013

De la explosión mágica emergieron figuras conocidas y antiguos aliados, entre ellos, los amigos de Blair. La situación se tornaba aún más tensa cuando Regulus, uno de esos amigos, dio un paso adelante, levantando su varita con determinación.

—¡Dejadla en paz! —gritó Regulus, desafiante, dirigiéndose hacia Bellatrix y Mattheo. Theodore, que observaba la situación a distancia, se acercó para asegurarse de que el padre de Blair estuviera a salvo.

—Vaya, vaya. ¿Mi propia familia me está traicionando? —preguntó Bellatrix, burlándose mientras lanzaba un maleficio. Regulus, ágil, logró esquivarlo por poco, manteniendo su postura desafiante.

Blair, agradecida por la intervención de Regulus a pesar de sus diferencias pasadas, le susurró un agradecimiento. Él le dedicó una rápida sonrisa, mostrando que en ese momento, estaban del mismo lado.

—Sí, Bellatrix. ¿No te das cuenta de que nadie se queda a tu lado? —se mofó Regulus, lanzándole un maleficio a Bellatrix. Esta vez, ella no logró esquivarlo y cayó al suelo. La situación comenzaba a inclinarse a favor de aquellos que defendían la luz contra la oscuridad.

—Black, aléjate de ella —advirtió Mattheo, refiriéndose a Blair. —¿O quieres que cuente qué haces realmente aquí? —preguntó burlándose.

—¿Qué? —preguntó Blair, mirando confundida a ambos. Mientras Bellatrix, en el suelo, comenzaba a reírse como una loca. Blair, Theodore y su madre se miraron frunciendo el ceño, sin entender nada de lo que estaba pasando.

—Que os cuente vuestro amiguito, cómo os va a traicionar —dijo Bellatrix mientras se incorporaba de vuelta. Blair la miró desconcertada.

—¿De qué habláis? ¿Cómo me va a traicionar si acaba de tirarle un maleficio? —preguntó Blair, alterándose. Theodore se acercó a ella y la agarró de la cintura tratando de calmarla.

Mattheo y Bellatrix intercambiaron una mirada maliciosa, disfrutando del desconcierto que habían sembrado. La madre de Blair, preocupada, se colocó junto a su hija, lista para defenderla.

—Oh, pequeña Blair, estás tan ciega —se burló Mattheo. —Regulus solo está aquí por su propio interés, no por ayudarte.

—¿Qué estás insinuando? —preguntó Theodore, en alerta.

—Oh, nada importante, solo que Regulus ha estado trabajando para nosotros todo este tiempo —declaró Bellatrix con una sonrisa siniestra. —Es nuestro infiltrado en su grupo.

—¡Jódete! —les gritó Blair con una mezcla de desesperación y enojo. En un estallido de emoción, los tres desaparecieron, dejando la mansión sumida en un silencio roto solo por los ecos de la confrontación.

Blair se quedó allí, respirando agitadamente, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. Theodore la miró con preocupación y compasión, sin saber exactamente qué decir para consolarla en ese momento de caos y traición. La madre de Blair también compartía la mirada preocupada, comprendiendo la gravedad de la situación.

Blair, con la mirada aún cargada de furia y desesperación, se arrodilló junto a su padre caído en el suelo. La madre de Blair también se acercó, preocupada por la condición de su esposo.

—¿Cómo está papá? —preguntó Blair, tratando de mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones que la invadía.

Su madre miró al padre de Blair, que comenzaba a recuperar la conciencia. Con un suspiro de alivio, respondió:

—Está herido, pero creo que se recuperará. Es fuerte.

Blair asintió, agradecida por la respuesta.




****



Blair regresó a clases con una carga emocional abrumadora, decidida a mantener en secreto lo ocurrido en su casa con Bellatrix. Quería proteger a sus amigos de las complicaciones y peligros que se avecinaban.

En la sala común, en compañía de sus amigos, Blair tomó una decisión que dejó a todos perplejos.

—Nos vamos a casar —anunció Blair, cruzándose de brazos y señalando a Theodore con la mirada. La sorpresa se reflejó en los rostros de todos, incluido Mattheo, quien estaba presente en ese momento.

—¿Qué? —exclamó Daphne, confundida ante la inesperada revelación. —¿Es una broma?

—Es en serio —afirmó Blair, acomodándose en el sillón.

—Pero tienes 16 años —objetó Serena, elevando la voz en clara oposición.

