Capitulo 2: Incertidumbre
El amanecer se colaba por las rendijas de las cortinas, bañando con su luz tenue las paredes de mi habitación. Apenas había dormido. A mi lado, Sasuke respiraba profundamente, pero algo en su quietud me inquietaba. Su rostro estaba oculto bajo un mechón de cabello desordenado, y la fragilidad que irradiaba en ese momento hacía que mi pecho se comprimiera.
No era solo preocupación de hermano mayor. Era algo más oscuro, más profundo, algo que intentaba reprimir desde hacía mucho tiempo. Lo amaba, pero no de la forma en que debía amarlo. Lo sabía, y por eso odiaba el calor punzante que se extendía por mi cuerpo cada vez que pensaba en lo que había ocurrido la noche anterior.
No había sido correcto. Yo lo sabía, y él también.
Cerré los ojos por un momento, recordando cómo Sasuke había entrado en mi habitación. Se había acercado sin decir nada, su mirada evitando la mía, pero su cuerpo hablando por él. Había algo roto en su forma de caminar, algo que me desarmó. No pude decirle que se detuviera. No pude negarme.
Ahora, al mirarlo dormido junto a mí, la culpa era insoportable. Sus labios estaban levemente entreabiertos, y el suave movimiento de su pecho subía y bajaba de manera rítmica. Parecía tan vulnerable. ¿Qué había hecho? ¿Qué habíamos hecho?
Sabía que debía levantarme, prepararme para ir a trabajar, pero mis ojos seguían clavados en él. Quería quedarme, cuidarlo, asegurarme de que estuviera bien, pero eso no era posible. Desde que nuestros padres murieron, yo era el único que sostenía esta casa. Sasuke dependía de mí en todos los sentidos, y la única forma de protegerlo era cumplir con mis responsabilidades, aunque eso significara dejarlo solo ahora que más necesitaba de mí.
Finalmente, me obligué a salir de la cama. Preparé un desayuno sencillo: arroz, huevo y sopa miso. También dejé un vaso de agua en la mesa junto con un pequeño paquete de pastillas para aliviar cualquier malestar físico, aunque sabía que su malestar no era algo que pudiera curar con medicina.
Antes de irme, volví a la habitación. Lo observé por un momento, mi mirada recorriendo su rostro, el ligero sonrojo en sus mejillas que no podía saber si era fiebre o un vestigio de la noche anterior. Me acerqué, dejando un beso fugaz en su cabello.
—Descansa, Sasuke. Por favor, cuídate.
Salí de casa con un nudo en el estómago y una sensación de pérdida que no lograba apartar.
El trayecto al trabajo fue insoportable. El ruido del tráfico, los semáforos, todo parecía una burla a mi prisa por llegar al siguiente momento, al siguiente paso que me alejara de lo que había ocurrido. Aun así, mi mente seguía regresando a él.
Cuando llegué a la oficina, mis compañeros me saludaron, pero no respondí más que con un gesto vago. Me senté en mi escritorio y abrí los documentos que debía revisar, pero las cifras no tenían sentido.
Saqué mi teléfono y escribí un mensaje:
"¿Cómo estás? ¿Despertaste?"
Esperé unos minutos, pero no llegó respuesta.
Intenté volver al trabajo, concentrarme en las cuentas y las tablas que debía analizar, pero mis pensamientos seguían divagando. ¿Qué estaría pensando Sasuke ahora? ¿Me odiaba por no haberme detenido? ¿O acaso estaba tan perdido como yo en este torbellino de emociones?
Le envié otro mensaje:
"Por favor, contéstame. Quiero saber que estás bien."
Nada.
Con cada minuto que pasaba, mi inquietud crecía. Finalmente, mi jefe, Nakamura, notó mi distracción. Se acercó y habló con tono severo:
—Uchiha, te noto completamente fuera de lugar hoy. Si no puedes concentrarte, tal vez deberías tomarte el día libre, pero no puedes quedarte aquí sin hacer nada.
Le respondí con una disculpa automática, sin realmente procesar sus palabras. La verdad era que quería salir corriendo, pero sabía que debía quedarme. Necesitaba el trabajo, por Sasuke. Por los dos.
Cuando finalmente llegó la hora de salir, recogí mis cosas con rapidez y me dirigí a casa. La oscuridad del exterior parecía un reflejo de mi estado interno. El trayecto fue una mezcla de ansiedad y arrepentimiento.
Al llegar, noté que la casa estaba sumida en un silencio absoluto. Dejé mis cosas junto a la puerta y caminé hacia el comedor. El plato de desayuno seguía intacto, el vaso de agua sin tocar. Mi pecho se contrajo de inmediato.
—Sasuke —llamé en voz alta, pero mi voz se perdió en el vacío.
Subí las escaleras rápidamente y fui directo a su habitación. Giré el picaporte, pero estaba cerrado con llave. Golpeé suavemente.
—Sasuke, soy yo. Abre, por favor.
No hubo respuesta. Golpeé de nuevo, esta vez con más fuerza.
—Por favor, Sasuke. No me hagas esto.
El silencio al otro lado era como un peso insoportable. Me quedé allí, con la frente apoyada contra la puerta, esperando escuchar algo. Pero no llegó nada.
Sabía que no podría obligarlo a abrirme, y eso me destruía. La culpa y la desesperación se mezclaron en mi pecho, formando un nudo que apenas me dejaba respirar. No sabía cómo arreglar lo que habíamos roto, no sabía si podría hacerlo.
Esa noche, me senté junto a su puerta, sin moverme. Mi mente estaba llena de recuerdos, de dudas, de un amor que sabía que no debía existir, pero que no podía evitar sentir. Lo único que podía hacer era esperar, aunque no sabía si él querría volver a mirarme alguna vez.
¿Qué fue lo que hice...?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top