Capítulo 8.
Cuando el pelinegro despertó, era demasiado tarde. Un fuerte aroma a podrido rondaba en el lugar, no tenía la menor idea de dónde estaba y tenía miedo. Quiso levantarse, pero sus manos y pies estaban atados a la pared con una cadenas pesadas. El miedo lo consumía y comenzó a temblar, pasando por un ataque de ansiedad.
一Kento, bebé, no te asustes... Estoy aquí para cuidarte.
Encendió una pequeña luz amarilla en el centro de la habitación. Minho sintió cómo el vómito subía por su garganta y se instalaba en su boca. Había un enorme charlo de sangre donde él estaba amordazado y a su lado, un cadáver de alguien parecido a él.
"Kento", pensó. No podía ser, estaba en una pesadilla. Expulsó el vómito que estaba guardando entre sus labios y comenzó a llorar. Estaba más que asqueado.
一Amor, voy a sacar la basura. 一avisó Jisung, empleando toda su fuerza para cargar el cadáver que yacía a su lado.
Con las manos ensangrentadas, acarició el cabello de su amado Minho, que a sus ojos era Kento. Lo acarició repetidas veces y luego arrastró el cuerpo muerto hacia afuera del sótano.
Minho intentó salirse, pero para su desgracia, las cadenas estaban muy bien instaladas. Hizo fuerza con sus manos, brazos y pies, pero no hubo resultado alguno.
Estuvo haciendo aquel esfuerzo por aproximadamente cuatro horas. Estaba hambriento y su madre estaba preocupada por él. Su corazón latía con velocidad, pedía ayuda a gritos, pero era ignorado.
Mientras tanto, Jisung arrojaba el cadáver de Kento en la reserva ecológica más cercana. Allí estaba seguro de que no iban a descubrirlo.
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Cuando el pelirrojo volvió a su hogar, se aseguró de que su pequeño invitado estuviera a gusto. Minho lloraba en un rincón, atado y sentado sobre un charco de sangre putrefacta.
一Date la vuelta, amorcito. 一ordenó el menor一. Muéstrame todo.
Minho lo observó incrédulo. Jisung se acercó y se arrodilló junto a él. Besó todo su rostro, mientras con la misma mano ensangrentada, acariciaba su cabello. Sus manos se paseaban de sus muslos aún tapados hasta su abdomen, lo acariciaba. Minho moría del asco, tenía los ojos cerrados y no podía creer lo que ocurría frente a sus ojos. Su camisa fue desgarrada por un cuchillo y él moría de frío.
Jisung lentamente comenzó a jugar con sus pezones, los mordía, besaba y movía a su gusto. Sus manos se adentraron en el pantalón de su víctima, sus jeans eran sueltos y no se le complicó. Tocó su miembro por encima del bóxer y el suyo comenzó a ponerse duro con rapidez. Quitó el pantalón por completo, haciendo un corte en el medio. Las piernas de Minho estaban bañadas en sangre.
一Jisung, para. 一suplicó con pena一. Soy Minho, déjame ir.
Una bofetada impactó contra su rostro, dejándolo sin palabras. Dolía todo, sus manos, sus pies y su miembro, que era masajeado por los labios de Jisung. Le estaba practicando sexo oral, mientras el pelinegro lloraba.
一Cierra la maldita boca, amor. Ya te dije que no me gusta que hables cuando tenemos sexo. 一dio la orden de que se mantenga en silencio, pero el otro se removió en su lugar.
Jisung se separó y tomó un cuchillo que estaba al lado suyo. Se lo enseñó con recelo.
一¿Quieres que talle algo en tu estómago, amor? 一preguntó con sarcasmo, Minho se quedó en silencio一. Entonces quédate quieto y callado.
Las manos frías y ásperas de Jisung lo acariciaban de arriba a abajo, sentía sus pequeños vellos rozar las yemas de sus dedos, mientras el mayor se retorcía.
一Házmelo, cariño, házmelo cómo sólo tú sabes. 一suplicó Jisung y el otro se tapó con lo que alguna vez fue su ropa y ahora eran simples trapos de tela一. Te adoro como a nadie, mi cielo.
Jisung bajó sus pantalones y se sentó en la entrepierna de su víctima. Levantó su miembro y lentamente, lo introdujo en su interior. Minho ya no era discreto al llorar, sus lágrimas salían fácilmente de sus ojos.
El más bajo recostó su cabeza en el espacio que hay entre el cuello y el hombro de Minho y comenzó a moverse de arriba hacia abajo, dándose placer. Gemía bajo, mientras tomaba la mano desocupada de Minho y se masturbaba. Era algo completamente desgarrador de ver. La pequeña luz que los alumbraba, se apagó repentinamente.
Minho comenzó a gritar por ayuda otra vez y el otro no hacía nada para detenerlo, porque sabía que sería inaudible para el resto de los vecinos. No había escapatoria y al igual que Kento, iba a morir allí.
Minho se corrió en el interior de Jisung, aquel líquido caliente le prendía mucho más al pelirrojo. El activo también se corrió y la mano de Minho que lo estaba masturbando, quedó llena de fluidos corporales.
Jisung se levantó limpiando y lamiendo algunos rastros de semen que quedaron en él. Minho volvió a cubrirse para comenzar a llorar, como antes.
一Fue nuestra mejor noche. 一dijo alegre el más bajo一. Te veo mañana, Kenie.
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