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En el que KyungSoo revive viejas experiencias y gana un poco más por ello.
. . .
KyungSoo no lo había planeado.
Le habían dado un día libre -raro- en la oficina y como BaekHyun tenía que trabajar y JongIn estaba en la oficina, decidió que podría molestar a su novio un rato y asegurarse de que estaba comiendo para el almuerzo.
Así pues, se puso un pantalón semiformal negro, un cuello de tortuga blanco que ocultó el collar de pareja que compartía con JongIn y un par de zapatos a juego, y después de peinar su cabello hacia atrás y guardar el teléfono y la billetera en su bolsillo, salió del departamento de JongIn.
Viajó hacia el estacionamiento subterráneo y se metió en el coche que había comprado recientemente, un confiable Honda que le iba muy bien, y así partió rumbo a Kai Corporation.
Tamborileó sobre el volante y tarareó Portrait of you con entusiasmo. Saludó al guardia de seguridad de turno al llegar a la empresa y estacionó el coche en el estacionamiento, salió inmediatamente después de apagar el motor y se encaminó hacia los elevadores.
Al llegar al piso de JongIn, KyungSoo sintió un golpe de nostalgia -como siempre- y una sonrisa cariñosa se hizo cargo de iluminar sus rasgos. Siempre venía aquí para almorzar con JongIn, pero ahora, sin responsabilidades y sabiendo que podía permanecer ahí por un poco más de tiempo, los recuerdos del pasado se agrupan en su mente y hacen que los sentimientos florezcan.
Los inicios de su relación con JongIn, la comunicación chisporroteante entre ambos, el anhelo, la tensión, las miradas robadas y los deseos ocultos. Fue una buena época, así que se siente especialmente sensible a medida que se acerca al escritorio de NaYeon y la mirada brillante de su amiga se posa sobre él.
—¡KyungSoo, hola! Wah, qué guapo.
—Hola Yeonnie, ¿cómo estás? Tú también te ves hermosa —NaYeon sonrió ampliamente y le pellizcó la mejilla con suavidad—.
—Halagador; estoy bien, ya sabes, ajetreada con una cosa y luego con la otra. Ya conoces las mañas del jefe.
—Por supuesto que sí. ¿Sabes si ha comido?
—Mmmh, no creo. Hace un momento JunMyeon entró para preguntarle si quería almorzar y aún no ha salido.
JunMyeon era el nuevo asistente personal de JongIn. Apenas tenía un mes trabajando para Kim y KyungSoo pensó que él estaba a punto de entrar en un colapso nervioso; aún así se trata del AP con más duración desde que él se fue y dejó el puesto libre, así que era un poco admirable.
Asintió comprensivamente y le preguntó de inmediato, un poco más bajo:
—¿Cómo le ha ido? ¿Crees que pueda soportarlo?
NaYeon suspiró y se encogió un poco de hombros.
—Él ha llorado un par de veces, pero aún así es persistente. Si descubre el secreto de cómo tratar al señor Kim, podría quedarse. También es un buen chico; quiero que lo consiga, si soy honesta.
KyungSoo formó una mueca.
Aún no había tenido la oportunidad de convivir adecuadamente con JunMyeon debido a su propio horario apretado en el departamento de contabilidad, así que estaba un poco en las nubes con respecto al chico. De todas formas, él confiaba en NaYeon y si ella decía esto era porque él era confiable.
La puerta de la oficina de JongIn se abrió de repente y KyungSoo y NaYeon observaron al pequeño hombre vestido de traje, bien peinado y tan pálido como un papel abandonando la estancia. Tenía una tableta en la mano y una expresión llena de dolor en su guapo rostro y KyungSoo sintió algo tirando de su corazón.
Esa no era una cara que debía formar ese tipo de expresiones. Siendo naturalmente un rostro dulce, JunMyeon debería sonreír para verse aún más guapo, lo que, bueno, no era posible cuando tenía que tratar directamente con JongIn.
Se compadeció de él.
JunMyeon se acercó a su escritorio arrastrando los pies, sin darse cuenta de la presencia de KyungSoo, y NaYeon lo dejó con una pequeña sonrisa para acercarse al asistente.
—¿Jun? ¿Todo bien? ¿Qué te ha dicho el señor Kim?
Los labios de JunMyeon formaron un puchero y sus ojos brillaron sospechosamente cuando respondió:
—Dijo que no era mi problema si comía o no, que no era nadie para meterme en sus asuntos y que, en cambio, debía apresurarme para conseguir sus trajes y escribir bien mi próximo informe porque el anterior fue horrible. También dijo que si no lo hacía a tiempo sería despedido.
