Única parte


Siempre habíais sido lo más caro a mi corazón, mi posesión y mi obsesión; por eso tuvisteis que morir prematuramente. 

-Friedrich Nietzsche


La mañana de Kim Taehyung estaba yendo bien, demasiado perfecta para ser verdad.

El cielo era una extraña combinación de azul claro con manchas nebulosas en tonos más claros. El clima era fresco, ideal para comer un helado, tomar chocolate o simplemente sentarte en el porche delantero a ver la vida pasar. El barrio tenía una tranquilidad casi inhumana y él por fin había disfrutado de un sueño tranquilo después de trabajar en un caso pesado hasta la semana anterior.

Taehyung finalmente podía sentirse como un humano común, su cerebro guardando las horribles imágenes de los casos cerrados, de los incompletos y de la persistente idea de que seguía viviendo en un lugar donde los crímenes se volverían a repetir. Su vida era un bucle tortuoso, pero seguía persiguiendo su vocación.

Se sentó en el sofá con el teléfono en una mano y una taza de té en la otra. Desde su posición se veía perfectamente el cuadro principal de la casa, el más grande, el más elegante y significativo. Min Yoongi en la foto se veía sonriente, con las mejillas teñidas de un leve rosado, el cabello cuidadosamente peinado y los ojos brillantes. La toga azul rey, contrastaba bastante con el tono de su piel y le hacía verse incluso más pálido, pero saludable, como siempre lo fue.

Sonrió para él, recordando su pacifica voz susurrándole bajo las sabanas en aquellas quedadas nocturnas, las tarde intentando practicar básquet, las tareas que terminaban en besos contra el escritorio y en todos los días de escuela en los que pasaban juntos, solo mirándose, sonriéndose... viviendo.

El teléfono vibró sobre su regazo, comenzando una suave grabación vieja de piano, siempre haciéndole sonreír, pero el gesto se desdobló lentamente cuando leyó el nombre de Hoseok en la pantalla.

Se mordió al labio antes de contestar, porque ya sabía lo que se avecinaba y ¡Oh diablos! Si tan solo pudiera evitarlo, si fuera algún tipo de deidad; evitaría a toda costa que existieran personas como él, como Hoseok.

—Voy para allá —fue todo lo que dijo, de igual forma Hoseok se lanzaría en un abrazo reconfortante para ambos, porque, aunque sabía que ha Taehyung le afectaban estos casos, para su compañero, era peor.




—Tae —Hoseok lo recibió con un abrazo apenas entró en la oficina de la policía, con la sonrisa temblorosa y los ojos oscuros, solo significando; adolescentes.

—Buenas tardes, director Jung —saludó Taehyung al jefe de policías, sentándose frente a la gran mesa redonda, llena de papeles, tazas de café vacías y un par de cigarrillos acabados dentro de un cenicero cuadrado.

—Me alegra siempre trabajar con usted, agente Kim, es de los mejores en su campo —quedó implícito el "para ser joven", porque si no fuera por sus ya reconocidas victorias, Taehyung solo sería otro joven detective de 29 años que espera por más experiencia.

Pero él tenía demasiada para su corto tiempo dentro de la agencia.

Pudo salir del lugar 3 horas después, con varias pistas, un sospechoso, un pendrive con fotos, otro con videos, una carpeta con archivos del nuevo caso, una cita para un interrogatorio y un nombre; Park Jimin.

—¿Qué comeremos hoy? —le interceptó Hoseok golpeándole el hombro suavemente con el suyo, de manera amistosa, algo común entre ellos.

—Sé que no querrás cocinar, no es un caso fácil de procesar, puedo pedir algo a domicilio.

Hoseok le volvió a regalar otra de sus temblorosas sonrisas, acarició su nuca y terminaron separándose en el estacionamiento.

Jung Hoseok había sido su amigo y compañero desde mucho antes que llegara Yoongi, habían crecido juntos gracias a una amistad materna y aun después de tanto, seguía uno al lado del otro.

Otra alma había quedado rota tras su muerte.

Hoseok y Yoongi habían sido prácticamente almas gemelas, los tres siendo las personas más únicas en toda la faz de la tierra, guardando secretos, compartiendo anécdotas vergonzosas, corriendo en el campo de futbol para simplemente dejarse caer entre risas, tantos recuerdos felices que amaba.

