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Tenebrosito, Soo tiene que irse.
. . .
JongIn le lanzó una mirada, no de esas suaves que tanto le gustaban ni tampoco aquellas irresistibles cargadas de deseos ocultos durante la intimidad. Ni siquiera estaba enojado, pero era tan profundo, tan intenso de una manera totalmente diferente a lo que ya se había acostumbrado que aún así consigue robarle el aliento.
KyungSoo sonríe torpemente y se pasa una mano por la cabeza.
La sensación es muy extraña bajo sus dedos; ya que había llevado el cabello largo durante varios años, sentir el suave picor contra las yemas suaves resulta extraño. No deja que lo acojone y su sonrisa permanece mientras continúan viéndose.
Él esperaba una reacción diferente, tal vez una carcajada divertida y burlona o un comentario ingenioso que lo pondría furioso, algo que le haría querer ahorcarlo porque así era JongIn; no obstante él se había mantenido en completo silencio y permaneció en el mismo lugar, inmóvil, con la mirada obstinadamente clavada en su rostro.
KyungSoo comenzaba a impacientarse y a sentir incomodidad.
—Uh... ¿me veo mal? —terminó por preguntar en voz baja, suave y llena de dudas—.
Había recibido algunas burlas de BaekHyun y un arrullo enternecido de NaYeon (ella también había llorado un poco); además, su suegro le había enviado un gran testamento halagándolo y diciendo algo sobre ser un verdadero hombre, pero su opinión no contaba realmente. Ahora, no esperaba que JongIn no hiciera nada.
Su opinión importaba; él era una parte fundamental de su vida y quería saber qué estaba pensando en ese momento, y no tener acceso a sus pensamientos a través de sus expresiones faciales por una vez, resultó incómodo.
Finalmente JongIn suspiró y se acercó a él, sacó las manos del interior de sus bolsillos y llevó la diestra hacia su cabeza, acariciando la superficie amablemente, con cariño y cuidado. Le hizo suspirar.
KyungSoo se aferró a su cintura, cerró los ojos y se acercó un poco más para apoyar la frente en su pecho mientras JongIn continuaba acariciándolo lentamente, suavemente.
Ya lo extrañaba.
Maldita sea, se había convertido en un hombre necesitado de esta persona y por ello comenzaba a sentir dificultades ante la idea de irse.
Era ridículo lo tonto que estaba siendo; KyungSoo nunca había tenido problemas con sus responsabilidades, pero en el fondo lo entiende; antes solo contaba con BaekHyun para esperarlo cuando regresara, y aunque era algo lindo, no podría ser comparado a una persona que amaba de forma romántica, a alguien que le había dado tanto amor y calidez de forma incondicional, que tocó partes ocultas de su alma, las extrajo y las amó sin importar lo horribles que fueran.
KyungSoo no tenía idea de cómo sobrevivirá sin todo eso, sin su calidez, sin su comodidad y la voz baja que en su privacidad le daba paz y le prometía que su futuro juntos estaba asegurado.
Entonces también consigue entender a JongIn, a su silencio y a este abrazo del que ninguno se quiere deshacer. Y nota que para él también es difícil, tan difícil.
—No —le dice finalmente, un susurro cuyo aliento cayó sobre su cabeza y provocó una sensación realmente curiosa en el cuero cabelludo—; por supuesto que no. Te ves muy guapo. Siempre lo eres.
Sonrió temblorosamente contra su pecho y se apretó un poco más, se hundió un poco más. JongIn lo rodeó apropiadamente en ese momento y su mano en el centro de su espalda fue muy reconfortante; le hizo sentir cálido, amado, protegido.
Un beso cayó sobre su coronilla y con él su corazón latió muy fuerte y muy rápido contra su pecho.
—¿Cómo es posible que tu cabeza sea perfectamente redonda? Eres lindo. Yo parecía un matón cuando me afeité.
KyungSoo rió y alzó el rostro para mirarlo por un momento. Encontró una pequeña sonrisa y un par de ojos brillantes, su mano vagando por su nuca y la curva de su cabeza hasta caer sobre su mejilla, acunándolo dulcemente de esa manera.
—Siempre pareces un matón, y eso no tiene nada que ver con el corte de pelo que lleves.
JongIn no respondió a eso, simplemente se dedicó a observarlo, a recorrer las facciones de su rostro con especial atención, tomándose su tiempo para apreciar los rasgos que lo componían mientras sostenía su mejilla suave.
—Te voy a extrañar.
Su corazón dio un salto en su pecho y siente como su cuerpo tiembla ligeramente contra el de JongIn, sin embargo, disfraza la emoción con una risa un poco más aguda de lo normal y deja un suave golpecito en su pectoral.
—Aigoo, no es como si me fuera a mudar a otro país.
