Las semanas pasaban con velocidad. Los matones no habían vuelto a acercarse a Minho, ni al resto de sus amigos. Eran felices, Hyejoo, él y Jisung.

El invierno cada vez estaba más cerca y los días duraban menos.

Los sentimientos de Minho tenían una batalla en su interior. ¿Iba a decirte a Hyejoo que le gustaba o iba a dejar pasar la oportunidad de sentirse amado, sólo por vergüenza?

Su madre siempre le recordaba que no era bueno guardarse los sentimientos para uno, lo mejor era hablarlo con la persona que los provocaba.

Honnie: Hola, Joo.
Honnie: ¿Vamos al parque?

Hyejoo: ¡Claro!
Hyejoo: ¿A las seis?

Ambos acordaron verse a las seis de la tarde en el parque que más cerca les quedaba. Ellos dos, Minho quería confesarse.

Se arregló como todo un galán y por primera vez en mucho tiempo, cepilló su cabello para darle una forma elegante. Se calzó sus zapatos más lujosos y se vistió con la mayor cantidad de prendas negras. Su madre, como todos los días, le recordó lo guapo que se veía.

Salió de la casa y comenzó a caminar hacia donde habían arreglado, buscando interiormente las palabras correctas para poder decirle lo que sentía con claridad.
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Una habitación negra, no se veía nada, pero las paredes estaban rasgadas y el piso tenía agujeros, donde salían cucarachas. Estaba lleno de excrementos, orina y aromas asquerosos. Era inhumano estar allí encerrado y llevaba casi tres meses sin ver la luz del sol.

La puerta se abrió y el enemigo se dejó ver, como todos los días, antes de jugar con él y hacer lo que quisiese.

一¿Qué te hice para que me hagas esto? 一una temblorosa voz lloriqueó一. ¿Alguna vez te hice enojar? Te pediré disculpas.

一¡No amarme! ¿Acaso eso te parece poco, maldito desgraciado? 一el de pelo azabache se hizo bolita en el suelo一. ¿Nunca te diste cuenta? Ahora vas a pagar por todo lo que hiciste.

El miedo se vio reflejado en sus pupilas, pudo largar unas cuantas lágrimas antes de irse a dormir para siempre. El más bajó acuchilló su cuello, su pecho y su corazón, para expresar su dolor.

一Kento, ¿Por qué me hiciste esto?, ¿No te diste cuenta de que te amaba?

Vio el cadáver con asco, lo pateó y subió al piso superior. Esa noche iba a tirar los restos de Kento a la basura o tal vez lo cocinaría como muestra de su amor.

Salió de casa con un paraguas por sí llovía.
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Minho se confesó. No fue como él pensaba, al comenzar la primera oración, Hyejoo ya estaba sonriéndole como una tonta. Lo abrazó y luego ella le dejó un tierno beso en una de sus mejillas. No podía pedir más, estaba muy contento con su novia.

Ya eran casi las siete de la tarde y los tortolitos no podían apartar la mirada, uno del otro. Minho estaba preparándose mentalmente para un rechazo, pero para su sorpresa, había sido todo lo contrario.

Eran sentimientos mutuos.

Fueron juntos hacia la casa de la más bajita y con sus manos unidas, todo era más divertido. Algunas nubes arriba de ellos parecían amenazar con mojarlos y no se habían enterado, pero en el parque donde anteriormente estaban descansando, no estaban seguros.
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