Y le seguía amando. Los seguía amando a ambos.

Entró a su camioneta, dejando la caja del caso en el asiento del copiloto. Yoongi le recibió con la misma sonrisa que le dedicaba en casa. La diminuta foto colgaba de un pequeño marquillo de cuero desde el espejo retrovisor. Le devolvió el saludo silencioso y arrancó de regreso.

Park Jimin fue el nombre que inundó su menté en el camino. Adolescente de 17 años, sociable con todos y de brillante sonrisa, un chico muy popular que gustaba de ayudar a todos, organizador de eventos de caridad y festivales escolares.

Personas como Jimin eran todo lo bueno que tenía la sociedad y ahora estaba desaparecido... no, muerto.

Tenía la foto del muchacho bastante fresca en su mente, la sonrisa carnosa, el cabello castaño claro, los ojos oscuros y brillantes ¿Cómo un muchacho así había terminado tan mal? ni siquiera habían conseguido una confesión de los hechos, tampoco el cuerpo.

Solo estaban las fotos y los videos.

Taehyung estaba nervioso de lo que conseguiría en los pendrives.

¿Qué te hicieron, Jimin? 




Cuando Hoseok llegó a la casa, ya Taehyung estaba sentado en el sofá, acomodando un par de tazas con té, un plato con mazapán frio —porque sabe que terminaran quedándose despiertos hasta altas horas de la noche o hasta que alguno de los dos tenga suficiente fuerza mental para pedir algo—, la laptop conectada a la televisión de la pared y la caja con los archivos del caso.

Taehyung le ve entrar con los ojos rojos y un pañuelo en la nariz, por supuesto había llorado dentro del auto.

—Hola, Yoonie —saluda el mayor a su difunto amigo en la pared antes de tirarse en el sillón junto a Taehyung, quien ya le esperaba con un par de pastillas para el dolor de cabeza—. ¿Qué haría sin ti?

Él solo le sonrió acariciando su mejilla—. Morirte de hambre, probablemente, porque solo sabes preparar sándwiches de queso.

La risa de ambos llenó la habitación, volviendo más amena una situación que los iba a ahogar durante semanas, meses, incluso años, como todos los otros casos.

Taehyung colocó la lista de 7 videos, ninguno duraba más de 12 minutos cada uno, excepto el ultimo, con 58 minutos y medio.

—Solo tiene 17 años, ese muchacho debería estar ahora mismo acostado en su cama esperando para ir al colegio mañana —comentó Hoseok leyendo el archivo, el detective podíae ver como su compañero tensaba la mandíbula.

—Me encantaría evitar que pasen estas cosas, pero lo único que podemos hacer es darle justicia.

—¿Tú crees que...? —calló de repente.

—Sí, y tu padre también piensa lo mismo.

Hoseok se mordió el labio antes de continuar leyendo mientras Taehyung reproducía el primer video. A primera vista se veían grabados por un teléfono, concordando con las notas del investigador anterior.

Taehyung soltó un largo suspiro cuando apareció Jimin en primer plano, sonriendo vivazmente mientras caminaba hacia su instituto.



—¡Jimin! —exclamó su madre cuando le asustó en la cocina—. ¿Qué haces?

—Grabando, quiero hacer una película de mi vida —respondió el menor con una hermosa sonrisa mientras apuntaba con la cámara al desayuno que preparaba la mujer—. Estoy seguro que cuando sea mayor me los pedirás.

Ella solo rio en respuesta, pues tenía razón.

Park Jimin era la definición completa de un ángel; con su cabello claro, su sonrisa constante, sus buenas acciones, sus pláticas mundanas y el natural altruismo que afloraba de él.

—¡Hyung! —llamó el menor a uno de sus amigos al estar en la entrada de su escuela, quienes lo recibían con el mismo entusiasmo.

—Jimin, te ves muy feliz hoy —comentó el joven—. ¿Algo nuevo que contar?

—El libreto que hice para la clase de teatro fue aceptado, la señora Ong dice que después de vacaciones se elegirán los actores.

—Vaya, lo lograste, pulga —respondió el mayor palmeando su espalda suavemente—. Te has esforzado mucho, hagamos algo el fin de semana.

—¿Namjoon hyung también vendrá?

