006



Abrí mis ojos, sentí comodidad en mi cuerpo y una ligera molestia presente en mis heridas, rápidamente noté que estaba acostada en mi cama y pude divisar en la ventana como el cielo ya había oscurecido, ¿Cuánto tiempo estuve dormida? Voltee tratando de ver al otro lado de la habitación donde se supone estaba la cama de Peter y ahí estaba sentado mirándome.

—Ya despertaste...—Su voz era la que recordaba, calmada.

No dije nada solo me recline en la cama ignorando sus palabras, no quería verlo. El notando mi disgusto se levantó caminando hacia mi, su peso se hizo presente pues se sentó en el borde quedando junto a mis piernas, noté que mis rodillas estaban cubiertas por una tela, el me había curado.

—Se que estás enojada por lo que hice, pero tenía que castigarte, no puedes romper las reglas.—Colocó su mano en mi pierna empezando a danzar sus dedos en la misma.

—Quedamos en que no habrían reglas...—Murmuré negándome a verlo.

—Tienen que haberlas por tu seguridad, pero tienes razón, no te dije que estaba prohibido y que no.

Su mano se acercó a mi herida vendada sin tocarla, estaba acariciándome para olvidar el dolor y lo estaba consiguiendo pues únicamente me concentré en el cosquilleo que me estaba provocando.

—Tres...

—Dafne.—Interrumpí con un murmullo.—Quiero que me llames así.

El sonrió de lado mientras acercaba su rostro a mi pierna para empezar a repartir besos en la misma con tanta lentitud que mi respiración empezaba a disminuir.

—Dafne...—Habló entre besos.—Lamento lo que te hice.

—No te voy a perdonar.—Fruncí el ceño mientras el mantenía aquella sonrisa coqueta que me estaba enloqueciendo.

—Me desobedeciste, no puedes hacerlo.—Apartó su rostro dejando de repartirme besos pero manteniendo sus caricias.

—¿Que puedo hacer entonces? Te fuiste y me quedé sola.—Me quejé pero rápidamente me calle viéndolo pasar entre mis piernas para posicionarse frente a mi.—¿Cuales son las reglas entonces?

Mi cuerpo tembló cuando el metió su mano a mi blusa empezando a pasar sus dedos por la curva de mi cintura que llevaba a mi cadera una y otra vez.

—Salir sola está prohibido.—Acerque mis labios a los suyos rosándolos.—Hablar con la gente está prohibido, mentirme está prohibido, son tres simples reglas... Síguelas y no volverán haber mas castigos.

—Serán momentáneas, ¿Verdad?—Lo mire a los ojos.

—Si, momentáneas.—Seguía concentrado en mi cuerpo.—¿Todavía sientes dolor?

—Ya no, estoy mejor.

Rompimos la poca distancia que teníamos besándonos, el apretó con suavidad mi cintura haciéndome suspirar, no mentía cuando dije que su contacto me quitaba el dolor.

—¿Donde estuviste?—Balbucee entre besos.

—Solo salí para asegurarme que nadie nos encontraría aquí.—Contestó continuando con el beso.

Sabía que me estaba mintiendo, pero en ese momento ya no me importaba solo ansiaba besarlo y nunca separarme de sus labios.

—No haz comido nada en todo el día, quédate aquí, traeré algo para ti.

Esa noche reafirmé que el amor que le tenía estaba sobre cualquier cosa que me hiciera, con un beso olvidaría todo, el era mi ángel y mi demonio, nadie lo entendería como yo lo hago.

Durante el día siguiente me quedé leyendo un libro mientras Peter se había ido, no volvería a salir pues era parte de las reglas y yo haría todo lo que el me pidiera.

—¿Peter?—Levante la voz cuando escuché la puerta ser tocada.

Nuevamente alguien volvió a dar golpecitos provocando que me levantara caminando con un poco de dificultad por las vendas, abrí la puerta encontrándome con el mismo chico de ayer.

—¿Que haces aquí?—Me sobresalte.

—¡Dafne!—Me sonrió.

Lo agarre de la camisa obligándolo a entrar, si Peter lo veía seguramente lo mataría y a mi por mentirle.

—Wow, bonito lugar.

—¿Que haces aquí?—Grite asustada.

—Me preocupe, estuve buscándote por el bosque toda la mañana y finalmente aquí estás.—Sonrió.

—Tienes que irte, ya.

—¿Que te sucedió?—Miro mis rodillas.

—Solo me caí, ahora vete.

—Que arisca... Mira se que ayer te asusté, pero no fue mi intención, no soy alguien malo solo quería conocerte.

—Soy Dafne es todo lo que necesitas saber, Steve.

—¿Que te pasa? ¿Por qué estás asustada?—Enarco sus cejas.—Juro que no te voy hacer daño, solo quiero conversar.

—No es por ti...

—Creí que vivías sola.

—No, vivo con alguien.—Afirmé.—Vete, me vas a meter en problemas.

—De acuerdo... Espero veré pronto en el instituto.—Sonrió.

—¿El que?—Lo detuve.

—Ya sabes, escuela, colegio... Donde aprendes.—Explicó.—No me digas, ¿Estudias en casa?

—Hmm si, ¿Tú no lo haces?—Hizo una mueca.

—No, todo el mundo va o ha ido a una escuela.

—Escuela...

—Trata de convencer a quien sea con quien vives de ir, estaría feliz de verte ahí.

—Quizás, b-bueno ahora vete.

El sujeto mi mano y dejó un beso en la misma antes de marcharse, ahora tengo un tema pendiente con Peter gracias a ese chico.

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