Él intenta ser divertido, de verdad lo hace, porque no quiere que esto sea amargo, así como tampoco quiere derrumbarse finalmente y llorar para demostrarle sus verdaderas emociones y sentimientos, pero JongIn no lo permite.
Él ve más allá de lo que KyungSoo quiere demostrar y se encuentra con lo que estaba oculto con bastante facilidad. Entonces, susurra nuevamente:
—Te voy a extrañar.
Y es entonces, con esa seguridad inquebrantable, con la seriedad en su mirada y la firmeza de su agarre que ocurre.
KyungSoo no puede reprimirlo por más tiempo; presa de todo esto, sus labios se fruncen y siente una ligera incomodidad en sus ojos y nariz. Sus manos consiguen apretarse en la camisa de JongIn y el mayor no tarda en volver a abrazarlo apretadamente, dándole gratuitamente todo su calor, toda la seguridad que necesitaba, la fuerza necesaria para decir adiós, y KyungSoo lo toma todo, se aferra y permite que un par de lágrimas se deslicen fuera de sus ojos.
—También yo. Voy a extrañarte mucho, JongIn.
Y JongIn lo sabe. Se lo demuestra con besos suaves sobre su cabeza y el suspiro largo, profundo, que escapa de sus labios.
.
KyungSoo acomodó su bolso sobre su hombro y les dio una sonrisa optimista a todos. BaekHyun, ChanYeol, NaYeon y sus suegros habían venido para despedirse y todos parecieron especialmente conmovidos al verlo frente a ellos con su gorra, el reloj característico en su muñeca y la ropa deportiva.
No pudieron entrar a la base, pero KyungSoo tampoco quiso que alguien lo hiciera, así que todos se reunieron afuera para darse los últimos abrazos, besos y palabras de aliento.
—Sé que lo harás bien, Kyunggie. No olvides cuidarte; toma mucha agua y trata de descansar lo máximo que puedas, come a tus horas y si alguien te molesta repórtalo con tu superior, ¿está bien?
KyungSoo asintió al escuchar las palabras de mamá gallina BaekHyun y recibió el abrazo posterior con una risita. Le dio algunas palmaditas a su mejor amigo y no se burló de él cuando se alejó y secó la humedad en sus ojos con torpeza.
—Lo haré, no te preocupes. Cuídate también, ¿de acuerdo? Y, por favor, no tengan relaciones sexuales en mi cuarto.
ChanYeol sonrió con diversión, pero asintió de todas formas mientras se aferraba a la cintura de un conmovido BaekHyun.
NaYeon también lo abrazó y ella no tuvo problemas en mostrar sus lágrimas. Incluso trajo un pañuelo y todo para poder limpiar el desastre y KyungSoo no tuvo corazón para reírse de ella.
—Buena suerte, Soo. Espero que todo salga bien; vuelve pronto y cuida tu salud en este tiempo, ¿bien?
—Lo haré, Yeon. Trata de no enloquecer demasiado en la oficina; sé que el jefe puede ser difícil cuando está de mal humor... por cierto, aunque lo esté, queda terminantemente prohibido ofrecerle la opción del sexo para contentarlo. Si escuchas que envía a JunMyeon a comprar condones házmelo saber y saldré de la base solo para patearle el culo.
NaYeon y su suegra rieron divertidamente y JongIn, que se encontraba a su lado, soltó un bufido sonoro y descontento. Le hizo sonreír ampliamente y recibió de buena gana el asentimiento de su amiga.
—No te preocupes, estaré atenta a cualquier cosa.
—Sabía que podía contar contigo.
NaYeon se alejó después de eso y sus suegros tomaron su lugar. La señora Kim lo abrazó apretadamente y el señor Kim apretó su hombro con firmeza. KyungSoo solo pudo sonreírles con gratitud e inclinarse para una reverencia rápida.
—Madre, padre, gracias por venir. Mis padres verdaderos no están conmigo, pero no puedo concentrarme en su falta porque los tengo a ustedes dos, que me recibieron cálidamente en su familia desde el primer momento. Estoy agradecido por conocerlos y por tenerlos en mi vida; por favor, manténganse a mi lado todo el tiempo.
La señora Kim lo tomó de la mano y le dio un apretón mientras sonreía con esa dulzura suya tan característica. Era un don que solo una madre amorosa poseía: conseguir que alguien se sintiera reconfortado y querido con gestos tan simples, y KyungSoo realmente, realmente se sintió como un hijo amado.
Él lo supo: que de vivir, su mamá habría hecho el mismo movimiento amoroso, y el pensamiento le llena de calidez y de afecto.
—Nosotros también estamos agradecidos por considerarnos una parte importante de tu vida. KyungSoo, estoy feliz y honrada por tenerte en mi familia; eres un hijo más para nosotros y siempre, siempre estaremos aquí para ti.