—Claro que sí, podemos ir a ese restaurante de waffles que abrieron frente a los bolos.

—Eso suena genial.


El muchacho iba corriendo por los pasillos casi vacíos, el horario de la grabación decía 4:21 pm, por lo que debía de estar buscando su mochila para marcharse a casa.

—Soy tan despistado, siempre olvido mi bolso en el salón de arte cuando tengo deportes en la tarde —comentaba en voz alta al celular—. Oh —gestionó al entrar al salón y cambiar la vista del teléfono, enfocando a un joven sentado solitariamente en uno de los asientos, traía una cámara entre las manos y no levantó la cabeza incluso cuando Jimin se acercaba para tomar sus cosas.

El teléfono enfoco un poco las fotos en la cámara del chico, principalmente panorámicas de la escuela.

—Wow, son geniales —comentó el joven a su compañero desconocido—. Jungkook, no sabía que tomabas fotos tan bonitas.

—Ah —se sorprendió el contrario, como si no le hubiese visto llegar—. Gracias, es mi pequeño secreto.

—Ey, mis amigos y yo iremos a Waffle and coffee el sábado ¿nos acompañas?

—No creo, y-yo-

—Oh venga, solo comeremos algo y charlaremos un rato, algo tranquilo, lo prometo.

Los ojos de Jungkook brillaron con inocente emoción.

—Sí, está bien.

—Genial, nos vemos allá a las 6 —se despidió, haciendo que el contrario lo copiara con la mano en alto.


—No debiste invitarlo, mira la hora que es —le reprochó su amigo siendo grabado por el menor.

—Por favor, esperemos un poco más, prometió venir.

—Sí, Jinnie —concordó Namjoon, el mayor del grupo—. Además, son apenas las 7, la cafetería no cierra sino hasta las 10.

Seokjin resopló cruzándose de brazos mientras continuaban parados afuera, esperando al joven que había invitado Jimin.

Jeon Jungkook era todo lo contrario a Jimin, retraído, antisocial, callado, evitaba las multitudes y el único amigo tenia era su cámara. Él no se metía con nadie y viceversa, excepto Jimin, por supuesto, el energético muchacho buscaba siempre invitarlo a todo lo que pudiese, incluirlo en sus salidas y festivales.

Jimin saludó con la mano cuando el chico apareció 10 minutos después, con un bolso flácido en la espalda donde debía de cargar su cámara.

—Tardaste demasiado —le recriminó Seokjin, siendo empujado suavemente por Namjoon dentro del local para que no se metiese en problemas con el joven.

—Lo siento —respondió más para Jimin.

—No pasa nada, vamos a dentro, tengo hambre de perro —bromeó tomando su mano.

—¿Puedo tomarte una foto? —preguntó justo al pasar la puerta, Jimn le respondió con burbujeante emoción.

—¡Claro!


La risa de Jimin inundaba el amplio espacio de la cancha cerrada, donde se practicaban los deportes cuando había lluvia, pero estaban solo ellos dos, disfrutando de un momento juntos mientras todos se marchaban a casa.

—Y luego olvidé que los frenos estaban dañados y me estrellé contra los arbustos del señor Kim —continuó su relato—. Seguí encontrando hojas entre mi cabello al día siguiente.

La risa de Jungkook era suave, pero sincera.

—Yo dañé el modem del internet cuando me tropecé con una silla y le dejé caer coca cola encima —contó, con una sonrisa tímida.

—¿Y que dijeron tus padres?

—No lo saben, no estaban ese día así que tuve que pagar el arreglo con la propia empresa.

—Cuanta adrenalina —respondió acostado de pansa en el suelo de madera lustrada meneando los pies de un lado al otro.

—Oh, eso me recuerda cuan-

—Jimin —le interrumpió el adolescente.

—¿Sí?

—¿Saldrías conmigo?

Un incomodó silencio se plantó entre ambos por unos segundos—. Lo siento, Kook, no estoy buscando salir con nadie por ahora, pero eres muy agradable, estoy seguro que encontraras a alguien igual de genial.

La sonrisa de Jungkook —que de por sí no era muy grande— desapareció por completó después de eso. 


—Ey, Jimin —llamó su amigo Namjoon cuando se cruzaron una mañana—. ¿Qué le hiciste a Jeon?