Luego de eso se cubrió el rostro con ambas manos y apoyó los codos en su escritorio bien organizado.
—Nana, ¿por qué me odia? ¿Soy tan desagradable? ¿Hice algo mal? Me siento como un inútil.
La incomodidad en su corazón se profundizó y KyungSoo negó con la cabeza.
Uhg.
Kim-estúpido-idiota-JongIn, ¿cuándo va a cambiar? ¡No podía seguir de la misma manera, yendo por la vida intimidando a la gente! ¡Se había enamorado de un completo matón!
Él verá.
Fue su turno de acercarse a JunMyeon y no tardó en colocar una mano en su hombro de forma reconfortante. El muchacho salió de su escondite tras sus palmas y notó las pequeñas lágrimas acumulándose en sus ojos, y, Dios, era devastador.
Se envaró de inmediato al ver que se trataba de KyungSoo y no tardó en ponerse de pie y formar un par de reverencias mientras se secaba los ojos con rapidez.
—¡Señor Do! ¡Lo siento! ¿Necesita algo?
KyungSoo le dio una sonrisa tranquilizadora y luego palmeó gentilmente su brazo.
—Solo que te tranquilices un poco y respires profundo. Lidiar con JongIn no es fácil, ¿verdad? Tienes que tomar aire y recuperar energías todo el tiempo.
Los hombros de JunMyeon se desplomaron y sus labios temblaron un poco; esta vez NaYeon sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo tendió al chico, que lo tomó con un agradecimiento agudo antes de limpiarse los ojos y la nariz. KyungSoo se mantuvo a su lado en todo momento, dejando palmaditas y dándole palabras de aliento.
Finalmente, cuando él volvió a ser una persona presentable y el dolor inicial fue drenado, sonrió para ambos y volvió a formar una reverencia.
—Muchas gracias NaYeon, muchas gracias señor Do. Me siento mejor ahora.
—Está bien... ¿dijiste que te envió a buscar sus trajes? —JunMyeon asintió y KyungSoo le dio una sonrisa— Vale, entonces ve y haz eso. Yo me encargo del resto.
Los ojos del chico, que siempre fueron pequeños y brillantes, se ampliaron de tal manera que KyungSoo temió que se salieran de sus cuencas, y como si eso no fuera suficiente, estaban llenos de un pánico que alcanzó un pico impresionante.
—¡Señor Do, no puede! E-es mucho trabajo, además, no se me permite abandonar mi puesto. ¡El señor Kim me colgará de la corbata en la baranda de la terraza!
KyungSoo tuvo que reírse al escuchar eso, fue inevitable.
—¡No lo hará! Primero le corto las pelotas y se las doy de comer. Solo dime de qué se trata el informe y lo tendré listo en diez.
—P-pero señor...
—Vamos, no te preocupes. Tienes una expresión terrible, JunMyeon, y sé que necesitas descansar. Es notable que has tomado mucho café para mantenerte en pie y eso no es saludable, así que lleva los trajes de JongIn a casa y luego ve a dormir; debes tranquilizar tu mente y preparar tu cuerpo para mañana.
JunMyeon aún parecía dubitativo, y la expresión complicada permaneció en su rostro por un tiempo más. KyungSoo no podía culparlo; JongIn traumatizaba a la gente, era un dolor en ambas bolas y toda su mierda caía con más fuerza cuando eras una persona sensible como JunMyeon.
—Vamos, vete. Vas a estar bien; JongIn también me dijo que me despediría muchas veces mientras fui su asistente y aquí estoy. Él usa las mismas líneas de intimidación con todos, así que debes aprender a ignorarlo y no tomarte en serio sus palabras, después de todo aún estás aquí ¿no es cierto? —JunMyeon asintió torpemente y KyungSoo se sintió un poco mejor al ver la mirada esperanzada superponiéndose en la cautelosa y dubitativa de antes—. Tú puedes hacer esto, hombre, pero a veces es necesario detenerse por un momento para recuperarse. Ve a casa y cuida tu salud; mañana tendrás fuerza suficiente para enfrentarte a él de nuevo.
JunMyeon lo pensó por un momento y al final terminó asintiendo con una pequeña sonrisa agradecida. Tomó su mano entre las suyas y le dio un cálido apretón mientras su cuerpo se llenaba de alivio.
—Muchas gracias señor Do, haré lo que me dijo. Toda la información se encuentra anotada en la tableta, pero si necesita ayuda no dude en llamarme. NaYeon tiene mi número telefónico.
—Está bien. Espero verte pronto, JunMyeon, y llega a casa con bien.
—Lo haré... me voy entonces. Adiós señor Do, adiós NaYeon. Nos vemos luego.
