High Enough
❝Seungmin era un chico hundido en las drogas, sexo y
el alcohol, hasta que encontró algo mejor.❞
Su vida era monótona, rutinaria, aburrida y cansada, cada día era más gris que el anterior, y las noches se volvían frías y solitarias. Sus salidas nocturnas al bar se volvieron constantes, sus faltas al colegio de igual manera, estaba cayendo de nuevo en lo que muchos llamarían "el camino malo de la vida"
Recuerda que, antes de que su vida de volviera una mierda difícil de soportar día a día, él era un niño con sueños y metas, un prodigio en el colegio, un orgullo en su familia.
Hasta que esta se quebró, hasta que sus compañeros empezaron a hacerle saber que era solo un escuálido cerebrito lame botas, hasta que sus sueños quedaron olvidados y sus metas escaparan de sus manos dejando solo detrás de él un ventisca helada.
Y agotado por los problemas, cambió. Creía que, si cambiaba, las cosas también lo harían y lo hicieron. Cuando su padre ganó su custodia y lo llevó con él a Gimpo se dijo a sí mismo que haría una nueva vida, y sería una nueva persona.
Tal vez debió pensar más en que tipo de persona quería ser.
La secundaria fue difícil en el primer mes, él aprendió: "O eres asesinado o eres el asesino"
Él decidió ser el asesino, cambió su aspecto, su actitud, cambió su forma de hablar y de expresarse, reprimió impulsos y temores y como resultado solo quedó un chico de apariencia ruda, mirada amenazante y callado a morir.
A pesar de esto él no podía aguantar a veces su nueva vida, y cuando descubrió algo que lo liberaría de los problemas por al menos un tiempo no dudó en tomarlo. Se ahogó en bebida, sexo ocasional y píldoras de la felicidad, esperando que ellas le den un escape a su realidad, y lo consiguió, por un tiempo, hasta que estas ya no fueron suficientes.
De ahí a un tiempo, ya nada parecía suficiente, hasta que lo conoció.
Era un día de colegio en el que se había dignado a asistir, no entró sin embargo, solo se puso detrás de uno de los muros de la entrada, fumaba un cigarrillo apacible mientras observaba a los estudiantes ingresar, caras conocidas y otras no tanto pasaban una a una o en grupos malformados. Las charlas eran aburridas y el clima era gélido, su chaqueta de cuero no ayudaba en nada a calmar su frío pero no le importaba.
Se quedó ahí por un largo rato, una vez que tocara el timbre se marcharía a la parte de atrás para gastar la cajetilla en sus manos, podría irse ahora pero de alguna forma le gustaba ver a las personas pasar cerca de él, lo hacía sentirse solo un espectador y no un simple personaje que ni a terciario llega, prefería observar la vida de los demás para no concentrarse en la suya.
Cualquier cosa que lo distrajera era buena para él.
Entonces, minutos antes de que el timbre sonara lo vió llegar a él, con el cabello rubio revuelto por el viento, venía conversando alegremente con dos chicos más, uno bajito de cabellera negra y otro un poco más alto que éste de cabellos marrones, el peli marrón parecía ser el mayor de los tres.
No sabe si fue su fuerte mirada o lo mal disimulado que era, pero el chico de brillante apariencia giró a verlo en un instante, sus miradas chocaron entre sí como era previsto y para Seungmin, su alrededor pareció tomar un poco más de color, su respiración se cortó por unos segundos y su conciencia voló lejos de él, hasta que el chico siguió su camino entrando al Colegio sin dar segundas miradas.
Entonces pensó que no lo volvería a ver, fácilmente podría buscarlo pero, ¿con qué pretexto? quizás era un chico nuevo, porque no recuerda haberlo visto nunca, aunque, claro, con él faltando casi todos los días, ¿cómo iba a conocerlo? a las justas y conocía a los chicos que le proporcionaban las píldoras de la felicidad y por pura conveniencia.
Creyó que aquel momento mágico no se volvería a repetir, pero se equivocó.
Era difícil de explicar cómo sucedió entre ambos, había descubierto que el chico era uno de los populares de cuarto grado, Hwang Hyunjin era su nombre, a simple vista parecía simpático, alegre, agradable. Seungmin estaba sorprendido, pues era el único que ahora conocía las dos caras del muchacho.