—¿Eh? ¿Por qué?

—Está más lúgubre de lo común, ayer casi muerde a Sehun por acercarse demasiado a su asiento.

Namjoon estaba en las mismas clases que el moreno, ya que era el último año de preparatoria para ellos, uno superior al suyo.

—Me pidió salir...

La mandíbula de Namjoon cayó hacia abajo en un gesto cómico—. ¿¡Que!?

—Pero me negué, ya sabes que no estoy buscando un romance adolescente, quiero disfrutar de mis estudios y concentrarme en las obras escolares, sabes que la recaudación será para el refugio animal.

—Wow, sabía que tú le caías como agua en medio del desierto, pero no creí que tanto.

—Mejor así, no quiero a Jiminnie junto a ese rarito —interrumpió de repente Seokjin que había escuchado un poco de la conversación mientras se acercaba.

—No digas eso, no es raro, solo tiene gustos diferentes.

—Estas siendo muy simpático con él, terminaras metiéndote en sus problemas.

—Solo quiero que conviva un poco más con los demás y es bastante lindo cuando lo conoces bien.

Su amigo rodó los ojos con disgusto—. Solo di si te sigue molestando ¿ok?

Jimin le abrazó con cariño—. Siempre tan considerado, Jin hyung, gracias.

La cámara torcida quedó grabando la sonrisa de Namjoon y la cabeza de Jungkook mirando por la entrada de un salón.

Jimin corría por los pasillos para buscar —como pasaba cada semana— su mochila en el salón de artes—. El día en que no queden mis cosas en ese salón, deberían de darme una medalla —dijo para sí mismo.

Una sonrisa adornó su rostro cuando vio a Jungkook sentado en el mismo pupitre de siempre, viendo su cámara.

—Kook —le llamó, recibiendo un suave gesto con la mano de regreso—. ¿No te vas aún?

—Te estaba esperando —respondió.

La cámara se quedó muy fija en el por lo que Jimin debió de estar sorprendido de sus palabras—. Wow ¿E-en serio?

—Es que, bueno —comenzó tímido—. Este es mi último año y quiero estudiar fotografía, pero quiero practicar, ya sabes, hacer una prueba para mostrar en mi entrevista —decía refiriéndose a la admisión universitaria.

—¿Entonces?

—Quería preguntarte si serias mi modelo.

—Wow, Kook, me alagas, aunque... hmm, no creo ser a quien buscas.

—¿Por qué?

—Tú necesitas a alguien bonito que sea tu modelo, yo no lo soy tanto.

Jungkook se levantó acariciando su cabello—. Eres hermoso, Jimin, por eso te lo pido a ti.

El ángulo de la cámara bajó un poco, concentrándose en el pantalón de ambos, muy cerca.

—Vale, sí, te ayudaré.

—Gracias. 




Taehyung puso la última grabación, pero la detuvo apenas inició, frotándose los ojos con cansancio y dejando la libreta con sus propias notas en la mesita de café.

—¿Estas bien? —preguntó Hoseok sacando la vista del informe policial.

—Sí, es solo... parece que estoy viendo una de esas tontas películas de metraje encontrado, todo es tan cotidiano, solo son niños... —su compañero asintió ante sus palabras—. Pero ese chico, Jungkook, el sospechoso.

—Nunca sabemos con quienes estamos hasta que muestran su verdadera cara —respondió el mayor, colocando una mano en su hombro.

—Lo sé, pero se veían tan normales y ahora el chico está muerto.

Hoseok miró sus propias manos, entendiendo mejor que nadie el sentimiento de su amigo, también habían pasado por algo igual y aunque quisieran superarlo, simplemente no podían. El recuerdo de Min Yoongi los perseguiría por la eternidad, como un fantasma que podía hacerte sonreír o llorar desconsolado.

—Debes de tener hambre, pediré algo rápido —fue lo dijo el menor de ambos agarrando su móvil.

—He dicho esto muchas veces, pero recuerda que lo que le pasó a Yoonie no fue tu culpa, nadie lo vio venir, igual que en este caso.

—Lo sé, eso es lo que más me enoja.

Todo se veía tan normal en sus vidas, solo tres adolescentes disfrutando de la escuela, saliendo juntos, comiendo comida chatarra mientras se trasnochaban un fin de semana con películas de terror. Nadie notó nada raro hasta que fue demasiado tarde.