El señor Kim asintió y continuó con las palabras de su esposa con un:
—Todo aquel que se plante ante mí y tenga el valor de llamarme idiota es digno de ser parte de mi familia. Eres mi hijo, y como tal sé que lo harás bien allá dentro. Nosotros te esperaremos de la misma manera que te estamos dejando ir el día de hoy.
KyungSoo se lamió los labios y se movió para abrazarlos apretadamente por segunda vez; escuchó de fondo un lloriqueo que sonaba mucho a "Dios, esto es tan hermoso y conmovedor" de BaekHyun y les dio una última sonrisa agradecida antes de moverse hacia JongIn, que esperó pacientemente hasta que llegó su turno.
Se miraron entonces, en silencio y con un par de sonrisas cómplices.
Habían tenido su momento para despedirse en privado y con calma; lo hicieron la noche anterior, hicieron el amor y hablaron todo lo que tenían que hablar sobre la cama de JongIn; todo estaba dicho, las promesas fueron hechas y las confesiones de amor fueron descubiertas desde su corazón agitado. Uno pensaría que no habría nada más que compartir, pero KyungSoo aún se encontró moviéndose hacia él y disfrutando del abrazo fuerte y reconfortante que JongIn tenía para ofrecerle.
—Estarás bien —murmuró sobre su cabeza, y aunque fueron palabras que ya había escuchado, él permite que calcen en su corazón. La comodidad lo inunda y él le cree, realmente lo hace—.
—Lo sé. Por favor, no seas malo con los demás mientras no estoy. Aunque no pueda verte todo el tiempo, me enteraré si haces llorar a alguien.
—Eso no sucederá mientras no sean inútiles que me hagan perder el tiempo.
KyungSoo rodó los ojos, sabiendo de primera mano lo obstinado e imbécil que su amante puede llegar a ser, y le dio un beso dulce en el pecho.
—Cuídate, JongIn. Come a la hora del almuerzo, no lleves el trabajo a casa y duerme. Asegúrate de descansar y piensa en mí de vez en cuando, okay?
JongIn tarareó y su mano comenzó a formar círculos amplios en el centro de su espalda, su aliento golpeando su piel y sus labios dejando pequeños y cortos besos sobre su cuello expuesto.
—Lo haré, lo haré. Tú no veas a otros hombres mientras estás ahí dentro; voy a palmearte el trasero si lo haces.
KyungSoo rió con diversión e hizo el amago de alejarse, pero JongIn apretó su abrazo y le impidió irse.
—No estoy seguro de si será bueno o malo para mí, pero de todas formas trataré de hacerlo —dejó de insistir en alejarse y simplemente permaneció un tiempo más abrazado a él—.
—Muy gracioso.
JongIn hundió un poco más el rostro en el hueco de su cuello y KyungSoo tuvo que quitarse la gorra para poder abrazarlo con mayor comodidad. Así, sin restricciones, él fue un poco más feliz.
—Te amo, KyungSoo. Mantente siempre saludable.
KyungSoo asintió y cuando intentó liberarse de sus brazos por segunda vez, el mayor volvió a apretar el agarre a su alrededor. Rió con resignación y alzó la mirada cuando todos los chicos que los rodeaban comenzaron a despedirse de su familia después de escuchar el llamado de los soldados.
—Tengo que irme, JongIn. Me dejarán atrás.
—Mmmh.
JongIn no lo soltó de inmediato, pero se alejó de él y le dio una mirada tormentosa. Entonces KyungSoo suspiró, sostuvo su mejilla en su mano y lo atrajo para darle un beso en la boca.
No le importó toda la gente que había a su alrededor, ni las miradas indiscretas o los susurros, él tomó la boca de su novio y permitió que lo besara de la forma que le gustaba, apropiándose de todo lo que le componía y coronándose como el dueño absoluto de su ser.
Suspiró cuando volvieron a separarse y aceptó el breve contacto de su frente contra la de JongIn.
—Ve ahora. Ámame siempre —sonrió y le dio un corto beso final—.
—Lo hago, lo haré. Trata de vivir sin mí y no seas un desastre, ¿bien?
JongIn sonrió y esta vez dejó que su abrazo se rompiera. KyungSoo se colocó la gorra sobre la cabeza, volvió a acomodar el bolso en su hombro y los miró a todos con una gran sonrisa.
—¡Nos vemos en mis días libres! Por favor, cuiden bien de mi enorme bebé.
Hubo un par de risitas y asentimientos y no se perdió de la mirada suave y afectuosa de JongIn. Lo miró de vuelta por un momento más y finalmente se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la base militar que comenzaba a llenarse.
Los estaba dejando atrás, pero sería de forma momentánea. Él regresaría muy pronto y podría disfrutar de su compañía y su amor nuevamente. Lo sabía.
Después de todo, ellos eran su familia.
Su sonrisa alcanzó un nuevo punto en su rostro y su corazón se sintió ligero, cálido.
Era amor; la espera valdría la pena.
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