Capítulo 1
«Sus labios quedaron sonrojados debido al intenso beso en el que se fundieron. El sintió el cielo mismo, o tal vez algo aún mejor que este. Podía ser asesinado en ese mismo instante y aun así no se le iría aquella sensación de victoria...»
—Oye, aquí no podemos.
Cierro el libro de golpe y me levanto de la escalera, lista para largarme de ahí.
Cruzo la puerta metálica y dejo que se cierre sola mientras me adentro en el pasillo con prisa, que solo tengo unos minutos libres antes de que empiece mi siguiente clase y aún no termino de leer el capítulo. Las siguientes escaleras están al otro lado del edificio por lo que no es una opción, así que el único lugar tranquilo que me queda es el baño, aunque suelen apestar tendré que aguantar su olor...
—¡Oye! —Alguien me jala hacia atrás y consigo balancearme a tiempo o habría caído—. Te estoy hablando.
La persona que me ha detenido con tanta amabilidad es Susanne, una de las pocas estudiantes que ha sabido pasar de materias gracias a sus grandes habilidades con las manos y la boca.
Pero no con el trasero, que eso lo tiene reservado solo para su novio... y el resto del equipo de fútbol.
—Tenías que ser tú. —Me barre con la mirada de esa forma que solo ella sabe hacer, como si te escupiera con los ojos y se burlara hasta de lo que comiste esta mañana.
Y yo no le agrado tanto ya que la única vez que nos tocó realizar un trabajo juntas lo presenté sola y quité su nombre de la lista. Tuvo que hacer muchos trabajos manuales para que el profesor le aprobara a pesar de no haber presentado nada.
—¿Estabas en las escaleras hace un momento? —Mantiene los brazos cruzados y ese porte de superioridad que no combina muy bien con su expediente—. Estoy casi segura de que apestaba a tu perfume de perro.
¿Los perros usan perfume? ¿Por qué lo harían si ya huelen muy bien por sí solos?
—Descuida, no le diré a tu novio que estabas besuqueándote con el portero. —Me vuelvo para alejarme de ella.
Tendré que esperar a que termine la clase para leer el resto del capítulo y lo que sigue en el almuerzo.
—Aún no terminé de hablar. —Me vuelve a detener, esta vez agarrándome de la coleta.
Exhalo ante su aburrido movimiento. ¿Por qué siempre actúan igual? Es patético.
—Si te atreves a decirle algo a mi novio... —Me arrebata el libro que abrazo—. Quemaré esto en tu cara. —Lo balancea a centímetros de mi rostro.
Mantengo los ojos fijos a los de ella, observando cada detalle de ellos. El cómo se le arrugan los lados mientras se vanagloria de quemar algo que atesoro, el brillo en sus pupilas que denotan absoluta confianza, las largas pestañas que se agitan con completa libertad.
Saco el teléfono del bolsillo, llamo al número que tenía marcado y espero que conteste.
—Pasillo sur del segundo piso, tienes cinco minutos. —Le cuelgo y compruebo la hora.
Son las once y cincuenta. Me quedan diez minutos libres.
—¿Qué fue eso? —se altera— ¿A quién llamaste?
—No le diré nada a tu novio y a cambio me devolverás el libro. —Extiendo el brazo hacia ella—. ¿Trato?
—Ja. —Me suelta y se aparta—. ¿Crees que te lo devolveré fácilmente? —Menea el libro— ¿Por qué mejor no me ruegas? Así podría considerarlo.
—¿Si te ruego me lo devolverás?
—Vaya. —Amplía su sonrisa, cada vez más entretenida con la situación—. ¿Tanto te importa este estúpido libro?
Exhalo y la miro en silencio ya que se nota que desea público para el espectáculo que va a realizar.
—¿Qué hay de interesante aquí? —Lo abre y va pasando las páginas, sin apartar la mirada en mí— ¿Acaso es un libro pornográfico? ¿Te masturbas leyendo esto?
Esperaba su acto fuera cómico, pero en cambio debo contener el bostezo que quiere salir de mí.
—Veamos qué dice aquí... —Arranca la hoja que estaba leyendo—. Ups.
Y aparte es pésima actuando. Menos mal no eligió la actuación como su futuro.
¿Así es como negociará con los profesores? ¿Les amenaza torpemente mientras se vanagloria de lo genial que es?
Si es así mi respeto hacia esos profesores ha disminuido aún más.
Y continúa arrancando hoja por hoja de mi precioso libro. Se nota que lo disfruta, aunque no entiendo la razón entiendo que podemos tener gustos diferentes.
Cómo ando de buen humor no le contaré cada hoja rota, prefiero guardarme las mejores cartas para después.
Y él ya debe estar por llegar justo... ahora.
La cara sorprendida de Susanne me confirma que ya está aquí. Giro un poco sobre mis pies y con él formamos un excelente triángulo.
—Bradd, ¿qué haces aquí? —intenta sonar calmada, aunque su pregunta la delata—. Creí que estarías en clase. —Le sale mejor su sonrisa forzada que su anterior actuación.