Se tomaron un momento de descanso mientras esperaban la comida.

Taehyung distrayéndose con un juego en el móvil y Hoseok simplemente mirándole. Se levantó de su asiento, recostándose al lado de su amigo y apoyar la cabeza en sus muslos, cosa que por supuesto, no se negó.

Con su mano tomó el cuello de su camisa y lo atrajo hacia él, robándole un beso que duró más de lo esperado.

—Te amo —dijo el mayor, con un gesto demasiado serio.

—Yo también —respondió Taehyung acariciándole el cabello.

Ambos tenían una constante encrucijada mental sobre lo que realmente era su relación, no eran novios, pero tampoco eran completamente amigos, y por supuesto estaba el hecho de que, si Yoongi siguiese con vida, Taehyung jamás habría hecho nada con Hoseok.

Era algo que por el momento no tenía una respuesta para ambos, simplemente se amaban, como dos personas muy unidas que compartían ideales, deseos, pesadillas y recuerdos. Tal vez algún día le darían un punto y final. Tal vez lograrian oficializar lo que sea que tuviesen.

Solo el tiempo sanaría algo que llevaba abierto desde hacía años.

Cuando la pizza llegó, ambos continuaron el trabajo mientras comían, Taehyung viendo el último video y Hoseok colocando el segundo pendrive en su propia laptop.

Casi una hora de grabación ¿Que sería lo que encontraría?

—Jimin ¿en serio te tienes que ir? —cuestionó su padre, desde la sala cuando su hijo subía por un cambio de ropa—. Es noche familiar.

—Lo sé, papá, pero le prometí a Jungkook ayudarlo con su álbum de fotografías.

—¿Regresaras pronto? —preguntó su madre recogiendo la mesa de la cena.

—¡Sí! —gritaba desde el segundo piso, agarrando sus cosas—. ¡Solo serán un par de horas, regresaré antes de las 10!

Corriendo llegó a la entrada donde lo bloqueó su padre—. ¿Te vas sin el beso de despedida?

Jimin sonrió divertido por la actitud de su padre, su madre se acercó a él y ambos le besaron una mejilla—. Ve con cuidado, te quiero —se despidió su madre al salir por fin de casa.

—¡Yo también!

El cielo ya estaba oscuro a esa hora, pronto darían las 7, aunque no se preocupaba, Busan era bastante segura, sobre todo su barrio y el de su amigo.

La cámara enfocó su rostro con una sonrisa—. Voy a confesar que Jungkook es bastante agradable, antes pidió que fuera su novio, tengo un poco de miedo sobre ese tema, nunca me ha gustado alguien antes, tal vez cuando terminé mi próximo año escolar pueda intentar algo con él.

Soltó una picara risica que ocultó con su mano—. Él es muy guapo, tal vez deba tomarle yo las fotos a él.

El resto de la caminata fue tranquila, Jimin saludando a cada persona conocida con la que se cruzaba, después de todo ser sociable era su segundo nombre.

—Llegaste —le saludó Jungkook abriendo la puerta para dejarle pasar.

Entablaron una corta conversación mientras Jimin se acomodaba y él le traía algo para beber mientras tomaban las fotos.

El castaño dejó su celular grabando junto a su mochila, desde donde enfocaba la esquina del papel blanco que colgó el mayor para la sesión.

El flash de la cámara era acompañado con pequeños comentarios de parte de ambos, todo relacionado con lo que hacían, la posición del adolescente, el encuadre, la comodidad, Jimin se sentía en una sesión fotográfica profesional.

—Vas a ser muy bueno con esto.

—¿Tú crees?

—Claro, trabajaras para una de esas grandes revistas de moda o incluso para alguna película.

No eran más que dos jóvenes divirtiéndose.

—¿Puedo tomar un descansó? —preguntó Jimin cuando ya llevaban más de media hora trabajando.

—C-claro, claro.

De repente el celular se cayó, ocultando la vista al quedar boca abajo, pero siguió grabando los sonidos.

—Jimin... emm, yo, tú —murmuraba Jungkook—. Tú me gustas, demasiado.