—Adiós, JunMyeonnie, ¡descansa bien!
JunMyeon asintió y tomó sus cosas para poder retirarse. KyungSoo y NaYeon lo observaron partir y se despidieron antes de que las puertas del elevador se cerraran.
Permanecieron un par de segundos en el mismo lugar y finalmente NaYeon le dio una sonrisa extremadamente brillante, toda mejillas alzadas y dientes adorables.
—Bueno, supongo que hemos vuelto a los viejos tiempos. Iré por tu café; lo necesitarás en caso de estar oxidado.
Y KyungSoo rió suavemente y tomó el asiento tras el escritorio de JunMyeon.
La sensación fue similar a volver a casa.
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Se sorprendió mucho al descubrir que no, no estaba oxidado. Todavía pudo escribir ese informe en un tiempo ridículamente corto, acomodar la agenda de JongIn de tal manera que pudiera tener ligeros descansos en vez de estar sobrecogido al máximo un par de días a la semana y atender las llamadas con total naturalidad -gracias a Dios, no tenía amantes lloronas con las que lidiar esta vez-.
Organizado e impecable, KyungSoo se sintió satisfecho.
No dudó en ponerse de pie cuando terminó con todo y le pidió el favor a NaYeon de que estuviera atenta a las llamadas mientras él volvía. Y así, hizo su rápido recorrido hacia el Lu Coffee, justo como en los viejos tiempos.
Obtuvo un buen café y un jugo de naranja para JongIn y compró pollo de su local favorito en el camino de regreso. El tráfico fue inexistente, así que la comida todavía estaba caliente cuando llegó al piso del CEO y le hizo una seña a NaYeon para que supiera que estaba entrando en la oficina. Ella le alzó un pulgar y KyungSoo abrió la puerta con un poco de dificultad.
JongIn estaba absorto en cualquier cosa que estuviera mostrándose en su macbook; tecleaba rápidamente y mantenía un profundo ceño fruncido que no hizo nada para restarle belleza. KyungSoo suspiró como un idiota.
Era un bastardo con suerte.
—Parece que finalmente has entendido cómo se hace un informe; sin embargo, no tienes nada que hacer aquí.
—Me alegra que te guste como redacto, creo que le daré un par de consejos a JunMyeon. Y estoy aquí para traerte tu almuerzo.
JongIn alzó la mirada de inmediato y sus cejas se alzaron con sorpresa al verle ahí. KyungSoo se acercó entonces y dejó el almuerzo sobre su escritorio, en una pequeña esquina que no estaba llena de papeles.
—¿Qué haces aquí? Pensé que tenías el día libre —dijo con suavidad esta vez, hombros relajados y expresión tranquila y KyungSoo comenzó a limpiar su desastre, agrupando sus documentos en pilas ordenadas y guardando los bolígrafos en un estuche que se encontraba en uno de los cajones de su escritorio—.
—Lo tenía, pero estaba aburrido y decidí que estaba bien quedarme contigo por un rato. Llegué a la oficina y entonces vi este rostro bonito lleno de lágrimas y mi corazón dolió, también me molesté. ¿Qué fue lo que dijimos sobre ser amables, JongIn?
Bajó la pantalla de la macbook para que se bloqueara y JongIn dejara definitivamente el trabajo por ahora y el mayor se alejó un poco y se dio una palmada en el muslo, invitándolo a sentarse. KyungSoo sonrió y lo obedeció, rodeó su cuello con un brazo y no se inmutó al sentir su mano en su trasero.
—Soy amable. No lo he despedido todavía.
—Oh, qué gentil. De todas formas, sentía que el chico estaba a punto de tener un colapso y lo envié a casa; yo voy a relevarlo por hoy, ¿qué te parece?
—Bueno, no puedo quejarme.
JongIn se acercó a él y KyungSoo no se apartó cuando sus labios cayeron sobre los suyos, un beso delicioso, extendido y profundo llevándose a cabo con facilidad. KyungSoo suspiró cuando su labio inferior fue atrapado por sus dientes y su mirada se llenó de diversión cuando volvieron a separarse.
—¿Besas a todos tus empleados, señor?
—No a todos. Solo a los asistentes temporales que son bastante buenos en contabilidad.
—Bueno, entonces estoy de suerte.
Compartieron una sonrisa cómplice y KyungSoo le dio un beso en la mejilla antes de abrir la bandeja llena de pollo, sacar las salsas en sus pequeños botecitos, la ensalada y extenderle el café.
