𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨

2 años después

El encierro me estaba enloqueciendo, no había noche en la que no llorara hasta caer dormida, mi cuerpo estaba vivo pero mi alma se había ido con el, me veía en la misma rutina, despertar, comer, distraerme con algún libro y dormir, una y otra vez.

—Vamos, necesito tu ayuda.—Brenner irrumpió en mi habitación.

—No me molestes.—Hablé entre dientes.

—No tienes otra opción.

Tenía razón, desde que me pusieron aquel chip para bloquear mis poderes era completamente indefensa.

—¿No te gustaría ver a Once?

—Créeme en estos dos años lo último que he querido es verla.—Suspire fastidiada de su presencia.—Ahora, ¿Puedes dejarme sola?

—Me temo que eso no será posible.—Se acercó tomando mi brazo obligándome a levantar.—Camina.

—¿Para que me necesitas?—Luego de tanto volví a ver el laboratorio, igual de repulsivo como lo recordaba.

—Once no ha podido avanzar con sus poderes y se que tú puedes ayudarla.

—¿Que te hace creer que lo haré?

—Vas a estar vigilada, cualquier cosa que intentes no va funcionar.

—¿Por qué no me matas de una buena vez?

—El peor castigo que te puedo dar es mantenerte con vida, Tres.

—Dafne.—Interrumpí.

—Durante tu libertad tuviste ese nombre, aquí eres Tres.

Camine perdida en mis pensamientos, sintiendo como los pasillos se alargaban a cada paso que daba.

—Ven conmigo, Dafne...

Me sobresalté deteniéndome de golpe, era su voz estaba segura de eso, pero al voltear no había nadie únicamente Papá se mantenía a mi lado.

—¿Que te sucede?—Hizo una mueca.

Solo negué, sabía que mi cabeza estaba jugando conmigo aunque de cierta forma me reconfortaba escuchar su voz luego de tanto tiempo.

—¡Tres!—Once me sonrió.

Aunque para mi ella ya no era nadie, mi corazón estaba resentido y no había manera de remediarlo, únicamente le lance una mirada seria.

—¿Por qué no haz avanzado con tus poderes?—Hable.

—No puedo... No se como.

—Sabes bien como usarlos.—Enarque una ceja.

Me acerqué a ella pasando a su espalda, ante la atenta mirada de Brenner y los moderadores.

—Incrementas tú poder cuando sientes peligro, recuerda algo que te asuste, quizás eso te ayude.—Acerque mi mano a su hombro.

—Tres.—Papá regañó.

—Lo siento, no puedo hacer nada más por ella.—Me aparte ignorando su mirada.—No es mi culpa que no sepa manejar sus poderes.

—Llévenla a su cuarto.—Ordenó.

Uno de los hombres vestido de blanco sujetó mi brazo obligándome a salir del lugar, como había dicho, no podía hacer nada por ella pues yo tampoco había terminado de aprender a usar mis poderes a la perfección.

—Dafne...

Mi mirada se elevó hacia el hombre que me acompañaba, solté un chillido cuando lo vi, tal y como lo recordaba durante los años en el laboratorio.

—Tienes que venir...

La respiración estaba entrecortándoseme, cerré los ojos y me pegue a la pared con algo de terror junto a la culpa de lo que había ocurrido.

—¡Llamen a Brenner!


Abrí mis ojos, para ese momento ya estaba en la enfermería sin entender como había llegado ahí, traté de levantarme pero el sonido metálico llamo mi atención, me encontraba esposada a la camilla como si fuese una criminal.

—Despertaste.—Una enfermera se acercó.

—¿Que sucedió?—Murmuré algo asustada.—¿Donde está?

—¿Donde está quien?—Hizo una mueca.—Tuviste un ataque, estabas gritando preguntando una y otra vez lo mismo... Luego solo te desmayaste.

—Creo que estoy perdiendo la cabeza.—Murmuré.—¿Puedes quitarme esto?

—Lo siento, Brenner dio órdenes claras de mantenerte esposada durante tu tiempo aquí.