El silenció duró aproximadamente un minuto, antes de que un paso en la madera fuera seguido de un golpe seco—. Kook, ya sabes cuál es mi respuesta, lo siento.

—¿Realmente no te gusto? ¿ni un poco?

—No es eso, no estoy interesado en s-

—Eso no es cierto, solo no quieres conmigo, claro, el chico raro de la escuela ¿Quién querría salir con él?

—Jungkook, sabes que no lo digo por eso, tu eres genial.

—No me engañes, te escuche a ti y a tus amigos hablar de mí "es un raro, no lo quiero cerca de ti" —imitó.

—Jin solo lo dice porque aún no te conoce bien.

—No me vengas con esa mierda, siempre intentando ser el centro de atención, una santa paloma, pero no es verdad.

Una corta pausa, seguido de uso pasos lentos—. ¿Por qué te comportas así?

—Porque creí que eras diferente, pero solo haces todo a tu convenienci-

—¿Esto es porque te estoy rechazando?

—No, es porque eres un falso.

La siguiente pausa fue más larga, pero fue Jimin quien terminó rompiéndola.

—Creí que podíamos ser amigos, porque siempre alejabas a todos y no a mí, pero ya entiendo por qué nadie te quiere. Me tengo que ir —unos pasos más apresurados sonaron, opacando a los que se acercaban al teléfono—. Espero haberte ayudado con-

El teléfono fue levantado del suelo solo un poco, dejando ver la alfombra blanca sobre la que había caído, pero volvió a descender cuando un golpe más fuerte sonó, seguido de un par de *cracks* y todo fue silencio durante los siguientes 2 minutos. Algo de madera cayó, resonando contra las paredes, después una respiración muy fuerte.

5 segundos antes de que la grabación terminara, un flash de cámara hizo presencia. 




Cuando la última grabación paró, significando su final, ambos hombres en la sala estaban en total silencio.

—Taehyung, tienes que ver esto —le llamó Hoseok sentándose a su lado con los archivos de fotografía abiertos en su propio computador.

Las primeras 15 fotos eran de paisajes, podía reconocer alguno de lugares comunes en Busan, las siguientes 20 eran de espacios escolares —generalmente con pocas o ninguna persona en la toma—, varias eran de Jimin. 

Solo Jimin, siendo él mismo.

Pero las siguientes 40, eran una verdadera pesadilla. La primera de ellas era el cuerpo de Jimin en el suelo, con la mochila aun colgándole del hombro, boca abajo y un pequeño charco de sangre bajo su cabeza, había otra de él en la misma pose, solo que más de cerca, se podía ver la gran hendidura sanguinolenta en su cráneo, cerca de la sien derecha.

Una de su cuerpo aun con la ropa, otro sin ropa, otro con un cuchillo clavado en el pecho —se podía ver su piel pálida por la muerte— y las le siguieron fueron algo que solo Hoseok se permitió analizar, después todo, esas fotos eran lo único que tenían del cuerpo.

Taehyung se tomó de los cabellos, organizando su hilo de pensamientos. El reloj en la pared marcaba la una y media de la madrugada.

—Lo tienen en custodia preventiva ¿verdad? —le preguntó a Hoseok saliendo de la cocina con un vaso grande de agua.

—Sí, pero no han conseguido una confesión, ni algún indicio de donde pueda estar el cuerpo —Hoseok modulaba su voz, intentando no escucharse tan descolocado como lo estaba.

Jimin tenía 17 años, igual que Yoongi; eso era lo que gobernaba la mente de ambos cada vez que se topaban con este tipo de casos, pero ¿qué mal habían hecho estos niños para tener tan horrible destino? ¿era algún karma? ¿simple casualidad? Y nunca faltaba la frase de "lugar y hora equivocada".

—¿Para cuándo dijo mi padre que era el interrogatorio?

—El martes, dentro de 5 días.

Tenían que hacerle confesar, que al menos les dijera la ubicación del cadáver.

Jimin no moriría en vano, le harían pagar al mal nacido todo lo que le hizo a esa pobre alma. 




Taehyung se sentó frente a Jungkook y apretó sus puños bajo la mesa controlando sus impulsos. El muchacho de 18 años no se veía mejor que en las grabaciones, el cabello negro estaba largo hasta las orejas y tenía marcas purpuras en la cara, después de todo cuando lo capturaron uno de sus amigos se lanzó sobre él antes de que lograran llegar hasta el vehículo policial.