—Eso mismo le dije a mis padres. Y me respondieron claramente: cumples 17 en unas semanas —mencionó Blair, imitando la voz de su padre, quien había sido el portador de esa noticia.

A pesar de la sorpresa inicial, sus amigos empezaron a hacer preguntas, expresando su preocupación y confusión. Blair, sin embargo, intentó calmar sus temores.

—No quiero hacer esto, pero parece que no tengo opción. Mis padres están decididos, y parece que la única manera de proteger a mi familia es seguir con esto —explicó Blair, mirando a sus amigos con una mezcla de resignación y determinación.

Daphne frunció el ceño, claramente insatisfecha con la situación. Serena, por otro lado, soltó un suspiro de frustración.

—¿Y Theodore? ¿Qué piensa él de todo esto? —preguntó Draco, mostrando interés en la perspectiva de su amigo.

Blair dirigió una mirada a Theodore, quien había permanecido mayormente en silencio durante la conversación.

—Él tampoco está contento con la idea, pero ambos estamos atrapados en esto. Es como si nuestras familias hubieran decidido nuestro destino por nosotros —respondió Blair, compartiendo la carga de la situación.

Mattheo, que había permanecido en segundo plano, finalmente habló.

—Las familias a veces pueden ser más problemáticas que los mortífagos —murmuró en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan.

La observación de Mattheo cayó como una sombra sobre la conversación. Sus palabras resonaron en el aire, recordando la complejidad de las relaciones familiares en el mundo mágico, especialmente cuando se mezclaban con las lealtades mortífagas.

—¿Qué quieres decir con eso, Mattheo? —preguntó Aria, mirándolo con cierta desconfianza.

Él suspiró antes de responder.

—Solo digo que las decisiones de nuestras familias pueden afectarnos más de lo que creemos. No siempre están motivadas por nuestro bienestar —explicó Mattheo, con una expresión sombría.

Draco asintió, recordando su propia relación complicada con su familia y las expectativas que se habían impuesto sobre él.

—A veces, no podemos controlar lo que nuestras familias eligen para nosotros. Pero eso no significa que tengamos que aceptarlo sin más —agregó Draco, mirando a Blair y Theodore con determinación.

Blair se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de sus amigos. La realidad de su situación pesaba sobre sus hombros, pero la chispa de resistencia aún ardía en sus ojos.

—Haremos lo que podamos para mantener el control sobre nuestras vidas. Incluso si eso significa desafiar a nuestras propias familias —declaró Blair, compartiendo una mirada significativa con Theodore.

Los amigos asintieron, reconociendo la valentía que se necesitaría para enfrentar lo que se avecinaba. 

A medida que la conversación continuaba, Mattheo, en su característico estilo provocador, no pudo resistir agregar una última observación.

—Después de todo, Blair, quizás deberías considerar si estás tomando decisiones por ti misma o simplemente siguiendo el camino que otros han trazado para ti —comentó Mattheo, con una mirada sugerente.

La observación provocó la ira de Blair, quien se puso de pie con expresión furiosa.

—¿Cómo te atreves a insinuar que no controlo mi propia vida? —espetó Blair, sus ojos chispeando de enojo.

Mattheo, sin inmutarse, respondió con calma.

—Solo estoy señalando que a veces, incluso cuando creemos que estamos tomando decisiones, nuestras acciones están condicionadas por las expectativas de los demás. Tú, con todas las expectativas que tu apellido conlleva, deberías considerar si realmente estás eligiendo tu propio camino.

La tensión en la sala era palpable. Los amigos observaban la confrontación con incertidumbre, conscientes de que estaban presenciando un momento crucial.

Blair, frustrada y enojada, respondió con vehemencia.

—No necesito lecciones de vida de alguien como tú, Mattheo. Mis decisiones son mías y solo mías. —La mirada desafiante de Blair dejó claro que no aceptaría ninguna insinuación sobre su autonomía.

El ambiente quedó tenso mientras los dos se enfrentaban con miradas desafiantes. 

—No me importa lo que pienses, Mattheo. Puedo tener expectativas familiares, pero eso no significa que no pueda tomar decisiones por mí misma. —Blair recalcó cada palabra, desafiante.

La mirada entre Blair y Mattheo se mantenía fija, como dos fuerzas opuestas que se resisten a ceder. Mientras tanto, los amigos observaban la disputa con nerviosismo, sin estar seguros de cómo iba a desarrollarse la situación.





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¡PORFIN!

Espero os haya gustado. Tarde mucho en hacer este capítulo, porque no sabía como resumir bien la pelea. 

Voten y comenten porfa!!

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