013



Caminé en la oscuridad del pueblo, no tenía miedo, mataría a cualquiera que intentara meterse conmigo, estaba bastante molesta como para pensar con claridad.

—¡Def... Ne!—Mi único amigo se acercó abrazarme por los hombros.—La princesa escapó del castillo.

—No fue tarea fácil, pero lo hice.—Instantáneamente cambie de humor, me alegre al estar ahí.

—Ten.—Me extendió un vaso.—Bebe un poco, te quitará esa cara pálida que traes.

—¿Que es esto?—Hice una mueca al sentir la amargura.

—¿Eso importa? Solo bebe y luego lo sentirás como agua.—Parecía mareado y eso me hizo reír.

—Bueno, al parecer esto ya te sabe a agua.—Sacudí mi vaso antes de volver a tomar tratando de beberlo por completo.—Agh que sabor tan desagradable.

—¡Ten bebe un poco más!—Volvió a servir en mi vaso haciendo reír por su poca coordinación.

—Necesitas sentarte.—Hable con diversión.

—¡Y tú! Necesitas bailar.—Empezó a sacudirse fingiendo hacerlo.—Pero no conmigo, estoy tan borrachos que te vomitaría encima... ¡Oliver, ven y baila con esta preciosidad!

—Steve, no se bailar.—Me sobresalté.

—Cuando hayas bebido lo suficiente, sabrás bailar.

¿Es que está bebida era mágica o algo así? Volví a levantar el vaso haciendo una mueca mientras aquel chico de castaños cabellos se me acercaba.

—Hola.—Me saludó con una cálida sonrisa.

—Los presento... Dafne, Oliver, Oliver, Oliver.

Ambos lo miramos extrañados al mismo tiempo que mi amigo se despedía con una sonrisa.

—¡Este casamentero se va para su casa!—Sacudió por última vez su mano dejándonos solos.

—Así que... Dafne, como la del mito.—Saludó.—Bailemos.

—No se cómo hacerlo.—Advertí mientras el sujetaba mi mano llevándome con el grupo de jóvenes a mi alrededor.

—Ya sabes solo... Siente la música.—Fingió pasar una corriente por su cierto haciéndome sonreír.—Te enseñaré.

Únicamente seguí sus movimientos de forma torpe causándole así risa, pero no me preocupaba, realmente estaba disfrutando esto. Libertad, juventud, ¿Esto se supone que era la vida? Quizás no era tan mala como Peter solía planteármela.

—Ves, no bailas mal.—Habló mi coetáneo.

—Seré sincera, nunca antes había bailado.—Admití sintiendo un ligero cansancio.

—Estás agitada.—Rápidamente lo noto.—Vamos, necesitas un lugar con menos gente para refrescarte.

—De acuerdo.—Nuevamente sujeto mi mano guiándome.

Por momentos sentía mis hombros tropezar con las personas mi poca coordinación me haría caer en cualquier momento.

—Aquí, entra.—Una puerta de la casa donde estábamos fue abierta por el.

Siguiéndolo entre, tal y como había dicho el no estar rodeada de tantas personas me ayudaba a recuperar el aliento y sentir mi cuerpo enfriarse de nuevo.

—Excelente idea.—Felicite.

—Si... También necesitaba alejarme un poco.—Camino hasta una de las paredes arrimándose en ella para así dejarse caer en el suelo.—Mucho mejor, amo las fiestas pero tener a adolescentes sudorosos a mi al rededor no es mi parte favorita de ellas.

—No está mal...—Fui a su lado dejándome caer.—Al menos no me queda una mala primera impresión.

—Es la primera vez que te veo.—Interrumpió.

—Quizás ya me habías visto antes en la escuela.

—No, no, estoy seguro de que recordaría esa cara bonita.

Mi mirada bajo a su mano la cual puso sobre mi rodilla empezando a dar golpecitos con sus dedos.

—Uhm, creo que ya estoy lista para regresar.—De un brinco me levante del suelo quitando su mano de mi.

—E-Espera.—Está vez tomo mi mano evitando que me marchase.—¿Tan pronto?

—Si.—Sacudí mi mano.—Si me soltases te lo agradecería mucho.

Sentí un ligero malestar al mismo tiempo que una alucinación me dejaba perpleja.

—¿Peter?—Corrí hacia una de las ventanas donde creí haberlo visto.

Note instantáneamente su ausencia, pero había algo que me ponía nerviosa, en mi cabeza empezaba a escuchar ligeros murmullos con su voz.

—¿Escuchas eso?—Tapé mis oídos tratando de silenciarlo, pero no podía.

—Bebiste demasiado, Dafne.—Oliver se acercó de nuevo a mi.

—Tengo que irme.—En mi intento de ir a la puerta me vi interrumpida por el mismo chico.—Déjame salir.

—No tan rápido, quédate un poco más.—Camino hacia mi posando sus manos en mi cintura.

—Oliver, aléjate de mi... No quiero lastimarte.—Di unos pasos atrás siendo seguida por el.

—Tranquila, solo déjate llevar... Estamos solos tú y yo.—Cuando acercó su rostro al mío finalmente reaccioné dándole una bofetada.

—¿Que crees qué haces?—Me dio un empujón haciendo que mi espalda chocara con la pared.—Quise ser lindo contigo, pero si así lo quieres... Será por las malas.

—Oliver tengo que irme.—Repetí bastante angustiada.

No debí desobedecer a Peter, la culpa de haberlo hecho me estaba carcomiendo, ¿Y si me estaba buscando? No quería imaginar lo que me haría al enterarse, seguramente me mataría.

—No iras a ningún lado.—Sentí su cuerpo presionar al mío.

—¡Aléjate!—Esta vez sujeto una de mis manos evitando así que forcejeara.

—Nadie puedo escucharte Dafne, todos están borrachos y con la música tan alta que les explotarán los tímpanos en cualquier momento.—Lo escuché reír mientras una de sus manos se deslizaba por debajo de mi blusa llegando a mi busto.

—Oliver, detente o tendré que-

—No puedes hacer nada, solo quédate quieta.—Bufó.

—Suéltame...

Trate de empujarlo pero la fuerza que oponía contra mi era más, el sentir sus labios en mi cuello me había llevado al límite, nadie podía tocarme de esa manera además de quien amaba y Oliver pagaría muy caro sus acciones.

—¡Dije que me sueltes!—Grite haciendo que la ventana y demás cristales de la habitación de rompiesen.

Pude verlo retroceder asustado, en ese instante supo que yo lo hice pues la música afuera se había detenido, al parecer mi molestia había abarcado los demás objetos de la casa.

—Estás loca.—Murmuró tratando de correr a la puerta.

—¿Tan pronto te vas?—Gruñi entre dientes.

Mi mirada lo había aterrado, lo único que quería era verlo sufrir, quería matarlo y eso haría, ese sería su castigo.

—Daf-

La sangre llenó el suelo de la habitación, me había asegurado de que cada órgano interno explotase dentro de si llegando a perforar varias partes de su cuerpo de donde el fluido rojo fue expulsado.

—Oh no.—Volví a la realidad.

¿Que había hecho? Los gritos a fuera de la habitación empezaron a sonar, no era por mi, había algo más ahí afuera aterrándolos y provocando aquellos gritos de lamento, había provocado al diablo y estaba por recibir mi castigo.

—Peter...

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