—Jungkook ¿verdad? —comenzó el castaño—. Mi nombre es Kim Taehyung, estoy aquí para hacerte unas preguntas.

—Yo no hice nada —murmuró con la cabeza gacha.

Taehyung lo miró en silencio, el muchacho se mostraba desganado, como si realmente no sirviese luchar por nada, pero seguía negando la culpabilidad.

—Jimin era una persona muy amable, también tenía cabello bonito —comentó intentando entrar en el terrero; su mente—. Tenía un don para hacer amigos.

—Solo era un farsante.

Taehyung elevó una ceja, el muchacho seguía sin mirarle—. ¿Por qué dices eso?

—Solo hablaba con los raritos como yo para caerle bien a los demás.

—Pero ya a todos les agradaba él ¿por qué la necesidad de hablarte a ti?

Él se llevó una mano a la cara, intentando concentrarse en otra cosa, el detective sabía que estaba tocando una fibra sensible.

—¿Estabas celoso de él? ¿porque todos le querían?

—No

—¿Entonces?

—¿Dónde está mi abogado?

—Mirando detrás del gran ventanal en la pared —dijo conciso, a pesar de ser mentira, aun no le habían puesto un abogado al chico y sabía que, si ahondaba sin cuidado en su declaración, podían catalogar el interrogatorio como manipulación psicológica—. Park Jimin, tiene la edad para ser mi sobrino, y si lo fuera, yo querría saber dónde está.

Los minutos pasaban con tortuosa lentitud, Taehyung hablando de las caritativas cualidades de Jimin y Jungkook sentado en completo silencio, pasándose las manos por la cara de vez en cuando.

El detective miro el cristal, Hoseok y el oficial Jung debían de estar observando del otro lado.

—¿Siempre se llevara a cabo la obra de beneficencia? Espero que sí, el refugio animal necesita esa ayuda.

—¿Por qué habla tanto de él? Usted no lo conocía.

—¿Y tú sí?

—¡Claro! —gritó de repente, pero no se mostró ninguna sorpresa en el rostro de Taehyung—. Él era... perfecto.

El detective se inclinó un poco sobre la mesa, prestándole total atención.

—¿Cómo era, Jungkook?

—Muy metiche, estaba siempre donde no le llamaban, buscando ayudar a otros, aunque no lo pidiesen. Era un chicle, detrás de mí rogando que fuera con él a sus paseos, que lo acompañara en sus organizaciones... yo pensé, que podía ser mi amigo.

—Le querías.

—Había algo en él que no podía ignorar, siempre buscándome, creí que me quería...

—Jimin te quería, Jungkook, pero tu buscabas más.

—Cuando me rechazó... —se tomó un par de segundo, pasándose la mano por el cabello—. No lo entiendo.

—Estabas enojado, tu plan había fallado y por eso lo mataste.

—No, no, yo- no.

—Lo citaste en tu casa y luego le rompiste la cabeza con un bate.

—¡No! Las señales estaban ahí ¡Él me amaba, pero no aceptaba que yo también!

—¡Él era tu amigo! Los amigos son amables, son serviciales, son incondicionales —le reprochó—. Confundiste las señales.

Se estaba rompiendo, la imperturbable mascara de Jeon Jungkook se estaba rompiendo por fin; sus manos temblorosas, sus ojos llorosos, el labio entre sus dientes.

—¿Lo querías solo para ti? Por eso lo golpeaste.

—No quería que se marchara... no volvería a hablarme, me quedaría solo.

Taehyung se levantó colocándose a su lado e inclinándose sobre la cabeza del muchacho.

—¿Dónde está Jimin?

Las lágrimas finalmente cayeron, empapándole silenciosamente la camisa.

—Lo maté... —susurró, más para sí mismo, como sí se diera cuenta de lo que realmente había hecho.

—¿Dónde está el cuerpo?

Jungkook cerró los ojos, recordándole. Ese día llevaba un hermoso sweater beish, con el cabello muy ordenado y las mejillas coloreadas de emoción.

—Este es mi lugar favorito, Kook ¿puedes tomarme una foto? —su voz sonaba distorsionada en sus recuerdos. Tomó la foto cuando fingió comerse el mar en el paisaje—. Eres genial, regresemos de noche, las estrellas se ven muy bien desde aquí.