—Por favor... Se que tienes la llave.—Fije mi mirada en ella.

—No, no la tengo.—Tocó el bolsillo de su mandil.

Ahí estaba, solo tenía que encontrar la forma para que me la entregase, me acurruque en la camilla sintiendo mis propios latidos los cuales se aceleraban al recordar la voz de mi más grande amor, luego de tanto tiempo, ¿Realmente había perdido mi cordura? De así serlo no me importaba, si esa era la única opción que tenía para recordarlo estaba bastante conforme.

—¿Tres?—Una voz me llamo en el umbral de la puerta.

Dirigí mi mirada encontrándome a quien alguna vez consideré familia.

—¿Que quieres?—Bufé.

—Hablar contigo...

—Ya lo hiciste, ahora puedes irte.

—No quiero que sigas enojada conmigo, no te he visto desde hace mucho tiempo.—Murmuro acercándose a mi.

Ignoré por completo sus palabras, no podía escucharla sin sentir mi estomago revolverse.

—Lo siento.

—¿Lo sientes?—La observé.—¿Qué sientes Once? ¿Sientes el haberme destruido? ¿Sientes haberme quitado lo que más he amado en el mundo?

—Eres mi hermana...

—¿Hermana? No soy tu hermana.—La
vi sobresaltarse.—Tú mataste mi cariño por ti, mataste a mi confianza, mataste mi propia alma... Y vienes a disculparte.

Apreté la mandíbula conteniendo mis lagrimas.

—No quiero verte, por favor sal de aquí.

—Dafne...

—¡Que te vayas!—Trate de mover mi mano esposada para darle un empujón pero no pude.

Únicamente llame la atención de la enfermera quien corrió hacia nosotras, no podía controlarme, hice un esfuerzo nulo por liberarme.

—Once ve a tu cuarto.—La mujer me abrazo tratando de calmarme.

Pude ver a la menor con sus ojos al borde de las lágrimas, pero no sentía remordimiento alguno, al tener a la enfermera así de cerca me calmé y tomé la oportunidad para quitarle la llave, después de todo esa visita había servido para algo.

—¿Que le haz dicho?—La mayor me miro con severidad.

—Lo que debí decir hace mucho tiempo.—Gruñí apretando la llave con mi mano.

—Si esto vuelve a ocurrir voy a sedarte, Tres.—Amenazó.

Únicamente deje caer mis hombros fingiendo redención, volviendo a posar mi cabeza en la almohada escondiendo abajo de esta la llave, únicamente debía esperar a la noche para empezar mi pequeño plan.

—Dafne...

—¿Donde estás?—Observe el lugar, bastante tétrico, ¿Estaba teniendo una pesadilla?—Peter... ¿Donde estás?

—Tienes que venir...

—¿A donde?—Ahi estaba de nuevo mi respiración histérica.

—Sabes bien a dónde ir...


Desperté de aquel sueño, coloqué mi mano en mi boca para evitar mis sollozos pues el llanto ya se había hecho presente.

¿A donde tenía que ir? No tenía la menor idea, al empezar a sentir la calma en mi ser pude tomar la llave para quitarme la esposa cuidándome de no hacer ruido, me acerque a la puerta y la abrí liberándome de la enfermería.

Tenía solo una oportunidad, necesitaba una tarjeta de acceso para ir a donde necesitaba, quizás podría robarla a un moderador.

—¿Que haces aquí?—Uno de los hombres de blanco habló cuando doble la esquina.

—Necesito ayuda, la enfermera...—Fingí desesperación.—Acaba de...

Imite mi propio llanto mientras me tambaleaba, el me sostuvo evitando que cayera y en ese momento sujete su identificación, a cada segundo mi oportunidad de huir se acercaba.

—Quédate aquí, iré a ver qué ha ocurrido.

—De acuerdo.—Asentí abrazándome a mi misma para ocultarle la tarjeta.