—En un momento trato contigo —dice con rudeza y sin mirarla ya que está enfocado en mí.
Abre su mochila y saca dos hermosos libros. Y me los entrega.
—Ya cumplí mi parte, ahora muéstrame lo que tienes.
Saco el teléfono desechable por el que antes le llamé y se lo lanzo. Lo ataja con facilidad y revisa su contenido.
—Galería, mensajería y correo.
—¿Cuántos?
—Cinco en total. Dos del equipo, dos de otras carreras y un profesor.
—¿De... de qué hablan? Cariño, no le hagas caso. —Le sujeta del brazo—. Ella está loca, está celosa de mí y se inventa... —Deja de hablar al ver lo mismo que su novio mira en el teléfono.
Doy media vuelta y me alejo, que mi clase está por empezar.
—¡¿A dónde vas, hija de-?!
Paso los dedos por la portada del primer libro. Su versión ilustrada es aún más hermosa de lo que creí, una lástima que tendré que esperar hasta el almuerzo para empezar a leerla. Y la versión de tapa dura también luce perfecta. Con esta ya se completa mi colección de tapas duras de la saga y solo faltarían todas las versiones que salgan del último libro que aún no han publicado.
Pero de eso me encargaré después.
☘︎☘︎♕♕♕☘︎☘︎
Me detengo en el borde junto al resto, y aguardo a que llegue el tren.
Como es mi primera vez en este lugar miro a mi alrededor, asegurándome de estar en la estación correcta. Sin querer cruzo miradas con el tipo sentado en la banca pegada a la pared, y aunque lleva gafas y una gorra negra sé que me ha visto de vuelta.
Me paro de perfil para observarlo por mi vista periférica por si decide hacer algún movimiento, pero solo se queda quieto, mirando algo que no logro notar ya que estoy fingiendo no verlo.
Noto que tiene en el regazo un gran libro anillado con partes tachadas y post it encima. Y él permanece inmóvil, como si estuviera hipnotizado por aquello que ha llamado su atención.
Me gana la curiosidad por saber lo que está mirando así que giro poco a poco la cabeza hacia él, pero antes de llegar a sus ojos la imagen se distorsiona mientras mi cuerpo cae varios metros abajo.
Cubrí a tiempo mi rostro y apoyo mis manos en el frío metal en el que he aterrizado. Me duele todo el cuerpo y tengo la visión borrosa, pero el temblor debajo mío me advierte que ese es el menor de mis problemas.
Levanto la vista a mi izquierda, hacia la cegadora luz que se acerca a una increíble velocidad.
No.
No puedo morir aún.
No sin saber el final de su historia.
Tengo que saber cómo termina
¡Tengo que...!
No hay dolor, no hay preocupación.
No hay absolutamente nada.
El cielo es tan aburrido.
Y dudo sea así el infierno, esperaba un poco más de tortura y no esta completa oscuridad.
O tal vez sí lo sea, tal vez esta nada sea mi tortura personal ya que saben que aborrezco lo aburrido.
Sin duda estoy en el infierno. Un perfecto y aburrido infierno.
Bueno, ya empieza a dolerme un poco la cabeza, supongo que se viene el siguiente nivel de tortura. No está mal variar un poco.
Bueno, ya fue suficiente dolor, vayan con el siguiente.
Creí que me había vuelto inmune a sentir dolor por todos los golpes que me daba mi padre, pero esto se siente diferente e insoportable.
¡Paren de una vez!
Parpadeo varias veces ante la molesta luz que ataca mis ojos. El techo infernal es más extravagante de lo esperado.
¿Ahora qué tipo de tortura me tocará?
—¿Se... Señorita Arisa?
Desvío la mirada del techo para enfocarme en la mancha borrosa que está sentada junto a mí.
—Está... ¡Está despierta!
Cierro los ojos en un intento por desviar su ruidosa voz. Así que ahora me van a torturar con voces penosas. Bien jugado, es justo el tipo de voz que más detesto.
Escucho un golpe y luego más voces gritonas me rodean. Ni me molesto en escuchar lo que dicen y solo espero a que la tortura termine.
—¡Cariño!
Bien, siguen aumentando las voces, perfecto. Y esta me ha resultado más fastidiosa por su pegajosa forma de llamarme. Ni mis propios padres usaron tal apodo conmigo.
¿Cuánto más se supone que esto durará? Que ya empiezo a hartarme.
—¿Por qué no responde? ¡Doctor, haga algo!
¿Si digo algo se callarán? Tal vez con eso pasen a la siguiente tortura.
—¿Pueden no hacer tanto ruido? —mi voz suena débil y más suave de la que recordaba—. Me duele la cabeza.
Carraspeo esperando eso aclare mi garganta, aunque tal vez sea un efecto secundario de... morir.
Mi vista de repente se aclara y me muestra con gran definición lo que tengo a mi alrededor.
Personas disfrazadas me observan desde distintos ángulos, rodeándome en lo que parece ser una cama. Sus atuendos extravagantes combinan muy bien con la decoración del lugar, que casi casi parece real.
Este nuevo nivel de tortura no tiene mucho sentido.