—Jungkook —la voz del detective le hizo levantar la cabeza—. ¿Dónde?

—Dijo que las estrellas se veían bien desde ahí —murmuró—. Y tenía razón. Pero el mar estaba salvaje ese día.

Taehyung recordó las fotos en su cámara, Jimin salía en una de las bahías cercanas a una plantación agrícola.

—¿Por qué lo hiciste? Jungkook.

—Yo lo amo.

El detective se alejó de él, dejando al pobre chico destrozado en la silla.

Cuando abrió la puerta se giró solo un poco para que le alcanzase a escuchar.

—Eso no es amor, Jungkook, se llama obsesión —apretó el pomo en su mano—. Personas como tú no sienten amor.

—Él... —le detuvo de repente, intentando levantarse, pero estaba esposado a la silla—. Si no fuera así ¿Él me habría querido?

—Ahora nunca lo sabrás.




Hoseok miró la bata entre sus manos, apretándolo con los dedos antes de ponérselo, Taehyung estaba junto a él, esperando a que los peritos criminalistas terminaran de acomodar el cadáver en la plancha.

—Sé que estás pensando en él.

—Solo es un joven desubicado —respondió, el temor en su afectado rostro.

Taehyung se lamió los labios—. Es un psicópata.

Ambos tuvieron que tragarse los pensamientos cuando estuvieron dentro de la habitación, con la última prueba faltante delante de ellos.

—Entonces aquí termina todo.

—No lo íbamos a encontrar con vida, Hobi —el nombrado se estremeció ante el apodo de su amigo, claro que sabía que no estaba en sus facultades más sanas.

—¿Así lucia él?

Taehyung lo abrasó en silencio—. No —fue lo único que respondió.

Cuando los agentes encontraron el cuerpo de Yoongi —11 años atrás— después de que había desaparecido el día de su graduación, estaba peor de lo que pudo haber estado Jimin.

Hoseok estaba en casa con una gran fiebre cuando Taehyung encontró el cadáver junto a los policías. Todo cabía en una sola bolsa.

¿El culpable? Un muchacho de la misma escuela buscando la adrenalina de ver correr sangre por sus manos, sin importar quien sufriera en el proceso.

Taehyung apoyó desde la distancia a su compañero en aquellas largar horas de autopsia. A veces le veía parar, respirar con pesadez unos minutos y luego reanudar su trabajo.

Para cuando dieron las 10 de la noche ya estaban de vuelta en casa del menor.

—Hablé con el abogado de los Park y el juez Lee, la próxima audiencia será en 12 días —comentó Taehyung sentándose al lado de su amigo en el amplió sofá gris.

Y ambos miraron al sonriente Yoongi saludándolos desde la pared.

—Me escribió Kim Seokjin, uno de los amigos del joven Park —respondió Hoseok—. Le ayudé a hacer una cita con un gran psicólogo.

Taehyung le dio una suave sonrisa—. Entonces Jackson tendrá mucho trabajo durante un tiempo.

—¿No crees que ya es tiempo de que nosotros...?

El menor acarició su mano, tomándola con suavidad y guiándola a su mejilla, podía sentir la calidez que transmitía. Esa fue suficiente respuesta para ambos.

—Esperaremos, entonces —finalizó.

Yoongi no solo había dejado a un par de amigos rotos tras de sí, al igual que Jimin, ya nada tendría una solución rápida. Sus compañeros lo tendrían en su memoria durante mucho tiempo, su familia le lloraría hasta que ya no tuviesen de donde más escarbar y Jungkook... su condena perpetua no sería la cárcel, sino el arrepentimiento.

Pasarían 4 años para que ambos hombres volvieran a escuchar el nombre de Park Jimin.

Un pequeño papel había sido deslizado bajo la puerta de la nueva casa que compartían; el director de la casa de beneficencia Park Jimin, Kim Seokjim, los invita al festival nocturno de navidad, con una presentación en exclusiva del joven pianista, Kim Namjoon.

Ambos sonrieron.

—¿Dónde está tu anillo?

—Ah, en la cocina, siempre lo olvido cuando termino de lavar los platos.

—¿Quieres ir?

—Suena estupendo.



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