—Lu Han se sintió feliz al verme otra vez en su cafetería y por eso él mismo hizo tu café, así que debe estar realmente bueno. También conseguí el pollo de tu lugar favorito; me esforcé, y por ello vas a dejar el trabajo de lado y vas a comer.
—¿Me das órdenes? Cariño, tendré que recordarte quién tiene dominio sobre quién aquí.
—Por supuesto, yo lo tengo sobre ti. Bailas alrededor de mi dedo; ahora come.
JongIn bufó, pero tomó el café y le dio un sorbo de todas formas.
Complacido, KyungSoo hinchó el pecho como un pavo real y sus labios se alzaron con entusiasmo. Unos cuantos minutos después, mientras JongIn comía su pollo en silencio, KyungSoo tarareó y luego le dijo con tono uniforme, justo de la misma manera que solía hacerlo cuando le daba noticias en la oficina:
—Por cierto, pasé tu almuerzo con el señor Jang para mañana al mediodía, el señor Ho llamó y dijo que su esposa tuvo un bebé y que no podría reunirse contigo, así que llamé al departamento de diseño y les dije que la reunión que estaba planeada para la semana que viene había sido movida para el miércoles; estuvieron de acuerdo y la exposición se llevará a cabo. También confirmé tu presencia en la grabación del videoclip para la inauguración del desfile de Gucci y se pondrán en contacto contigo esta semana; y sí, obtuve a Oh SeHun para la entrevista posterior. Elle también llamó, los negocios van bien en Inglaterra y espera reunirse contigo en algún momento de este mes para ver gráficos. Si no puedes viajar, hará una videollamada.
—Eso me dejaría un espacio el viernes. Saldría temprano.
—Exacto.
JongIn exhaló largamente y su agarre sobre su trasero aumentó.
—Cristo, tienes que regresar. ¿No te interesa el lugar del asistente personal?
KyungSoo rió, pero negó de inmediato.
—Olvídalo; me pagan más en mi puesto actual.
—Te daré el doble si vuelves.
—No; eres un jefe horrible. Mi nuevo jefe es mucho mejor que tú y no me hace correr por toda Seúl.
JongIn limpió su boca con una servilleta y luego se inclinó para darle un beso prolongado en el cuello; KyungSoo se estremeció, se lamió los labios y se obligó a no expulsar ningún sonido que revelara el placer que le había provocado.
—Puedo ser mejor para ti —murmuró contra su piel y KyungSoo tiró de un mechón de su cabello—.
—Lo sé, pero no estoy cambiando de opinión. Te dije que fueras amable con los nuevos; debes ayudarlos, poner de tu parte, capacitarlos. No morirás si lo haces, ya sabes.
—Pero no necesité nada de eso contigo y aquí estás, siendo el mejor asistente personal que he tenido desde que tomé el mando en Kai.
KyungSoo alzó las cejas y se movió para poder verlo, alejándolo definitivamente del escondite en su cuello.
—Pero a mí me diste más de lo que cualquiera soñaría. Es porque te gusté que fuiste un poco más blando conmigo.
—No puedo negarlo. Me encantó tu culo desde el primer día.
KyungSoo frunció las cejas, pero no tuvo tiempo para quejarse porque JongIn había decidido besarlo en ese momento.
La confianza y el tiempo juntos le impidió sentirse disgustado por un beso antes de lavarse los dientes, en cambio, KyungSoo apretó sus hebras entre sus dedos y tarareó placenteramente cuando la lengua llenó los confines de su boca, la mano vacía de JongIn cogiéndolo de la nuca para tomar el control por completo de su cuerpo y sus dientes aferrándose a la carne suave y blanda el tiempo suficiente para hacerle sonrojar.
Gimió bajo y grave cuando se alejaron y JongIn le dio esa mirada que le hacía saber que estaría a su merced y cumpliendo sus deseos sin chistarlo, así pues, no se sorprendió al encontrarse obedeciendo cuando JongIn le palmeó el culo y le ordenó que cerrará la puerta con llave.
Sus mejillas se enrojecieron al saber lo que se aproximaba y se lamió los labios cuando hubo cumplido lo que quería, luego lo miró con el corazón latiendo a toda marcha en su pecho y suspiró al encontrarlo quitándose la corbata y deshaciéndose de los botones en sus mangas para poder arremangarse la camisa hasta el codo.
—Quítate los zapatos, los pantalones y el boxer y ponte de rodillas entre mis piernas ahora mismo, KyungSoo —KyungSoo sintió como su piel se calentaba y su abdomen se apretaba deliciosamente—.