Tan pronto como entro a la enfermería corrí tan rápido como mi cuerpo me lo permitía, conocía bien aquel recorrido, solo pase aquella identificación la cual me dio acceso a la última puerta, cada vez me ponía más nerviosa sintiendo como mis piernas temblaban.

—Por fin...—Murmuré al entrar al sótano.

El lugar estaba tal cual recordaba, busqué rápidamente aquel túnel que me liberaría. Puse mis manos en la reja de aquel pasadizo quitándolo, entre tan pronto como pude sabiendo que nadie podría entrar.

—¡Debe estar aquí!—Una voz me hizo saber que mi búsqueda había comenzado.

Y yo estaba en desventaja pues tan rápido como vieran mi rastreador me encontrarían, pero eso era lo de menos, salí directamente al bosque como alguna vez Peter me dijo que lo haría.

—Mierda...—Murmuré al escuchar gritos en el laboratorio.

Tenía que apresurarme, tenía que llegar o de lo contrario me culparía el resto de mi vida.

—Corre Dafne, tienes que venir...

Caí entre ramas y hojas del bosque, pero me volví a levantar sintiendo el dolor de mis rodillas raspadas, la desesperación llego cuando a lo lejos escuchaba más pasos, me estaban siguiendo de eso no había duda.

¿Donde estaba? No podía desorientarme en ese momento, tenía que encontrarlo, seguí mi propia consciencia guiándome a mi único hogar, una ventisca golpeó mi cuerpo haciéndome temblar pero al mismo tiempo soltar un suspiro pues lo había encontrado.

Mis piernas estaban por darse por vencidas, pero me mantuve de pie, ahí estaba la cabaña bastante destruida con sus ventanas rotas y la madera sucia.

—¡Peter!—Pude recuperar el aire al dar un golpe a la puerta pasando.

No había nadie, únicamente podía sentir el viento y como aquellos pasos eran cada vez más cercanos.

—¡Peter!—Volví a gritar desesperada.

No obtuve respuesta, ¿Eso era todo? ¿Había enloquecido? Solo pude gritar sintiendo mis cuerdas vocales desgastarse mientras mis lagrimas salían sin parar me deje caer al suelo, no podía serlo, el debía estar ahí, debía poder verlo una ultima vez.

Tic Tac, Tic Tac.

Un extraño sonido me hizo levantarme, era lo único que podía escuchar, incluso los pasos que me seguían se habían marchado y el viento se había pausado, no sentí más frío, únicamente tragué saliva al sentir algo recorrerme.

—¿Peter?—Balbuceé.

Aquello me estaba arrullando en sus brazos a mis espaldas, al mismo tiempo que sentía algo enredarse en mis talones inmovilizándome, quería girarme a verlo pero tan pronto como lo intente ese voz que adoraba me habló.

—No voltees.

—Peter...—Volví a llorar.—Déjame verte.

No dijo nada, solo mantenía su agarre, la paz inundó mi corazón, estaba con el una vez más, quizás la última.

—Haz llegado.

—Iría a donde sea que digas.—Sonreí trate de tocarlo pero algo en mi lo evitó.—Solo quiero estar contigo...

—Ahora lo estarás, serás una parte más de mi.

Su voz me hacía estremecer y al mismo tiempo me daba la comodidad que necesitaba.

—Te he echado mucho de menos...—Balbuceé.

—Dafne, nunca más vas a extrañarme...

Relamí mis labios, sabía el después de esto, sabía que iría con el para siempre y era lo único que deseaba.

—¿Todavía me amas?—Hablé con suavidad mientras mis ojos empezaban a cerrarse.

—Todavía te amo.

Fue lo ultimo que escuché, lo último que supe, lo último que alguna vez sabría de mi amor, mi vida, mi todo... Había tenido mi fin entre sus brazos y era feliz con eso.

He amado a Peter desde que tengo memoria y lo amaré a donde sea que mi alma fuera, ahora sería parte de el, sería su fortaleza y poder, siempre sería suya... Mi amado Peter, mi obsesión.

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