Final.

El tiempo pasaba cada vez más rápido. Las calles estaban repletas de carteles de "SE BUSCA" con el nombre de Lee Minho. Nadie lo veía por ningún lado y su madre estaba devastada, su hijo era su soporte y el haberlo perdido, la hundía en una profunda depresión.

Hyejoo también estaba mal por el asunto y Jisung cuando iba a la escuela, también estaba triste. ¿Dónde estará Minho? Él sólo había secuestrado a Kento.

Hyejoo había desconfiado de Jisung, de hecho, en varias ocasiones. Pero sus padres decidieron no involucrarse por el bien de todos. Una, dos y tres denuncias cayeron sobre Han, pero no tenían pruebas suficientes como para ir a revisar su humilde morada.

Minho seguía encerrado en ese oscuro lugar, sin luz, con poca comida y siendo torturado todas las noches. Estaba harto de intentar escapar, gritaba mientras Jisung no estaba en casa, gritaba hasta cuando estaba con la esperanza de que lo rescataran, pero era en vano.

一¿Cómo has estado, conejito? 一el dueño de aquella espeluznante voz, se agachó para poder estar a su altura. La única luz que entraba al lugar, era la que se colaba por los pequeños agujeros de la escotilla que dividía la habitación principal del sótano.

一¿C-Cuándo... Me dejarás ir? 一pudo vocalizar el que estaba atado de pies y manos a una pared.

Pudo sentir cómo el otro se acercaba a él, su respiración chocaba con su cuello. El más alto comenzaba a sollozar. No otra vez.

一Por favor, ya n-no lo hagas. 一el contrario se apegó aún más a él, mientras pasaba su mano por debajo de su camiseta.

一Shh... 一susurró junto a su oído, mientras subía aún más su mano y lo toqueteaba sin su consentimiento. Las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas, todas se perdían en su cuello, junto con los besos húmedos que el otro le estaba proporcionando.

Se levantó y lo desencadenó, sólo sus brazos quedaron al aire libre. Levantó su camiseta hasta quitársela y comenzó a repartir besos por todos lados. Como cada noche, hacía ya bastante tiempo. Sin temor alguno, comenzó a desabrochar su pantalón, mientras veía su cuerpo con deseo. El otro no se dejó y pese a estar atado de pies, le dio un puñetazo.

Un extraño gusto metálico se instaló en la boca del enemigo y saboreó unos segundos, hasta que reconoció que su víctima le había partido el labio. Se acercó de nuevo, sin expresar emociones.

一Iba a dejarte ir la próxima semana, pero... No haces más que complicar mi vida. 一habló por última vez, antes de meter su mano en el bolsillo de su pantalón y enterrar una cuchilla en su pecho.

Minho sintió cómo su mundo se paraba, ya nada importaba, porque Jisung lo estaba matando poco a poco. La sangre no tardó en fluir, manchando su abdomen y bóxer, todo se volvió rojo y él sentía que no podía respirar.

Pero eso no fue suficiente. Porque el más bajo lo desencadenó por completo, total, Minho no podía hacerle nada.

Lo dio vuelta, bajó sus pantalones y ropa interior, manchándose con sangre. Llevó uno de sus dedos a su boca y lo lamió, luego intentó introducirlo en el interior de Honnie. El otro estaba inmóvil, sufriendo en sus últimos momentos de vida.

一Kenie, voy a hacértelo tan fuerte que voy a partirte en dos. 一susurró Jisung y el corazón de Minho se detuvo.

Una sola persona viva quedaba en aquel frío sótano, haciéndolo con un cadáver que aún seguía caliente. Pequeños gemidos lleno de placer se escapaban de los labios de Han, quien montaba los restos de Minho como sí todo dependiera de ello.

Se corrió en él y luego de un pequeño descanso, subió al piso superior. Preparó un té con hojas que había robado de la casa de la vecina y lo bebió hasta no dejar ni una gota. Luego se dirigió a su habitación.

Jisung abrió el pequeño cajón de su mesita de luz y apagó las luces de toda la casa, puesto a que ya eran altas horas de la noche.

Un disparo. Ya no habían personas vivas en la casa.
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