Algo se había activado en su interior, su deseo de complacer al mayor en su máximo apogeo, y nuevamente él lo estaba obedeciendo. Se acercó y se quitó los zapatos, los dejó ordenadamente junto al escritorio y luego se deshizo de sus pantalones y su ropa interior. Dobló ambas prendas y las puso sobre los zapatos, y de esa manera, en calcetines y conservando el cuello de tortuga, se arrodilló entre los deliciosos muslos abiertos de JongIn.
Exhaló pesadamente cuando JongIn lo miró directamente a los ojos y podría haberse derretido de haber podido hacerlo cuando el mayor llevó una mano a su cabeza y le dio una caricia pasajera.
—Baja la bragueta, sácalo y alimentate. No puedo ser el único que coma, ¿no es cierto, cariño? Tienes suficiente a tu disposición para sentirte lleno.
Las mejillas se calentaron aún más, el ardor llegando a su cuello y sus orejas y su respiración comenzando a agitarse. De pronto sintió como su boca se hacía agua y él se preguntó vagamente cómo había pasado de estar feliz y bromeando con su pareja a encontrarse semidesnudo y a punto de hacerle una mamada en su oficina.
No importaba realmente. JongIn siempre conseguía lo que quería.
Llevó sus dedos a su costoso pantalón y bajó la bragueta cuidadosamente, luego introdujo la mano en el interior del boxer y sacó su delicioso pene de los confines de su ropa.
Apenas estaba endurecido, pero KyungSoo sabía que no iba a tardar demasiado en envararse. JongIn siempre fue un hombre receptivo y apasionado y KyungSoo no era modesto, así que podía decir con toda seguridad que él realmente lo excitaba con facilidad. Entonces, sin sentirse decaído o molesto, KyungSoo decidió que tenía que trabajar en esto y hacerlo sentir bien.
Abrió la boca y dejó que un poco de saliva cayera sobre la punta para esparcirla por el falo lentamente con ayuda de su mano. La palma de JongIn se mantuvo pesada sobre su cabeza y sus ojos viajaron ávidamente por el pene en su puño, lo recorrieron desde los pesados testículos hasta el suave glande y la pubis cubierta por una ligera capa de vello suave y agradablemente recortado.
Su lengua salió muy ligeramente de su boca y se movió hacia adelante cuando los dedos de JongIn cerraron sus hebras con fuerza, empujándolo e invitándolo a probarlo. Exhaló aire caliente sobre la punta y sus ojos viajaron hacia los de JongIn antes de separar sus labios y darle una lamida lenta y provocativa.
Su mano lo sostuvo en la base y la lengua viajó desde la sedosa cabeza bulbosa hacia el pequeño surco; se desvió un poco entonces y jugueteó con la sensible corona con suaves círculos, y cuando las fosas nasales de JongIn se expandieron, descendió hacia el frenillo y la suave carne ardiente del tronco.
Lamió la parte inferior de la extensión y rozó sus testículos con su nariz, la hundió suavemente en la delicada carne y suspiró antes de tomarlos en su boca.
Y fue eso: su sabor, su olor, el peso conocido en su mano, lo que despertó su propia excitación. Además, la idea de hacer esto en su oficina, con NaYeon y el resto del personal a tan solo una puerta de distancia de ellos, era un plus para que el entusiasmo naciera en sus entrañas.
—Deja de jugar, KyungSoo. Haz un buen trabajo —dijo JongIn y su voz ronca le erizó la piel y le hizo verle de nuevo—.
Café sobre café se fundieron y KyungSoo volvió a subir por el tronco con su lengua y sus labios; repartió besos y agradables lamidas a medida que ascendía y chupó dulce y largamente la cabeza. En su mano, el pene de JongIn palpitó.
Solo entonces abrió la boca y realmente lo hundió en su cavidad caliente. JongIn suspiró, sus dedos se aflojaron un poco sobre su cabeza y KyungSoo tarareó intencionalmente mientras aflojaba la mandíbula y lo llevaba más hondo.
Con su peso y su calor contra su lengua, KyungSoo trabajó lo mejor que pudo. Sostuvo uno de sus muslos con la mano vacía y comenzó a mover suavemente su cabeza; arriba y abajo mientras la palma abierta le acariciaba el cabello, él no dejó de lamer la extensión que se endurecía en su boca, lo chupó fuerte y firmemente y tarareó con aprobación cuando el sabor característico de JongIn llenó sus papilas gustativas.
Fue más abajo, más profundo y luego subió todo el camino para atender el glande húmedo; lo rodeó con su lengua, lamió toda la superficie y obtuvo su fluido masculino directamente de la fuente.
Volvió a bajar y acomodó su mandíbula, respiró hondo y finalmente retiró la mano de su base para poder tragarlo por completo. JongIn gruñó con aprobación y sus dedos volvieron a apretar su pelo, tiró de él y tuvo que tomar aire profundamente por la nariz para evitar las náuseas que sabía que vendrían.