Su segundo encuentro fue en uno de sus bares favoritos, había tomado de más, sí, había fumado más de dos porros también, y tal vez sea por eso que se acercó al chico y se le insinuó de la manera más descarada, él no lo recuerda pero Hyunjin se encargó a la mañana siguiente de contarle todo lo que le dijo, y todo lo que hicieron. Entonces borrosos recuerdos llegaron a él, la ansiedad, el calor, los toques, las palabras sucias, los fuertes gemidos y los graves gruñidos, y las salvajes embestidas. El cómo se había entregado por completo al chico de cabellera rubia casi sin dudar y tan libremente, era nuevo para él, pues normalmente, él la metía, no se la metían. Pero no iba a negar, que la experiencia le gustó, y quería más.
Entonces, de alguna extraña forma, consiguió que aquello se repitiera, una y otro vez, al principio era solo dos o tres veces al mes, luego se convirtió en cuatro días a la semana. Sus encuentros cada vez más frecuentes dejaron de ser solo sexo, y pasaron a ser tardes de películas y bebidas o salidas nocturnas a la cancha cerca de la casa del rubio charlando y hablando casualmente mientras observaban las estrellas.
Eso lo afectó, pues generó en él un sentimiento que jamás había sentido y al que le temía, pronto sus pensamientos respecto al rubio cambiaron y cada que lo observaba solo podía gritar en su mente: No me gusta nadie más que tú.
Era cierto, si de él dependiera se arrastraría en un lugar desolado lleno de serpientes solo por él.
Bebió del jugo de manzana en su vaso, sentado en la silla de su cuarto, frente a él estaba un paquete de cocaína que había encontrado en su armario, y lo veía diferente, en un pasado, lo hubiera usado, se hubiera ahogado en la hierba hasta caer inconsciente, ahora solo quería botarlo, no faltaba mucho para que Hyunjin llegara, hoy era sábado y habían acordado encontrarse en su departamento para ver alguna película, y Seungmin pensó: No sería mal día para confesarme.
Si probablemente no estaba pensando bien, pero, ya ha pasado un año desde que conoció a Hyunjin, y no cree poder aguantar otro rato sin gritarle que le gusta, que lo hace sentir bien cuando está con él, no solo por el sexo, que es su fortaleza, su poso de los deseos, su príncipe azul. Por él, cambió, y esta vez de forma buena.
La puerta del departamento sonó al ser cerrada y supo que Hyunjin ya había llegado, hace tres meses que le había dado una copia de su llave por si estaba ocupado cuando él iba a visitarlo, Seungmin ni siquiera dudo cuando lanzó el paquete con cocaína a la basura, se levantó de su silla y paró en seco mirando el vaso en sus manos y luego lo dejó sobre su escritorio, sonrió divertido recordando cuando este solía estar lleno de vodka o ron, en ese tiempo solía gustarle el licor porque le inspiraba.
Hyunjin entró por la puerta de su habitación, apoyando una mano en el marco y sonriendo en su dirección, se veía tan hermoso, con esos jeans azules, esa camisa blanca y su cabello rubio atado en una media cola mientras sus manos lucían sus anillos. Creí que, desde que Hyunjin llegó a su vida, él era su nuevo proveedor.
El chico alto se acercó hasta él y Seungmin acortó la distancia entre ambos dejando que los brazos del rubio se cernieran a través de su cintura, era bueno que sus alturas no tuvieran mucha diferencia pues así no era difícil tener que verse a los ojos cada que querían.
— No vamos a ver películas, ¿verdad? — Seungmin negó divertido. Era increíble cómo había cambiado tanto solo por él, antes le gustaba fumar para dejar de pensar pero ahora, con él, encontró un estímulo diferente. Dejó que los labios rosados y acolchados del rubio chocaran con los propios y se derritió en sus brazos, Hyunjin lo sujetó con más fuerza, siendo esa ancla que necesitaba para no volar lejos de él y perderse, ambos caminaron, con él de espaldas, hasta llegar a la cama y caer acostados sobre ella, Hyunjin sobre él coló sus manos debajo de su camiseta, acariciando los costados de su cintura y subiendo hasta quedar juntas sobre su pecho, alternando de esa forma, en tanto él se deshacía en suspiros complacidos.