—Todos excepto el doctor salgan de inmediato —ordena una mujer de cabello negro y largo, muy hermosa y con un aura bastante fuerte, como si fuera la dueña del lugar.
No parece tanto un demonio, aunque qué se yo de demonios.
El tipo que quedó se me acerca lo suficiente para cogerme del brazo y poner presión en la muñeca. Lo observo en silencio, esperando me clave algo o me esparza algún líquido come piel. Algo que indique que está por empezar mi siguiente tortura. Nada, solo se queda así por un rato para luego soltarme con demasiada gentileza.
—¿Cómo está, doctor?
—No solo se ha recuperado, su corazón está más fuerte que nunca.
La elegante mujer se cubre la boca, reaccionando demasiado por lo que dijo el sujeto.
—Solo debe guardar reposo por unos días y no hacer mucho esfuerzo para evitar cualquier recaída.
—Gracias, doctor.
Él asiente y se retira en silencio.
Exhalo al ver que me he quedado a solas con la mujer de ojos llorosos.
Me mantengo en silencio mientras se acomoda a un lado y sostiene mi mano con las suyas.
—Esta vez de verdad creí que te había perdido —su voz es calmada, se nota el esfuerzo por mantener la compostura y no romper aquella imagen de mujer fuerte—. Descansa un poco más y después enviaré a alguien que te traiga la cena, a menos que tengas hambre ahora.
Miro mi mano siendo acariciada y luego a ella. Me siento muy presionada a responder, algo que no suele pasarme, en especial cuando la razón es una especie de culpa.
¿Por qué habría de sentirme culpable de que esté tan desdichada cuando no la conozco? ¿Qué clase de extraña tortura es esta?
—No tengo hambre.
Trago saliva ya que de nuevo me ha salido la voz rara, cada vez estoy más convencida que se debe a que he muerto.
—Está bien. —Su boca se tuerce hasta formar una bonita sonrisa que difumina cualquier rastro de culpa—. Después vendré a verte. Descansa. —Le da una suave palmada a mi mano, la suelta y se levanta.
Abro la boca con la clara intención de decirle algo más, pero no lo hago ya que no tiene sentido que quiera convencerla de que se quede.
La verdad es que nada de esto tiene sentido. Al menos esperaba que me tocara un infierno coherente, no esta escena sacada de «Orgullo y prejuicio».
Una vez sale de la enorme habitación que más parece un departamento, opto por salir de la cama. Lo primero que noto es mi atuendo tan liviano, como si me hubieran puesto varias cortinas encima. Cortinas de buena calidad ya que la tela se nota es de las costosas.
Miro mis descalzos pies, más claros de los que recordaba, al igual que mis manos y brazos. Y no solo me he aclarado, también ando tan delgada que parezco puro hueso.
Dejo de prestar atención a mi cambiado cuerpo para vagar por el lugar. Hay demasiados jarrones con flores púrpuras dispersados a mi alrededor, lo que explica que haya cierto olor dulce y silvestre en el aire.
Me acerco a la gran ventana por donde ingresa la mayor parte de la luz y casi quedo cegada por lo que veo al otro lado.
Un infinito campo verde con flores de todos los colores y más decoraciones antiguas. También hay una gran pileta que es tocada por los rayos solares y hacen que el agua parezca brillar mágicamente.
Para ser un infierno es más angelical de lo que esperaba.
Me vuelvo hacia el interior y me percato recién del espejo de cuerpo entero que hay en una esquina. Creía que era otra despampanante decoración que me costó reconocer lo que era. Camino hacia esta, que ya quiero ver cómo es que ha quedado mi cuerpo luego de morir. Capaz y soy un esqueleto andante y yo bien tranquila apreciando la vista de ensueño.
Al pararme frente a este quedo más confundida que antes.
En parte sí parezco un esqueleto, pero no del tipo que creí. Uno hermoso.
Mi largo cabello ondeado parece tener su propio brillo y es de un negro más intenso que el que tenía, lo que hace más contraste con mi pálida piel. Mis ojos enormes y celestes lucen tan puros que seguro nunca han visto morir ni a una mosca. Labios carnosos y piel suave. Me veo tan perfectamente hermosa que puedo ser el objetivo ideal de depredadores y psicópatas.
Si no estuviera obsesionada con un personaje ficticio es muy probable que habría quedado rendida ante esta...
Es entonces cuando recuerdo un pasaje de mi libro favorito.
«Ella es tan malditamente hermosa que solo un idiota no caería rendido a sus pies, que solo un ciego no se obsesionaría con ella, que solo un loco no querría poseerla.»
Ah caray, ¿por qué me parezco tanto a la protagonista de mi saga favorita?
☘︎☘︎♕♕♕☘︎☘︎☘︎☘︎♕♕♕☘︎☘︎
¡Hola!
Los día de publicación de esta novela son los martes.
Avisaré cualquier cosita de la novela, como actualizaciones o información variada, en mi instagram o canal de difusión.
Mi pregunta para ti:
♕¿Qué harías si despertaras dentro de tu libro favorito?♕
Vale rie✩
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top