Completamente en su boca, KyungSoo adoró la sensación de su erección creciente y palpitante dentro de ella, cómo se endurecía y sus fluidos llenaban su lengua. La saliva se escurrió descuidadamente por su barbilla y gimió gravemente cuando las caderas de JongIn comenzó a moverse a su propio gusto, tomándolo de inmediato, apropiándose rápidamente de su cavidad, sin cuidado.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, respirar fue complicado y él lo miró dócilmente.
Era suyo para ser tomado y usado. Y le gustaba, le gustaba tanto.
La mandíbula de JongIn se apretó violentamente y el filo de la misma fue aún más notable y los ojos oscuros y entrecerrados se mantuvieron firmes sobre su rostro sonrojado, sobre su mejilla hinchada por el tamaño de su miembro. Exhaló con fuerza, tiró de su pelo y KyungSoo gimió, sintiendo el tirón directamente en su propio pene desatendido.
KyungSoo tomó sus testículos en su mano y los frotó suavemente, los acarició con la punta de su dedo y luego los sostuvo con firmeza mientras ahuecaba sus mejillas con fuerza.
JongIn gruñó, y jaló su pelo para que se alejara de su pene, un movimiento rápido que le hizo jadear ruidosamente; luego el mayor lo tomó de las axilas, lo puso de pie y le dio la vuelta, lo inclinó sobre el escritorio y le dio una nalgada tan fuerte que picó en su piel.
Gimió con los ojos cerrados y sus piernas flaquearon antes de que JongIn rodeara su cintura con su brazo y lo mantuviera bien alzado de esa manera; la mano libre acarició su carne golpeada y el aliento caliente golpeó la piel desnuda de su cintura.
—Desde la primera vez que te vi quise esto. Pensé que tu audaz boca se vería bien en mi pene, pero cuando vi tu culo supe que tanto él como tú me pertenecerían. Que serías hermoso justo así, ante mí, mostrando todo de ti. No me equivoqué.
Su cuerpo se calentó y sus mejillas ardieron contra el escritorio frío, las entrañas tan apretadas y su miembro erecto atrapado entre su estómago y la superficie lisa bajo su cuerpo. Tembló, lo hizo tanto, y escuchó a duras penas el sonido de un cajón abriéndose.
Se sobresaltó al sentir algo húmedo entre sus nalgas, y al sentir el aroma agradable supo que se trataba de una toallita húmeda. Se lamió los labios con el corazón tronando en su pecho y la ansiedad y la expectativa se formó rápidamente en su estómago.
JongIn desechó la toallita y retiró la comida, la colocó en la mesa auxiliar que se encontraba a un par de metros de distancia y cuando volvió, lo hizo arrancando definitivamente la corbata de su cuello. KyungSoo lo miró fijamente, con la boca entreabierta y la respiración agitada y encontró su imagen tan excitante y provocativa.
Había algo sobre JongIn estando completamente vestido mientras él yacía semidesnudo ahí, en su escritorio, con el culo al aire y la mirada depredadora de JongIn sobre él que lo calentaba por completo. Disfrutó de su desventaja, de esa pequeña y evidente vulnerabilidad; él se encantó con ello.
JongIn volvió a su lugar y se posó por segunda vez a su espalda, no obstante, en esta ocasión él sintió como separaba sus nalgas y las apretaba a su antojo por un tiempo. Gimió suavemente y sus puños se apretaron cuando la mano de JongIn se cerró con fuerza sobre su carne.
—JongIn, basta... solo... haz algo, maldita sea, o te juro que-
La palma abierta de JongIn cayó nuevamente sobre su glúteo y esta vez su fuerza le hizo arquearse contra su mano. Sus labios se abrieron y sus ojos se cerraron y de pronto se sentía tan débil, las rodillas juntas mientras sus piernas temblaban.
—No estás en el derecho ni en la posición de hacer amenazas, KyungSoo, así que no las hagas. Separa las piernas y sujétate.
Suspiró temblorosamente y se movió de inmediato, obedeciendo sin chistar y cerrando los ojos mientras aguardaba por el próximo movimiento. Entonces JongIn separó sus mejillas una vez más y maulló cuando su aliento golpeó su entrada sensible; un momento después la sedosa y segura lengua de su amante se escapó de la calidez de su boca y acarició los bordes de su agujero, la aplanó sobre él y luego introdujo ligeramente la punta en el fruncido.
Sus puños se apretaron en el borde del escritorio y sus caderas se movieron de inmediato contra la boca de JongIn. Se sentía tan ansioso, quería más, todo de él.
