Muchos jóvenes, muchos. Todos por todos lados, hablando, riendo o hablando mal de otros. Minho era el típico chico que, apenas llegar, hacía el lugar suyo y se llenaba de amigos. Pero por alguna razón, ahora se mostraba tímido. Habían muy buenas vibras en ese lugar, pero no se sentía cómodo con la presencia de alguien en específico, que aún no descubría quién era.

Una vez el timbre sonó, Minho buscó su asignación y fue al salón indicado. Se perdió intentando encontrarlo.

No veía personas en ningún lado y eso que el lugar era grande. Todos debían estar en sus salones, escuchando explicaciones de sus profesores. Pero ahí estaba él, perdido entre pasillos y ventanales.

一¿Te perdiste? 一una voz suave lo sorprendió, hablándole desde atrás一. N-No quise asustarte.

一Oh, no. Estoy un poco perdido, soy nuevo aquí. 一habló nervioso, rascando la parte trasera de su cabeza一. ¿Sabes cuál es el salón D-3? O al menos a quién puedo pedirle ayuda...

El más bajo rió, notando lo mal que se veía, realmente estaba perdido y todo eso era nuevo para él. Era un chico de poca altura y tierno, tenía el cabello rojizo y hablaba con timidez.

一De hecho, sí sé dónde está. ¿Quieres que te acompañe o con indicaciones estás bien? 一preguntó el del tinte gastado, para entrar en confianza.

一Está bien de las dos formas, pero... ¿Me acompañas? Sí no es una molestia. 一el más alto era bastante tímido.

El otro soltó una risa traviesa y tomó su mano, comenzando a arrastrarlo a quién sabe dónde.

Se había metido en la boca del lobo.
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