Antes creía que el mundo era una maldición que te mataría si lo dejaras, tienen píldoras que pueden ayudarte a olvidar, las embotellas y las llaman medicina pero él ya no necesitaba drogas.
Porque Hyunjin ya lo tenía suficientemente drogado.
Hyunjin se deshizo de su ropa con gran rapidez, Seungmin estaba sorprendido por como solía mirarlo cuando estaba desnudo, aunque le daba vergüenza también le gustaba, Hwang había sido el único en siempre admirarlo antes de tomarlo y aún en medio de eso, seguía halagándolo diciéndole lo bonito que era, no era posible soportar algo así y si el propósito de Hyunjin había sido conquistarlo con palabras bonitas en medio del sexo y fuera de este lo había conseguido.
Seungmin apartó las manos de Hyunjin cuando esta bajó hasta sus muslos y se sentó sobre la cama posando sus manos sobre el primero botón de la camisa de Hwang, mirándolo a los ojos se deshizo uno a uno de cada botón antes de sacar la prenda de su cuerpo dejando al descubierto su tonificado pecho, sus manos vagaron por su pecho y bajó lentamente hasta el inicio de su pantalón, abrió la bragueta y deslizó la prenda para sacarla de su cuerpo, Hyunjin lo ayudo a hacerlo más rápido y Seungmin descubrió que no había otra prenda debajo de sus jeans.
Lamió sus labios al observar sin obstáculos la erección de Hwang, incluso su polla era hermosa, larga, gorda y venosa de un color rosa en la punta, uno pensaría que alguien tan perfecto debería tener aunque sea un defecto, ese podría ser el ser malo en la cama o tener un pene chico, pero no, Hyunjin había sido bendecido vieras por donde lo vieras.
Su polla apuntaba ansioso hacia él y con una última mirada a los ojos del mayor se inclinó apoyándose con sus manos al colchón y sentado sobre sus rodillas, se sentía como un dominó, todos sus sentidos cayendo sobre otro hasta derribarlo, sólo por él, Hyunjin se encontraba sobre sus rodillas mientras le daba el acceso necesario para que su boca tocara su glande. Experimental lamió la punta, lenta y tortuosamente, el sabor era exquisito y necesitaba más de él. Su lengua dio un recorrido largo a través de su extensión hasta llegar a sus bolas, en donde chupo una por una mientras la mano de Hyunjin encontraba su lugar sobre su cabello, diferente a lo que pensó Hyunjin no lo empujó para que se empalara con su pene, en cambio, acarició sus hebras con lentitud mientras observaba cada uno de sus movimientos.
Pensando que había sido lo suficientemente consentidor en solo lamer así que se decidió para poder meter aquel falo en su boca, y cuando lo tuvo dentro hasta la mitad elevó sus ojos para ver al rubio, gimiendo alrededor de su pene cuando encontró la mirada vidriosa e intensa de Hyunjin y como este ahora llevó su mano libre a su mejilla para acariciarla lentamente, empujando en los lugares en donde su pene lograba notarse a través de su piel.
— Vamos bebé — su voz ronca encendió el líbido en él, incitándolo a complacer al mayor solo para seguir escuchando su voz mientras lo halagaba. —, chupa la polla de hyung.
Gimió como respuesta, pues era lo único que podía hacer, Hyunjin empujo sus caderas levemente hacia adelante logrando que su pene tocara profundo en él, su ceño se frunció hacia abajo mientras sus mejillas se pintaban de rojo, se sentía tan lleno y perdido en la sensación, sus mejillas punzaban por el dolor de tener algo tan grande en su boca pero no le importaba, quería más de eso, quería todo lo que Hyunjin le daba, lo quería tanto, como si fuera adicto a él, como si Hyunjin fuera su nueva y ahora única droga.
Su cabeza se balanceó de adelante hacia atrás, la mano que Hwang mantenía en su cabello ahora apretaba ligeramente así como empujaba, se aguantó unas cuantas arcadas y pequeñas lágrimas adornaban sus ojos mientras su mirada no perdía la de su mayor, podía ver la lujuria y el placer en ellos, el cómo disfrutaba de sus acciones y cómo ansiaba más.