JongIn lo cogió firmemente de la cintura para obligarlo a mantenerse en su lugar y hundió su rostro entre sus glúteos, y esta vez su lengua lujuriosa recorrió toda la zona, bajando desde los inicios de sus nalgas, pasando sobre el agujero y luego perdiéndose en el perineo y sus testículos.
Gimió cuando hizo el camino de regreso y se entretuvo en el pequeño fruncido. Los bordes fueron rodeados y provocados y los dientes pellizcaron la sensible zona con ligereza, empleando la fuerza justa para hacerle temblar sobre el escritorio.
Los dedos largos se hundieron en su piel pálida y JongIn acercó aún más su rostro, hundiéndose entre sus nalgas generosas para llevarle placer. La lengua se introdujo un poco más en su interior y el resto se aplanó en su borde para frotar y enloquecer.
KyungSoo sintió como palpitaba por todas partes, ahí en su agujero bien atendido y en el frente, en su pene atrapado y presionado por su cuerpo. El sudor comenzó a perlar su piel y su respiración laboriosa acompañó el sonido sucio y obsceno de la succión constante de la boca de JongIn.
Sus labios se aferraron a su borde, besando ruidosamente antes de que su lengua volviera para mojarlo todo y masajear su interior. Se sentía sensible, tanto que su piel ardía bajo las manos de JongIn, tanto que no podía mantenerse totalmente quieto como él quería.
Sus caderas temblaron a pesar del agarre pétreo y el escritorio chilló cuando echó el cuerpo hacia atrás con violencia, tan duro, obligando a JongIn a ir más allá, a enterrar su rostro aún más en su trasero.
JongIn gruñó ante el arrebato y mordió una de sus nalgas con fuerza. KyungSoo gimoteó y las lágrimas comenzaron a resbalar descuidadamente de la seguridad de sus ojos.
JongIn lo arrastró sobre el escritorio hasta que solo los pectorales se apoyaron sobre la madera y le obligó a abrir un poco más las piernas. El cajón sonó por segunda vez y se estremeció al escuchar el suave "clic" de la tapa de la botella de lubricante siendo abierta. Se mordió el labio inferior y se sintió molesto con la ropa que le hacía sentir aún más acalorado, no obstante, no se atrevió a quitar la prenda y decidió aguardar en silencio.
—No tenemos mucho tiempo para hacerlo adecuadamente, así que tendremos que conformarnos con esto por ahora. De todas formas prometo que será igual de bueno.
KyungSoo asintió rápidamente y se llevó el puño a la boca para reprimir los gemidos que sabía que soltaría. Entonces sus piernas desnudas entraron en contacto con el material de los pantalones de JongIn y el pene de su amante se situó justo bajo el suyo, sus testículos rozando el tronco caliente, palpitante, húmedo y resbaladizo por el lubricante a medida que JongIn se acomodaba.
Una vez estuvo listo, la gran mano del mayor embadurnada con lubricante rodeó sus sexos y KyungSoo tomó una aspiración profunda. Un momento después él comenzó a moverse.
KyungSoo se convirtió rápidamente en un desastre lamentable y bochornoso. El calor cubrió todo su rostro, su pecho y su cuello y sus dientes se hundieron en su puño cuando sintió la necesidad de gemir con imprudencia.
Las embestidas de JongIn fueron duras, rápidas y seguras desde el inicio. Combinadas con empujes cortos en momentos aleatorios que solo estimularon sus testículos y perineo, él se vio cayendo rápidamente en esto, en su agarre apretado sobre su miembro sollozante, en el sonido de su piel desnuda siendo golpeada y los graves jadeos placenteros del mayor llenando su oído y acompañando fielmente a su propio lloriqueo entrecortado.
—Más duro, más duro, JongIn; por favor.
Y JongIn simplemente lo obedeció.
El escritorio chirrió con cada nuevo empuje, y su cuerpo se vio impulsado hacia adelante con el feroz movimiento de JongIn. Y se sintió tan bien; cómo sus sexos se frotaban en el puño de JongIn, como sus testículos se vieron atendidos por ese falo duro y ardiente y la humedad del lubricante los hacía resbalar uno sobre otro de esa forma exquisita y placentera. KyungSoo no podría resistir demasiado, tampoco quería hacerlo.
Lloró, gimió y sollozó; él balbuceó y correspondió el vaivén de JongIn cuando este lo permitió. Sus nalgas golpearon la dura pelvis y los testículos de JongIn abofetearon sus piernas, sus uñas rasparon la madera y sus lágrimas, su sudor y su saliva hicieron un desastre sobre el escritorio.
