me siento feliz de poder venir con él para verla... mi nombre es Kim JongIn y soy el jefe menos amable de KyungSoo, sin embargo, estoy trabajando en ello, lo prometo.
KyungSoo rió por lo bajo detrás de él y JongIn compuso una pequeña sonrisa sin dejar de mirar el rostro brillante de HyeMi.
—Al igual que yo lo soy para KyungSoo, él es mi persona especial, quien me cuida y siempre permanece a mi lado, atento y cálido como nadie más podría serlo. Es la persona que, sin saberlo, siempre estuve esperando.
Se tomó un momento para dejar que el peso de esas palabras se asentaran entre ellos, para que KyungSoo las reconociera y ellas cayeran en el lugar correcto en su interior. Tomó una larga inhalación y luego de eso continuó.
—Desde la primera vez que lo vi, supe que él ocuparía un gran lugar en mi vida; ahora, un año más tarde y después de compartir numerosas experiencias a su lado, me doy cuenta de que no me equivoqué. No miento al decir que lo amo, que lo aprecio y que sé lo valioso que es como ser humano, lo transparentes que son sus sentimientos y todo lo que habita en ese dulce corazón suyo, y yo quiero cuidar todo eso y hacerlo perdurar toda la vida.
»No sé si soy el mejor hombre para su hijo, pero quiero trabajar todos los días para que él piense eso y se sienta seguro a mi lado. Porque quiero merecerlo y retribuir su amor, y si no puedo hacerlo mucho más de lo que él lo hace conmigo, porque KyungSoo ama apasionada e incondicionalmente, quiero ir a la par con él.
»Quiero compartir mi vida con su hijo, HyeMi, y si me da su bendición yo lo cuidaré, respetaré y amaré hasta donde pueda hacerlo. No prometo un amor perfecto, pero sí puedo prometerle que no he amado ni amaré a nadie de la forma que quiero a KyungSoo. Lo cuidaré y atesoraré su corazón, así que espero que eso pueda ser suficiente para usted y para él.
JongIn miró fijamente el retrato de HyeMi y luego de un momento, se inclinó profundamente, una reverencia de noventa grados que no había hecho para nadie en toda su vida, pero que se sintió honrado de formar para ella.
KyungSoo sorbió disimuladamente y se incorporó cuando su mano alcanzó su cintura; entonces JongIn le dio una sonrisa reconfortante y lo rodeó con su brazo para atraerlo a su pecho cálido cuando notó las pequeñas lágrimas agrupándose en sus mejillas. KyungSoo cerró los ojos y hundió el rostro en el centro de su torso mientras JongIn dejaba algunos besos castos sobre su coronilla.
Sin importarle la humedad o los suaves temblores en su pequeño cuerpo, él lo acunó protectoramente en su calor y su comodidad, lo consoló silenciosamente y lo acompañó como la constante presencia tranquila y silenciosa que le seguía de cerca.
—¿Te cuesta tanto decir cosas como esta todos los días? —se quejó contra su pecho y sus delgados brazos se apretaron alrededor de su cintura—. Mamá pensará que eres tan agradable y que yo he sido un mentiroso... qué injusto eres.
JongIn sonrió con diversión y cerró los ojos, sintiéndose cómodo en su abrazo y con todo su calor corporal a su alrededor.
—Solo fui honesto con ella. No es un secreto para nadie que te amo.
—Oh, cállate. Ya hiciste suficiente con hacerme llorar. Le diré a mamá que nunca te acepte.
JongIn bufó divertidamente y apoyó su mejilla sobre su cabeza. El viento agradable que siempre parecía habitar en este tipo de lugares le acarició el cabello, haciéndolo flotar a su alrededor de la misma manera que lo hizo con las flores y las hojas de los árboles y JongIn abrió los ojos tranquilamente al sentir un roce ligero y delicado en su mano.
Ahí encontró un único pétalo perteneciente a una de los tantos lirios que había traído para la madre de KyungSoo siendo arrastrado por la corriente de aire; fue algo impresionante, porque los lirios no se deshacen tan fácilmente de sus pétalos y estas eran flores completamente frescas, jóvenes, que durarían días antes de comenzar a marchitarse.
Parpadeó con sorpresa, aunque sin moverse de su lugar ni decir nada al respecto, y observó cómo la suave cosita blanca volaba a su alrededor hasta finalmente posarse en su hombro por un par de segundos.
Lo miró tambaleándose y finalmente siendo arrastrado nuevamente por una corriente de aire suave que le hizo surcar el cielo, y no pudo apartar sus ojos de él hasta que finalmente se perdió de vista. Un poco ansioso, volvió a mirar el retrato de HyeMi, y posada sobre uno de los lirios, aquel al que le faltaba el pétalo que se había ido, reposaba tranquilamente una hermosa mariposa blanca.
El entendimiento lo golpeó junto a la calidez cómoda y profunda en su corazón y no puede reprimir la sonrisa que se forma en sus labios un momento después.
Gracias, madre.
La mariposa coge vuelo después de eso y JongIn la despide cálidamente antes de abrazar a KyungSoo con un poco más de fuerza y hundir su nariz en su cabello limpio y suave.
La vida nunca fue tan significativa y cómoda antes de eso.
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