Hyunjin gruño aumentando el ritmo de sus estocadas. — Ya casi, joder, tan cerca. — susurró con voz perdida, Seungmin retrocedió y chupo con fuerza la punta antes de alejarse por completo. Hyunjin lo observó confundido.
— No quiero que te corras en mi boca — sus manos rodearon el cuello del más alto y junto a él se dejó caer lentamente sobre la cama, con un suspiro complacido por la cercanía abrió sus piernas dejando que Hwang se posicionara en medio. Él acarició, como en un inicio, sus muslos, bajando y subiendo lentamente. Sus caderas se movieron hacia arriba, causando un roce entre ambos miembros que los hizo jadear. —, dentro — susurró —, quiero que te corras dentro de mí.
Hyunjin asintió mientras dejaba pequeños besos en sus labios y mejillas, una de sus manos se coló en su entrepierna, ignorando deliberadamente su endurecido pene y yendo directamente hacia la rosada abertura en medio de sus nalgas, un dedo se frotó sobre su entrada, tanteando el lugar y tentando su paciencia, sus manos bajaron del cuello de Hyunjin hasta su trasero y lo apretó suplicante por que dejara de jugar con él y le diera lo que quiere.
Hyunjin rió ronco sobre sus labios. — Paciente — dijo divertido, Seungmin puchereo mientras un quejido brotaba en medio de sus labios cerrados. —, se paciente, cariño, te daré todo lo que quieres.
— ¿Y si quiero que me folles, ahora?
Frunció su nariz cuando el rió de nuevo antes de empujar sus caderas de nuevo hacia arriba, esta vez más insistente, no dejó de moverse creando una deliciosa fricción que le voló la cabeza y le arrancó más de un gemido y dos gruñidos a Hyunjin.
— No juegues con mi cordura, precioso.
— No lo haré si tú no lo haces. — Hyunjin alzó una ceja antes de ingresar de golpe dos dedos en su interior. — ¡Ah! — la sorpresa, el alivio y el placer se hicieron presentes junto a la necesidad cuando pudo sentir los anillos de Hyunjin chocar contra su culo, se balanceó tratando de conseguir más contacto y Hyunjin empezó a mover sus dedos dentro y fuera de él, jugando, a veces iba lento, tan lento que podía sollozar y suplicar por más, y otras veces iba rápido, rápido y duro, tan duro que sus manos ahora se aferraban a las sábanas debajo de él mientras sus cabeza se ladeaba hacia la izquierda y sus ojos se cerraban presos del intenso sentir placentero.
Hyunjin aumentó un tercer dedo y estos se movieron frenéticos dentro de él, estirándolo, dilatandolo y acariciando sus paredes internas, haciéndolo sollozar complacido, Hyunjin era su dulce alivio, todo lo que necesitaba para dejar de ser un malestar.
De pronto se quejó alto por sentir un frío vacío. — Cariño, por favor.
Hyunjin se levantó, soportando su peso sobre una de sus manos mientras la otra iba hasta su pene, se masturbó jadeante por algunos segundos, extendiendo su presemen a través de todo su falo antes de guiarlo hasta su entrada y presionar la punta contra su abertura, aguantó la respiración ansioso y expectante, Hyunjin se hundió tan lentamente dentro de él que el aire se le escapó con una densa neblina leve, entrecortado y con la voz temblante gimió débil mientras su pelvis se elevaba hacia arriba en una clara señal de que quería que se moviera.
— Vamos Jin, muévete. — Hyunjin se movió corto hacia adelante, enterrándose más profundo en él antes de retroceder lentamente y volver hacia el frente con certeza, su espalda se arqueó y sus pechos se tocaron compartiendo el calor de sus cuerpos, Hyunjin besó su mandíbula y subió por un lado hasta llegar a su oído y morder su lóbulo en tanto sus embestidas tomaban fuerza y velocidad.
— Joder, Min — gruño contra su oído mientras sus manos ahora se sostenían de su cintura, el agarre sobre él fuerte y demandante, estaba seguro que a la mañana siguiente habrían marcas en esa zona. —, eres tan apretado ¡mhm! después de todas las veces que te he tomado.