El glande de JongIn golpeó su saco y su espalda se arqueó y un gemido irreprimible abandonó su boca con fuerza.
—¡Así! ah... sí, justo así, JongIn.
—¿Te gusta, corazón?
KyungSoo asintió torpemente y sus ojos entrecerrados buscaron la mirada oscura y salvaje del mayor. Tan caliente; él también era suyo para disfrutar y apreciar.
—Sí, sí. Siempre me lo haces t-tan bien... siempre es tan b-bueno.
La muñeca de JongIn giró y sus dedos lo atraparon con un poco más de fuerza, solo lo justo para tambalear entre el dolor y el placer y que fuera bueno para él.
—También lo haces bien para mí, mi amor.
KyungSoo quiere decir que duró aún más después de eso, pero su excitación había estado cocinándose por un tiempo y la estimulación había alcanzado un pico bastante alto para entonces.
Solo le bastó ser sacudido por unas cuantas embestidas más antes de apresurarse a alzar el borde de su suéter y subirlo lo máximo posible cuando el orgasmo lo golpeó con fuerza.
Su cuerpo se alzó en la punta de sus pies y sus piernas temblaron fuertemente mientras se derramaba en el puño de JongIn y su vientre apretado. Fue ordeñado por un tiempo más, su orgasmo siendo prolongado hasta que se sintió increíblemente sensible y mostró su incomodidad con un sonido quejumbroso, y entonces JongIn lo soltó, le dio la vuelta para que pudiera apoyarse de espaldas en el escritorio y con debilidad y agitación lo observó fijamente mientras se masturbaba.
Abrió un poco más las piernas mientras jadeaba por aire y los ojos oscuros de JongIn cayeron sobre su sexo arruinado y desastroso y la entrada palpitante. Su mandíbula se apretó, su cuello se hinchó y un sonrojo atractivo le cubrió los pómulos afilados.
Él abrió la boca silenciosamente, echó la cabeza hacia atrás para exponer su tentadora garganta y se corrió vigorosamente sobre sus testículos, su pene y su abdomen.
KyungSoo gimió suavemente, empapándose de su imagen caliente, sexual, y recibió con gusto el semen caliente sobre su propio cuerpo.
JongIn se masajeó lentamente por unos cuantos segundos más y finalmente suspiró, se incorporó por un momento y luego se inclinó con ambas manos apoyadas a cada lado de su rostro para poder besarlo.
Suspiró al recibir los labios hinchados sobre los suyos e hizo todo lo posible para no rodear sus caderas estrechas con sus muslos porque sabía que terminaría arruinando sus pantalones. En cambio, él alzó los brazos, abrazó su cuello y abrió su boca para que su lengua se encontrara con la suya.
Se besaron largamente, hasta que sintió los labios magullados y hormigueantes, y sonrió con cansancio cuando un pequeño beso cayó sobre su mejilla y otro más sobre su frente. En compensación, sus dedos acariciaron la nuca y el cabello suave y un tarareo satisfecho abandonó su garganta con felicidad.
—Creo que ahora definitivamente soy el mejor asistente personal de toda la historia de Kai Corporation.
JongIn rió contra sus labios y KyungSoo lo miró con una sonrisa cariñosa mientras se incorporaba y tomaba el paquete de toallitas húmedas para comenzar a limpiar su rostro antes de moverse al resto de su cuerpo.
Suspiró cuando la humedad llenó su frente, sus mejillas y su barbilla, y su cara quedó limpia nuevamente gracias al dulce y atento toque de su amante. JongIn tomó otra toallita del paquete y limpió el desastre en su propio rostro y luego volvió a mirarlo sin dejar de sonreír ni parecer suave y afectuoso.
—Lo eres. Tengo suerte de que también seas el amor de mi vida.
Su corazón dio un salto en su pecho y la calidez lo llenó por completo mientras le miraba de regreso. Él estiró una mano y JongIn no tardó en acercar su rostro hacia ella; KyungSoo lo sostuvo entonces y acarició su mejilla afeitada con el pulgar antes de darle un corto beso en los labios.
—Y tú eres el mío. Siempre, JongIn.
Las esquinas de los ojos del mayor se curvaron y KyungSoo recibió felizmente el nuevo beso prolongado que JongIn le obsequió sin reservas.
Ellos se mantuvieron así por un tiempo más, y mucho más tarde, cuando el turno de JongIn terminó y ellos volvieron a casa con satisfacción y tranquilidad, KyungSoo piensa que fue un alivio que nadie se enterara de lo que había ocurrido.
De esa forma, tal vez podrían volver a hacerlo.
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