Sollozó cuando Hyunjin encontró su punto. — ¡Hy- Hyunjin! ¡ah! — su cabeza giró, buscando los labios del más alto. Hwang lo besó castamente, ambos estaban más concentrados en el baile que hacían sus caderas, sincronizandose para sentirse. — Más rápido... por favor, ¡Ngh! ¡Me tienes tan bien! — el rubio bajó sus castos besos hasta su pecho, jugando con las protuberancias que sobresalían, ambas bolitas rosadas se alzaban apetitosas y el mayor no dudó en tomar una en su boca, degustando de su sabor y de cómo volvía loco a Seungmin.
El menor se retorcía debajo del cuerpo del más alto mientras jadeos roncos y gemidos entrecortados escapan de sus rojos e hinchados labios.
Se sentía perdido en las sensaciones y el calor de Hyunjin, solo era consciente de él y de como lo sostenía con tan fuerza, como si temiera perderlo de un momento a otro, amaba como se sentía seguro en sus brazos y como sus besos lo calmaban.
— Gime mi nombre, cariño — rugió contra sus labios luego de haber dejado en paz los hinchados y adoloridos pezones, Seungmin sintió sus calientes lágrimas bajar por sus mejillas, su débil cuerpo siendo incapaz se soportar más sobreestimulación, mientras Hyunjin todavía seguía arremetiendo cual bestia contra su maltratada entrada. —, ¿quién es el único que puede tener así? sollozante de placer, nadie — su pecho vibró con un gruñido. —, nadie puede verte así más que yo.
— ¡Mhm! Si, Hyunjin... — sus piernas se enrollaron alrededor de la cintura del más alto acercándolo más a él. — Tú, solo tú — sus labios entreabiertos dejaron escapar un jadeo sin aliento. — so-solo tengo ojos para tí...
Los claros ojos de Hyunjin se oscurecieron y su pene vibró en su interior, salió de él hasta solo dejar la punta dentro y luego se hundió con una brutalidad que sacudió levemente la cama, más embestidas así siguieron y el colchón tembló junto a Seungmin, ambos estaban alcanzando su orgasmo, podían sentirlo. El menor reclamó una vez más los labios del rubio en un ansiado y descoordinado beso demandante, en donde sus lenguas inquietas se entrelazaron entre ellas compartiendo el calor de ambos y expandiéndose en el ambiente que ahora se sentía cargado.
Ambos con los ojos entrecerrados y sin dejar el intenso beso se movieron más cerca el uno del otro, no dejando ni un espacio entre ellos dos mientras con miradas brillosas se gritaban lo que ninguna se atrevía a decir en voz alta.
En cuanto el orgasmo los atacó Seungmin gritó por última vez su nombre y se corrió tan fuerte y largo que su cuerpo no dejaba de temblar después de eso, mientras el líquido blanco saltaba sobre su pecho, Hyunjin se hundió tan profundo en él y se dejó ir ahí, llenándolo con su semen y haciéndole sentir caliente.
El mayor se mantuvo en su posición mientras lo observaba a los ojos, besó sus labios lentamente y dejó que se calmara pero aún así no salió de él hasta que Seungmin los giró, de manera que se encontraba sentado encima del rubio.
— ¿Qué tan drogado estás? — preguntó Hyunjin mientras acariciaba su cintura, Seungmin se movió sobre su pene amenazando con otra erección.
Seungmin sonrió antes de inclinarse y besar sus labios castamente. — No necesito drogas si te tengo a tí. — Hyunjin se sentó, arrastrándose con Seungmin sobre él hasta que su espalda y cabeza chocaron con el respaldar de la cama, mientras que el menor ahogaba jadeos por el movimiento de la polla de Hwang aún dentro de él. Ocultó su rostro en el espacio entre el cuello y el hombro del más alto y su cadera se movió en círculo, suspiros escaparon de sus labios. — Te amo Jin...
Temió. Sus manos se aferraron al pecho del rubio y no quiso levantar la mirada aún cuando Hyunjin insistía en que lo mirara. El mayor tomó su mentón entre sus manos y lo obligó a verlo y nada pudo evitar las lágrimas que se originaban en las esquinas de sus ojos.
Hyunjin lo besó. — Yo también te amo, Minnie.
No necesitaba alcohol, sexo y drogas, no si lo tenía a él, y con él, una nueva y mejor vida.
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